Disclaimer: The Mortal Instruments (ya, es que suena más cuchi en inglés) no me pertenece, es propiedad de Cassandra Clare, al igual que los personajes.


Penumbra


Luke avanzó en medio de la oscuridad. Rápido, sin temor, con un solo objetivo: ver a Jocelyn. Distinguió su grácil figura, a varios metros de distancia.

— ¡Luke! —exclamó ella, tras verle. Se lanzó a darle un abrazo y lo apretó con fuerza. Luke sintió su corazón acelerarse por el simple contacto y se preguntó qué tan patético debía ser eso.

Había recibido un mensaje de parte de Jocelyn Fairchild, de mano de Ragnor Fell. El mensaje era corto y conciso: "quiero que nos veamos cerca del bosque". Aunque había dudado mucho, al final decidió ir.

—Jocelyn—susurró, y le sonrió en la oscuridad. Ella se separó lentamente y el fue capaz de ver que, a pesar de que sonreía, sus ojos estaban rojos e hinchados. Seguramente debió considerar mucho llamarlo y tomar la decisión que tomó. —Valentine…

—Está enfrascado con lo del levantamiento. No se dará cuenta que… estoy aquí—susurró la nefilim. A la mente del hombre vino la imagen de su antiguo parabatai (no me ruegues que te deje, o que regrese después de seguirte, o que me aparte de ti. A donde vayas, yo iré, y dondequiera que vivas, yo viviré, habían dicho ambos) y sintió que su pulso se aceleraba. Valentine; apuesto, elegante pero de ojos vacíos. Y que planeaba asesinar a subterráneos, subterráneos como era el propio Luke. —No va a funcionar—dijo ella, de pronto.

El hombre lobo levantó las cejas, extrañado.

— ¿Qué?

—El levantamiento, no resultará. Y no quiero estar ahí cuando suceda. Yo… —el viento agitó su abundante cabellera rojiza. —Me iré.

Casi sin poder evitarlo, recibió una respuesta al instante:

— ¿A dónde? —Jocelyn sonrió, y eso fue todo lo que el necesito para entenderlo todo. — ¿Cómo vivirás… de una manera mundana? —de pronto, Jocelyn parecía azorada y el hombre se dio cuenta que siquiera había pensado en eso. De pronto, noto lo impulsiva que había sido.

—No lo sé. Ya encontraré la manera—contestó, con determinación. El viento, con otro ataque, le agitó el cabello castaño a Luke. Era delgado, era cierto, pero poseía una enorme fuerza debido a su licantropía. Aún así, añoraba ser nefilim. Pero ahora, con su velocidad podía impedir la ida de la mujer.

—No puedes, tus hijos… ¿no te los llevarás? —preguntó, nervioso. Jonathan, tan parecido a su padre pero inclusive con un aura más oscura. Jocelyn había llorado mucho desde que había tenido al niño. Y Clarissa. Ella era solo una bebé de dos meses. Luke no notaba nada extraordinariamente espeluznante sobre ella; es más, la única vez que la había visto, sintió un enorme apreció hacia la pequeña. Apreció que no era bien recibido por Fairchild (no Fairchild; Morgenstern, le dijo una vocecita en su mente) que igualmente, parecía volverse terriblemente arisca cuando se trataba de su hija.

—No puedo. No soporto… —la voz de Jocelyn flanqueó y el hombre lobo se acerco unos cuantos pasos, procurando dejar espacio por si Jocelyn de pronto colapsaba y necesitaba atraparla pero eso nunca sucedió y continúo hablando:

—Son unos monstruos.

—Tus hijos—dijo, con la voz entrecortada pero resignada. Conocía lo suficiente a Jocelyn para saber de su terquedad. —Piénsalo bien—pidió.

Ella lo observó fijamente. Luke no pudo evitar recorrer su rostro con la mirada; nariz respingada, labios delgados, pómulos altos. Pero nada se comparaba con sus ojos verdes, cargados de desesperación, tristeza y determinación, que cada vez parecía flanquear más.

—Son mis hijos, —dijo, y parecía a punto de echarse a llorar —debería amarlos. Pero no puedo… sé que les hizo… —su voz fue bajando cada vez más de volumen hasta que Luke fue incapaz de escuchar las últimas palabras. Quedaron en un incomodo silencio, que finalmente fue roto por ella:

—Me iré, lo entiendas o no—Jocelyn comenzó a caminar, alejándose y perdiéndose entre los árboles, dónde su voz comenzó a disminuir—Puedes llevarme o ya veré como.

Luke la observó caminar y desaparecer de su vista… para después seguirla, como siempre hacia.


Jonathan Christopher Morgenstern podía considerarse a su edad un niño muy listo. Era consciente de todo lo que sucedía alrededor suyo, y al notar a su padre sentado, con el ceño fruncido supo que algo estaba mal.

