Disclaimer: Vocaloid no me pertenece, los créditos van a sus respectivos dueños.

Bueno, este es mi segundo fic sobre vocaloid. Espero que les guste, y si tengo que mejorar en algo, por favor díganmelo. Sin más que decir;

Magic Love: Capítulo 1 –Encuentro sorpresa-

¿Brujas? ¿Duendes? ¿Hadas? ¿Gigantes? ¿Sueños que se hacen realidad? Si, si existen. Una joven que antes era aldeana, pero ahora paso a ser una princesa respetada y valorada por todo su reino es la prueba existente de esto.

Volvamos tiempo atrás para contar nuestra historia. Una joven bruja, quién estaba cuidando de su pequeña recién nacida, se encontraba actualmente desesperada y un poco nerviosa. El porqué era bastante fácil de saber; cada bruja noble que es bendecida con un bebé, debe ser visitada por SeeU, el hada que otorga un don a las personas, básicamente, a los bebes. Lo que temía la joven madre, era que esta hada este de nuevo con sus juegos y le otorgue un don que pueda causarle problemas en el futuro a su niña. Su hermana vino a verla, ambas discutieron un minuto sobre lo que iban a hacer, entonces, se decidieron; escondieron a la pequeña en el armario. La dejaron con su peluche favorito, así no causaría problemas. Hasta que la hora menos esperada llego, se notó una nube dorada, con brillos resaltándola, hasta que la figura de una mujer con cabello ondulado, largo y rubio se pudo visualizar. Era SeeU, vestía un lindo vestido naranja con algunos detalles negros y en la cabeza llevaba puestas unas orejas de gato (esta hada tenía un gran cariño por los gatos).

-¡He llegado! Muy bien, a lo que se me ha invocado aquí ¿Dónde está el bebé? –SeeU se estaba desplazando por toda la casa, buscando al niño.-

-¿Qué bebé? ¿De qué hablas?

-Yo no he visto ningún bebé, ¿Tú has visto uno?

-No, para nada.- Dijeron nerviosas las hermanas que trataban de esconder a la bebé.-

Y para su suerte, la puerta del armario que estaba mal cerrada, se abrió, dejando ver a la bebé cubierta con su manta y abrazando a su peluche favorito. A penas se escucho el ruido, SeeU fue a ver que ocurria; vio a la bebé y sus ojos resplandecieron y sonrió de manera tierna. Se acerco a la criatura, la tomo en sus manos y empezó a jugar un poco con ella. Se elevo por los aires levemente, haciendo que la bebé le tocara el rostro con sus manos y sonriera de manera que le demostró que estaba divertida a su lado. SeeU, luego de sus jugadas con la pequeña, se acerco a las hermanas (las cuales una era la madre de la pequeña).

-Muy bien, solo pude escuchar que está niña es hija del gran Duke Yowane, así que solo sé su apellido, ahora, ¿Cuál es su nombre? –Pregunto SeeU, observando a las hermanas amablemente.-

-H-Haku…- Dijo la madre de la pequeña, con temor de lo que haría el hada.-

-Muy bien… veamos… ¿Qué don le puedo entregar a esta pequeña?.. Belleza le sobra, tan solo miren esos resplandecientes ojos. Quizá ¿Inteligencia? No, su madre es muy inteligente, está niña lo heredara naturalmente ¡Lo tengo! ¡Obediencia!

-¿Obediencia?

-Así es, Haku Yowane, te otorgo el don de la obediencia.- SeeU toco el corazón de la pequeña con su dedo índice, el cual resplandeció al tocar a la niña.-

-¿SeeU, está bien ese don?

-No lo sé, veamos... ¡Duerme! –El hada pudo notar como la niña que antes estaba activa, pasó a dormirse, como ella se lo ordeno.-

-Por los cielos…

-¡Despierta!

