tu dragón no me pertenece, yo solo escribo esta historia utilizando sus personajes, por pura diversión. Si algún personaje no pertenece a la película, serie o libros, es invención mía.

¿Un Semi AU?

TODO POR AMOR

Acostada en la cama, con el pelo desordenado y la frente sudorosa, Astrid cargaba un pequeño bulto entre sus brazos.

La pequeña criatura dormía plácidamente, llenándose del calor que le proporcionaban los brazos maternos y el latido del corazón de su madre le servía como una bella canción de cuna que le ayudaba a dormir y tranquilizarse.

Astrid acaricio los mechoncitos rubios de la bebé. La puerta de la habitación se abrió, Hipo había terminado de despedir y agradecer a todas las mujeres que ayudaron en el nacimiento de su hija.

Se acercó a su esposa, y se sentó con ella en la cama. Ambos apreciaron embelesados el fruto de su amor.

-¿Recuerdas cuando me preguntaste si creía en el amor a primera vista?- Preguntó el castaño.

Astrid se rio un poco recordando el momento –Sí, me dijiste que te parecía estúpido enamorarte de alguien a quien ni siquiera conocías, solo con verlo.

-Bueno, ahora cambie de opinión. Sí existe el amor a primera vista.

Ambos se sonrieron para luego cambiar la mirada a la pequeña que se removía entre los brazos de su madre. No hacía mucho que la joven rubia había dado a luz a la pequeña.

-¿Hablaste con tu padre? ¿Le diste la noticia?

-Aun no. Nadie más que la parteras lo saben, mañana mi padre, los tuyos y los chicos vendrán a conocerla.

-¿Crees que Estoico… se sienta decepcionado? Ya sabes, todos esperaban un varón- Comento con tristeza.

-¿Todos? ¿Estás segura My lady?

-Todos excepto tú, que como siempre tenías que hacerte el psíquico y decirme que seguro seria niña- Comentó con gracia.

-Niña he igualita a ti. Ambas igual de hermosas.

Se dieron un pequeño beso en los labios, he Hipo apretó a su esposa contra si en un abrazo. La chica tomo la mano del castaño y la beso, está aún seguía roja, con claras marcas de dedos.

-Perdón…

-¿Perdón? ¿Por qué? ¿Lo dices por apretarme tan fuerte durante el parto que creo que me rompiste cuatros dedos? No tienes que disculparte.

-Tú no sabes lo que dolía.

-Oh créeme que si lo sé- Respondió frotándose con la otra mano donde su lady le apretó tan fuerte que le dejo sus dedos marcados. Astrid le dio un codazo y el castaño solo le respondió riendo y con un beso en el hombro.

-Hablando en serio Hipo. ¿Crees que se decepcionen?

-¿Tu estas decepcionada?

-No.

-Yo tampoco. Y mi padre tampoco lo estará, solo… se sorprenderá. Después de todo los Haddock somos una línea de jefes hombres. Y aquí mi pequeña lady llegó a romper con la tradición- Comento con gracia – Mi padre la amara, al igual que todos.

Astrid le sonrió y le beso la mejilla.

-Gracias My lady- Ella solo lo miro esperando a que continuara –Me has hecho el hombre más feliz, no importa lo que piensen los demás, a mí me tienes más que encantado.

La nueva pareja de padres se tapó con las colchas, Hipo apago la luz de la vela y abrazó a Astrid contra su pecho mientras ella encontró la forma de acomodar a la pequeña en sus brazos. La nueva familia durmió aquella noche, disfrutando del calor de estar todos juntos.

El día que les esperaba seria en definitiva largo.

(&=&=&=&)

Un joven chico castaño de 20 años corría en plena noche estrellada, por las calles de Berk, claramente con la respiración acelerada, y muy nervioso.

-¿Cómo no me lo dijiste antes?- Regaño este a su padre, que se encontraba en la misma carrera que la suya.

-No sabía cómo.

