Aclaración: Los personajes de este fanfic no me pertenecen, y sólo los utilizo a modo de diversión.
Castillo de Naipes
Historia basada en Sailor Moon
por
mihll
++ Capítulo 1 ++
Serena trataba de dominar su nerviosismo, pero era una batalla perdida. Su padre, quien la cogía de su brazo, con el orgullo de un padre que conduciría a su hija al altar, respiró hondamente antes de guiarla un paso más allá de la puerta donde se encontraban.
Paso a paso, la chica de rubios cabellos miraba fijamente al hombre, que vestido de un elegante traje, sonreía mientras la veía avanzar cada vez más hacia él, sin embargo, ella no era capaz de registrar en su mente esta hermosa sonrisa, tal vez la sonrisa más bella que Darien le dirigía desde que se hicieron novios. Serena estaba demasiado perturbada por lo que supo apenas esa mañana, algo que posiblemente cambiaría la historia de este matrimonio que fue planeado con todo esmero para que resultara perfecto.
Su sueño de convertirse en la esposa de Darien Chiba estaba a punto de ser realidad, pero existía algo muy grande que podría estropearlo todo.
Al borde de las lágrimas, trataba de reunir todo el valor posible para ser sincera con él antes de que el obispo efectuara la ceremonia. Era lo más justo para Darien. Pero no quería perderlo, su corazón se negaba rotundamente a esa posibilidad; ese corazón que de un momento a otro se había convertido en egoísta pidiéndole que callara, diciéndole que un engaño se justificaba bajo el hecho de que era efectuado con el fin de retenerlo a su lado y hacerlo enormemente feliz.
Bajó la mirada, justo cuando su padre otorgó su mano a aquel hombre al que amaba por sobre todas las cosas, y oyó, aunque escasamente, un cruce de palabras en susurros donde uno exigía que fuera cuidada como más preciado de la tierra y el otro correspondía afirmando fehacientemente…Comenzó a llorar, silenciosa y amargamente. Se suponía que debía hacerlo de pura felicidad por estar inmersa en un sueño, pero en vez de esto, estaba sumida en una pesadilla de la que parecía imposible despertar.
—Serena—llamó Darien al percatarse que algo andaba mal en ella. La incitaba a posicionarse frente al altar, pero ésta no reaccionaba—Serena, amor…—volvió a llamar cálidamente.
—Yo…—apenas pudo decir en un suave murmullo, levantando la vista para enfrentarse al rostro de su amado a través del velo blanco, casi transparente.
Darien pudo darse cuenta que su prometida estaba llorando, pero en vez de preocuparse, le dedicó una nueva sonrisa, ya que suponía que su chica, una adolescente sensible por naturaleza, lloraba por el simple hecho de estar al borde de dar este gran y transcendental paso que resultaba ser el matrimonio.
—Amor, vamos a estar juntos. Muéstrame esa sonrisa que tanto amo—susurró, presionado su mano con ternura.
—Darien, yo… no puedo—contestó apenas la rubia, sintiéndose sofocada por el tormento en su interior—No puedo—repitió y quiso soltar su mano de la de él, pero se éste se lo impidió.
—Claro que puedes sonreír amor, esto es lo que tanto hemos estado esperando. —por sobre el velo, le tomó el rostro con suavidad—Puedes sonreír, amor, hazlo para que yo me guarde ese hermoso momento en mi memoria.
—No puedo—insistió Serena, esta vez negando con la cabeza—No puedo…—
—Claro que puedes.
—Está bien, no importa si no puedes sonreír—accedió finalmente Darien, y con una sonrisa en los labios, dio un asentimiento al obispo para que comenzara, sin embargo, inmediatamente después de hacerlo, la rubia atrajo su mirada murmurando su nombre.
—Escúchame, esto…—recogió todo el valor que pudo para seguir hablando—…Yo…tengo algo que decirte.
—No ahora amor, vamos a comenzar.
—Ahora—demandó Serena con voz que se asemejaba a la de un grito, que logró sobresaltar al obispo, y a todos los invitados que prontamente comenzaron a mirarse entre sí.