Y así fue dándole ordenes y ordenes a la bebé, y ella las fue cumpliendo tal y como lo dicta su don. Obediencia. Luego de unos minutos con la niña, SeuU se la devolvió a su madre y partió a otorgar dones. Las hermanas se preguntaban que iban a hacer con su pequeña cuando crezca ¿El don de la obediencia le causaría problemas? ¿Estaba bien ese don para Haku? Quizá solo sería cuestión de tiempo, ya se acostumbrarían a lo que sería su "don". Y así fue pasando el tiempo, sin preocupaciones. Haku ya tenía siete años. Asistía a la primaria de su pueblo como todas las demás niñas, aunque no era como ellas. Haku tenía una gran fascinación por la literatura, cada vez que sonaba la campana de receso, ella se apartaba de los juegos de la escuela y se iba a la sombre de un árbol, donde apenas llegaba un poco el sol, a leer libros como; "La Cenicienta", "La bella durmiente" y demás princesas. Pero su preferido era "Alicia en el país de las maravillas". Le gustaba como la joven se adentraba en sus propias aventuras que había creado en su imaginación, ella misma y con su propia voluntad. Tiempo después, Haku conoció a una niña de su misma edad, mismos gustos y al instante se hicieron amigas; Akita Neru, una rubia que le gustaba divertirse, ya sea leyendo un libro o estando con su amiga, Haku.

Todo este tiempo, Haku no estaba teniendo problemas con su don, más bien, su madre trataba de evitar darle órdenes, pero a veces era necesario.

-Tienes el mismo color de cabello que tu padre… diría que te pareces más a él que a mi.- Decía su madre cepillándole el cabello.-

-No es cierto… tengo tus virtudes…

-Mi pequeña… quiero que me prometas que pase lo que pase, siempre vas a luchar por lo que quieres hasta lograr conseguirlo ¿Quieres?

-Si mamá. –En realidad, Haku respondió al azar, no por voluntad propia. Lo tomó como una orden.-

Al siguiente día, la albina se había levantado temprano, a dibujar cuando en realidad tendría que estar practicando para su clase de violín. Le fascinaba todo tipo de artes, pero el dibujo, era su preferida. Coloreaba cuanto podía, dibujaba todo lo que se le viniera a la cabeza; garabatos, rostros, ciudades, paraísos, y demás cosas que ella tenía en mente.

-¡Haku, no escucho que estés practicando para tu clase de violín!

-Lo haré luego mama.-

-¡Ve a practicar para tu clase de violín, ahora!

La pequeña, obligada por su don, dejo todo en un instante y rápidamente tomo su violín, que estaba muy lejos de ella, pero el encanto que le otorgo SeeU le facilitaba llegar hasta su objetivo. Se podía escuchar las dulces melodías que tocaba, aunque no tenía gran gusto por la música, tenía una gran habilidad para tocar cualquier clase de instrumentos. También tenía una gran voz, aunque Haku no aceptaba que era así, ya que la mayoría se burlaba de ella por el tono de su voz, ella no demostraba importancia y se retiraba, pero muy en el fondo de su corazón, le dolía y bastante.

Pasaron los años, Haku ya tenía diez años, cuando su madre enfermó, ella estaba acompañándola, mojó un trapo con agua y lo colocó en la frente de su madre, tratando de que se recupere, pero su enfermedad ya no tenía cura, y su hermana lo sabía, por eso dejo a la niña sola, con su madre unos instantes. La madre, preocupada por su pequeña le dedico ya unas ultimas palabras;

-Haku… mirame, te tendré que contar algo que tendrías que saber desde que cumpliste cinco años ¿Haz notado que pase lo que pase, siempre obedeces a lo que te ordenan?

-Si… siempre es así.- Dijo la pequeña niña albina, observando a su madre con preocupación.-

-Muy bien, quiero que sepas, que en el mundo existen las hadas, duendes y demás criaturas que según el mundo, son "mitológicas". Haku, un hada te ha otorgado el don de la obediencia, que es imposible de devolver… a no ser que si en un futuro te causa muchos problemas y estés en problemas, vallas a verla y ella escuche tu petición. Quiero que sepas que si eso pasa, yo estaré ahí, cuidándote y deseándote lo mejor para ti, mi pequeña…-La madre le dio un collar que le había dado su esposo cuando tuvieron su primera cita, luego de eso, cerró sus ojos… y jamás los volvió a abrir.-

Paso el tiempo desde aquel incidente, el padre de Haku luego de la muerte de su esposa, se consiguió otra. Insoportable para ella. Hacía lo que se le diera la gana con Haku, más bien, la trataba de sirvienta cuando su padre no estaba, y sus hermanastras… Rin y Gumi, al llegar Rin le ordeno que le diera el collar que llevaba puesto, el que Haku tanto apreciaba, ya que su madre se lo dio cuando partió. Y sin más que poder hacer, ella obedeció. La vida de la alvina era un verdadero caos. Ahora que tiene diesi ocho años y es alumna de secundaría, buenas calificaciones y mismos gustos. Estaba más alta y su figura era perfecta, digamos que tenía un muy buen cuerpo, tanto, que todos los días de camino a la escuela, los aldeanos le gritaban cosas, poemas inventados a veces y otras, cosas pervertidas que a la joven le daba lo mismo y seguía su camino. Allí estaba ella una mañana, entrando a la escuela y dirigiéndose a su casillero, cuando alguien derrepente de tapo los ojos, haciendo que está se pusiera un poco nerviosa. Toco con sus manos las manos extranjeras que estaban cubriendo su vista, las sintió un poco y suspiro expresando alivio.