-He irónicamente justo al último momento las palabras te llegaron.

El mayor calló, no tenía caso discutir con su hijo, después de todo tenía todo el derecho a estar enojado.

Habían pasado ya tres meses desde el nacimiento de su Pequeña lady. Al día siguiente de su nacimiento, los padres de Astrid, Estoico y sus amigos fueron a conocer al "Heredero", encontrándose con una bella Heredera, la primera que Berk tenía. La impresión del momento los sumió a todos en un incómodo silencio hasta que Brutacio grito "Les dije que era niña" y todos salieron del shock abriéndole paso a la emoción.

Estoico parecía el más emocionado, para alivio de la joven madre. Estaba sumamente feliz con su primera nieta y la primera heredera de Berk.

Pero además de eso, Patán, Patapez, Brutilda, Bocón y el jefe, debieron entregarle al rubio cada uno una bolsa con cinco monedas de oro, al parecer se habían apostado el sexo de bebe, siendo el rubio gemelo el único que aposto por una niña. Patán maldecía su suerte; Brutilda, Bocón y Estoico estaban pasmados por como el chico les ganó; mientras que Patapez estaba como loco revisando sus "cálculos", ya que alego que en una familia en la cual habían tenido descendencia masculina durante 400 años, eso no cambiaría ahora.

Hipo salió de sus pensamientos al ver a su hermosa esposa hablando con una chica pelicastaña.

-¡Astrid!- La nombrada se despidió de la otra chica al escuchar el grito de su esposo. Al darse la vuelta fue sorprendida por Hipo cuando este la tomo de los hombros y le planto un beso en los labios. -¡Dioses My lady! ¿Estás bien?- Pregunto tomando su rostro entre sus manos.

-¿Tendría que estar de otra forma?

La pequeña niña se removió entre los brazos de la rubia, quien la arrulló y le susurró para que se calmara. Con una sonrisa en sus labios, Hipo tomó a la pequeña, y comenzó a lanzarla al aire frente la atenta y preocupada mirada de la joven madre, aunque la pequeña solo riera por los juegos de su padre.

Al final, Hipo la tomo en un fuerte abrazo, y le daba pequeños y preocupados besos en el cuellito y la carita. Para luego volver a abrazarla y no soltarla.

-¿Mi amor, sucede algo?

El castaño salió de su ensoñación, acarició una de las mejillas de su lady con cariño, para luego mirarla con mucha preocupación.

-Necesito que te vayas y te quedes en casa hasta que yo te diga.

-¿Qué?

-No, no, no. Olvídalo, en casa no. Ese será el primer lugar al que ira. Ve a casa de Brutilda y por favor hazme caso cuando te digo que no salgas.

Hipo le volvió a dar a la niña, mientras la rubia solo miraba con confusión.

-¿Qué? ¿Pero… por qué?

-Astrid escucha yo

El cuerno comenzó a sonar interrumpiendo al joven chico, este gruño para sus adentros.

-¿Qué sucede?- Volvió a preguntar la alarmada madre. La gente del pueblo corría hacia el puerto, ya que el sonido del cuerno quería decir que llegaban visitas.

-My lady, confía en mí, ustedes vayan con Brutilda. Las veré allá en una hora.

Tras decir aquellas palabras, el chico salió corriendo rumbo al puerto. Por un momento Astrid consideró seguirlo, pero recordó que no solo estaba ella, sino también la pequeña en sus brazos, la cual había jurado proteger a costa de todo. Si Hipo las quería a salvo era por algo, y confiaba en él más que nada en este mundo. Por lo cual se dirigió a casa de su rubia y loca amiga.

(&-&-&-&)

En el puerto, hombres, mujeres y dragones se habían reunido para atender a los visitantes. La gente no parecía alarmada frente a los extraños allí ya que solo eran tres barcos.

-Hijo… ¿Qué hiciste?- Preguntó un preocupado Estoico.

