¡Hola! Soy nueva aquí. Decidí publicar este fic a media noche porque hoy, dentro de doce horas, iré a estudiar a la universidad por primera vez; también se me pasó un poco el tiempo.

Espero que disfruten de la historia, tanto como yo disfruté escribiéndola.

¡Qué empiece la lectura!


-¿Le crees más a un mazo de cartas que a tu propia prima? -ahí estaba yo, mintiendo de la manera más descarada posible. Lily me miraba atenta, tratando de encontrar alguna seña que demostrara que mentía vilmente. No podía creer en qué maldita hora había aceptado ir con ella a la torre norte; suponía que el poder de convicción que tenía mi prima terminó venciéndome. No quería acompañar a Lily porque aún tenía muchos deberes por acabar, mi habitación era un verdadero caos, tenía libros pendientes por leer y me daba pereza caminar hasta ese lado del castillo.

Se podía resumir de esta manera: prefería meterme al lago negro desnuda, en lugar de indagar sobre lo que me depararía un estúpido mazo de cartas sobre mí futuro. Pero, como casi nunca me salía con la mía -en lo que a Lily respecta-, nos dirigíamos a la "torre del misterio", al lugar donde se "expande la mente", al incierto camino de "la revelación". Mi prima hablaba casi sin respirar -evidentemente, estaba emocionada-, y yo no dejaba de quejarme y sugerir que podíamos ir a otro lugar más ameno.

Lamentablemente, era tarde para mi suerte: la puerta se encontraba frente a mis narices. Lily había tocado tres veces aquella horrible pieza de madera, y una voz profunda, apenas audible, había pronunciado la palabra "adelante".

Perdición.

La profesora Trelawney roció un raro aroma proveniente de un frasco color azulino. Acto seguido, cerró sus enormes ojos -sus anteojos de abuela producían un efecto antinatural respecto al tamaño normal de un globo ocular humano- e hizo un extraño gesto con ambos brazos, como si quisiera que aquella fragancia apestosa se difundiera por cada rincón de la torre. Yo no podía dejar de mirar a mí alrededor y preguntarme una y otra vez: ¿qué demonios hacía ahí?

No podía quejarme, el lugar era algo acogedor, pero tenía que recalcar que el ambiente era denso y que un aura de misterio reinaba en el aula de adivinación.

Me llevé la taza de té a los labios y bebí un pequeño sorbo mientras miraba atenta cómo las manos expertas de la profesora barajaban las cartas del tarot. Le brindé una mirada rápida a mi prima y supe la respuesta a mi anterior pregunta: Lily Potter. Sí, la pequeña pelirroja adoraba la asignatura de Adivinación y me había rogado que, como regalo de cumpleaños, la acompañara a indagar sobre su futuro. Lo que estaba fuera de los planes o mejor dicho, lo que ella había omitido era que yo estaba obligada a escuchar sobre algunos acontecimientos que posiblemente -y digo posible, porque para mí, Adivinación no era exactamente una asignatura- viviría en un futuro próximo.

-Divide el mazo en tres partes iguales -la voz suave y misteriosa de la profesora interrumpió el silencio que ocupaba espacio en la torre desde hacía un rato.

-Aún no termino con el té -respondí vagamente observando el poco líquido que quedaba en la taza, y ganándome una mirada aburrida, pero a la vez ansiosa de mi prima.

-Rose, no seas temerosa. ¿Piensas que el futuro que te deparan las cartas es catastrófico? Llevas más de veinte minutos con ese té -dio un largo y sonoro suspiro-. Además, las cartas y las hojas de té sólo son algo preventivo, no determinará nada -insegura, me llevé la taza a los labios y le di un último sorbo. Los delgados dedos de Trelawney -prácticamente- me arrebataron la taza de las manos y de manera inmediata, observó los residuos que descansaban en el interior de la taza.

