La verdad absoluta.

: Love Live! Pertenece a su creadora Sakurako Kimino y a ASCII media works junto con Sunrise.

NdelA: Este es mi regalo de cumpleaños para la mujer de mi vida, la única a la que amo y la única que tendré. Tenía tantas cosas que decirle en un día tan importante como lo es hoy, sin embargo, son raras las veces en que las cosas salen comonos gustaría que fueran. Así que, no queda mas que seguir viviendo, luchando por superar los tragos amargos.

Este es el primer capítulo de 3. Espero lo disfrutes Kokoro, tiene plasmados muchos de mis sentimientos por ti. Te amo y ¡Feliz Cumpleaños!

PD. Gracias a nuestra hija, AniKamia por ayudarme en la edición de esta historia. Eres súper zura~.


Capítulo 1. Sakurauchi Riko.

—Riko-chan, Riko-chan, es hora de irnos… Ya no queda tiempo —la pequeña Riko abrió sus ojos con dificultad.

En la oscuridad de la noche, pudo ver cómo su madre iba de un lado al otro en su habitación; sacando y guardando cosas en una pequeña maleta.

—¿Qué es lo que pasa mamá? —preguntó la niña, asustada.

—Tenemos que irnos Riko-chan —dijo su madre terminando de guardar el improvisado equipaje.

—¿A dónde iremos mamá? —cuestionó Riko, mientras se levantaba de la cama y se cambiaba de ropa rápidamente.

—Lejos de aquí hija… Lejos de aquí.

Riko tenía 4 años y no lograba comprender qué era lo que estaba sucediendo, tan solo veía a sus padres correr de un lugar a otro. Pensó que irían a algún paseo pero pronto se dió cuenta que estaban abandonando su casa para siempre, sus padres no tenían planes de volver y entonces sintió desesperación, no estaba lista para partir. No podía hacerlo sin despedirse.

—Mamá, tengo que ir a ver a You-chan, por favor… —suplicó la niña tratando de zafarse del fuerte agarre de su madre quien se disponía a salir de la casa.

—No hay tiempo hija, necesitamos irnos ya… ellos ya… bueno… lo siento hija.

Por el tono de voz de su madre, Riko supo que algo malo había pasado con su mejor amiga, tenía que ir a verla, no quería irse sin hacerlo una vez más.

Tan pronto como salieron de su hogar, Riko planeaba salir corriendo para llegar hasta la casa Watanabe, sin embargo, una vez que miró a su alrededor, no dio crédito a lo que sus ojos veían; todo estaba en llamas.

—¡Papá, tienes que ayudar a You-chan! ¡Ella está ahí! ¡Por favor! —dijo Riko con desesperación.

—Hija no… —su madre corrió a cubrir su boca, tratando de que sus gritos pasarán desapercibidos, pero era demasiado tarde.

Riko sintió un jalón y de inmediato la subieron sobre el caballo; su madre era la que iba con ella.

Todo estaba pasando tan rápido que no supo qué había sucedido. Su madre la llevaba bien afianzada por la cintura mientras su padre se quedaba atrás.

Se escuchaban gritos por todos lados, se podía sentir el calor de las llamas aún a la lejanía, y pronto se dió cuenta de que su casa también empezaba a arder.

Su madre estaba llorando y sus lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, pero no detuvo su desesperado escape. De repente, todo se detuvo, Riko escuchó el grito de su madre seguido por un dolor sordo que le hizo perder la conciencia. La oscuridad cubrió su alrededor.


Esa fue la noche que cambió el resto de la vida de Riko Sakurauchi, así como la de cientos de familias cuyo hogar se encontraba en la parte más angosta de la península de Izu.

La guerra los había alcanzado cuando el emperador tomó posesión del imperio; todos los que no estaban con él estaban en su contra.

En esa noche, el blanco del ataque fueron las Omegas. El imperio necesitaba crecer y el emperador había decidido que la mejor manera de hacerlo, era secuestrando a las Omegas para crear una nación nueva, con mejores oportunidades y la mejor genética, pues según su manera de pensar, si solo lograba uniones entre alfas de familias fuertes y legendarias en Japón con las mejores Omegas, entonces sus probabilidades de tener betas entre su población disminuirían. Esta fue la principal razón por la que ordenó la caza de Omegas para tomarlos prisioneros y la matanza de Alfas que no pertenecieran a familias de renombre.

Riko era una Omega al igual que su madre, mientras su padre era un beta. Durante el ataque al pueblo en esa noche, ninguno de los dos logró escapar y perecieron a manos del ejercito del emperador.

Para Riko, los recuerdos de esa noche eran escasos. Se había llevado tremendo golpe al caer del caballo que le hizo pensar a los guerreros que había muerto. Con dificultad pudo recordar su apellido, pero no había más. Con el paso de los años, en sueños, pudo recordar el rostro de sus padres, aunque no estaba segura si era un recuerdo real, o simplemente era el producto de su imaginación, sin embargo, ella se aferraba a ese sueño como lo único que le quedaba de sus padres biológicos.

A la mañana siguiente del ataque, todo había terminado para el pequeño pueblo. Riko despertó para encontrarlo todo en ruinas y cenizas. Deambuló por entre los restos de las casas, pero no tenía un lugar a dónde ir. En su lucha por sobrevivir, caminó hasta donde sus pequeñas piernas se lo permitieron, su instinto le decía que necesitaba encontrar comida y protección lo más pronto posible y así lo hizo.

Para su fortuna, fue encontrada en las afueras del pueblo por una familia poderosa, de las que se oponían a las nuevas imposiciones del emperador; la familia Kunikida.

El jefe de esa familia era un sacerdote que estaba a la cabeza de la oposición. Su misión se había convertido en salvar a tantas Omegas y Alfas como le fuera posible, pues era inconcebible tal barbaridad en un pueblo tan pacífico como lo era el suyo.

Riko fue la primera huérfana rescatada por la familia. Debido a su carácter dócil y tranquilo, congenió de inmediato con la única hija de los Kunikida: Hanamaru, quien rogó a su padre que Riko se quedara con ellos, pues amaba tener una hermana mayor tan hermosa y talentosa como ella.