-Las envié a casa de Brutilda. ¿Papá qué hago? No puedo tenerlas allí por siempre.

El pelirrojo posó una mano en el hombro de su hijo como signo de apoyo.

-Descuida Hipo. Todo estará bien.

Los barcos comenzaron a desembarcar, del más grande de ellos que parecía ser el principal, salió una plancha de madera, para permitirles a sus tripulantes bajar. Muchos hombres bajaron del navío, con diferentes cajas en sus fuertes brazos, por lo que parecía, las visitas tenían planeando quedarse un tiempo. Lo que solo sirvió para preocupar aún más al joven padre.

Del extremo superior de la plancha, se vio la figura de un hombre corpulento y fornido, de pelo blanco, con un corte militar, barbilla cuadrada y ojos azul grisáceos tan fríos que te calaban la piel hasta los huesos.

Hipo trago duró, con el corazón latiéndole a mil por segundo y un nudo en la garganta que no le permitía hablar. Pero contra todo pronóstico, se mantenía firme y derecho, con una expresión dura y los brazos tras su espalda.

El peliblanco descendió por la plancha a paso firme, sin titubeos de ningún tipo. Cuando terminó de bajar y se acercó a padre e hijo que esperaban "pacientes" su llegada, el castaño sintió que su corazón se detenía.

-¿Y la música…, los desfiles, carteles, danzas y todo lo que se requiere para recibir a tu padre, Estoico?- Preguntó sin expresión en el rostro.

-Lo siento padre. No hemos tenido tiempo de organizar mucho, no esperábamos tu llegada, sin embargo hemos preparado un festín en el Gran Salón.

-¿Y tú muchacho? ¿Acaso no estás feliz de volver a ver a tu abuelo?

-Por supuesto abuelo. Aunque me entere hace solo unos minutos que vendrías- Respondió dirigiéndole disimuladamente una mirada de reproche a su padre.

-Bien… - El hombre miro a un lado de Hipo, como buscando algo -¿Dónde están mi nieto y mi nuera?

El chico se sorprendió ante la mención de Astrid y su hija. En aquel momento sintió como las palabras abandonaban su boca de repente, quedándose callado y mirando al hombre, estupefacto.

-¿Qué? ¿Pensaste que no lo sabía? ¿Acaso no tengo derecho a enterarme del nacimiento de mi nieto?

-No es eso- Contesto rápidamente Hipo –Solo que no pensé que estuvieras tan informado. Sobre lo otro… Como solo hace unos minutos me entere de tu llegada abuelo, no he tenido tiempo para ir por mi esposa y presentártela.

-Eso no es excusa muchacho, como tu mujer ella debería estar constantemente a tu lado.

-Astrid es libre de elegir. Ella tiene derecho de ir a donde le plazca, con quien le plazca, sin mi consentimiento. Confió plenamente en ella.

-Astrid… simboliza la preciosidad inusual y fuerza, "Diosa de la belleza". ¿Es de casualidad la hija de Bertha? ¿Jefa de la extinta tribu de los Bog-Burglar?

-Esa misma.

-¿Y cómo está eso de que ella es libre, que puede ir donde y con quien le plazca? Las cosas no son así muchacho.

-Todas las mujeres tienen aquellos derechos padre- Contesto rápidamente Estoico –Siempre los han tenido. Además de que muchas cosas han cambiado.

-Sí, los dragones. Aquella es otra noticia que me llego. ¿Cuándo creen que pueda conocer a mi nieto? Después de todo ni a la boda fui invitado.

-Todo fue muy apresurado padre. Los chicos tenían prisa por casarse. Entenderás que con Astrid de encargo no había tanto tiempo.

-La intimidad antes del matrimonio, veo que no te bastó con romper una regla muchacho- Hipo se mantuvó firme ante su abuelo, aunque por dentro su corazón empezara a latir tan rápido que en cualquier momento se le saldría del pecho.

Un hombre llego junto con ellos y para suerte del chico, distrajo al peliblanco.

