Una violeta en otoño
Nunca se ha visto florecer una violeta en otoño… Es algo inimaginable el poder ver tan tierna y hermosa flor, crecer en un clima un poco triste y taciturno como lo es el de otoño… Muchos dirán que el ver florecer una violeta en otoño, es como un regalo de Dios, y es de hecho uno, porque el contemplar como esa delicada flor lucha por mantenerse viva aún cuando los embates del viento y el frío la confinen a una tímida e inocente figura, consiste en un verdadero regalo, visto solo por algunos y que llega a simbolizar nuestra propia existencia, el cómo nos enfrentamos a los miedos y prejuicios de este mundo; así como la violeta lucha por mantenerse altiva y hermosa, así mismo nos aferramos nosotros a nuestra vida.. El constante transcurso el tiempo puede mermar nuestra, en un principio, meta a lograr. Podemos caernos, eso sucede; podemos tropezarnos, igual también, pero lo que nos hace igual y comparables a la violeta en otoño es el que cuando con fuerza y convicción decidimos conseguir algo, lo logramos sin retorno, y no hay viento ni frío que nos pueda asestar un golpe de vuelta… Comparable nuestra vida con la de la violeta que florece en otoño sería una metáfora muy poco entendida por las personas, quizás porque acostumbrados a no luchar por lo que queremos, nos debilitamos continuamente al enfrentar el primer de los obstáculos que se nos avecina, dejando todo lo que logrado hasta ese momento nos fortaleció y lanzando al caño lo que ya teníamos ganado… Yo fui uno de esos, si, uno de esos que no estaba acostumbrado a luchar por cosas, porque las tenía todas a mi alcance, solo necesitaba el sonar mis dedos y obtenía todo cuanto deseaba. En aquel entonces nunca me preocupaba por las personas a mi alrededor, en realidad no tenía nadie por quien preocuparme, solo mis amigos, mis hermanos; si aquellos que siempre estaban conmigo, sin ellos mi vida habría sido obscura y vacía... Aún cuando estaban ellos, siempre un aura sombría rondaba mi existencia, deplorándome hasta no más, por lo que en un afán de rehuir a esas sombras que siempre me atormentaban, me refugiaba en la vida nocturna, algo en lo que encontraba placer y desenfreno aunque solo fuera por una noche… Yendo de bar en bar, de club en club, siempre frecuentaba la compañía de damas nocturnas… porque no era hombre de relaciones serias; "Vive el presente, goza el ahora", ese bien pudo ser mi lema de vida en aquel entonces… Se preguntarán por qué digo "en aquel entonces", bueno, porque ya no soy así… no mas, cambié para asombro de muchos, incluso yo, y alegría de otros, obviamente también yo… y también se preguntarán ¿cómo y por qué cambié? Bueno, la respuesta no es algo lo que me cambió, sino más bien alguien la que me hizo valorar y ver la vida desde otra perspectiva… y ese alguien fue precisamente una violeta que floreció en otoño…
-So Yi Jeong (소이정)