Pues a pesar de que las dos eran Omegas, Riko mostraba un carácter protector cuando se trataba de la pequeña. Ambas tenían un gran interés por las artes; Riko mostró un gran amor por la música, mientras Maru disfrutaba de escuchar las proezas de su hermana mayor. Fue así como Riko se convirtió en una hija más de la poderosa familia Kunikida.


La guerra se volvió más cruel y pronto, las familias que estaban en contra de las nuevas políticas del emperador tuvieron que encontrar aliados para poder continuar luchando. Fue de esa manera en que la familia Kunikida y la familia Kurosawa decidieron unirse para ampliar sus recursos. El compromiso entre ambas familias fue pactado con años de anticipación, las herederas de ambas familias cargarían con el peso de la alianza cuando se vieran unidas en el día del primer calor de Hanamaru.

La primogénita de la familia Kurosawa era una Alfa imponente que recibió la mejor educación para ser capaz de dirigir la alianza con sabiduría. Mientras que la Omega de la familia Kunikida había aprendido muy bien el noble camino para mantener la alianza en paz.

Desde pequeñas se habían conocido y una pequeña chispa saltaba siempre que estaban juntas. Riko no entendía el tipo de complicidad que guardaba la pequeña Maru con Dia Kurosawa; siempre pensó que Ruby, la hermana menor de Dia, sería mucho mejor pareja para Maru, pero nada se podía hacer en contra del destino, pues Ruby era una omega igual que ellas.

Para su sorpresa, su mano también había sido prometida en un matrimonio arreglado, el cual sería con la Alfa menor de la familia Takami: Chika. Ellas habían sido amigas desde que Riko fue adoptada por la familia Kunikida. Tenían una relación entrañable, sin embargo, Riko nunca la vio como algo más que eso. Al contrario de Maru que tuvo toda su infancia para asimilar su compromiso, ella se enteró en su cumpleaños número 15 y desde entonces, su amistad con Chika se puso en riesgo.

No tuvo mucho tiempo para asimilar su reciente posición como prometida de la heredera Takami. Chika tuvo que partir para llevar su entrenamiento fuera de la ciudad y Riko no tuvo tiempo ni de despedirse, las cosas entre ellas se quedaron tensas y extrañas, cosa que no hacía más que atormentar a Riko pensando que algo malo podría pasarle a Chika estando tan cerca del peligro, por que aunque inicialmente se había ido para entrenar, cuando se graduara, pasaría frente a las líneas enemigas, como era la responsabilidad de todas las alfas.

Era una situación tan injusta para ambas, que Riko no sabía cómo llevar sus días para no morir de angustia.


¿Quién eres? —preguntó Riko asustada—. No te acerques… por favor...—suplicó.

Tu no quieres que me aleje, eres mía, siempre lo has sido —una conocida voz, aquella que la perseguía a través de los años y esa mirada intensa que lograba desarmarla una vez que se posaba sobre ella, estaban haciendo su magia nuevamente.

La misteriosa mujer se acercó a ella y la tomó sin dilación. Sus sentidos empezaron a intoxicarse cuando su piel hizo contacto. Un beso la dejó sin palabras, sus piernas empezaban a temblar y sintió que dentro de poco no sería capaz de sostenerse, no si la continuaba tocando de esa manera.

Su amante notó su debilidad y con fuerza la cargó para colocarla sobre su regazo. El aroma de aquella desconocida era embriagador, la invitaba a tomar cuanto quisiera de ella, sin contenerse. Su intimidad estaba húmeda, dispuesta para que fuera tomada en cualquier momento.

Llevó sus manos hasta las caderas de la chica que respingó al sentir el toque, no dejaba de besarla y sentía que dentro de poco se volvería loca si continuaban con ese ritmo.

Aún no es tiempo —dijo la mujer misteriosa—. Tienes que esperar un poco más.

No puedo esperar más, no te vayas por favor —suplicó Riko tratando de retirar el pantalón de la mujer.

Sólo un poco más Riko-chan, espera por mi…

Riko despertó abruptamente, empapada en sudor. La claridad de la mañana comenzaba a entrar por su ventana, y le tomó algunos segundos darse cuenta que todo había sido un sueño. Pero en esta ocasión, lo había sentido real, tal vez demasiado, su cuerpo había reaccionado a el como nunca antes sintiéndose incómodamente abochornada.

—Rayos, no de nuevo… —dijo perturbada al darse cuenta de la humedad que sentía en su ropa interior. Una fría ducha tendría que hacer la labor de bajar su temperatura en esa mañana tan ocupada.

Poco tiempo después de la partida de Chika, Riko empezó a tener sueños que tenían connotaciones eróticas casi en cada ocasión, aunque la mayoría de las veces no podía recordarlos, pero su cuerpo parecía reaccionar muy bien a estos. Lo único que le quedaba al despertar, era un profundo sentimiento de pérdida y una mirada azul muy intensa que la acompañaba a todos lados.

No había edad establecida para el primer calor de una Omega, pero era casi seguro que se daba antes que el de las Alfa.

Siempre pensó que ella tendría el suyo antes que el de Maru y que de esa manera podría guiarla por el tortuoso paso, sin embargo, para su sorpresa, en el día menos esperado, Hanamaru entró en calor, lo que desencadenó una serie de festividades por parte de las dos familias ya que por fin se consumaría la tan esperada alianza.

Una semana entera tuvo que transcurrir antes de que Riko pudiera verla de nuevo. Para entonces, Maru ya había sido reclamada por Dia como su Omega. Riko pensó que Maru estaría asustada y que, muy probablemente necesitaría tiempo para reponerse de la experiencia, sin embargo, lo primero que notó cuando vió a la nueva pareja, es que ambas mujeres irradiaban felicidad.

Dia no dejaba de abrazar a Hanamaru, mientras Maru no perdía el tiempo acurrucándose entre los brazos de su alfa como si no existiera nadie más en el mundo que ellas dos.

Se les veía tan cómodas y enamoradas que le era imposible pensar en ellas como un matrimonio arreglado, simplemente la imagen que transmitían no concordaba con la idea que tenía de ello.

Parecía que Dia no podía quitar las manos de Hanamaru, buscaba cada oportunidad para proferir alguna caricia o robarle un beso y la Omega por su lado había adoptado el olor de su alfa; ahora que Dia la había reclamado, bajo sus ropas se alcanzaba a distinguir una mordida que Maru portaba con orgullo.

