¡Muy buenas! En primer lugar me gustaría recordar que estos personajes no son míos, se los he cogido prestados a Hiro Mashima por una buena causa.
En segundo lugar, este pequeño fic es una historia paralela surgida a raíz del fic Amanecer de HaikuKimura (no me matéis por el spam).
Y dicho esto, espero que disfrutéis al leerlo tanto o más que yo al escribirlo,
¡un saludo!
Un ramo de rosas
Jubia volvió a acomodarse el pelo frente al espejo, nerviosa. Gray llegaba tarde, aunque aquello no le sorprendía. Se había pasado toda la tarde preparándose, cambiándose una y otra vez tanto el peinado como el vestido, sin que nada terminara de convencerla. Finalmente, se había decido por un vestido ajustado de color azul marino cuya raja dejaba perfectamente al descubierto la marca del gremio. No había tenido tanta suerte con su pelo, que parecía dispuesto a boicotearle la noche sin moldearse a su gusto.
Se sentó sobre la cama y suspiró, abrazando su peluche de Gray mirando el reloj con impaciencia. Entonces, el timbre sonó. El corazón le dio un vuelco y prácticamente se materializó al lado de la puerta, con la intención de reprocharle la tardanza. Sin embargo, todo el discurso que tenía preparado huyó de su mente en el momento en el que abrió la puerta y se encontró al mago de hielo completamente desnudo al otro lado, tendiéndole un ramo de rosas azules con una sonrisa de disculpa.
- Siento llegar tarde, me entretuve en la floristería.
- No pasa nada, Jubia está feliz de que Gray-sama haya recordado que las rosas azules son sus favoritas- respondió enterrando la cara entre los pétalos. - ¿Qué ha pasado con tu traje?
- Para serte sincero, ni siquiera recuerdo si lo llevaba puesto al salir de casa. – Jubia dejó escapar una sonrisa al pensar que era algo muy típico en él.- Tú en cambio, estás espectacular.
La maga de agua lo contempló, roja como un tomate y tratando de recordar cómo se respiraba. Dejó el ramo en un florero sobre la mesa, incapaz de mirarlo directamente.
- Pero no he podido hacer nada con mi pelo… - Gray le cogió un mechón y aspiró su aroma. Sonrió al comprobar que olía a lluvia, como de costumbre.
Lo había dejado suelto, cayéndole ondulado por los hombros, tal y como lo había llevado durante los juegos mágicos.
- Creo que éste es el estilo que mejor te queda.
Jubia apartó la mirada, avergonzada. La proximidad de Gray la ponía terriblemente nerviosa, y sentía que el corazón estaba a punto de salir de su pecho, desbocado.
- Pero Gray-sama necesita un traje para el baile.- suspiró, separándose de él con gran esfuerzo y dirigiéndose al armario- Jubia pensó que algo así podía pasar, así que tenía un traje preparado a juego con su vestido…
- ¿Cómo sabes mis medidas?- preguntó el moreno, arqueando una ceja. La maga se puso aún más roja y él dejó escapar una carcajada- Déjalo, no importa.
Se acercó a ella y la abrazó, descendiendo la mano hacia la zona de su muslo al descubierto, recorriendo la marca del gremio con las yemas de los dedos. La peliazul se estremeció y le dirigió una intensa mirada. Las chispas que bailaban en los ojos de ambos fue todo lo que necesitó para confirmar que estaban pensando en lo mismo.
- No tenemos que irnos inmediatamente hacia el baile, ¿no?- susurró Gray, enterrando la cara en el cuello de la maga, recorriéndolo suavemente con los labios.
- No importará si llegamos más tarde- repuso la maga, dejando escapar un débil gemido.
El mago de hielo la despojó de su vestido, la tomó entre sus brazos y se lanzaron sobre la cama, ignorando que en el gremio estaban demasiado ocupados con otras cosas como para percatarse de su ausencia.
