Bienvenidos a una nueva historia. Muy fumada como siempre... pero bueno que mas da, pasense a leer mi primer intento de romance. Y digo intento por que se que fallare... Ja, ja.
¡Oh dios mio! ¡Pola esta escribiendo algo que no es terror! *Fin del mundo*
Sin mas que decir, Pola los invita a disfrutar esta sopita de letras bien acomodada.
~!~!~!
"Sarah, ¿está todo listo para el viaje?" La aludida levantó su vista de las listas de asistencia de los alumnos que irían a dicha excursión y la dirigió a la directora del plantel en el que trabajaba. Su cabello color miel se movió al ritmo de la brisa que entraba por la ventana.
"Sí, Directora, todo está en orden. Sólo terminaba de revisar quienes asistirán." Respondió, casi en suspiro. Últimamente la directora Casandra era un dolor de cabeza.
"Creí que ya tenías todo listo." Respondió la mujer de ligero sobrepeso con desdén.
"Algunos de los alumnos no obtuvieron permiso de sus padres a último momento, directora." Sarah se preguntaba internamente cuál era el problema de la mujer. La directora Cassandra hizo una mueca, dio media vuelta y se retiró del aula.
Sarah respiró aliviada y dejó caer su cabeza contra el escritorio. "Dios te salve María…"
Se suponía que todo iba a salir bien. Ella planeó ese día hasta el último detalle, pero como siempre el alumno Pedro Hernández García había causado dificultades. No que fuera exactamente su culpa. El pobre muchachito parecía atraer la mala suerte a su persona y en esos momentos se encontraba desaparecido en las entrañas de alguna de las minas de ópalo que habían visitado en el transcurso del día.
Y en esos momentos se encontraba buscándolo dentro de las profundidades de la tierra, con una linterna y acompañada del enigmático y poco social dueño de las minas.
Un hombre robusto, de aproximadamente un metro ochenta de estatura, ojos de color verde claro y cabello más gris que negro. Supuso que las canas se debían al estrés causado por liderar un negocio tan dinámico como la minería de gemas preciosas.
"¡Pedro! ¿Dónde estás?" Exclamó Sarah al oscuro vacío.
"Profesora, no le recomiendo que grite. Algunas zonas son sensibles al sonido y podría haber un derrumbe." Mencionó el hombre que la acompañaba en tono solemne. Ella lo fulminó con la mirada.
"¿Y cómo sugiere usted que encontremos a mi alumno, señor Arias?" Respondió con el ceño fruncido. No entendía por qué el dueño había preferido acompañarla personalmente: pudo haber enviado a cualquiera de sus empleados. Pero no, ahí lo tenía, siguiéndola de cerca y eso la hacía sentir un poco incómoda.
"Glenn, llámeme Glenn. El señor Arias es mi padre." El peligris sonreía cálidamente y Sarah lo observó con sospecha. Conocía esa mirada: era la misma que sus alumnos adolescentes mostraban antes de hacer alguna maldad.
"Está bien, Glenn. ¿Qué sugieres entonces?" La sonrisa en el aludido sólo creció, mas no emitió sonido alguno. Sus manos produjeron un teléfono móvil y marcó un número desconocido para ella.
"¿Santiago? Todo el personal ha evacuado sus áreas de trabajo. ¿Alguna señal en los sensores?" Glenn levantó ambas cejas. "Ya veo."
"¿Y bien, Glenn? ¿Conseguiste algo?" Estaba ansiosa, quería encontrar a su alumno y regresar a su pueblo a cenar algo delicioso.
"Tal parece… que el muchacho regresó por su cuenta al área de guardias." Mencionó el magnate con tono divertido.
"¿Hace cuánto tiempo?" Sospechas la inundaban.
"Tres horas." Ese tono de inocencia fingida ella lo conocía muy bien. Sintió su ojo izquierdo parpadear por las emociones suprimidas que sufría. Coraje, fastidio y enojo por mencionar algunas.