-¿Le dijiste?- Susurro Hipo a su padre, más alejados del hombre.

-Tenía que hacerlo, ¿Qué excusa le daríamos entonces por no haberlo invitado a la boda? Además, a mí no puedes echarme toda la culpa. Tú eres el que se puso a hacer estupideces con Astrid antes de tiempo.

-Le estás diciendo estupidez a mi hija.

-Yo no dije eso.

-Claro que lo hiciste.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que s- Hipo se interrumpió a sí mismo y clavo su vista en un punto lejano. En aquel momento, la preocupación tiño su rostro.

-En lo que estábamos- Volvió el hombre. Sin notar como Hipo seguía con la mirada clavada en aquel punto.

-Por el momento vayamos al gran salón padre. En cualquier momento Hipo te presentara a su esposa. Mientras tanto enviare a algunos vikingos a que dejen tus cosas en una de nuestras casas para huéspedes.

-¿Para huéspedes? Sin desfile, bailes, caravanas y me hospedan en una casa de huéspedes. Como mínimo esperaba que mi nieto me diera un lugar en su casa. A ver si esa mujer libre sabe cómo atender a su hogar.

Hipo, que ya había salido de su shock, aunque a veces daba leves y cortas miradas a su derecha, se tensó ante lo que decía su abuelo. Por supuesto que Astrid atendía su hogar pero no como otras mujeres, ella era una guerrera he Hipo jamás le quitaría eso.

El castaño le dirigió una mirada recargada de súplica a su padre.

-Padre, no te parece mejor ir conmigo. Después de todo hace mucho que no nos vemos. Hipo y Astrid son una pareja joven que aún se está acostumbrado a una vida de casados y deben de cuidar de su hij… de su familia.- Se corrigió antes de que fuera demasiado tarde, lo cual Hipo agradeció ya que su corazón se detuvo cuando imagino los mil y un escenarios posibles con aquella metida de pata.

-Veo que no me quieres en tu casa Hipo.

-Por supuesto que no es eso abuelo. Solo que como dijo mi padre, Astrid y yo nos casamos hace apenas unos cuantos meses. Además debes de estar agotado por el largo viaje y nosotros no tenemos nada preparado, y no creo que te guste despertarte en mitad de la noche con los llantos de bebé.

-¿Debería despertarme? Es la madre quien debería de manejar eso. O acaso tu esposita no es capaz de manejar y cuidar a su hijo.

-Mi esposita abuelo, es muy capaz de cuidar de su familia. Además te recuerdo que somos padres primerizos y por más experiencia que se tenga te aseguro que no es tan fácil calmar a un bebé cuando llora.

-Como sea- Hablo Estoico, ya que conociendo a Hipo haría lo que sea para defender el nombre de Astrid, mientras Eskol, su padre, siempre le llevaba la contra a las personas, más cuando estas defendían todo lo contario a sus propios ideales machistas. Y una discusión así no terminaría bien –Padre nosotros vayamos al Gran Salón, Hipo se encargara de que lleven tus cosas a mi casa.

Ambos hombres partieron, dejando atrás al joven castaño, que se dirigió corriendo entre la multitud de personas. Hacia casa de cierta rubia.

.

10 minutos antes…

En cuanto Hipo se fue corriendo, Astrid se dirigió a casa de Brutilda, cuando toco la puerta, nadie le abrió, espero un rato pero nada. De seguro su amiga estaba en el puerto. Dudo un poco en si ir o no, pero no tenía ningún otro lugar ya que parecía que todo Berk quería ver lo nuevo que había. Ella solo iría, buscaría a la chica y se marcharía de allí.

Cuando llego se abrió paso entre la multitud de personas. Aunque al poco tiempo se arrepintió, ya que nadie parecía percatarse de ella y que llevaba a una niña de tres meses de edad en brazos, porque la empujaban sin fijarse si estaba bien o en quien era.