-Las hojas se ubican en el fondo de la taza, y por lo que veo no tienen intención de moverse… -la clásica y vieja Trelawney, una vez más, diciéndole a otro alumno que moriría de forma horrorosa, garrafal, probablemente en manos de un espantoso animal mitológico, quizá una acromántula. Estaba segura que remarcaría la palabra sufrimiento y clemencia-. ¡Esto es bueno! -¿Qué demonios...?- Es muy bueno, significa buena fortuna. ¿Tienes una vida bastante encaminada? -preguntó con una amplia sonrisa- Supongo que será debido a tu madre -susurró en voz queda, pero logré escucharla perfectamente, al igual que Lily quien rió por lo bajo.

-¿Bien? -miré a la vieja profesora y a mi prima- ¿Eso es todo? -me levanté de la silla, sintiendo el mayor alivio del mundo- Me vo... -pero antes de terminar la tranquilizadora oración, ambas gritaron al unísono.

-¡No se te ocurra!

-Rosie, Rosie, Rosie -dijo Lily con voz cansina- La profesora Trelawney, aún no termina -me haló del brazo fuerte, obligándome a sentarme nuevamente.

-¿Cuánto falta? -mentalmente imploraba que sea poco, unos cinco minutos y ojala menos.

-Mucho, falta mucho -mi prima me presionaba, de verdad abusaba de la confianza que le daba. He de admitir, que yo tenía toda la culpa. Me prestaba a hacer cosas para que Lily se sintiera bien y no se quejara con la familia, clamando a los cuatro vientos que ella era diferente al resto de los primos Weasley.

-Me la debes, Lily -murmuré por lo bajo-. Bueno, prosiga pero que sea rápido. Aún no he terminado de redactar el ensayo de Historia de la Magia, y son dos metros de pergamino -suspiré visiblemente estresada.

-Puedo visualizar una forma -me acercó la taza para que pudiera ver lo que ella observaba- mira aquí, hay una aguja -esto confirmaba que oler todo el día inciensos te quemaba neuronas- significa que los que te rodean te respetan -¡Por favor! ¿Qué me respetaban? Fraude-. También, podemos ver un libro -Lily se acercó curiosa.

-¡Oh Rosie! Eso está muy bien -rió- ¡Esto es genial! Significa aprendizaje -¡Merlín! Predecible, obvio, soy premio anual.

-¡Oh no! -exclamó la mujer de cabellos alborotados. ¡Lo sabía! ¡Era de esperarse! Ahora, era el momento de la predicción de mi muerte. Diría que tengo el grim y que éste no descansaría hasta verme muerta al igual que hizo con el tío Harry- ¡Un murciélago y un cetro juntos! Querida mía -tocó mi hombro con su mano temblorosa-, las hojas de té han hablado, son confusas pero dicen que tu futuro estará lleno de responsabilidades y tendrás muchas decepciones -dijo negando con la cabeza.

-Pero, hace un momento dijo que tendría una vida bastante encaminada, y algo relacionado a las hojas que no se movían de su sitio –respondí entornando los ojos.

-Claro, querida, pero eso será después de… -chasqueó la lengua- de las terribles decepciones que tendrás -exclamó elevando sus brazos al techo y cerrando ambas manos en puños. Luego, se sujetó la cabeza y mencionó en voz baja, pero perfectamente audible- Expande tu mente…

-Muchas gracias -sonreí con la intención de irme, pero al darme cuenta de la expresión de ambas, expresión que denotaba molestia por mi reacción, añadí- por… por usar sus habilidades. Creo que lo que me enteré hoy, será de mucha ayuda -fingí un semblante serio y miré a mi prima- ¿Nos vamos, Lily? -ella se levantó de la silla y yo la imité, nos dirigíamos a la puerta, cuando escuchamos un grito que provenía de nada más y nada menos que de "la vidente".

-¿Qué ocurre, profesora? -Lily se acercó preocupada. ¡Por las barbas de Dumbledore! Era lo último que me faltaba, un mini espectáculo de la pseudovidente diciendo que algo la perturbaba, que tenía la necesidad de no callarlo porque ese "algo" ocurriría en un futuro próximo.

