1.-Primer capítulo: Carrusel.

Corría descalza, sintiendo el barro manchando mis dedos, pero la desesperación en mí era tan grande que ya no sentía los pies, no sentía nada, dejé de sentir dolor inclusive siendo consciente de la sangre que brotaba de ellos por numerosas heridas. Solo era un cuerpo más corriendo bajo la lluvia. Caí, una, y otra vez, arruinando el vestido que me había comprado cariñosamente mamá, que ahora estaba repleto de rasguños y suciedad. Los siento atrás de mí, silenciosos, siguiéndome como si fueran mi propia sombra, y siento que no podré deshacerme de ellos por más que corra. Me interno más en el bosque con la esperanza de perderlos, cambiando de direcciones a cada momento, ya estaba perdida. Siento el aliento de alguien muy cerca de mi cuerpo, agitado como si fuera un animal salvaje, y luego una carcajada que me deja los pelos de punta.

Mis pies se enredan entre ellos, y cuando intento mantener el equilibrio ya es tarde, estoy rodando por un risco. No me molesto en intentar detenerme, mi cuerpo no responde a nada, ni si quiera a los golpees continuos que ya me dejaron de importar. Solo me pregunto si me habré librado de ellos con mi tonta suerte, aun esperanzada, con ese deseo inconcebible de intentar ser libre alguna vez. Siento un terrible impacto contra la parte posterior de mi cabeza y mi cuerpo, como si alguien me hubiera arrojado contra alguien como si de un muñeco de trapo se tratara, deteniéndome. Con la fuerza que me queda, mis ojos recorren cansados todo lo que parece ser cabello, que al estar húmedo y enredado con tanto barro parece una mota de paja gigante. Inclino mi cabeza un poco más, y, efectivamente, he terminado estrellándome contra una roca gigante. Inmóvil.

Con un poco de esfuerzo me muevo para mirar de frente el cielo grisáceo, atormentándome, mostrándome lo miserable que puede ser la vida para alguien como yo. Solo las gotas de lluvia pueden hacerme sentir viva en ese momento, consolándome, pero no puedo abrazarlas. Veo con algo de dificultad la figura de algo saliendo entre los árboles, con un gruñido horrible, tiene sed de sangre. Un escalofrió me recorre por todo el cuerpo, con la respiración detenida hace mucho, mientras siento una abrumadora presión en el pecho, es horrible, quiero huir, quiero dejar esta pesadilla. No puedo moverme, me encontró.

A medida que se acerca va tomando forma, primero su revoltoso cabello, arruinado por la lluvia y el viento. Después, sus ojos llenos de odio, representando un fuego incontrolable. Su mandíbula está apretada, conteniendo sus espantosos jadeos. Recién cuando está lo suficientemente cerca puedo visualizar perfectamente un arma, apuntando directamente hacia mí. El monstruo está solo, sus compañeros seguramente llegaran después, está furioso, me quiere hacer daño y no entiendo por qué. Aun así, ¿por qué llora?

— ¡¿Por qué?! —Exige en un grito el monstruo.

Una risa áspera, demente, vuelve a emerger de la nada.

Un disparo.

La risa se desvaneció.

…..

Escucho una voz constante, y no es hasta después de varios minutos que me doy cuenta que soy yo misma, pero mis labios no se mueven. Una sensación de vacío recorre mi cuerpo, literalmente, no puedo decir con franqueza lo que siento porque no estoy sintiendo nada más que vacío. Como si estuviera flotando en un lugar desconocido, ni si quiera eso, como si una parte de mí dejara de existir, o como si yo dejara de existir. Pero, ¿Cómo es eso? Sigo pensando. ¿Acaso soy un simple pensamiento? O… simplemente esto es una clase de sueño irreal.

Existir. Es una palabra vacía.

No sé… no recuerdo nada… pensar es lo mismo que no hacerlo…

No puedo describir con certidumbre como fue que me sentí después, como fue que "desperté", porque fue algo totalmente ajeno a eso. Se sintió como descansar después de un largo y pesado camino. Lo primero que vi fue una mancha negra delante de mí, que poco a poco iba cobrando forma, hasta convertirse en un animal. Tenía las patas apoyadas debajo de su hocico, descansando, a unos centímetros de mí como si nada.

Era un lobo. Nunca antes había visto uno tan de cerca. Me asusté, o intenté.

Estaba quieta, observándolo, temía que por cualquier movimiento que hiciera a esté se le ocurriera despertar. No fue hasta unos momentos después que me di cuenta que estaba en posición de ataque, gruñendo, preparado para abalanzarse hacía mí en cualquier momento. ¿Cómo? ¡Si hace un rato estaba durmiendo! Por la sorpresa no logré reaccionar adecuadamente, solo me paralicé y cerré los ojos. Pero jamás sentí el dolor.

Me atreví a abrir los ojos. Él estaba atrás mío, confundido, pero rápidamente se dio la vuelta para atacarme de nuevo, aunque simplemente me traspasó. Como si no fuera nada.

Grité, pero no me pude escuchar.

