Notas:
Gracias por haber elegido una historia de mi creación.
Por algún motivo la idea de poner a Nick y a Judy en escenarios mundanos se siente correcto. A lo mejor es el hecho de que la película los muestra bastante comunes, imperfecto y con fallas, o tal vez el hecho de que las vidas de ambos no eran tan especial antes de conocerse, pero lo cierto es que el simple hecho de imaginarlos en una situación tan simple como estar sentados uno con el otro se siente correcto.
Varias ideas que me han llegado me motivaron a hacer este fic de esta forma: Eventos mundanos, sencillos. No mucho drama, no mucha emoción, nada extraordinario salvo compartir momentos cotidianos. Ojala y a alguien le guste.
Sin más, les dejo la historia. Gracias y que la disfruten.
Cotidiano
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Solo se necesita un gesto para cambiarlo todo.
Para Nick y Judy ese gesto ocurrió una cálida noche de verano, sentados en el sofá mientras veían los créditos de la película rodar en la pantalla. En la mesita frente a ellos y en el suelo restos de palomitas de maíz, latas de soda y demás confitería mostraban que aquella había sido otra noche de películas exitosa, y como en otras noches como esta, ambos estaban miserables ahora que debían volver a la realidad y despedirse.
Las orejas de Judy estaban caídas a medida que los segundos pasaban. La idea de tener que irse del apartamento de Nick y volver a su pieza siempre la desanimaba, lo cual terminaba poniéndola de mal humor pues no quería que aquello manchara los buenos recuerdos que siempre creaba con su compañero. Sin embargo así es como eran las cosas.
Se preparo, como siempre, para ayudar a Nick a limpiar (cosa a la que el zorro siempre se oponía) sin siquiera mencionar la película que habían visto para no empeorar las cosas. Lo abrazaría suavemente, le pasaría una pata por un brazo y se despedirían rápidamente hasta otro día en que tuviesen la oportunidad de volver a compartir con el otro fuera de horas de oficina.
Antes de poder levantarse algo la sujeto por la muñeca. Judy se giro y se encontró a Nick mirándola fijamente con una cálida sonrisa y los ojos llenos de expectativa. Acercó su pata a la suya y colocó un pequeño objeto en su palma antes de liberarla. Judy desvió la mirada hacia su pata y sintió el aire irse de sus pulmones.
Decorada con un pequeño llavero en forma de zanahoria, una llave color dorada brillaba bajo la luz de la sala. A Judy no le tomo ni un segundo saber a qué puerta pertenecía, recordando las veces que habían hablado al respecto, algunas veces en broma y otras veces con cierta melancolía en las palabras, esperando con tenue esperanza que el otro estuviese hablando en serio.
Judy sintió que debía decir algo, sabía que debía hacerlo, pero no pudo articular palabra alguna. Si Nick se encontraba ansioso por recibir una respuesta no estaba segura pues sus ojos no podían despegarse, por más que lo intentaba, de la copia de la llave del apartamento del zorro que reposaba en su pata.
Finalmente, Nick se limpió la garganta y habló con la calma, serenidad y sinceridad con la que solo se expresaba cuando estaban solos. -Zanahorias, recuerdas la primera vez que te ofrecí que te quedaras a pasar la noche aquí, y me dijiste que no podías porque tenias que volver a tu departamento?
Judy asintió.
-Recuerdas que te pregunte después de que me dijiste eso?
Judy entrecerró los ojos. -Me preguntaste, a modo de broma, que estaba esperándome en mi apartamento. -La chica resoplo con cierta amargura. La sonrisa de Nick desapareció gradualmente. -Y te respondí "nada... nadie".
-Y recuerdas lo que te dije al escuchar eso?
-Sí. "Bienvenida al club, Zanahorias". -Ambos no pudieron evitar suspirar al recordar como aquel intercambio se mantuvo sobre sus cabezas a partir de aquel momento. Los días se volvieron semanas, meses y se aproximaban a años, y aquella realidad no cambiaba. La sola insinuación de las solitarias vidas que ambos llevaban dejo de causarles gracia y en más de una ocasión llego a parecerles un tabú, como si hubiesen abierto una compuerta y ya no podían cerrarla nuevamente.