-Tilda-Dijo al encontrarla -Necesito tu ayuda.

-Shhhhh- La calló la otra rubia. –Hipo y Estoico hablan con un hombre. ¿Qué le pasa a tu marido Astrid? Nunca lo había visto tan serio- Agrego con un toque pícaro que hizo enfurecer a la otra chica. Pero si, efectivamente Hipo estaba muy serio. Parecía otra persona.

Al poco tiempo, el hombre se puso a hablar con otro vikingo, lo que al parecer su marido aprovecho para pelear con su padre.

En medio de su pelea, Hipo la vio, y con su mirada le dijo todo. Ella solo le señalo a Brutilda, dándole a entender que con ella ahí, no tenía a donde ir.

El peliblanco volvió a la conversación, y su marido le daba muchas miradas de preocupación.

El resto se la pasaron viendo a los tres hombres hablando y ella tratando de convencer a la otra rubia que se fueran. Cuando por fin lo logró, o más bien la obligó, con un "te lo explicare luego", por fin fueron a la casa. Aunque ni Astrid sabía que debía explicar cuando no tenía idea de porqué el estrés de Hipo.

.

-Entonces, déjame ver si entendí- Dijo Brutilda. Ambas chicas estaban sentadas en la cama, con la niña recostada frente a su madre y jugando con las manos de esta. –Hipo interrumpió como loco tu conversación, para solo pedirte, sin sentido alguno, que te vinieras a quedar en mi casa y no tocaras el exterior por ninguna razón en este mundo. Y tú piensas que aquel hombre tiene mucho que ver.

-Exacto.

-Okey… esto esta raro. ¿Y qué harás?

-Él dijo que vendría en una hora, así que no ha de tardar en llegar.

Como refutando lo dicho por la rubia, la puerta de la casa dio un golpe al cerrarse, de las escaleras se escucharon varios pasos presurosos y en la entrada de la habitación aparecieron Hipo y Brutacio.

El pelicastaño corrió, tomo de los hombros a su lady y le planto un beso en los labios. Sin importarle en lo más mínimo que estuvieran siendo observados por los gemelos.

-Ahórrense lo cursi ¿Si?- Dijo Brutilda, mientras Brutacio miraba embelesado la romántica escena. Hipo y Astrid se separaron, aunque más por voluntad propia que por el pedido de la gemela.

-¿Me dirás ahora que sucede?

El chico suspiro y asintió levemente. Astrid se sentó en la cama, con las piernas cruzadas y la niña sobre su regazo.

-Brutilda, Brutacio vayan abajo a pelear- Ordeno la rubia madre.

-¿Qué? ¿Es enserio?- Se quejó la gemela –No, me tuviste una hora aguantando tus lloriqueos de angustia y esta es mi habitación. Yo me quedo a ver esta novela.

La chica suspiro rendida y le hizo una seña con las manos a su marido para que empezara.

-Bien… ¿Por dónde empezar?

-¿El inicio?- Sugirió ella irónicamente. Genial, ni siquiera había empezado que ya se había enojado.

-Bien… ¿Recuerdas cuándo me preguntaste si mi padre estaría decepcionado porque Berk tendría una heredera y no un heredero?

-Aja.

-¿Y recuerdas lo que te respondí?

-Dijiste que todos la amarían.

-Sobre eso…- Hipo comenzó a rascarse la nuca, nervioso. Astrid se alteró al verlo así, presintiendo algo en verdad malo.

-¿Qué?

-Pues… la razón de que te pedí que te escondieras es mi abuelo. Hoy mi padre me dijo que él vendría y… digamos que le dijo sobre la razón de nuestra apresurada boda.

-¿El hecho de que Astrid y tu hayan tenido relaciones antes del matrimonio?- Dijo Brutacio.

-¡Brutacio!- Lo reto la abochornada pareja.

-Como sea- Siguió Hipo –En efecto, sí. Eso es lo que sabe, pero además vino a conocer a nuestro "hijo"- Resalto las comillas al final.