-¡Las cartas, querida mía! ¡Las cartas del tarot! -enloqueció, definitivamente, la vieja enloqueció- Las cartas claman mi nombre, necesitan ser leídas -exclamaba agitando sus manos y barajando las cartas nuevamente-. Niña mía -me dijo seria-, toma asiento y divide en tres partes -apreté la mandíbula, conté hasta diez mentalmente y dividí las condenadas cartas.

Suponía que el semblante en mi rostro no representaba expresión alguna, porque las "locas del tercer ojo" me miraban con decepción. Honestamente, desde que tenía uso de razón, nunca consideré Adivinación como una asignatura real y sacando conclusiones, para mí la profesora Trelawney no era más que un lamentable fraude. La verdad, me apenaba que mucha gente creyera la sarta de tonterías que decía. No sé qué dulces mágicos habría ingerido Dumbledore el día que la contrató, pero definitivamente ésta mujer no era más que una charlatana. Yo siempre le decía a Lily: ¿Por qué no llevas runas antiguas? ¡Eso sí es una asignatura! Pero, en fin. Nunca me hacía caso y ahí estaba la menor de los Weasley: hecha una estúpida, fiel creyente a aquellas ridiculeces. "La alumna más brillante en la asignatura más idiota". ¡Merlín! Hasta vestía parecido a la loca esa, con pañoletas en el cabello, faldas gitanas y ese feo perfume de hierbas que usaba todos los días para alejar las energías negativas. A pesar de sus nuevas fachas, se le veía feliz. Yo, por el contrario, prefería el olor de los libros viejos, el césped recién cortado, el sándalo y todo lo cítrico; estaba convencida que no me gustaba usar tantas prendas como para morir de asfixie, o mejor dicho la cantidad exacta para parecer una cebolla y todas las miles de capas por la cual estaba compuesta.

-Elige una de las tres divisiones, querida mía –roció, nuevamente, el contenido del frasco azulino mientras yo elegía la pila del centro- ¿Qué vemos acá? -sus manos se movían rápido y las cartas mostraban distintas figuras al momento de ser descubiertas- Algo importante sucedió hace dos semanas y ese algo, pequeña mía, no te deja descansar. ¿Es cierto? -achiqué mis ojos para ganar más concentración e hice esfuerzo para verificar si "ese" acontecimiento había sucedido hacía dos semanas.

¡Diablos!

-Puede ser… -respondí algo insegura, pero sí, sí era seguro. Hacía exactamente dos semanas había sucedido.


Yo me encontraba en la biblioteca, terminando la tarea kilométrica que nos había dejado el gordinflón de pociones. Mi concentración era casi nula, mis manos estaban sucias con tinta negra -parecía esos mecánicos de autos muggles, con las manos llenas de asquerosa mugre-, mi cabello sujetado con una cinta -porque estaba casi segura que si lo soltaba a estas horas de la madrugada me iba a ver igual que un caniche esponjado-, mis horribles ojeras debajo de los ojos -debido a la malanoche-, y para ponerle la cerecita al pastel, con la barriga totalmente vacía. Me faltaban doce centímetros para terminar la tarea e interiormente me animaba, me decía "Tranquila, Rose, esto será transitorio. Terminarás la escuela muy pronto y el próximo año será peor por la exigencia académica de la universidad mágica". Sí, definitivamente, me animaba. Yo y mi mala costumbre de hacer todo a última hora. ¡Claro! Por eso, me estresaba tanto y sufría de migraña. De verdad, tenía que admitir que era muy inteligente, pero si la organización se calificara en Hogwarts, me sacaría una "T" de "Troll". Me rasqué la cabeza desordenando un poco mi cabello y froté mis ojos con las palmas de las manos, bostecé sonoramente y cogí la pluma que descansaba al lado de mi extenso pergamino; sumergí la punta en tinta y continué con mi escritura:

"En conclusión, se puede decir que esta poción, cuya base es bastante consistente ya que, casi el 60% es bilis de armadillo y escucho pasos…".