Nick se acerco hacia ella y apunto a la llave con un dedo. -Si la respuesta aun no ha cambiado de tu lado, quisieras intentar cambiar nuestra suerte juntos, como siempre lo hemos hecho?
Judy cerró los ojos y apretó la llave en sus patas. Finalmente empezó a reír en voz baja, recordando como más de un escenario como este habían pasado por su mente en el pasado, algunos en los que era ella que entregaba una llave, aun sin importarte lo patética de su morada. Se giró a ver a Nick y el zorro no pudo evitar mover la cola, ansiedad recorriendo su ser.
-Nick, tengo varias dudas al respecto.
-Yo también. Centenas. Pero aun así estoy dispuesto a jugármela si tu estas dispuesta.
-Sabes que significa más que pasar tiempo conmigo Nick. -Interrumpió Judy -Significaría cambiar tu modo de vida.
Antes de que Judy se pudiera retractar del comentario Nick se encogió de hombros y sonrió genuinamente. -Cual vida? Esta que llevo? La cambiaria en un segundo si se trata de ti y lo sabes. Crees que me avergonzaría de confesar algo así?
-Veo que no -Respondió Judy con una sonrisa, sintiéndose sonrojar. Nick era temerario y osado con sus palabras cuando eran sinceras y venían de su corazón. El no tiene la menor duda pensó. Esta tan cansado como yo de comer, dormir, vivir en soledad.
-Me alegro que te des cuenta. -Nick extendió una pata y golpeo suavemente la nariz de Judy con un dedo, gesto que la hacia reír y enfadar al mismo tiempo. -Además! No es como si no vas a ayudar con el alquiler, la cocina, la ropa y demás. No te ilusiones pequeña Zanahorias. Aquí no habrá tratos preferenciales, a menos que el agraciado sea yo, en cuyo caso no tengo objeción alguna de que me mimes y me mantengas.
Judy abrió la boca sorprendida. Arqueo una ceja desafiante y su boca se retorció en una traviesa mueca. -Nicholas Wilde, darías tu por tener una conejita como yo que te cuide y te mantenga!
-Daria lo que fuera realmente. -Respondió el zorro, haciendo que la coneja se detuviera en seco. Cuando la diversión del momento se disipó Nick se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. -No tienes que darme una respuesta ahora mismo, así que no te preocupes por ahora. Ven. Te llevare a tu apartamento.
Pero lo cierto era que Judy había tomado su decisión desde el momento en que aquella llave terminara en su pata. No, desde el momento en que la idea cruzó por su cabeza hacia varios meses. Y aunque tenía diversas preguntas, dudas e incluso temores, la verdad era que la idea de volver a su trágico apartamento y seguir pasando sus noches sola y aislada le parecían el peor futuro que la vida le podía dar. Se levanto del sofá, camino hacia donde estaba Nick, sus orejas en alto, y no pudo evitar morderse el labio antes de hablar. -Me ayudarías a mudar mis pertenencias, por pocas que sean?
Con una carcajada el zorro la abrazó con tal intensidad que la levantó del suelo. Entre emociones y miedo ambos dieron vueltas varias veces, sujetos el uno con el otro, pensando en las diferentes formas que sus vidas cambiarían. Algunas de esas se cumplirían y otras no, varias serian para bien y una gran cantidad para mal, y una que otra saldría como nunca se imaginarían, pero todo ello estaba en el futuro ahora mismo.
Finalmente Nick soltó a Judy y sacó su celular del bolsillo mientras rodeaba a la coneja por los hombros. -No te preocupes Zanahorias, para casos como este es que Finnick y los muchos favores que me debe existen. Vamos a dejarle un pequeño mensaje y dejemos que él se encargue de todo por la mañana.
Judy no pudo evitar reír al sentir el tono de maldad en aquellas palabras. Paso su brazo por la cintura de Nick y ambos salieron del apartamento, bajaron las escaleras y caminaron en dirección al auto, la ciudad silenciosa y perfectamente iluminada por los faroles de las calles. La mente de Judy no pudo evitar repudiar la idea de pasar aquella última noche en su apartamento pero se dijo a si misma que era un sacrificio que tenía que hacer antes de pasar a una nueva etapa de su vida. A esas alturas, que era lo peor que podía pasar?
Fin.