Riko no encontraba el momento en el que Dia dejara en paz a Hanamaru para que pudiera platicar con ella. Se sentía curiosa sobre la experiencia que acababa de tener su pequeña hermana y siendo ella tan parlanchina como era, seguramente querría compartir todos los detalles.

Riko siguió a Maru a la cocina; después de sus días de encierro, su apetito había vuelto más fuerte que nunca.

—¿Y bien Maru-chan? Dime… ¿Cómo es? —preguntó Riko mientras le servía un segundo plato de ramen.

—¿Cómo es qué zura? — Hanamaru comía a gran velocidad ignorando las ansias de Riko.

—Pues… eso… ya sabes… —Riko aun sentía vergüenza de pensar en ella de esa manera. Jamás pensó que su hermanita sería quien le diera lecciones sobre… sexo.

— Oh… eso zura…—Maru comía con singular alegría tomándose su tiempo entre sus alimentos y el té que Riko le había ofrecido—. Pues, es… umm… divertido zura~, muy divertido.

—¿Eh? ¿Cómo qué divertido? —la cara de Riko era un poema tratando de entender que de divertido podía tener el sexo.

— Eso zura~. Fue muy divertido hacerlo con Dia-chan —una gran sonrisa de satisfacción se asomó en el rostro de Hanamaru—. Espera… ¿Quieres que te dé detalles zura~? —Maru frunció el ceño—. No pensé que fueras tan pervertida Riko-chan.

— ¡¿Eh?! ¡No! No quiero que me des detalles —Riko golpeó con suavidad el brazo de Hanamaru denotando indignación.

— Pero es lo que estás preguntando zura~...

— No me refería a eso—interrumpió Riko—. Lo que quería decir es que, bueno... ¿cómo es? ¿Cómo supiste que tu calor había llegado? ¿Tuviste alguna clase de sueños premonitorios o algo así? —preguntó eso último para saber si a alguien más le pasaba lo mismo que a ella.

— ¿Sueños premonitorios? —Maru se rascó la barbilla—. Pues no zura~, de eso no tuve—negó enérgicamente con la cabeza—. Pero creo que entiendo a lo que te refieres —Maru comprendió la preocupación de Riko de inmediato—. No sé cómo describirlo zura~, pero es… como si de repente una necesidad te invadiera y no te deja pensar en otra cosa… —Maru frunció el ceño, recordando todo lo que había pasado—. Al inicio fue doloroso zura~, esa necesidad que te consume por ser tomada por un Alfa, es como una sed que no se quita… hasta que llegó Dia-chan —Maru suspiró—. Fue muy linda conmigo, no me dejó sufrir ni un segundo —una sonrisa pícara se asomó en su rostro—, y quien diría que sería tan… imaginativa —expresó Maru, divertida.

—Ya. Prefiero no saber qué clase de cosas te hizo Kurosawa-san en la habitación —el comentario de Riko hizo que Maru riera a carcajadas.

—Tu preguntaste Riko-chan.

Con el movimiento, la cicatriz en el cuello de Maru se hizo más visible y Riko no pudo aguantar la curiosidad de tocarla.

—¿Te duele? —le preguntó, preocupada.

—No zura~, no es doloroso —respondió Maru de inmediato, retirándose para que Riko no pudiera tocarla.

—Lo siento —se disculpó Riko al ver a Hanamaru a la defensiva.

—No… yo… es que… es de Dia-chan… no la toques… por favor —explicó Maru.

—Entiendo, lo siento —se disculpó nuevamente.

—No es doloroso zura~, ni siquiera cuando la hizo, si algo sentí además de placer, fue seguridad zura~, soy de Dia-chan y Dia-chan es mía —explicó lo mejor que pudo—. Es una sensación extraña, es como si toda tu vida hubiera estado incompleta, pero en el momento que esto sucede… no existe más. Mi mundo está completo, mi mundo es Dia-chan.

—Vaya… eso suena muy… emm… —Riko buscaba las palabras para no ofender a Hanamaru—. Intenso…

—Es porque mis sentimientos por Dia-chan son muy intensos zura~, yo la amo —el rostro de Maru se iluminó al decir esas palabras.

—Me alegro por ti Maru-chan —Riko le dió un apretón en su mano—. Me alegro de que las cosas salieran bien y seas feliz.

—También serás feliz cuando estés con Chika-chan —respondió Maru con una sonrisa—. Entonces todo tu mundo será diferente… estarás completa zura.

—No lo sé Maru-chan, no sé cuando vaya a volver Chika-chan… y siento que el tiempo está muy cerca, sé que mi calor será pronto —Riko recargó su cabeza en la mesa sintiéndose derrotada.

—Pero Chika-chan viene en camino... ¿No sabías? —Maru acarició su cabello—. Dia-chan me lo dijo umm… ¡Oh por Dios! —se cubrió la boca con sus manos—. Olvidé decírtelo Riko-chan.

Riko se levantó de la mesa esperando una explicación que no hiciera que terminara ahorcando a su pequeña y ya no tan inocente hermana, quien se veía bastante apenada por su desliz.

—Hace una semana, antes de que… ya sabes… eso pasara, Dia-chan me contó que Chika venía de regreso en una caravana de soldados, vienen en asuntos oficiales —concluyó Maru—, pero lo importante es que ella viene… ¡a verte zura~!

La noticia dejó a Riko sin habla. Por fin, después de tanto tiempo vería a su prometida, debía sentirse feliz por eso, excepto que no lo estaba del todo.

Sentía alivio por saber que su amiga estaba bien después de tanto tiempo de incertidumbre, pero al mismo tiempo sentía miedo; sabía que la cercanía de Chika iba a terminar por detonar su inevitable calor, esa parte de ella que quería evitar a toda costa que despertara.

Por más que lo quería negar, ella sabía que su compromiso con Chika no era algo que la hiciera feliz. No sentía una emoción ni remotamente cerca a lo que Maru describía cuando hablaba de Dia. Y no es porque ahora ellas fueran una pareja recién formada; esa era una conexión que compartían entre ellas y que resultaba envidiable para cualquiera, incluso antes de que se anudaran.

En su interior sabía que Chika no era la persona para ella. Había alguien más y sus sueños se lo decían cada noche, pero no lograba recordar más que esa intensa mirada que la despertaba todos los días. Unos profundos ojos azules que se habían quedado tatuados en su alma y no lograba quitar de su pensamiento.