Subí la mirada y me percaté que una silueta se acercaba a las mesas vecinas. Me miró, lo miré, sonrió de medio lado y yo no le sonreí. Además ¿Por qué rayos tenía que hacerlo? ¿Por cortesía? ¡Ni hablar!

-¿Qué haces aquí tan tarde? -rompí el silencio.

-¿Querrás decir, tan temprano? -arrimó la silla de la mesa vecina y tomó asiento. Seguí sus acciones con la mirada seria- Me gusta hacer los deberes a las cuatro de la mañana.

-Eres extraño…

-Puedo decir lo mismo de ti -sonrió y sacó de su mochila algunos libros, pergamino, tinta, su pluma y una pequeña caja-. Yo he madrugado. Es lo que la gente normal hace cuando no termina lo que tiene pendiente por hacer -Merlín, o era causa del frío otoñal o Malfoy era lo bastante pálido para llegar a ser transparente.

-Estoy por terminar, y me iré a dormir -sonreí complacida.

-¿Para qué? ¿Para qué en un par de horas te levantes? Mejor, sigue de largo y por la tarde descansas-. Abrió la cajita, que observándola bien parecía esos contenedores que Albus llevaba a la clase de Historia de la Magia para mantenerse despierto; se trataba de una clásica y deliciosa porción de pastel de chocolate con mucha, mucha salsa de aquel exquisito invento ¡Demonios! Mi pobre estómago rugiría en cualquier momento. No había comido desde las diez de la noche. Sí, diez, y esto de hacer los deberes hasta las cuatro de la mañana era agotador. Un pastel como ese sería la perfecta cantidad de azúcar que me mantendría despierta hasta llegar al baño y tomar una ducha helada para sacarme la flojera de encima, y poder soportar el resto del día.

Bajé la mirada, ignoré su último comentario y tomé la pluma. Veamos, si agrego a mi conclusión una breve explicación de…

¡Mi estómago!

Estaba segura que mi rostro se encontraba cual tomate maduro y que, si fuera un avestruz, mi cabeza hubiera terminado sumergida en el suelo de la biblioteca. ¿Por qué mierda el intestino grueso sonaba tan condenadamente fuerte? Malfoy levantó la cabeza sorprendido. Yo agaché la mía avergonzada. Mi colon volvió a sonar tan fuerte que estaba segura que hasta Hagrid podría escucharlo desde su cabaña. Crucé mis piernas distraídamente y me encorvé para presionar mi vientre. Sin embargo, mis intestinos batallaban, y una vez más se encargaron de hacerse notar. Retirada ¡Ya!

-Bueno, suerte con lo que sea que haces -traté de sonar despreocupada, como si los sonidos intestinales no los emitiera mi cuerpo- me iré a descansar.

-¿Quieres un poco? -me miró con aquellos ojos glaciales profundos, y de seguro, más despiertos que los míos. Elevé mis cejas sorprendida- Rose, me refiero al pastel. No me mires así. Está bien, está bien Weasley -dijo finalmente rendido, poniendo énfasis a mi apellido.

-Nadie te ha dado confianza y además, se me haría extraño e inusual llamarte por tu nombre. Tu nombre es raro ¿Por qué te lo pusieron? -creo que metí la pata, soy demasiado impulsiva a la hora de preguntar. Para mi sorpresa, Malfoy rió mostrando su perfecta dentadura.

-Siéntate a mi lado, es mucho pastel para mí, no me lo terminaré.


-Sí, definitivamente, lo que sucedió ronda por tu mente casi todos los días- Trelawney se acomodó sus grandes anteojos y prosiguió- Si no me equivoco, sucedió con un alumno.

-No –vomité la mentira.

-Pero las cartas dicen lo contrario -seguía tirando las cartas y yo me ponía cada vez más nerviosa. ¿Dónde demonios decía eso? Yo sólo veía imágenes perturbadoras con un nombre abajo y nada más.

