Me Pasan Cosas

Me Pasan Cosas.

¿Por qué? ¿Por qué le pasaban esas cosas a ella? ¡Por favor! No era lógico. ¿Desde cuando ella se sonrojaba cuando él la miraba con esa mirada? ¿Por qué no dejaba de pensar en él? ¿Por qué sentía un nudo en el estómago cuando lo observaba sonreír? Y lo más importante: ¿por qué lo observaba? Obviamente la presión de los exámenes la estaban enloqueciendo, ¿no? Sí, de seguro era eso. Sino… ¿Qué más podía ser?

Me pasan cosas que no comprendo

Estas en todo lo que yo pienso

Sueño despierta con tu mirada

Y si me miras me siento rara.

Una escultural pelirroja con ojos verdes esmeraldas salió de su habitación en la torre de Gryffindor, y se dirigió a la Sala Común. Se sentó en una de las butacas más cómodas junto al fuego y abrió una de sus novelas románticas favoritas, dispuesta a olvidar sus comprometedores pensamientos, aunque no tuvo demasiado éxito, ya que la causa de ellos entró por el orificio del retrato con sus tres amigos.

Lily Evans despegó la vista de la página 89 de su novela, y observó como un apuesto joven de cabellos negros azabaches increíblemente despeinados, con un excelente y proporcionado cuerpo, y ojos avellana enmarcados por unas gafas de marco redondo, se dejó caer pesadamente sobre una mullida butaca.

James Potter recorrió con su intensa mirada la sala de los leones, y cuando sus ojos se encontraron con los de Lily, ésta rápidamente volvió su vista al libro en el que, estaba segura, ya no se podría concentrar.

Me pasan cosas cuando te veo

Estoy distinta hay algo nuevo

Me da vergüenza que lo descubras

Es tan difícil decir...

Hacía días, semanas, e incluso meses, que Lily no soportaba por más de cuatro segundos la mirada chocolate de James, y si lo hacía, se sonrojaba tanto que apenas se distinguía con su cabello. Hacía meses que no podía dejar de pensar en él, en su sonrisa, en su cabello, en sus ojos… Se estaba volviendo loca, o se estaba… ¡No! Mejor era no pensar en esa improbable posibilidad. Es decir… ¿Ella, Lily Evans, la prefecta perfecta enamorada de James Potter, el líder del grupo más revoltoso del colegio? No. No podía ser. Pero y si no lo era… ¿Por qué no podía dejar de observarlo?

Te quiero y nunca lo dije

Te quiero y nunca me lo dijeron

Te quiero lo digo suave

Te quiero y nadie lo sabe

Te quiero mi más que amigo

Te quiero y todo tiene sentido

Te quiero como en los cuentos

Mi príncipe azul te quiero

Lily volvió a apartar su mirada al darse cuenta de que él también la estaba mirando. Merlín, se sentía tan estúpida. Meses atrás James la perseguía, prácticamente rogándole una cita, pero ella lo rechazaba una y otra vez, aunque en el fondo, muy, muy en el fondo, no quería hacerlo. Pero ahora, ahora que Lily estaba dispuesta a decirle que sí, él se había resignado con ella. Ya no la perseguía. Ya no le rogaba. Ya no la invitaba a salir. Ya no le hablaba ni la molestaba. Ya no la amaba… Pero ella sí a él, ¡no! Ella no lo amaba. A Lily solamente le gustaba, ¿no?

Me pasan cosas que no se explican

Huelo a jazmines río en tu risa

Parezco tonta estoy distraída

Me siento grande y muy chiquita

- ¿Evans? – la pelirroja se sobresaltó ya que estaba demasiado perdida en sus pensamientos, y alzó su mirada para encontrarse con un nervioso y tibuteante James Potter. Lily trató de echarle una de sus miradas de desprecio, pero ya no le salían. Ya no le salían si él la miraba a los ojos con esa mirada. – Lamento molestarte pero… Yo… Yo… Quería pedirte… Algo… Yo… - Lily clavó sus ojos en los de él, y pareció ser que James se puso aún más nervioso. – Tú… ¿Quisieras…? – suspiró resignado. - ¿Podrías prestarme tus apuntes de pociones?

- ¡Cobarde! – James y Lily voltearon para encontrarse con que Sirius Black miraba a su mejor amigo con exasperación. James lo fulminó con la mirada, Lily miró a ambos sin entender.

- Eeh… Si, Ja… Potter – se corrigió justo a tiempo, aunque para el chico no pasó desapercibido lo que casi dice la pelirroja. Ella estaba algo confundida por la actitud de él, por lo que no se dio cuenta de como los ojos de James centellearon al casi oírla llamarlo por su nombre de pila. - ¿Los necesitas ahora? Porque no los tengo aquí…

- No, no los necesito ahora. – sonrió ampliamente James. Ella se encogió de hombros y volvió su vista a su novela, una vez más. Aunque estaba segura de que no se podría concentrar. No si esos ojos chocolate derretido la observaban sin pestañear siquiera.

- ¿Necesitas algo más? – preguntó notablemente irritada, sin mirarlo. Él no contestó, sino que se sentó a un lado de Lily y, con suavidad, le quitó el libro de las manos, lo cerró, e ignorando las protestas de la pelirroja, lo dejó sobre la mesa que tenían frente a ellos. - ¿Se puede saber qué haces? – protestó, a la vez que levantaba la mirada y lo fulminaba con ella. Sabía que no podría resistir mucho tiempo, por eso estaba enojada.

Te quiero y nunca lo dije

Te quiero y nunca me lo dijeron

Te quiero lo digo suave

Te quiero y nadie lo sabe

Te quiero mi más que amigo

Te quiero y todo tiene sentido

Te quiero como en los cuentos

Mi príncipe azul te quiero.

James no contestó, la siguió mirando, con una expresión inescrutable. Lily se mordió el labio, nerviosa.

- ¡Oh, basta, Potter! ¿Qué quieres?

- Muchas cosas, pero por sobre todas ellas, a ti. – Lily se quedó boquiabierta. – Estoy harto, Lily. No puedo soportarlo más. Me desvivo por ti y tú… Tú ni siquiera me registras. Y cuando eso sucede es porque yo te hago enojar, pero lo hago para que me notes, porque te quiero. Porque no pue…

- Shhh – lo silenció Lily, dulcemente, mientras le ponía un dedo sobre sus labios, y lo hacía callar. – No digas más. – susurró. – Yo siento lo mismo.

- ¿Tú también te quieres? – preguntó desconcertado. La conmoción que le había causado que ella le hablara con tanta paciencia y dulzura no lo dejaban conectar ideas. Lily bufó impaciente, pero luego sonrió.

- No estás entendiendo. – comentó, divertida. James la miró interrogante. Lily llevó una de sus manos a la mejilla de James y se la acarició, él simplemente la siguió mirando. La otra mano de Lily descansó sobre el bien formado pecho de James, luego, se acercó a él y lo besó. James reaccionó luego de escasos segundos, luego, la atrajo hacia él de la cintura, pegándola a su cuerpo, a la vez que le correspondía al beso.

- No me quiero a mí. Te quiero a ti. – susurró Lily, sonriendo tontamente, cuando se separaron. James tenía una sonrisa parecida a la de ella, la cual se amplió aún más al escucharla decirle eso.

- Cierto que el arrogante era yo. – bromeó, antes de volver a besarla.

Mi príncipe azul te quiero.