—Entonces… ¿cuándo llegará Chika? —preguntó Riko finalmente.

Maru hizo las cuentas con sus dedos.

—Dia-chan me dijo hace una semana que la comitiva de soldados llegaría dentro de semana y media, así que… deben estar próximos, tal vez un par de días zura~—concluyó con suficiencia. Riko tragó duro.

—Vaya… un par días…

—¿No es genial zura ~? ¡Pronto verás a Chika-chan! —Maru abrazó a Riko, emocionada.

—Sí… es genial, Maru-chan…

No pudieron seguir hablando porque Dia hizo acto de presencia en la cocina y el ambiente se pudo describir en una palabra: empalagoso.

Dia abrazó a Maru como si no la hubiera visto en mucho tiempo y Maru no paraba de besarla a cada oportunidad. El mundo para ellas había desaparecido nuevamente, dejando a Riko con la ligera sensación de que estaba fuera de lugar.

Antes de irse, preguntó a Dia sobre la información que Maru le había contado y era cierto; Chika estaba a sólo unos días de distancia, era cuestión de esperar un poco más para tener nuevas noticias.


Fueron días agónicos para Riko, no sólo por la espera, si no porque sus sueños se habían intensificado, tal vez era por la cercanía de Chika, o simplemente un truco de su mente; cualquiera que fuera la razón no hubo día en que despertara y no se sintiera que iba a morir por el calor que la consumía en su interior.

Al final no tuvieron noticias de la caravana de Chika hasta una semana después. Cuando un pequeño grupo de betas llegó a informar que habían sido atacados y que solicitaban refuerzos.

Dia no dudó en enviar a sus mejores guerreros para auxiliarlos y así, pasaron más días sin noticias. Tal vez eso era lo que le hacía falta a Riko para salir de su estado de negación hacia Chika; saber que su prometida estaba en peligro le hizo recapacitar sobre sus sentimientos. Sentía un hueco en el estómago que no se llenaba con nada, tenía un mal presentimiento, sabía que algo no estaba bien y aunque todo parecía en relativa calma, dentro de su corazón todo era un torbellino de emociones.

Por la noche, fue vencida por el cansancio, durmiendo por fin un par de horas.


El olor de los árboles la despertó. Cuando abrió los ojos fue deslumbrada por la claridad del sol. Se encontraba recostada en medio de un gran valle, rodeada por altos pinos y con el cielo lleno de esponjosas y blancas nubes.

Le costó ajustar sus ojos a la gran cantidad de luz que estaban recibiendo pero, poco a poco, se fue acostumbrando. Solo entonces se dió cuenta de que no estaba sola.

Por fin despiertas Riko-chan…

Riko volteó hacia el lugar de donde provenía la voz, pero no encontró a nadie.

¿Qui… quién es? —preguntó Riko, asustada, buscando a su alrededor. Unos brazos la rodearon por la espalda y besaron su cuello, pero cuando forcejeó, tratando de liberarse, no encontró a nadie detrás de ella —¡¿Quién eres?! —preguntó más fuerte y muy asustada.

Tú sabes quién soy —le dijeron al oído.

Riko volteó nuevamente para encontrar un paraje vacío. No había nadie a su alrededor.

No lo sé… dímelo… ¿Quién eres? —insistió. No es que no supiera quién era, podría reconocer esa voz en cualquier lugar, pero aún así, quería saber, quería verla.

Nuevamente fue rodeada por la espalda y sintió como unas suaves manos se movían por debajo de su ropa. Riko intentó soltarse, pero no se lo permitieron.

No te resistas más Riko-chan… sabes que no puedes —una suave mordida en la oreja de Riko hizo que emitiera un gemido vergonzoso.

Déjame ir… no puedes hacer esto… —dijo Riko, abochornada por la situación. Estaba consciente de que no había nadie ahí, pero aun así, se sentía tan bien lo que estaban haciendo con ella, que solo quería dejarse llevar.

Estás lista Riko-chan, pronto nos veremos, espera un poco más por favor…

Las manos curiosas comenzaron a levantar su falda para abrirse paso por su ropa interior. El toque era suave y embriagador, quien quiera que fuera, sabía bien cómo complacer a Riko.

Riko tomó la misteriosa mano y la llevó hasta el lugar en donde quería recibir su atención. De la nada, fue empujada hacia el pasto de nuevo y los brazos desaparecieron por un instante para ser reemplazados por una mujer que se colocó a horcajadas sobre ella.

Sin mediar palabra, besó a Riko apasionadamente.

—Te amo tanto… —le dijo al oído.

Riko quería ver su rostro pero la creciente pasión entre ellas no le permitía pensar con claridad, mientras las manos de la desconocida se abrían paso nuevamente sobre sus muslos para apartar su ropa interior...

Riko-chan…

Riko-chan…

—¡Riko-chan!

… La sensual voz de su amante cambió a un tono más agudo y, de una sacudida, fue sacada abruptamente de su sueño.

—¡Riko-chan despierta! —escuchó nuevamente, seguido de otra fuerte sacudida—. ¡Es Chika-chan! ¡Está herida!

Era la voz de Hanamaru la que la llamaba con urgencia. Su cerebro apenas pudo procesar lo que le habían dicho cuando sus piernas reaccionaron y salió corriendo a toda velocidad.

—¡Está en el ala principal! —le gritó Maru antes de que abandonara su habitación.

Riko corrió a toda velocidad en busca de Chika. Si una batalla se había desatado en su camino, quién sabe qué cosas pudieron suceder.

Una gran comitiva le indicó el punto en donde se estaban reuniendo los guerreros. Riko no pensó que se estaría enfrentando a una gran cantidad de Alfas al acercarse a ese lugar, y tan pronto llegó, fue afectada por la gran cantidad de feromonas que había en el aire, aunque poco le importó; su meta era ver a Chika y no se detendría hasta hacerlo. Caminó a toda prisa hasta la habitación principal en donde supuso que se concentraban los heridos. Estaba por entrar cuando sintió un jalón por la espalda.

—No puedes entrar ahí —le dijeron con voz de mando.

—¿Chika-chan está ahí? Necesito verla —respondió Riko con desesperación.