-Las cartas se están equivocando -respondí rascándome el brazo, evidentemente nerviosa.

-Las cartas, querida mía, no se equivocan -¡Los mil y un demonios! ¿Cómo es que sabe? ¡Es imposible!- Aún no termino -roció un poco más de aquel aroma que empezaba a perturbarme, inhaló fuerte y sonoramente como si la intención fuera capturarlo- Nunca pensaste en él como lo piensas ahora, y la razón del por qué no puede pasar nada con este muchacho, ni tú misma la sabes con certeza. Sólo tienes en la cabeza que no sería correcto tener una… -hizo una pausa larga, y yo no me atrevía a mirar a Lily, pretendía estar enfocada en las cartas que Trelawney seguía tirando-… relación amorosa -relación horrorosa, querría decir.

-¡Rose Weasley! ¿Quién es el chico? -sus ojos verdes me perforaban intrigantes.

-No existe ese chico, de repente las cartas se están equivocando en los tiempos.

-No, Rose, deja de mentir -exclamó mi prima; me obligó a mirarla.

-¿Le crees más a un mazo de cartas que a tu propia prima?- ahí estaba yo, mintiendo de la manera más descarada posible.

-Claro que sí.

-¿Cómo puedes decir eso, Lily Luna? –la reté.

-Es que contigo no puedo estar segura de nada, Rose. Eres demasiado reservada. Ayer te vi en un corredor, cerca de las cocinas, con la boca sucia de chocolate –tomó aire-. También me aseguraste que estabas hablando sola. De verdad, creo que pasaste la etapa de "tengo un amigo imaginario" -genial, estaba atrapada-; juro haber escuchado pasos alejándose. Rose, podré tener cara de tarada pero no tengo ni un pelo de tonta- me perforó con su mirada verde, y sujetó con ambas manos mis hombros-. Así que, empieza a hablar.

-No tengo idea a qué te refieres –jamás le contaría nada a Lily, antes que me quemaran viva en la hoguera.

-¿No tienes idea? ¿Ahora sufres de amnesia?

-Amnesia temporal, más tarde, posiblemente me acuerde.

-¡Rose!

-Queridas mías, sus pequeños conflictos resuélvanlo fuera de ésta sensible torre. Las energías negativas no pueden penetrar aquí -la profesora interrumpió la discusión después de haber estado cual espectador de un partido de tenis-. Veamos que dicen las cartas respecto a lo que sucedió ayer -¡Qué ganas de joder! Tenía que conservar la compostura, ese chico no existía, no existía y punto- Las cartas dicen que ayer compartieron un momento juntos, pero no fue planificado…

-Es el destino -agregó mi prima con voz misteriosa.

-Lily, por favor cállate -la profesora nos ignoró por completo y prosiguió.

-También dice que tuvieron una pequeña, pero amena charla y…

-Nada, nada más. ¡Las cartas no dicen nada más! -exclamé nerviosa.


Kreacher dejó mi porción de pastel especial -con triple salsa de chocolate encima- sobre la mesa y se alejó diciendo "siempre es un placer servir a la niña Weasley". El otoño había pegado con fuerza así que, estar en las cocinas en la noche, era realmente confortante. No había nada mejor que el calor que emitía el lugar y la cantidad de comida que había. Respiré hondo para capturar el delicioso aroma del chocolate en mi memoria, cogí el tenedor y partí un pequeño trozo, lo llevé a mis labios y suspiré sonoramente.

-Esto es vida -sonreí cual idiota, efecto del chocolate.

-Sin duda alguna -la sonrisa se borró de mi rostro y estaba segura que un color rojo chillón se apoderó de mi cara.

-¿Acaso me sigues? -hablé tapando mi boca con una mano, mi paladar seguía disfrutando del trozo de pastel.

-No, pero se puede decir que coincidimos bastante -se sentó a mi lado, me quitó el tenedor y separó de la porción de pastel, un pequeño trozo.

