Wanda e Ian.

Capitulo uno.

Sentía mi estomago echo nudos, como si fuera a vomitar, pero sabia que esta vez esa sensación no era exactamente por eso.

Estaba sumamente nerviosa y mas con aquella mirada azul observándome tan profundamente.
Alce mi mirada hacia Ian, aun me era difícil manejar la timidez de mi cuerpo anfitrión. Estaba frente a mi con mis manos en las suyas, tomándolas con una dulzura que solo el podía aplicar conmigo. Me sentía como una hormiga en frente de un elefante y más cuando tomaba mis manos de esa manera, entrelazando mis dedos demasiado pequeños con los suyos, que ahora veía y sentía mucho más largos.
Creo que estaría un poco mas cómoda en otro cuerpo, uno mas grande y esbelto, en este cuerpo me sentía total y completamente como una niña; y bueno, al parecer no era la única que pensaba de esa manera.
Por primera vez desee que Mel pudiera ayudarme, como tantas veces lo había echo antes tan solo unos meses atrás. Me sentí extraña recordando aquellos días en que éramos dos en una, verdaderamente necesitaba que me tranquilizara, que me dijera en mi mente que todo iba a salir bien, que no me preocupara.

Resople, ahora estaba sola, por fin, solo era un pensamiento estúpido debido a la situación en la que me encontraba, nunca pensaría seriamente en tener a Mel de nuevo conmigo, bueno, quiero decir, literalmente.
No sabia que hacer, ni como, ni cuando. Era primeriza en esto y deducía que mi cuerpo anfitrión también lo era. El cuerpo aun era demasiado joven, además quizás, Pet, el alma que antes habitaba la parte posterior de su… mi cabeza habito años ahí. Igual ¿Cómo podría saberlo? Pet ya estaba muy lejos de aquí.
Ian se lanzo a mis labios, sacándome por completo de mi lamentación por Pet. Era un beso frenético y de nuevo pude sentir como las rocas de un volcán se derretía en mi con ímpetu y deseo, deseo de Ian. Realmente no estaba segura de si quería hacer esto o no, pero ahora era yo, este era mi cuerpo y ahora si podía amarlo.
Él me apretó mas contra su cuerpo, con fuerza, tomándome por lo brazos y acariciándolos, esparciendo el calor y la lava por toda mi piel. Necesitaba aire en mis pulmones pero no quería parar, besar a Ian me hacia bien, mucho y ahora ese aspecto no me asustaba. Por fin podía decir que eso no era incorrecto, Ian me amaba y ahora era mi compañero, mi compañero en el planeta que había escogido para vivir y morir en el.
Sonreí contra su boca y separamos nuestros labios, pero dejamos nuestras frentes juntas. Ambos estábamos resoplando e intentando inhalar y exhalar correctamente.

Ian me miro con aquellos ojos azules como el mar y soltó una pequeña risita. Yo aun estaba demasiado agitada, podía sentir como mi pecho subía y bajaba frenéticamente, podía sentir los latidos de mi corazón galopeando tan fuerte como los pasos de un caballo, podía sentir el aliento de Ian contra mi cara y todas aquellas sensaciones me encantaban, me hacían temblar y sentirme abrumada por todo aquello junto. Demasiadas sensaciones agradables al mismo tiempo.
-Te amo, Wanda.- susurro con voz entrecortada, aunque su pecho no subía y bajaba como antes.
-Y yo a ti, pequeño humano Ian.

Él me sonrió y me dio un beso en la frente tomando con una de sus manos un mechón de mi cabello. Lo acerco a mi rostro y el contacto de mi propio pelo me erizo la piel, lo froto contra mi nariz, luego mis ojos obligándome a cerrarlos, mis labios, mis pómulos, mi cuello. Cuando se detuvo abrí los ojos de nuevo y lo mire expectante, era evidente que el tenia que tomar la iniciativa, como lo había echo hace unos minutos pero ahora su rostro no demostraba deseo, ahora parecía abrumado y ligeramente confuso, en su frente se formaban pequeñas arruguitas gracias a su ceño fruncido.
-¿te pasa algo?- le pregunte levantando una de mis pequeñas, pequeñísimas manos hacia su rostro. Acaricie su pómulo con mis dedos y el sonrió ante el contacto pero sus ojos aun demostraban confusión e inseguridad.
-Wanda…no creo que estés lista para esto. Yo puedo esperar, lo digo en serio. No quiero presionarte…
-Shh- lo calle y puse uno de mis dedos en sus labios.- Ian ya has esperado demasiado. Yo confió en ti ¿lo sabes verdad? No tengo miedo…- mi voz sonó falsa y me maldije ¿Qué nunca podría mentir como un humano?- Bueno quiero decir si tengo miedo, pero solo es porque todo aun es muy nuevo para mi, además quiero que te sientas bien, quiero que seas feliz.
Ian enarco una ceja y negó lentamente con su cabeza, apartando delicadamente mi mano de su rostro.
-Wanda ¿Qué acabas de decir?- me dijo un poco gruñón, yo lo mire confundida hasta que recordé su estúpido e irrelevante acuerdo, lo que me hizo prometerle casi una semana atrás.

Suspire, poniendo los ojos en blanco y apartando mi cabello de mi rostro.
-Ah, esta bien. Bueno igual solo tendría que cambiar el pronombre de la frase. Es cierto Ian ¿me crees?- lo mire para ver su expresión. Parecía divertido con el asunto, refunfuñ sentirme bien y quiero ser feliz…contigo.
Esto basto para que Ian regresara a mis labios. Empezó con movimientos dulces y precisos, que no me costo imitar en absoluto. Él me inclino un poco hacia el colchón, sosteniéndome con una de sus manos que estaba en la parte baja de mi espalda.
Cuando estuve totalmente contra el colchón, Ian abandono mis labios y empezó a trazar un pequeño camino de besos en mi cuello. Esto me hizo erizar la piel y él al notar esto empezó a usar su lengua también.

No podía decir que era desagradable, me gustaba. Bueno en realidad ya todo lo que tenia que ver con Ian me gustaba, él sabia perfectamente como hacerme sentir bien, donde tocar, como y cuando. Era al igual que cuando hablaba, total e increíblemente perfecto y educado, haciéndome saber con cada roce, cada beso y cada palabra lo mucho que me quería.