-¿Cómo que "hijo"?- Pregunto Astrid, haciendo el mismo gesto con las manos en aquella última palabra.

Hipo suspiro y se pasó las manos por el rostro –Seré directo My lady, mi abuelo espera un varón, él está convencido que hemos tenido un varón.

-Y dile la verdad- Hablo Brutilda utilizando un tono de obviedad.

-¿Creen que si fuera tan sencillo no lo hubiera hecho ya?- Todos callaron pensando lo dicho por el chico. –Astrid, mi abuelo es una persona en verdad muy machista. Él piensa que la mujer no tiene derechos y debe estar al pendiente de su esposo toda la vida. Y no aceptara que después de 400 años de un linaje masculino, nosotros hayamos llegado a romper con todas las tradiciones en 5 años y para colmo hayamos engendrado una niña. Tengo miedo, no sé qué pueda pasar…

-¿Qué quieres decir con que no sabes que pueda pasar?

-Es la verdad, no lo sé. Y tengo miedo, no sé cómo pueda reaccionar o… lo que sea capaz de hacer.

-¿Lo que sea capaz de hacer?

Nadie en aquella habitación sabía específicamente el significado de aquellas palabras. No sabían si imaginarse lo peor o una simple discusión familiar.

Holis…

¡Apaguen las antorchas por fis, apáguenlas! Vengo en son de paz.

Sé que hace como dos semanas que no actualizo "El orgullo de Berk o La vergüenza de Estoico", lo que pasa es que los jugos creativos de mi cerebro fueron tragados por el infierno. Estoy escribiendo el capi y estoy segura que lo que tengo hasta ahora les encantara. Y tengo muchos planes que los dejaran con la boca abierta.

También sé que les dije que escribiría otras historias que por el momento no serían publicadas, para ayudarme con los bloqueos. Y que funciona hacerlo, funciona.

Pero (siempre tiene que haber un maldito pero TTwTT) El horrible bloqueo lo tengo con todo en general. Este capi lo pude escribir solo porque (increíblemente) lo soñé.

Y dejando a un lado mis explicaciones de mi bloque pasemos al origen de este fic.

Como les dije, este capi lo soñé. No lo soñé entero pero si la parte esencial que le da origen a todo. Y lo crean o no era con los personajes de HTTYD.

En síntesis mi sueño consistía en un abuelo machista (Eskol) que no aceptaba que Hipo y Astrid engendraran una niña. A Eskol lo definí justamente como lo soñé, al igual que a la bebe.

Tal vez el hecho de haber empezado a soñar con HTTYD quiere decir que paso muchas horas en Fanfiction :P

Este capi tendrá continuación (que no sé cuándo la publicare).

Pasando a otro tema. Esto ya es algo muy cliché, pero serán una serie de one-shots de nuestra parejita preferida. Sin embargo hay una diferencia, en este fic publicare mini historias de amor Hiccstrid (Mini porque serán de menos de 5 capis).

Si quieren la continuación de algún one-shot simplemente deben de pedir y se las daré.

Volviendo a "El Orgullo de Berk o La Vergüenza de Estoico", tranquilos que yo siempre termino lo que empiezo. Puede que me tarde en actualizarlo pero lo seguiré a como dé lugar. Y con me tardare en actualizar, tranquilos que les aseguro que NO voy a tardar un año ni seis meses o tres. Solo son semanas en lo que cosiste mi retraso.

Muy bien, creo que eso es todo. Y ya en serio, por favor, apaguen las antorchas. Aun me queda mucho porque vivir y escribir.

Ojala les haya gustado el inicio de este nuevo fic lleno de ¿mini fics? ¿Eso tiene sentido?

Como sea, ojala nos leamos pronto. Gracias por leer y por favor dejen sus suculentos y sensuales reviews diciéndome que tal les ha parecido esto. CHAUSIS…

¿REVIEWS?