Les dejo el inicio de esta ocurrencia mía

Haikyuu no me pertenece si no a su respectivo autor, a mi solo me gusta hacer realidad el Kagehina y mis demás OTP´s

Las letras en cursiva son los pensamientos de Hinata.


Rol de Padres


¿Desde hace cuanto tiempo pensaba en eso? ¿Un mes, dos quizás?

El asunto era que por alguna razón no podía dejar de pensar en su compañero (y vamos, porque no admitir, su amigo) de equipo, Kageyama Tobio.

¿Qué estaría haciendo en su casa luego de las prácticas?

¿Qué es lo que estaría pensando cada vez que volea el balón con esa precisión magistral?

Esos eran tan sólo ejemplos simples de las miles de cosas que el joven deportista pelirrojo pensaba acerca del Setter pelinegro de Karasuno.

No obstante, Hinata Shoyo era tan inocente cómo ingenuo que ni el mismo se explicaba cuáles eran las causas de aquellos pensamientos. Se los atribuía a posible admiración que con trabajo admitía, a veces se decía a si mismo que era por culpa de que todos los días practicaba con el pelinegro, sin embargo constantemente se comenzaba a preguntar si Kageyama pensaba a veces lo mismo sobre su persona.

En fin, cuando podía, le restaba importancia porque simplemente tenía otras cosas que hacer, cómo por ejemplo, el día de hoy.

Tenía que cuidar a un bebé.

Sí, un bebé.

El nieto de una de sus vecinas.

El asunto sucedió de una manera graciosa; el fin de semana acompaño a su madre para ayudarle con las compras cuando se encontraron con una de las amigas de ella. La señora casualmente les platico que la próxima semana tendría una boda y que su joven hija sería la dama de honor, y ya que el esposo de la muchacha se encontraba de viaje de negocios (ya que era un nuevo profesionista) y estaría ausente para la fecha, el cuidado del bebé era aún más complicado. La cuestión de la señora era que su nieto era muy chiquito para que fuera a una fiesta ruidosa. Y en ese momento a la madre de Hinata se le ocurrió la brillante idea de ofrecerlo para cuidar a la criatura.

─ El pequeño tiene casi 1 año –dijo la madre de Hinata al llegar a la casa –no será diferente a cómo cuidabas a tu hermanita.

─ Es que precisamente ese día tengo práctica, si fuera en la noche no habría problema, pero la señora quiere que vaya desde la tarde –respondió el peli naranja pesarosamente.

─ Es para que te expliquen qué hacer, además de que tienen varias cosas que hacer antes de ir a la boda. Ándale, un día que no te la pases toda la tarde con tus amigos, no va a pasar nada.

¿El notara mi ausencia?

Sacudió la cabeza ligeramente, desechando ese fugaz pensamiento.

Con todo eso, se encontraba ahora en la puerta de la casa a dos calles de la suya. Suspiró y tocó el timbre del portón recibiéndolo una linda muchacha de cabello profundamente negro, le abrió la puerta y con una sonrisa le dijo:

─ Tú debes ser Hinata, pasa. Buenas tardes, mi nombre es Kyoko.

La casa era bonita, amplia y ordenada. De la cocina llegó la señora con un bebé entre sus brazos, de apariencia pachoncita de mejillas rosadas y cabellos finitos de color oscuro, que enseguida provoco ternura en Shoyo.

─ ¿Puedo cargarlo? –se apuró a decir, sorprendiéndose el mismo un poco del arrebato de ternura que el infante le había provocado. Ambas mujeres sonrieron y asintieron dándole al pequeño que se encontraba dormido. Cuando lo tuvo en brazos, no pudo evitar sonreír y fijarse en los cabellos que eran cómo el azabache…

Como los de él.

Miles de mariposas parecían revolotear en su estómago y el calor le invadía un poco el rostro.

¿Así sería un hijo de Kageyama?

Pensó con mucha curiosidad y ternura extremas, en cuestión de segundos su mente viajó en pase directo a una fantasía inconsciente en la que Tobio sonreía frente a él jugando con la pequeña mejilla del bebé, reluciendo su orgullo tan característico y esta vez por ser padre. Entonces, tan solo por un instante, Hinata deseó con todas sus fuerzas ser parte, y no tan solo parte si no también la causa, de esa atmosfera de felicidad, quería que ambos fueran los que se encargaran de un ser tan lindo y pequeño.

¡¿Que estoy pensando?!

Sacudió la cabeza (ya se le hacía costumbre para salir de esa clase de pensamientos) por fortuna nadie se dio cuenta de su sonrojo, pues tanto la abuela cómo la madre, habían desviado la atención para arreglar una enorme pañalera que estaba sobre el sofá.

─ Hinata –dijo la joven mujer –aquí te voy a dejar los pañales de mi pequeño Ryu, sus biberones, su fórmula, chupones…

Luego de media hora de explicaciones, de lo que tenía que hacer si al pequeño Ryu le daba hambre, de cómo bañarlo y a que números llamar para localizarla, dejaron solo a Hinata con el bebé que dormía cómo angelito en su cuna.

Hoy no entrenaría, eso no tenía nada de malo, sin embargo comenzaba a sentir cierto vacío. Le faltaba ver esa silueta que sobrepasaba a la suya, necesitaba que aquella voz potente se dirigiera hacia él aunque fuese para soltarle algún regaño, que va, extrañaba al arrogante Kageyama.

Sin embargo no lo admitía.

Y cómo si lo hubiese llamado con el pensamiento durante esa hora que paso fugaz, el timbre de la casa sonó, y al asomar por la ventana ¡Oh sorpresa! Kageyama estaba frente al portón.

¿Qué está haciendo aquí?


Nos leemos :D