Una mujer un tanto más bajita que ella, con cabello gris y ojos azules se plantó frente a Riko. Una alfa sin duda, que no dudó en extender su aura para hacerle sentir su presencia.

—Nadie puede pasar, están atendiendo a Takami-san —la mujer se cruzó de brazos, haciendo evidente que no se quitaría del paso.

—Pero es que no entiende… tengo que verla… —insistió, suplicante. Su tono de voz era extrañamente familiar. Lo primero que se le vino a la mente fue el sueño que había tenido previamente, pero tuvo que forzar a su cerebro a enfocarse en lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Se podía sentir la fuerte aura que emanaba la mujer frente a ella. Su mirada era severa y su postura muy rígida, Riko estaba teniendo problemas para controlar su cuerpo, que amenazaba con traicionarla en mal momento. Pensaba que ya había visto esos intensos ojos azules, pero no era momento de averiguar si era verdad o no.

—Tengo la orden de no dejar pasar a nadie y la voy a cumplir —respondió la mujer con voz severa.

—Necesito pasar… déjeme entrar.

Riko no se quiso quedar con los brazos cruzados e impulsivamente intentó pasar a la fuerza, cosa que no fue bien recibida por la Alfa frente a ella que, con suma facilidad, la tomó por la cintura cuando trataba de cruzar la puerta que estaba bajo su guardia y la llevó contra la pared, aprisionandola con su brazo.

—¡He dicho que no puedes pasar! —no era su voz normal, estaba utilizando su voz de Alfa, la cual de inmediato surtió efecto en Riko haciendo que bajara la cabeza sin poder replicar.

—¡¿Qué está pasando aquí?!

Una alta mujer de cabello negro y figura estoica había llegado, la jefa del clan Kurosawa acompañada de otra mujer cuya figura era aún más imponente que la de Dia, su color de cabello era azul aunque poseía una mirada gentil.

—Watanabe-san, ¿podría explicar lo que está sucediendo? —preguntó la mujer desconocida.

La respiración de Riko estaba muy agitada por el giro de acontecimientos. Jamás había sentido el efecto de la voz de un Alfa sobre ella. Sentía impotencia de no ser capaz de responder y solo quedarse muda. Era un efecto horrible.

—Estoy tratando de explicar a esta señorita que no se puede pasar a ver a Takami-senpai, Matsuura dono —la mujer que estaba frente a Riko debía tener un rango menor que el de las otras dos alfas, ya que Riko pudo notar un cambio en su aura.

Esas diferencias sutiles en el ambiente eran cada vez más fáciles de percibir para Riko, cosa que la asustaba, por que eso indicaba que su calor estaba más cerca de lo que creía.

—Ella es la prometida de Takami-san —le dijo Dia a la otra mujer—, déjenla pasar.

—Entendido Kurosawa-dono —la mujer jaló a la chica de cabello gris después de hacer una reverencia a Dia, dejando que esta se encargara de Riko.

—¿Estás bien Riko-san? —preguntó Dia preocupada al ver el temblor en su cuerpo.

—Estoy bien Dia-san —Riko hizo una reverencia—, sólo me asusté un poco, es todo. Dia sacó un pañuelo y limpió las lágrimas que escurrían en el rostro de Riko —Lo… lo siento, no me percaté —se disculpó.

Odiaba que su cuerpo reaccionara sin que ella se diera cuenta. Fue tanta la sorpresa a su reacción que ni cuenta se dió en qué momento empezaron a brotar las lágrimas.

—No tienes porqué disculparte —Dia acarició su cabeza—. Entiendo tu preocupación, ve a ver a Takami-san.

Riko ya no se detuvo a ver qué había pasado con la otra mujer y entró de prisa a la habitación en donde estaba Chika.


Cuando Maru le informó sobre el estado de Chika, se imaginó lo peor. Pensó que la encontraría con grandes heridas o tal vez con su rostro desfigurado, pero no fue así. Chika se encontraba acostada en el centro de la habitación. Realmente solo parecía que estaba dormida.

Riko se acercó con temor, tenía miedo de que la "tranquilidad" con la que estaba Chika se debiera a que era demasiado tarde, pero un médico que estaba cerca de ella le explicó al ver la confusión en su rostro.

—¿Es usted familiar de Takami-san? —le preguntó.

—No… bueno, soy su… prometida —dijo titubeante. Aún no estaba acostumbrada a referirse a su amiga de esa manera.

—Ella está bastante grave, sufrió un envenenamiento y apenas hemos podido hacer algo por ella, su futuro es incierto, y todo dependerá de su fortaleza —concluyó el hombre dejándola a solas para dar el informe a sus superiores.

La noticia dejó a Riko perpleja. ¿Cómo es que le había sucedido eso? Se suponía que Chika había ido a pelear, ¿Cómo es que había terminado envenenada y al borde de la muerte?

Se acercó hasta su cama. Su tez estaba pálida, con ojeras marcadas bajo sus ojos y piel sudorosa. Con algo de miedo tomó su mano y la encontró muy fría. Era una escena muy triste que le revolvía sus entrañas.

Cuando Chika se fue al frente de batalla, apenas se acababan de comprometer. No había terminado de asimilar las cosas y su despedida fue muy vacía, cosa que desde entonces la llenó de un sentimiento de culpa pero ahora era mucho más que eso, se sentía arrepentida de haber sido tan fría con ella.

Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos y terminaron por resbalar hasta la mano de Chika. Riko se acercó hasta ella y depositó un beso en su frente. La estuvo contemplando por algunos minutos, tenía tantas cosas que decirle pero a la vez nada salía de sus labios, el sentimiento de impotencia crecía a cada segundo.

Cuando consideró que había estado demasiado tiempo dentro de la habitación se retiró para no importunar más a las personas que se encontraban encargadas del cuidado de Chika.

Tan pronto como salió, se topó de frente con la alfa que le había impedido el paso.

—Sakurauchi-sama permítame disculparme con usted —la mujer hizo una profunda reverencia que tomó a Riko desprevenida—. Mi nombre es Watanabe You, yo era la encargada de la seguridad de Takami-senpai y es mi culpa que ella se encuentre así —confesó la mujer con pesar—. Disculpe la rudeza de mi trato, sólo estaba haciendo mi trabajo aunque ya es demasiado tarde.

