No suelo ser original presentando fics, de modo que el simple hecho de que halláis entrado aquí es toda una sorpresa.

Normalmente escribo oneshots, pero hay casos especiales en los que escribo fics largos y este ha sido uno de esos. Para evitar empezar a subirlo y encontrarnos con que nunca lo termino, decidí escribirlo y, una vez terminado, colgarlo. Así que en Navidad me dediqué unos días a ello hasta que salió este resultado: un fic de unas veinte páginas de Tsubasa Reservoir Chronicle centrado en Kurogane y Fye~ y ambientado en el mundo de Otto (siempre me pareció que era muy bonito y tranquilo, ideal para un romance). Tras terminarlo decidí que, por una vez, quería probar suerte con un beta-reader, que me picaba la curiosidad y así encontré a Flor de Cerezo que logró leer el fic en apenas unos días y el resultado fue que le gustó así que aquí le dejo una mención especial por su gran trabajo^^. Me alegró mucho y aquí estamos, casi medio mes después de escribir el fic originalmente, colgandolo en .

Solo una cosa antes de empezar: el primer capítulo es ambiental. Un perfecto PwP dado que no ocurre casi nada pero, es que e smi esitlo^^~.

A ver que tal sale. Ya sabéis: las reviews son bien recibidas y no temáis que os respondo. *Cruza los dedos y se corre el telón.*


~ Sonrisas falsas, sonrisas verdaderas~

FanFiction de

Tsubasa Reservoir Chronicle

1. Dulces sueños ~

La princesa estaba terminando de limpiar la barra tras la larga jornada de trabajo cuando su compañero acompañó al último cliente a la salida del local. El hombre, alto y con una abundante cabellera oscura, farfullaba algo sobre que quedaba mucha bebida por beber aún y el mago replicaba alegremente a cada una de sus propuestas sin dejar de llevarle hasta la puerta.

Cuando finalmente se libraron de aquel tipo, se volvió hacia Sakura, con una gran sonrisa en el rostro.

-¡Ya hemos terminado por hoy! –exclamó alegremente.

-¡Sí! –corroboró Sakura.

-¡Y Mokona ha ayudado! –aseguró la pequeña saliendo de entre los bolsillos del delantal de Fye. Sakura se rió ante la teatral aparición de la criatura y dejó a un lado el trapo.

-Esto ya está –comentó, observando, satisfecha, su trabajo.

Fye asintió, aproximándose. Con cuidado sacó a Mokona de sus bolsillos y la dejó caer sobre la barra, donde rebotó hasta llegar junto a una botella de licor que aún no se había acabado.

-¡Aún queda! –exclamó, maravillada, abrazando la botella.

Pero antes de que pudiera destaparla y comenzar a beber una mano gentil la apartó del preciadísimo objeto. Mokona, negándose, se abrazó aún con más fuerza a la botella, mas fue inútil. Para su desfortuna el mago ya la había cogido y guardado en uno de los armarios del Cat's Eye.

-¡Iba a terminarla! No íbamos a dejarla a medias…

-No, no, Mokonita, eso no se puede.

Mokona hizo un mohín y se lanzó a brazos de Sakura, quien la recibió sorprendida al tiempo de oír a Fye riéndose. Sakura rebuscó entre sus ropas en busca de la criaturita que, al parecer, se negaba a salir de nuevo a la superficie. Al final la princesa desistió en su empeño.

-¿Aún no han vuelto Kurogane y Syaoran? –preguntó, visiblemente preocupada.

-¿El equipo perruno? No, aún no –respondió Fye, terminando de cerrar los armarios que habían quedado abiertos.

-Es muy tarde… ya es de noche… -comentó la princesa.

-No te preocupes, Alteza –dijo el chico rubio, acercándose a ella-. Volverán sanos y salvos, como siempre. Son unos excelentes cazadores de demonios.

Sakura asintió.

-Lo sé pero… -no supo como continuar la frase, indecisa. Lanzó una mirada a la puerta de la cafetería. Llevaban poco tiempo viajando juntos y aún estaba comenzando a conocerles pero no se perdonaría que algo le pasase al muchacho, o a Kurogane, por su culpa. Al fin y al cabo estaban en aquello para recuperar sus recuerdos, y ese ni siquiera era el deseo original de Fye y Kurogane.

Todavía se preguntaba por qué el muchacho había decidido ayudarla a juntar las plumas cuando apenas se conocían. O quizá se conocieran y ella no lo recordase. De ser así Syaoran debía sufrir mucho.

-Ey –la llamó una voz, sacándola de sus pensamientos. Sakura soltó un respingo y levantó la mirada de nuevo, para encontrarse con los ojos azules de Fye. En ellos había un brillo cálido y agradable-. No te preocupes, princesa.

Por un momento Sakura sintió como si Fye hubiera leído sus pensamientos de hacía un momento y lo dijera también por eso.

Bajó la mirada, sin saber si creerle. A pesar de todo…

-¡No te preocupes! ¡No te preocupes! ¡Perrín y Perrazo pueden con todo! –exclamó una tercera voz al tiempo que la blanca criatura salía de entre la camisa de Sakura y subía a su cabeza, anidando entre sus cabellos castaños.

Los tres rieron animadamente ante la nueva aparición de Mokona. Como por arte de magia, con los comentarios de Mokona, aquellos pensamientos desaparecieron de la mente de Sakura rápidamente, aunque seguían ahí, en el fondo, como una mala semilla de preocupación, duda y preguntas.