—Entonces…—dijo el Obispo.
—Por favor señor obispo, concédanos un minuto—éste asintió y é se volvió hacia ella. —Dime qué pasa.
El padre de la novia, ardía en nerviosismo y en impaciencia, preguntándose qué podría estar pasando que Serena tuvo que dar ese grito. Se sentía incómodo por las habladurías que a sus espaldas, los invitados rápidamente comenzaban a levantar. Su esposa a su lado, era el muro que se interponía en su deseo de ir al altar para saber qué estaba pasando entre los novios. Ella trataba de calmar su ansiedad, de igual forma como las chicas, Amy, Rei, Lita y Mina, ubicadas en su misma fila, le susurraban tener paciencia. Rei sobre todo, quien le decía que este espectáculo de Serena, no era nada de otro mundo.
—Habla de una vez Serena—exigió Darien su novia al haber recibido nada más que silencio de su persona tras otorgarle el tiempo que requería. Gracias a esta situación el nerviosismo y ansiedad comenzaban a apoderarse de él.
—Yo…—emitió bajando nuevamente la cabeza. Se mordió el labio inferior, sintiendo la tensión de la mano que sostenía la suya, sintiendo también, que ya no tenía salida. Levantó la cabeza, y considerando que era prudente que nadie escuchara, instó a Darien a agacharse para poder hablarle al oído —…Estoy embarazada—confesó con voz quebrada, mientras las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.
—"¿Embarazada?" —se dijo Darien en su mente, sin procesar bien la información. Le costó segundos reaccionar, y lo hizo con una ligera sonrisa curvándose en sus labios. — ¿Enserio lo estás? —preguntó, sintiéndose inundado en felicidad.
Serena asintió. Era tanto su desasosiego al ver la cara de felicidad de él, que claramente contrastaba con su amargura, que sentía el piso temblar bajo sus pies. ¡Cuánto le hubiese gustado asentir sabiendo que era de él, y que la noticia era recibida con esta misma felicidad!, sin embargo, la realidad era otra.
Sacando más valor de la nada, aclaró, con voz débil y más quebrada que antes:
—Pero no es tuyo —dijo—el bebé que espero no es tuyo.
Incrédulo, en un principio, y producto de la sorpresa, pensaba que era una broma, pero conforme pasaban los segundos, se decía que en un momento como este, y con una verdad tan grande de por medio, no se podía bromear. Soltó instintivamente la mano de la chica, mientras su vista viraba desde ella al obispo, y desde él, a los invitados que esperaban expectantes el inicio de la ceremonia.
—Lo siento—repetía un y otra vez Serena, con su rostro bañado —Lo siento tanto.
Al sentir Darien, como ella le agarraba la mano una vez más, la miró con desprecio. Ella lo había traicionado, el embarazo que le confesó era la prueba. Se deshizo de su mano con brusquedad, mientras todos, y sin excepción, alzaban aún más la voz, mientras el padre y madre de Serena, llegaban hasta ellos.
— ¿Qué está pasando? —preguntó el señor Tsukino, visiblemente preocupado.
Serena no desvió la mirada del rostro de Darien, que muy a pesar de su orgullo herido, se dignaba a enfrentarla.
—Perdóname, por favor—suplicó la rubia.
—Esto no tiene perdón, y lo sabes. —respondió Darien, en voz baja, como lo ameritaba la ocasión para que nada de esto llegara a los oídos de los demás.
— ¿Serena? —llamó un padre alterado a su hija, siendo secundado por la mujer que le sostenía de un brazo. — ¿Qué está pasando?
Escasamente la chica oía los llamados de las personas a su lado. Angustia y amargura que sobrepasaba los límites soportables, se reflejaban en sus pupilas azules.
—Perdóname—suplicó una vez más en un hilo de voz apenas audible.
—No puedo—volvió a responder Darien, quien mirando a los padres de ella, les dijo—Lo siento, la boda queda hasta aquí.