—¿Qué fue lo que pasó Watanabe-san, cómo es que Chika-chan terminó así? —Riko prefirió ignorar la disculpa y ocuparse de lo que verdaderamente consideraba importante.

—Podría acompañarme Sakurauchi-sama, quisiera tener algunas palabras con usted —You hizo una ligera inclinación para mostrar su buena intención.

Riko decidió seguirla ya que, al parecer, era la única que podría explicar con mayor detalle qué fue lo que había pasado.

Caminaron en silencio, la tensión era palpable entre ellas. Llegaron a un pequeño jardín que había a la entrada de la residencia. You tomó la palabra.

—Como dije antes, mi nombre es Watanabe You y es culpa mía lo que pasó con Takami senpai —dijo apesadumbrada.

—¿A qué se refiere con eso? —preguntó Riko con el ceño fruncido.

—Yo estaba a cargo de la vigilancia del campamento en esa noche. Habíamos sido atacados por dos días consecutivos y aún seguíamos sin poder abrirnos paso por entre las tropas enemigas —explicó, tratando de recordar con exactitud los detalles de esa noche—. Cuando salí a dar mi rondín, no dejé a nadie que cubriera mi puesto en la entrada de la tienda de la capitana —hasta entonces Riko no sabía qué puesto tenía Chika en la milicia ni sabía que fuera tan importante, aunque ya lo sospechaba por lo bien atendida que estuvo a su llegada—. Cuando iba de regreso, ví una sombra salir muy rápido de la tienda, y supe que algo malo había pasado —suspiró—. Aunque me apresuré, era demasiado tarde. De alguna forma introdujeron el veneno a su cuerpo, y cuando la encontré, ella estaba convulsionando. Traté de conseguir ayuda, pero a esa hora… —la voz de la mujer se apagó—. Lo siento tanto, todo pasó por mi descuido.

Riko escuchaba atenta a la historia, por más que quisiera estar enojada con la mujer frente a ella, simplemente no podía, no había sido culpa suya.

—Es por eso, que me entrego ante usted, Sakurauchi-sama —la mujer sacó de entre sus ropas un tantō y se lo entregó a Riko, quien la miraba estupefacta—. Cuando Takami-senpai despierte, por favor, dígale lo arrepentida que estaba.

Riko tomó el cuchillo entre sus manos sin entender qué es lo que la mujer quería decir, hasta que se hincó frente a ella ofreciendo su cuello.

—¡Watanabe You! —una fuerte voz asustó a ambas a tal grado que Riko terminó soltando el cuchillo que cayó muy cerca del cuello de la mujer.

—¡Matsuura sensei!—You se puso de pie de inmediato.

—¿Qué crees que estás haciendo pequeño cachorro? —la alta mujer se acercó hasta donde estaban ellas, hizo una reverencia disculpándose con Riko y jaló a You por el cuello llevándola hasta el otro lado.

Riko no entendía lo que estaba pasando. Fue hasta que vio el cuchillo en el suelo que las piezas encajaron en su lugar. Lo que esa alfa quería es que Riko tomara su vida a cambio del error que había cometido. Su estómago se revolvió de sólo pensarlo, qué clase de locura era esa.

Riko seguía sin entender ese tonto orgullo de los Alfas guerreros. En su familia verdadera, sólo habían betas y omegas, por lo que su primer contacto con un Alfa se dió hasta que conoció a Dia, probablemente esa era la razón por la que no lograba comprender su actuar.

Intentó agudizar su oído para escuchar lo que le estaban diciendo a la chica de cabellos grises, sin embargo, se habían ido lo suficientemente lejos para que no pudiera entender más que palabras sueltas de la conversación que a grandes rasgos sonaba como un regaño.

Cuando volvieron, Riko ya había levantado el cuchillo que definitivamente no iba a utilizar. Sentía un dolor extraño en el pecho de solo pensar en tomar la vida de esa mujer. No entendía por qué, pero despertaba algo en su interior, aunque no supiera lo que era.

Algunos minutos después, ambas mujeres volvieron ya un tanto más relajadas o por lo menos esa era la impresión que daban.

Cuando llegaron frente a ella, ambas hicieron una reverencia.

—Sakurauchi-san disculpe la impertinencia de Watanabe-san —dijo la mujer más alta cuando se incorporó—. Aún está en entrenamiento y esta era su primera misión, no esperábamos que las cosas se salieran de control de esta manera.

Riko negó con la cabeza.

—No es culpa de nadie, esos son los peligros de la guerra, y me alegra que alguien estuviera al pendiente de Chika-chan, pero en el futuro Watanabe-san —se dirigió directamente a la otra chica que permanecía inclinada—, no creo que esta sea la forma de resolver las cosas —Riko le ofreció su cuchillo de regreso.

La mujer mayor tuvo que darle un codazo a la más pequeña para que se incorporara y tomara lo que le estaban ofreciendo.

—Disculpe Sakurauchi-sama, no fue mi intención importunar, y sí, tendré más consideración con mis próximos actos —tomó el cuchillo entre sus manos y lo guardó nuevamente en su funda.

—Bueno, creo que tienen cosas de qué hablar —dijo la mujer mayor—. No quiero que esta escena se repita Watanabe-san, o habrán consecuencias.

Riko pudo sentir el aura de la mujer crecer de manera descomunal, casi apagando la de la chica que tenía frente a ella. Le era raro estar rodeada de tantos Alfas, tanto que apenas se estaba adaptando a esas sensaciones extrañas con las que su cuerpo reaccionaba.

Cuando se quedó a solas con la otra chica, el ambiente nuevamente se tornó tenso entre ellas.

—Entonces… ¿cómo fue que conociste a Chika-chan?

Después de un momento tan bizarro, Riko sintió curiosidad por la chica, y decidió entablar conversación con ella.

—Conocí a Takami-senpai justo cuando terminaba mi entrenamiento —se aventuró a decir la chica, Riko la invitó a sentarse a su lado en una de las bancas del jardín—. Fui asignada como su guardia personal desde el inicio y fui entrenada como tal. La mayoría de nuestras misiones eran de inteligencia por lo que pasamos mucho tiempo estudiando al enemigo, alejadas del campo de batalla.

—¿Desde hace cuánto conoces a Chika-chan? —preguntó Riko con curiosidad.