-Neru…

-¡Haku! ¿Cómo estás? ¿Ya tienes listo tu discurso contra el "Principe? –La rubia miraba a su amiga con diversión.-

-Por supuesto… estuve toda la noche planeándolo y ya esta listo.-

Ambas se sonrieron, Haku se quedo acomodando unas cosas en su casillero, Neru le dijo que se cuidará y se despidió de ella diciendo que la vería luego. La rubia partió a su salón de clases, donde estaba por llegar "el gran príncipe Honne Dell". Único hijo del rey y heredero al trono. Pero solo había un problema, el joven solo podía heredar el reino si se casaba con alguien, mientras tanto, el reino estaba a cargo del hermano del Rey, Gakupo. A Dell no le interesaba mucho asistir a un lugar donde todas le acosaran o admiraran, por eso y por otras cosas sin sentido se la paso discutiendo con su tío durante todo el camino a la escuela del pueblo de Wallwhite. Mientras fumaba su cigarrillo, el príncipe admiraba el pueblo desde la ventana del carruaje, podía ver nobles damas y otras personas trabajando, aunque nadie le llamaba la atención por ahora, el solo se preocupaba por el mismo. Nadie más.

-¡Anunciamos la llegada de los príncipes a la escuela del pueblo de Wallwhite! –Uno de los anunciantes abrió la puerta del carruaje-

Cuando Dell descendió, ya se podía ver que había muchos soldados protegiendo que ninguna fan o aldeano se le acerque. Caminaba por el pasillo, tranquilamente y como si nada. Continuaba fumando su cigarrillo con una inmensa tranquilidad, hasta que, choco con una persona y pudo escuchar libros cayendo al suelo y un leve quejido. Se preguntaba quién era y porqué tenía el cabello tan largo, ya que solo podía visualizar el cuerpo de la persona con quién choco, porque está tenía la puerta de su casillero abierta y le cubría su rostro. Hasta que luego de unos minutos, pudo ver que era una chica quién estaba alzando los libros del suelo con una expresión de enojo en su rostro. La joven termino de alzar sus libros y los coloco en su casillero, cerrando la puerta de este con una gran furia, dándole la espalda al príncipe y dirigiéndose con un gran enojo guardado a su salón de clases. Dell estaba congelado. No sabía que hacer. Fue la primera joven que capturo su atención. Hasta que luego de un rato, consiguió reaccionar y siguió a la joven. Pudo alcanzarla, se puso al lado de ella aunque parecía no notarlo, simplemente lo ignoraba.

-Oye ¿Se puede saber que te ocurre?

-¿Qué me ocurre? Te diré que me ocurre. Tengo que soportar a mi familia todos los días y mi único lugar feliz es la escuela. Acomodo mis libros tranquilamente y me topo con alguien que no sabe por dónde va, fuma en donde está prohibido, no sabe pedir perdón y ni si quiera ayuda en lo más mínimo.

Esas palabras lo volvieron a dejar congelado ¿Una mujer pudo con él? ¿Quién era ella? ¿De dónde venía? ¿A dónde iba? Todas esas preguntas rondaron por su cabeza, cuando su tío apareció por detrás, provocando que deje de hundirse en sus pensamientos y guiándolo hasta el escenario de la escuela, donde supuestamente, tenía que debatir con una joven sobre cosas del pueblo. Dell, siendo empujado por su tío hasta llegar por fin al escenario, no se asomo, hasta que no lo representaran.

-Señoras y señores, les quiero presentar a nuestro príncipe de Wallwhite, Honne Dell. –Todo el público aplaudía y se podía escuchar como chicas gritaban por él y alzaban carteles con su nombre.-

-Muy bien, ahora presentemos a su rival de debate, Yowane Haku.-Ambos albinos entraron a sus respectivas urnas y se vieron mutuamente, Dell la miraba como si estuviera perdido con su mirada. Haku lo miraba con un inmenso odio.-

-Perfecto, que comience el debate.