—Lucy…

Simplemente me limité a salir corriendo como una condenada. De pronto muchas voces decían mi nombre, irreconocibles, casi deformadas. En ese momento nada pasaba por mi mente increíblemente, ni el lobo, ni las voces, ni yo misma. Corrí mientras sentía que todo se desfiguraba a mí alrededor, estaba sudando, y me costaba mover mi cuerpo. De pronto estaba corriendo por una calle principal, repleta de gente, pero nadie me escuchaba, nadie si quiera sabía que estaba allí. Pasé por al medio de los cuerpos de todos como si nada. Lo más extraño de todo esto no era eso, sino que la misma gente se movía a una velocidad diferente a la mía. Un chico parecía alargar el brazo para tomar agua de una forma horriblemente lenta, y segundos después aparecía bebiéndola, sin si quiera haberla tocado antes. Como si el tiempo fuera lento, se detuviera, y luego siguiera en el momento en que debería estar.

¿Por qué puedo reconocer mi nombre sin recordar nada?

—Lucy.

Las voces se detuvieron, pero solo una seguía insistiendo. Busque aquel sonido entre toda la gente, y sentí como si algo me estuviera tomando de la mano para llevarme directamente hacia la persona de la que provenía la voz desconocida. Agotada, vi a una persona con una máscara pequeña mitad negra y blanca, con unos huecos en los que era imposible ver sus ojos, pero por su tamaño (era la mitad de una máscara normal) se podía ver su boca, su sonrisa. Llevaba un sombrero alto, de color negro, que dejaba al descubierto algo de su cabello salmón. Un traje rojo con las mangas negras y guantes blancos, además de un corbatín mal puesto. Ah, y como olvidar el bastón. Al parecer él si podía verme.

Estaba esperando que dijera algo, pero eso no sucedía, simplemente estaba inmóvil como una estatua mirándome. Por un momento creí que iba a pasar lo mismo de antes si lo tocaba, así que alargue mi mano para traspasar su pecho, pero me sorprendí cuando toqué la superficie. Él era diferente a todas las personas que estaban a nuestro alrededor.

—Por fin vienes a mí, Luce… —Habló. Pero aún seguía quieto.

— ¿Cómo… sabes mi nombre…? —Sentí la garganta seca, me costaba hablar.

—Simplemente porque estás muerta.

Esa persona rió y dobló su cuello, haciendo que algunos huesos le sonaran, para luego estirarse un poco, como si hubiera estado así durante mucho tiempo. Colocó el bastón adelante y se apoyó allí. Volvió a hablar antes de que yo pudiera.

—Bienvenida al lugar en donde las almas inconformes quedan atrapadas. Aquí, a todos nos quitan el privilegio de renacer, y muchas cosas más, como nuestras memorias, nuestra libertad, nuestra naturaleza —Su sonrisa se ensancha— Dime; ¿qué sientes ahora?

—Yo… no estoy segura.

—Exacto. También nuestras emociones han cambiado aquí, solo son falsedades, pensamientos. Una persona completa ahora estaría sintiendo miedo, inseguridad, sorpresa, y muchas cosas de las que yo ya olvidé su significado. Tú ahora no eres nada más que un pensamiento.

—Pero…

No sabía qué decir. Era verdad, no sentía miedo, no como lo recuerdo, y tal vez estaba sorprendida, pero era algo diferente, como si no pudiera dudar ninguna palabra de lo que estaba diciendo aunque lo intentara, así que realmente no era una sorpresa aun cuando es una cosa difícil de creer. Confusión era la cosa más lejana y cercana que tenía ahora mismo. Me lleve una mano al pecho, en un intento por sentir algo.

—… ¿Por qué mi corazón aún está latiendo? —Pregunté en un susurro.

—Porque eso es una mentira —El sujeto estiró su mano, para tomar la mía y bajarla de allí. Su tono era mucho más bajo que antes—. Acompáñame. Te estábamos esperando.

Asentí en silencio, aun me incomodaba hablar, y sentía que debía hacerlo. Él me guiaba mientras mi mirada viajaba a las personas que nos encontrábamos, que se movían en ese tiempo tan extraño, preguntándome cómo sería ser así. Un niño jugaba a la pelota con, supongo, su padre, mientras que la madre reía y les hacía fotos. Más adelante pude ver como una mujer mayor de edad acariciaba a su perro de forma dulce, éste pareció ladrarme, pero quizás no era así. Más adelante un guitarrista hacía un show en medio de la calle, con la gente alegre a su alrededor, disfrutando del espectáculo. Y ahora que comprendía mejor, añoraba la vida.

Sin darme cuenta la imagen de esa ciudad se había distorsionado otra vez, y ahora estábamos en medio de lo que se podía llamar un parque de diversiones, completamente vacío. Se supone que todo lo que sentía era falso, un simple pensamiento, inexistente, pero el miedo me supo engañar muy bien. Apreté su mano con algo de fuerza para detenerlo, algo me desconcertaba cuando no debía ser así.

— ¿Por qué…nosotros no podemos renacer…?

—Nosotros perdimos la vida de manera inconforme. Jamás tuvimos una paz —Suelta mi mano y no se da la molestia de verme, simplemente se va hacia otro lugar—. Luce, eres muy suertuda, te están esperando en el carrusel. Date prisa.

—Espera… —Intento llamarlo pero la voz no me sale, avanzo hacía él, pero es como si cada vez que diera un pazo él estuviera más lejos. Y más—. Jamás… me dijiste… tu nombre.

—Soy Natsu… —Dice desde lejos, con una sonrisa imborrable, pero inexistente a la vez.

Simplemente el extraño sujeto desapareció. Y yo mantenía mi vista fija en el último punto donde lo había visto. Me volteé y camine hacia las atracciones, esos juegos que divertían tanto los humanos. Después de buscar mucho logré encontrar un carrusel a lo lejos.

Me dirigí hacia él.