-¡Y ahora bebamos! –propuso Mokona que, sin que nadie supiera cómo, tenía de nuevo entre sus pequeñas patitas la botella de licor de antes.

Esta vez Fye no puso inconveniente a que se sirvieran tres vasos, pero algo tuvo que influir el hecho de que no tuvo tiempo y decidió que lo mejor era dejarse llevar. Así las risas y los comentarios jocosos y alegres llenaron el silencio de la cafetería ya cerrada.

~·~o~·~

Sakura había terminado por caer dormida, al igual que Mokona. Tras la insistencia de la segunda y la alegría de los otros dos, no solo corrió el licor de la primera botella si no que sobre la barra había dos más, además de unas diademas con dos orejas de gato blanco de mentira, que se habían puesto los tres hasta hacía poco. El momento cumbre había sido descubrir que las orejas quedaban grandes a Mokona y que no había de su talla. La bola de arroz se había mostrado sumamente indignada y ofendida ante aquello y había tratado de abandonar la reunión extraoficial de empleados del Cat's Eye sin demasiado éxito ya que cayó de la barra, rebotó en el suelo, y volvió a aparecer arriba junto a las botellas en menos de lo que se tarda en chasquear los dedos.

El único que había logrado aguantar la situación hasta aquellos momentos, probablemente una hora, o dos, o tres, del cierre, era ahora el encargado de recoger todo.

Dejó las botellas vacías en la basura y se volvió hacia las dos durmientes. Sin otra opción posible cogió en brazos a la princesa, colocó sobre su vientre a Mokona, que se agitó en sueños un poco y se acurrucó entre las faldas del vestido de Sakura, y se dirigió hasta el piso superior con cuidado de no tropezar con los escalones. Anotó mentalmente que tendría que recordarles que eran unos escalones y no escalones dobles.

-¿Miau? –inquirió al golpearse en un momento contra la pared.

-Miaaaau –contestó en sueños, dormida, la princesa.

El mago se rió y siguió su camino hacia los dormitorios. Entró en el de Sakura y la apoyó sobre la cama. En Otto hacía un buen clima, cálido de hecho, en especial para él que estaba acostumbrado al frío, por lo que la tapó con una sábana y dejó a Mokona junto a ella. Al instante, aún dormida, Sakura abrazó al pequeño bollo blanco y ésta se acurrucó contra su mejilla.

Con camino aún errático, a pesar de que siempre había tolerado bien el alcohol y por alguna razón no era así en aquel mundo, el mago salió de la habitación de la princesa y se dirigió a su propio cuarto, con ganas de dormir un rato cuando, de pronto, se oyó el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose en el piso de abajo. Dando media vuelta se dirigió hacia allí, a través de las endiabladas escaleras. Seguramente era el equipo perruno que volvía de caza.

No se equivocaba. Lo descubrió al llegar, sano y salvo por algún tipo de milagro, al piso de abajo. Ahí estaban Syaoran y Kurowan-wan.

-¡Bienvenidos! –los saludó, echándose a brazos del segundo que estaba más cerca, en parte por la noche pasada, en parte por la emoción y la alegría, y en parte porque iba a perder el equilibrio si no-. ¿Miau? –preguntó al respecto.

Syaoran miró sorprendido a Fye y luego a Kurogane en busca de consejo. Éste había puesto mala cara ante el abrazo del mago, tratando de quitárselo de encima.

-¿Otra noche de borrachera? –lo reprendió, visiblemente enfadado.

Pero al parecer Fye no se percató del tono del ninja, o no hizo casó, porque nuevamente replicó sin comprender:

-¿Miaaaauuu?

Kurogane exhaló un suspiro, tratando de contenerse, recordándose que, por su aspecto, el mago no debía estar en pleno uso de sus facultades, aunque bien pensado tampoco era tan diferente a la normalidad.

-Vete a dormir, enano –le dijo a Syaoran, sin mirarle, cogiendo a Fye por la cintura para evitar que se cayera al suelo-. Yo me ocupo de este. Y mira a ver si la princesa está bien.

El muchacho asintió y se perdió por las escaleras, hacia el piso superior. Mientras Kurogane trataba de hacer razonar al hechicero.

-¡Miau miau miaaaaaau!

-Sí, sí, sí –exclamó, cansado de aquello. Ante la mirada de pena del otro puso los ojos en blanco y soltó-. Miau. ¿Contento?

-¡¡Miaauuuu!! –dijo Fye, abrazando de nuevo al ninja.

Éste lo apartó de sí, ligeramente abochornado.

-Lo que hay que soportar… -masculló en voz baja.

Dejando su espada sobre una de las mesas de la cafetería, y luchando porque el mago no perdiera el equilibrio y tratando de hacer caso omiso a sus maullidos, lo llevó hasta su cuarto, donde lo dejó justo a tiempo de que perdiera la consciencia, o se durmiera. Tanto daba.

-A ver si ahora por fin puedo dormir un poco… -comentó Kurogane, saliendo de la habitación. Afuera estaba Syaoran.

-La princesa esta durmiendo y Mokona está con ella.

-Menuda borrachera se han cogido estos tres. En fin, a dormir, renacuajo.

Continua en el segundo capítulo: Atrapado~.