-¿Qué haces aquí? -pregunté algo incómoda. No entendía qué pasaba, pero repentinamente cada vez que me cruzaba con Scorpius Malfoy se me aceleraba el corazón, mis manos transpiraban y sentía un cosquilleo general por todo el cuerpo. Me parecía tan extraño porque antes no sucedía y, últimamente, me lo cruzaba bastante seguido.

-No hay nada mejor que las cocinas en un día de frio -sonrió sin mostrar los dientes, supongo que no quería que vea su dentadura manchada con chocolate.

-Concuerdo -le quité el tenedor y me llevé un trozo grande de pastel a la boca, delicioso.

-Ya no te veo en la biblioteca -observé como su cabeza giraba y miraba distraído a un elfo que removía un estofado de pollo. ¡Merlín! Nunca me había percatado que tenía tan lindos ojos, no es sólo el color, también es la forma de ellos. Su tez se encontraba pálida debido al frio, pero definitivamente tenía más color que aquella madrugada en la biblioteca.

-Estudio en mi habitación -pasé mi lengua discretamente por mis labios para saborear los restos de salsa de chocolate- Bueno, ya estoy satisfecha -pausa incómoda, no sabía qué decir-, me voy -. Me levanté rápido de la mesa y él me imitó ¡Demonios! ¡Estaba muy nerviosa! Me dirigí a la salida y cuando ya me encontraba en el corredor, lista para dirigirme muy rápido a mi sala común…

-Weasley -me llamó, giré en mis talones y lo quedé mirando- ¿Puedes acercarte un momento? -¡Dios, apiádate de mí!

-¿Dime? –articulé. Estábamos lo suficientemente cerca como para tener una "amena" charla. Pero quedé petrificada cuando vi su mano acercarse a mí y seguidamente su dedo pulgar acariciaba de manera suave pero segura mi labio inferior. Sentí claramente como una corriente eléctrica descendía desde mi labio hasta lo profundo de mi estómago; un calor estimulante se instaló en mi vientre.

-Tenías algo de chocolate en tu labio. Me parece que no te has dado cuenta que tienes la boca sucia, me refiero al chocolate -se acercó más a mi persona, lo suficiente como para contarme un secreto-. También tienes un poco en tu labio superior -susurró en mi oído; sentí un cosquilleo estimulante que recorría insistente mi cuerpo entero.

-¿Si? -pregunté nerviosa, mirando de reojo al lado y sin saber cómo reaccionar ante su comentario.

-¿Me dejas? -me miró a los ojos y sonrió de manera pícara, acomodó mi enrulado mechón detrás de mí oreja, y me tomó del cuello delicadamente mientras todo se tornaba lento como en aquellas películas muggles cuando algo crucial está por suceder y todo se vuelve más lento de lo normal y se va el sonido por unos segundos. Cuando nuestras narices se rozaron, él se quedó quieto- Esto es muy extraño -rió despacio, su voz era profunda y bastante sensual ¡Por las barbas de Dumbledore! ¿Qué me estaba pasando? ¿Estimulante? ¿Sensual?

-Muy extraño -repetí. Supuse que estaba con cara de tarada por la voz que salió de mis labios, parecía totalmente idiotizada. Acarició mi cuello con la yema de sus pulgares. Estábamos muy cerca, y no pude evitar dirigir mi mirada hacia sus labios.

-¡No puedo creer que este hombre tan feo es el brujo del mes! -una voz exaltada y conocida, rompió el momento, y el tiempo tomó su aburrido curso natural- Hay brujos en el mundo mucho más atractivos que él.

-Yo tampoco lo entiendo -se escuchó como respuesta. Debía de ser una de sus amigas.

-¡Vete! –exclamé en voz baja mientras daba un paso hacia atrás.

-¿Qué? –sus ojos grises me miraban confundidos.