Su padre no era precisamente amoroso, pero procuraba mantener el orden por lo que le sorprendió mucho cuando, en medio de la noche, fue despertado de su sueño nocturno: caminaron bastante, hasta llegar a aquella casucha, ubicada en medio de la nada. Durante el trayecto, su padre se mantuvo silencioso y cuando intentó hablar, fue cortado por una resonante bofetada. Los tres guardaron silencio durante el resto del camino.

Además, su madre (que parecía estar de buen humor hasta que él se acercaba) no parecía estar por ningún lado y los chillidos de su hermana menor (Clarissa) inundaban la estancia.

— ¿Dónde está mamá? —preguntó. Pudo notar cómo, si bien Valentine mantenía la compostura, la vena de su cuello pálpito notablemente.

—Se fue, Jonathan—dijo.
Nos traiciono, fue lo que quiso decir su mirada.

El niño se mantuvo en silencio, mirando alrededor. Al llegar a aquella casa, tan simplona, no se sintió cómodo pero evitó algún comentario al respecto al notar la actitud que mantenía su padre.

— ¿Fue…—su voz de pronto se corto, y para su sorpresa, tuvo que dar una respiración profunda para poder continuar hablando—por mi culpa?

Valentine lo miró, pero Jonathan deseo más que nunca que apartara la vista de el. Sus ojos negros se clavaron con profundidad, con un enorme desprecio, tan parecido a las miradas que Jocelyn solía dedicarle.

—Sí, Jonathan. Se fue porque hay algo mal contigo.

Clarissa lloró más fuerte. Jonathan se preguntó cómo podía solo llorar, comer y dormir sin preocupaciones. Jocelyn desde el principio se había mostrado arisca con su hija, rechazando incluso darle de comer. Si bien Jonathan había sentido una poderosa necesidad de ponerle una almohada a la niña, al notar que de alguna manera pasaba por la misma situación que él, fue capaz de soportarla un poco más. En esos momentos, deseaba ir de inmediato por la almohada.

Llenándose de valor y con una timidez algo impropia de él, preguntó:

— ¿Puedes… puedes arreglarme? —

—No, Jonathan. Eres un monstruo y solo yo puedo amar a un monstruo ¿comprendes?*

De pronto, Clary dejó de llorar.

—… sí.

Dio la vuelta y salió de la casa. Después de todo, los niños grandes no le temían a la oscuridad. Hace mucho que era parte de ella.


Era más de media noche cuando regresó a su casa. No se escuchaba ningún sonido. Avanzó, con sigilo, sintiéndose complacido de su habilidad. Fue plenamente consciente de que, en unas cuantas horas, el castigo de Valentine por salir abruptamente comenzaría pero no quería pensar en ello.

Fue directamente a la habitación de su hermana.

No tenía color alguno a pesar de ser la habitación de una bebé pocos meses; solo una cuna la adornaba, en medio de la habitación. Se acercó, plenamente consciente de lo que hallaría ahí.
Su pequeña hermana (Clarissa), con una cara sonrojada y redonda. Con unos cabellos rojos que le recordaron horriblemente a su madre. Tan parecida… tal vez, con la única excepción de esos ojos negros profundos. Lo único que la delataba condenaba como Morgenstern.

Un enorme impulsó de sacarla, cubrirle la cara, matarla, lo que fuera, con tal de no verla apareció en su interior. De pronto, tal y como si adivinara sus oscuros pensamientos, abrió los ojos y le sonrió ligeramente. A él.

—Supongo que no importa—susurró. Le acarició, con lentitud, los casi inexistentes cabellos y con una suavidad de la que no sabía existencia.

Clary gorgoreo y Jonathan supo, en su interior, que serían capaces de soportar aquel infierno que comenzaría, mientras estuvieran juntos.


* El diálogo entre Jonathan y Valentine está robado indirectamente de una imagen subida por Cassandra Jean, que rompió mi corazón.


N/A: Fue muy extraño escribir esto. Quiero decir, la idea fue como 'booom' y escribí. La imaginación se corto. Y de pronto, volvió y escribí casi sin darme cuenta esto.
Es… bueno, corto, pero supongo que hace la función de prólogo o algo así. Espero que no odien a nadie (ni a Jocelyn: quiero decir, estaba sugestionada por la idea de Jonathan) y tuvo muchos dilemas para hacer lo que hizo, mismos que abordare más adelante cuando Jonathan haya quemado el mundo.

Hablando de él… si, Jonathan es un psicópata y todo eso. Supongo que es en estos momentos de niñez, cuando nace su instinto de hermano sobreprotector, posesivo y… bueno, todo eso. Pero de niño debió ser normal o un poco menos… eh… Jonathan (?)
Espero que les haya gustado: si tienen alguna recomendación, duda o declaración de amor, dejen review~