—Más o menos desde hace un año Sakurauchi-sama, es gracias a ella que estoy viva. Durante nuestras misiones, aunque yo era la que debía cuidar su espalda, ella lo terminaba haciendo por mi en infinidad de ocasiones —confesó sintiendose apenada.

Riko notó el cambio en el tono de voz de la chica pero no quiso hacerla sentir mal.

—Así es ella —expresó Riko con una sonrisa melancólica—. Chika-chan es una buena persona, siempre lo ha sido, anteponiendo a los demás sobre de ella.

—Ella se la pasaba hablando sobre lo mucho que ama este lugar… y a usted…

—¿Ella dijo eso? —las mejillas de Riko se tiñeron de rojo.

—Oh, sí que lo hizo —por primera vez, la chica dejó asomar una tímida sonrisa—. No dejaba de presumir lo hermosa que es su prometida. Ella decía que tenía muchos talentos pero que el principal de todos era su hermosa voz —expresó la chica.

—Creo que eso es una exageración Watanabe-san —Riko estaba apenada. En parte por lo que había dicho Chika, pero había algo más, algo sobre la voz de You la hacía sentir nerviosa de una manera incontrolable.

—Yo también lo creía —frunció el ceño—. Pasábamos horas hablando sobre lo bonito que sería todo cuando terminara la guerra, y lo que más añoraba, era llegar a pasar el resto de sus días con usted, Sakurauchi-sama.

Riko se quedó sin habla. Durante todo ese tiempo que estuvieron separadas, ella no consideró ni por un momento los sentimientos de Chika. Había sido tan egoísta y ahora se daba cuenta de ello.

Por un momento olvidó que estaba frente a una desconocida. Las lágrimas comenzaron a empañar su vista mientras su garganta se cerraba a causa del dolor contenido.

Empezó a sollozar tratando de mantenerse en silencio, pero le era muy difícil hacerlo. La chica a su lado no sabía qué hacer pero atinó a dejar que se desahogara. Lo que fuera que estaba pasando, no se atrevió a interrumpirlo.

Después de algunos minutos en los que solo se podían escuchar sus sollozos, You sacó un pañuelo de entre sus ropas y se lo ofreció a Riko.

—Gracias —Riko tomó el pañuelo con las manos temblorosas y por un segundo, sus dedos se tocaron, generando una pequeña chispa que fue perceptible para ambas.

"Te amo Riko-chan…" Las palabras de aquel sueño resonaron de inmediato en su cabeza.

En los ojos de You encontró esa misma calidez que ya conocía de tiempo atrás. Solo fue un segundo, pero estaba segura de lo que había visto. Su cuerpo reaccionó de inmediato, sus manos comenzaron a sudar y sus mejillas se tiñeron de rojo, pero lo extraño fue percatarse que You estaba tan sonrojada como ella.

Sintiendo la rareza del momento, Riko terminó por cubrirse el rostro con el pañuelo que You le había prestado, esperando que de esa forma su sonrojo fuera menos evidente.

—Sakurauchi-sama tengo que ir a reportarme con Matsuura-dono, ¿estará usted bien? —la voz de You le sonó demasiado nerviosa pero Riko no quería descubrir su rostro aún.

—Sí… sí… Watanabe-san, gracias por sus palabras —concluyó Riko con el rostro aún cubierto.

—La veré después Sakurauchi-sama.

Fue cuestión de segundos, pero Riko no podía quitar ese sentimiento de familiaridad de su pecho. You Watanabe había movido algo dentro de ella y ahora sentía la urgencia de saber qué era.


Los sueños de Riko no disminuyeron con el paso de los días, al contrario, cada vez eran mucho más intensos, al grado en que empezaba a tenerlos durante el día.

Hanamaru le dió la oportunidad de que estuviera dedicada al cuidado de Chika, relevandola de sus deberes diarios. Pero lamentablemente no había mucho que pudiera hacer por su prometida. Le enseñaron a asearla y la dejaban permanecer a su lado, pero no había más que pudiera hacer por ella.

Trató de entablar nuevamente una conversación con You, pero fue imposible. La chica simplemente se había esfumado, ya que desde la conversación que habían tenido, no la había podido ver nuevamente. Ya habían pasado algunos días desde entonces.

Pensó que la pudieron haber trasladado a otro lugar, pero Maru le informó que los guerreros que habían llegado acompañando a Chika aún seguían en la residencia esperando nuevas órdenes.

Esa mañana, Riko se encontraba muy agotada. Durante la noche, Chika empezó con fiebre muy elevada, lo que la mantuvo ocupada tratando de controlarla por medio de paños sobre su cabeza. Tuvo un descanso a media mañana cuando al parecer la fiebre había parado, pero aun así no se quiso alejar de ella, ese sentimiento de culpa no la dejaba en paz y sentía que era su responsabilidad estar a su lado en todo momento.

No se dió cuenta en qué momento pasó pero el cansancio la hizo entrar en sueño profundo aún estando en una posición tan incómoda.

Calor, estaba haciendo tanto calor que empezó a sentir que no llegaba suficiente aire a sus pulmones. Abrió los ojos de golpe para encontrar una casa en llamas frente a ella. Inicialmente se asustó, pensó en Chika y en sacarla de ahí, pero se dió cuenta de que no estaba en ese lugar.

Las llamas devoraban la casa a gran velocidad. No tardó mucho en percatarse de que se trataba de un sueño, puesto que a pesar de poder sentir el calor de las llamas, éstas no podían lastimarla. Caminó por entre la casa, encontrando un par de cuerpos en su interior que ya estaban siendo consumidos por el fuego. La escena la llenó de escalofríos.

A lo lejos logró distinguir un llanto que llamó su atención.

¡Mamá! ¡Papá!

Era la voz de una niña. Por un momento pensó que tal vez se encontraría con la versión más jóven de sí misma, sin embargo, cuanto más se acercaba, más se daba cuenta que se trataba de otra persona.

Una pequeña silueta se encontraba a algunos metros de la casa tirada en el suelo. Pudo ver un charco de sangre rodeando a la infante. Era una niña cuya edad no debía rebasar los 6 años, que tenía una espada enterrada en su abdomen del cual salían copiosos chorros de sangre. Con desesperación trató de ayudarla, pero sus manos no podían tocarla, se hincó a su lado para tratar de retirar la espada pero simplemente pasó a través de ella. No había nada que pudiera hacer.

