RECUERDOS PARA SIEMPRE

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Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son totalmente de Rumiko Takahashi y yo solamente los secuestro contra su voluntad XD

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-Siempre estaremos juntas, a pesar de todo, cierto?

La mujer susurró con la mirada perdida en aquel árbol antiguo cuyo significado no solamente se había vuelto profundo para su amada hija sino que ahora, también representaba una firme memoria de que, aunque ya no pudiese verla, su hija continuaba con vida en alguna parte.

Todos los días parecían haberse vuelto rutinarios desde aquella última vez en que ambas compartiesen el abrazo final para después, separarse dejando a la mayor con la figura de la joven y su voz aún frescas en ese momento congelado; no se había movido del lado del pozo aún y cuando el último cabello negro de su hija se desvaneció para siempre y apenas y reaccionó a la voz de sus demás familiares cuando comenzaron a buscarla.

Se levantaba, cocinaba el desayuno, salía de compras, arreglaba la casa, hacer la comida, cumplir sus deberes en el templo, prepararse para la cena…

No era que no amase a su familia pero… cómo le hacía falta. El aroma de su hija que le indicaba que había regresado después de un día duro, el recoger su ropa y lavarla con el alivio a flor de piel al verla viva nuevamente…; todo eso se había convertido en algo que conseguía que a veces se le escapara un "Bienvenida Kagome" al escuchar entrar a su hijo a la casa.

Como la extrañaba. A ella y las constantes visitas de su ahora yerno y que ahora se encargaba de su seguridad.

Kagome sería feliz?

Si. Estaba segura de que la respuesta correcta era sí.

Tan solo rememorar cuando la pillaba observando el árbol sagrado donde aquel chico extraño y de ojos dorados supuestamente había sido capturado… de nuevo, ese día en que se despidiesen al encontrarla observando con tristeza y melancolía aquel pasaje sobrenatural hacia un tiempo y momentos diferentes en la historia…

Era evidente que en algún momento iba a suceder.

Pero sin embargo aún sentía algo de dolor en el pecho al pensar que no volvería a verla jamás. Que no podría tenerla en sus brazos de nuevo, no podría conocer a sus nietos, no la acompañaría en aquellos momentos importantes que había estado soñando desde que se enterase de que esperaba a una niña en su vientre.

Y a pesar de todo de alguna manera su hija se había encargado de contactarla.

Tal vez eso atenuaba el dolor y sus lágrimas un gesto de alegría, cada cinco días en que acudía hacia la bodega trasera de la casa y volvía a preguntarle a su padre:

-Has encontrado alguna caja nueva?

Y entonces él le entregaba en las manos esta y ella la abría, hallando un frágil pergamino que parecía a punto de deshacerse provocándole risas y llantos a pesar de todo:

"Mamá… esta semana también todo ha ido bien"

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