-¡Mi prima! -me alejé y negué con la cabeza. Mis mejillas ardían como nunca, pero que Lily me descubriera con Malfoy significaba que ella se encargaría que en unos diez minutos, la gran familia Weasley se enterara de todo y con detalles posiblemente inventados- ¡Adiós!

-¿Nos vemos en la fiesta de Halloween? -sugirió rápidamente.

-No, no sé ¡Vete! –le dije mientras lo empujaba con ambas manos para que se fuera en dirección contraria. A lo lejos, se acercaba una melena pelirroja; yo me quedé estática.

-¿Rosie, con quién hablabas? –gritó desde el comienzo del pasillo, mientras se acercaba.

-Con nadie.

-¿Hablas sola?

-¡No! –La cara de Lily era un claro signo de interrogación- Bueno, a veces. ¿Tú no?

-No -dijo segura- Tienes chocolate -se tocó el labio superior, señalando donde se encontraba mi mancha.


-Definitivamente existe química entre ustedes -sentenció la vieja profesora. Las cartas seguían delatándome y yo sólo quería salir corriendo de ahí-, probablemente una futura relación amoro…

-No, no. Ninguna relación. Relación nula. Jamás -miré a mi prima que me observaba inquisitivamente-, nunca.

¡Estábamos hablando de Scorpius Malfoy! Se notaba que el chico era lo bastante independiente para no iniciar una relación seria con nadie. No era mujeriego, pero se podía decir que no le gustaba dar explicaciones a nadie. Lo decía todo su estúpido ser.

-Bueno -rompió la horrible tensión que se estaba formando en el lugar- la "no relación", parece que comenzará esta noche. ¿Qué ocurre ésta noche, queridas?

-La fiesta de Halloween -agregó Lily emocionada.

-¡Por Merlín! Eso sí es predecible y no, no iré -de eso si estaba convencida. Ya andaba lo bastante atrasada en los deberes para ir a esa tonta fiesta.

-Sí, irás…

-No lo haré -sonreí-. Bueno, ahora me retiro. Tengo mucho que hacer -miré a mi prima con cara de "no te atrevas a molestarme más", me levanté cual resorte de mi asiento dando pasos firmes hacia la salida. Debía de admitir que Trelawney no era un total fraude. La mujer había acertado en ciertas cosas, bueno, en bastantes. Respecto a lo de Malfoy, supongo que debía estar muy confundida, nunca habíamos tenido lo que se llamaba una conversación amical, y siempre existía un rechazo inexplicable hacia él. No sé si la culpa la tuvo mi papá al decirme desde los once años que le tenía que ganar en todo -lo académico, supuse-, no me lo tomé tan en serio, yo hacía mi vida y suponía que él la suya.

Lo cierto era que ahora sentía una fuerte atracción hacia él, pero al mismo tiempo sentía que yo estaba mal por sentir "maripositas" en el estómago. ¿Eran sus ojos azogue? ¿Su cabello rubio como el sol? ¿Sus labios perfectos? o ¿La deliciosa sensación que se presentaba cada vez que estaba cerca suyo? Ya estaba siendo patética, casi como en esas novelas muggles donde la protagonista pone catorce mil quinientas cincuenta razones para no besar, abrazar, hablar, tomar de la mano, salir, tener sexo y sobre todo iniciar una seria relación amorosa con el co-protagonista. Reí para mí misma y negué con la cabeza, divisé como un grupo de jóvenes se acercaba, supuse que la razón sería la clase de adivinación. Mis ojos se dirigieron rápidos hacia una cabellera rubia y mi corazón comenzó a tamborilear. Malfoy me miró y sonrió de manera disimulada, se llevó el dedo pulgar al labio inferior e hizo el ademán de acariciarlo. El recuerdo de ayer: Scorpius retirando con su dedo la salsa de chocolate de mi labio inferior, inundó mi mente.

Sólo podía decir, que en el mundo de las posibilidades había una posibilidad real. Una gran posibilidad que aquella noche, yo me presentaría en esa fiesta de Halloween.


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Nos vemos en mi próxima historia. Un fuerte abrazo.