"Llevamos dos horas buscando. ¿Por qué nadie dijo nada sino hasta ahora?" Había perdido tres horas. La directora del plantel iba a ponérsela muy difícil.
"Quizás necesitaba conocer más a fondo a quien hace la ardua tarea de educar a los jóvenes de esta generación." El hombre guiñó el ojo, sonriente.
"¿Tenías que tomarte tan en serio lo de conocerme a fondo? Estamos en las profundidades oscuras de una mina. Si tanto querías conocerme pudiste haberme invitado a una cena o algo." Grave error, Glenn Arias aprovechó la apertura que Sarah en su sarcasmo y molestia había proveído.
"¡Encantado! Paso por ti el de éste viernes al otro. Viste formal. Ahora salgamos de aquí." Él estaba tranquilo, y ella confundida. ¿Qué diablos acababa de pasar?
Al final llegaron al área de guardias y Sarah se encontró con que Pedro se separó del grupo por recoger una roca redonda del tamaño de un melón que parecía tener agua en su interior.
"Ah, muchacho. Eso es una geoda y una de buen tamaño, por lo visto." Mencionó el experimentado dueño mientras observaba la reacción de la profesora del joven estudiante por el rabillo del ojo. Y entonces, decidió hacer la obra buena del día. "Puedes conservarla, para abrirla necesitas un mazo y un buen golpe." Instruyó con una sonrisa. Lo más seguro era que el contenido de la geoda fuera cuarzo blanco, pues era de las más comunes en los alrededores.
El chico se giró a buscar la aprobación de su profesora y sin quererlo, la roca redonda salió de sus manos, cayendo al suelo y partiéndose en dos. El interior fue revelado: rodeado por una fina capa de cuarzo blanco un material silico rojo reflejaba la luz en su interior en forma de arcoíris. Acababa de regalar una geoda de cuarzo blanco y ópalo de fuego. Una pequeña fortuna. Sorpresa invadió al peligris que quedó pasmado mientras el chico se disculpaba y recogía los dos pedazos de la roca.
Sarah, al ver el rostro de incredulidad del influyente dueño de las minas, decidió intervenir un tanto preocupada.
"Pedro, creo que deberías dar la geoda de vuelta." La profesora puso una mano en el hombro del jovencito, intentado hacer que devolviera el objeto.
"De ninguna manera, Sarah. Soy un hombre de palabra y el chico puede quedarse con las gemas...". El dolor de perder tan preciado espécimen geologico se escuchaba en su voz un tanto quebrada.
"¿Y si yo me quedo con la mitad por encontrarla y usted con la otra por ser el dueño?" Comentó el chico, ofreciendo el pedazo más grande a Glenn, quien lo tomó sin oponer resistencia, aliviado de que por lo menos tendría una parte en su colección privada.
"Creo que ese trato es más que justo, chico. Gracias."
Supuso que se lo merecía. Encontrar al chico y mantenerlo ocupado viendo películas de Disney viejas en el área de guardias y ocultarlo por tres horas de la docente que lo buscaba al borde de la desesperación, solo para poder acompañarla en la búsqueda. No era muy moral que digamos. Pero no pudo evitarlo, desde que la vio por primera vez para hacer los trámites de la excursión de su escuela no se la había podido sacar de la cabeza, solo asintió a las peticiones de Sarah aquella vez. La separación del muchacho de su grupo fue un factor que usó a su favor para poder estar más tiempo en la presencia de la docente que lo había cautivado y de alguna manera, jugarle un truco para que no pudiera rechazar su invitación a cenar tan fácilmente.
Sí… el karma era una perra.
Y esto es todo por el momento. Si les gusto dejenme un review y tomen una galletita. No se vale tomar galletitas sin review!
Agradecimientos a: LightOfMoon12, Addie Redfield, Geishapax, Ariakas DV, Nessio y AdrianaSnapeHouse por ayudarme con esto!