¡Por favor! ¡Que alguien me ayude! —gritaba la niña retorciéndose de dolor.

Llena de impotencia al no poder hacer nada por la pequeña, dejó que las lágrimas salieran por sus ojos. Estuvo a punto de levantarse, cuando sintió un jalón en sus ropas.

De repente el rostro de la pequeña niña había cambiado, se trataba de alguien más, alguien a quien conocía muy bien, esa mirada, esa voz, ese olor, era la misma persona que la había acompañado durante mucho tiempo en sus sueños.

Tienes que ayudarla, por favor… no dejes que se la lleven… —le dijo la mujer con sus últimas fuerzas.

¿A quien? ¿A quién tengo que ayudar? —preguntó Riko desesperada.

Van por ella… por… Riko-chan…

Sakurauchi-sama…

—Sakurauchi-sama…

El rostro de aquella mujer aún estaba en su mente cuando abrió los ojos. Su sorpresa fue mayor cuando se la topó de frente. Eran los mismos ojos, el mismo cabello, incluso su aroma era el mismo.

—¿Está usted bien? —preguntó la chica con el ceño fruncido.

Era Watanabe You la que estaba frente a ella con preocupación en el rostro. Se sentía confusa y con un terrible dolor de cabeza que le estaba produciendo mareo.

Se dió cuenta que tenía sus ropas empapadas de sudor y que probablemente esa era la causa de la preocupación de la chica frente a ella.

—Yo… estoy bien… Watanabe-san… —dijo apenas recuperando el habla. Aún sentía un nudo en la garganta consecuencia del sueño tan real que acababa de tener.

Tuvo que detenerse un minuto para reconocer todo a su alrededor. Se encontraba en la habitación de Chika en donde ésta dormía tranquilamente. Frente a ella estaba You Watanabe tratando entender qué es lo que le estaba pasando.

—Usted estaba gritando Sakurauchi-sama… ¿Está todo bien? ¿Necesita que llame a alguien? —preguntó con preocupación.

—No… eso no será necesario —tragó duro—. Fue sólo una pesadilla, ya estoy bien.

—¿Está segura? —insistió—. Lo que fuera que estaba soñando fue muy real.

Riko se dió cuenta que You tenía algunos arañazos en el rostro.

—¿Yo hice eso? —preguntó Riko preocupada.

—Estuve tratando de despertarla pero usted estaba muy alterada —explicó You.

—Lo siento mucho Watanabe-san —Riko se sentía tanto apenada como confundida por su comportamiento—. No… no sé qué me pasó.

—Lo importante es que esté bien —dijo la chica incorporándose—. ¿Hubo algún cambio con Takami-senpai?

Riko volteó hacia la ventana tratando de deducir cuánto tiempo se había quedado dormida. Le pareció que no pasaba de medio día por lo que solo había estado ausente un par de horas.

—Tuvo fiebre durante toda la noche —dijo finalmente, recuperando el control de sí misma—. Los médicos dicen que es normal, pero que no hay señales de mejoría, dicen que es cosa de seguir esperando...

—¿Esperando? Ya han pasado muchos días, debería haber algún cambio para ahora… Takami-senpai es fuerte, debería haber algo más que podamos hacer —enunció You apretando los puños.

—He estado pensando que tal vez no saben qué tipo de veneno le dieron a Chika-chan, ¿Usted sabe, Watanabe-san? —dijo Riko ya más tranquila.

—Lo único que encontramos en el campamento fueron restos de un frasco que estaba cerca de donde dormía Takami-senpai —dijo You rascando su barbilla—, pero se lo entregamos a los médicos tan pronto como llegamos aquí.

—¿No guardó usted nada de ese frasco?

—Tal vez tenga algunos restos de eso entre mis cosas —informó You.

—¿Podría prestarmelos? —solicitó Riko.

Ya había estado pensando en un plan para ayudar a Chika, pero sin una pista sobre el tipo de veneno que le habían dado, iba a ser imposible hacer algo. Tal vez con la ayuda de You, podría poner su plan en movimiento.


Riko acompañó a You hasta su campamento. Estaba en un terreno cercano a la casa Kurosawa. Era un lugar extraño para Riko. Se podían sentir diferentes auras provenientes de todos lados, pero ninguna la podía sentir con más intensidad que la de You.

Le era imposible no sentirse nerviosa ante la presencia de esa Alfa. Quería saber qué era lo que causaba en su interior pero la única forma de hacerlo era preguntando y tratando de conocer más sobre ella.

Esperaba encontrar una tienda o algo parecido, pero solo encontró un montón de cosas apiladas.

—¿Se trasladarán a algún lado, Watanabe-san? —preguntó Riko con curiosidad.

—Umm… me han asignado una misión Sakurauchi-sama, de hecho… bueno, solo pasaba a despedirme —informó la chica mientras rebuscaba entre sus cosas.

—¿Qué? Pero, apenas y ha descansado, es muy pronto para que se vaya —una opresión se instaló en el pecho de Riko.

—La guerra sigue y es nuestra misión seguir protegiendo este lugar —informó You sacando una caja pequeña y entregandosela a Riko—. Aquí está lo que quedó del frasco —le dijo—. No sé qué tiene pensado hacer, pero tenga mucho cuidado Sakurauchi-sama. Quien quiera que envenenara a Takami-senpai, estaba muy interesado en verla morir, y podrían intentarlo de nuevo.

—Pierda cuidado Watanabe-san, sé bien lo que hago —Riko tomó la caja entre sus manos y la puso a salvo—. Hay algo más de lo que quería hablar con usted… —el nerviosismo le ganó y finalizó con un titubeo en su voz.

—Yo creo que… es hora de irme —dijo You mostrando un ligero sonrojo—. Podemos dejar esta conversación para cuando vuelva —mas que una petición, pareció una súplica.

—Pero… yo… —insistió Riko.

—Lo… lo siento Sakurauchi-sama… en verdad tengo que irme… —You hizo una reverencia y jaló sus cosas antes de marcharse, dejando a Riko más confundida de lo que ya estaba.

Claramente You estaba huyendo de ella, pero, ¿por qué razón? Ahora más que nunca, Riko estaba determinada a descubrir el misterio detrás de You Watanabe.