Antes los ojos impactados de cada uno de los invitados, Darien corrió por el pasillo hasta la puerta, evitando soltar las lágrimas por la enorme decepción que la persona amada le había provocado. Serena en tanto, se desplomó sobre sus rodillas, llorando sin consuelo. Su madre la abrazó mientras su padre pedía explicaciones del porqué de todo, sin precisar claramente a quien se las exigía, si al tipo que dejó a su hija allí, o a ésta que por el desconsuelo, no era capaz de hacer nada más que sollozar audiblemente.
Las chicas, muy preocupadas corrieron al encuentro de su princesa, particularmente Reí, que no entendía nada de nada, se lanzó de rodillas al piso y se abrazó a Serena. En tanto, Haruka y Mitchiru, en compañía de Hotaru, veía como los invitados- levantados de sus asientos- decían con un aire melodramático, que era aberrante que un hombre abandonara en el altar a la novia.
—Esto no me lo esperaba—dijo Haruka.
—Pero parece que el príncipe tuvo sus razones—agregó la siempre elegante y educada Mitchiru, que para esta ocasión, vestía un hermoso y recatado vestido de seda negro, que destacaba su hermosa figura de mujer joven.
—Yo creo…—la niña al fin se levantaba de su asiento—…Más bien no creo nada. Siempre todo tiene una razón de ser.
Haruka y Michiru se miraron entre sí, sin entender nada de las palabras de la chica conocedora de muchas cosas del futuro.
//*//
Darien había llegado a las afueras de la iglesia, y se encontraba apoyado en uno de los enormes pilares redondo que realzaban la belleza de la magnificencia de ésta, la iglesia más grande existente en Tokio, edificada en piedra de granito.
— ¿Por qué, Serena?—se preguntaba entre dientes. Estaba molesto, herido, destrozado por ella — ¿por qué tuviste que hacerlo?... ¡¿por qué?!
Mientras una persona, de vestimenta recatada y pasos elegantes se acercaba a él, Serena al fin había levantado la mirada, y se enfrentaba al rostro de su madre.
—Perdón mamá—y mirando a su padre—Perdón papá.
—Hija—susurró él, inclinándose hacia ella. Le acarició el rostro unos momentos, en tanto el suyo se teñía en un rojo de furia—Te juro por mi vida, que el desgraciado que acaba de abandonarte, las pagará—siseó, como una promesa difícil de deshacer.
—No, papá—replicó, al tiempo que se deshacía de todas las manos que trataban de socorrerla en son de apoyo—Darien no tiene la culpa—terminó aclarando, limpiándose a la vez, los ojos con el dorso de su manos.
— ¿Cómo que no la tiene? —protestó Rei apuntando la puerta con su mano—Él acaba de abandonarte, ¡se marchó!
—Eso es cierto—agregó Amy.
—El muy desgraciado te dejó vestida y plantada—aportó Lita.
— ¡Uyyyy¡ En nombre del amor, Mina se encargará de cantarle a sus verdades a ése patán, miserable y falso que te prometió amor y ahora no cumplió—gruñó Mina, con su puño en alto, como señal de amenaza.
—Él debe pagar—dijo el hombre empuñando sus manos. —Nadie le hace esto a mi hija.
—Nadie aquí va a hacer nada contra nadie—Serena alzó la voz—Y a ustedes…—se dirigía a los invitados que llenaban el ambiente con sus comentarios malintencionados— ¡Se callan porque a cualquiera le puede pasar!
—Hija—la señora Tsukino se abrazó a su niña—Tranquila…Esto pasará, te juro que el dolor pasará.
—Nunca mamá—respondió ella, aferrándose con fuerza al cuerpo de su madre—Nunca pasará el dolor porque siempre habrá algo que me lo recordará…
++ Capítulo 1 ++
Notas personales:
Espero el comienzo de esta historia les haya agradado, aunque no creo que tanto a aquellos que son fieles a esta serie. Mis disculpas a los que ya comiencen a tener malos sentimientos, pero les ruego hagan caso omiso a ellos. Es una historia más como las hay tantas, y no todo puede ser color de rosa.
Mis agradecimientos a mis Betas, Sary, y Mai Maxell (estimada extensión del mal), quienes me alentaron a subirla.
Esperemos encontrarnos muy pronto. Hasta entonces. mihll
