Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría.

Nico´s Inferno

l. El anteinfierno

Florencia, Italia 1290

Las cruzadas en tierra santa se habían intensificado, el derramamiento de sangre, la muerte manchaba esa tierra sagrada pero después de 1272 al fin estas terminaron con la recuperación de Jerusalén por orden del príncipe Eduardo heredero al trono de Inglaterra haciendo un tratado de paz con los Turcos logrando detener el sin fin de guerras que solamente dejaban desolación en el campo de batalla, se habían perdido miles de vidas en ambos bandos pero era sabio el reconocer que las almas de los caídos irían al paraíso por la gloria y gracia de dios, yo en lo personal espero poder ver después de tantos años a mi amada Hanayo Koizumi, mi esposa durante más de 20 años, ha pasado tanto tiempo… que ni yo misma puedo decir con certeza que aún me espere pero prometí volver a su lado para vivir el resto de nuestras vidas con gran felicidad o al menos esas eran mis intenciones hasta en mi regreso descubrí que la había perdido.

Mi nombre es Nico Yazawa y si soy una caballero cruzada que ha luchado durante varios años bajo el mandato de dios para cumplir su designio de recuperar tierra santa, estaba dispuesta a disfrutar de los placeres de la vida, ya que pude lograr mi libertad de mi labor militar gracias a una carta firmada por la misma madre superiora de la Badia Florentina Rin Hoshizora en la cual me deslindaba de cualquier asunto militar del estado y la iglesia florentina, como del vaticano mismo, pero al llegar a mi humilde hogar mis ojos no podrían creer lo que estaban viendo.

No puede ser…. No… dios mío… Hanayo….. amada mía… — la cruzada pelinegra de pequeña estatura, ojos carmín pero de fuerza y voluntad inquebrantables observaba en el suelo del jardín de su hogar a su amada castaña de mirada lila tirada en el suelo con una espada atravesada en el centro del vientre agonizando acercándose a ella colocándose de rodillas tomando su mano entre las suyas con lágrimas en sus ojos.

Mí querida… Nico…. Volviste para despedirte de mí…— Con una apagada sonrisa sollozaba esas palabras, había perdido mucha sangre por la herida solamente siendo cuestión de tiempo para que se esfumara su vida.

Shh… mi amor no hables por favor… debo llevarte con un médico… para curarte la herida… —Simplemente se negaba a dejarla morir.

La intento mover pero en ese momento los ojos de Hanayo comenzaron a cerrarse pero aun sonreía, perdiendo fuerza en el agarre de su mano muriendo en los brazos de Nico quién no podía creer simplemente que ella había perdido la vida acurrucándole en su pecho soltando un grito lleno de dolor y desencajado, estallando en un llanto lleno de tristeza y vacío que solamente significaba una cosa que había perdido al amor de su vida pero ¿Quién era el culpable? ¿Quién cometería una atrocidad así en contra suya? Fijando su mirada en la espada tomo el mango para quitarla del pecho de Hanayo viendo detallados turcos en ella. Montando en cólera se levantó lentamente para clavar la espada en un árbol cercano con la mirada perdida en el suelo sin fuerzas, sin vida prácticamente porque ¿Qué sentido tenía el vivir sin ella su lado? Sin quien prometió cuidar y amar ante dios, ¿porque el permitió que esto pasara?, ¿porque siendo tan bueno y benevolente dejo que los turcos le arrebataran la vida, pero las respuesta a esa pregunta no recaían en su dios, sino en algo más oscuro.

Sin haberlo visto, ni tenido la oportunidad en primera instancia de defender sintió una puñalada en la parte superior de su espalda en la derecha frunciendo el ceño y chasqueando los dientes, algo punzante habría atravesado la parte de cuero de su armadura volteando para ver a unos 3 turcos con espadas y escudos con sus respectivas armaduras para atacarle y matarla. Su única reacción fue atacar sin desmedida alguna y sin fuerza tomando su espada larga para golpear a esos soldados quienes no pudieron soportar mucho, el intercambio de golpes de espada, puñetazos y patadas que daba la pelinegra que en medio del dolor y la impotencia acabo con ellos atravesando sus cuerpos con su espada manchándose de más sangre turca, sangre la cual ya no iba a mancharse nunca más. Tal parecía que el destino le estaba jugando en contra pero no era el destino en sí, si no alguien inesperado, el mismísimo lucifer.

Pero miren nada más esto… un baño de sangre y carne, ¿Acaso no habías prometido no volver a derramar ni una gota más? Nico… que faltos de palabra son los caballeros de dios — Se reía y burlaba una voz que se escuchaba alrededor de ese lugar.

¿Quién eres? Vamos cobarde da la cara… — Decía Nico con molestia y lista para vengar la muerte de su querida Hanayo.

Poco a poco el entorno se ennegreció lentamente rodeándole una gran oscuridad, un ambiente gris y tétrico apareciendo delante del proveniente de una densa masa de bruma negra una figura humana que flotaba en el aire, con ojos completamente carmesí igual o más brillante que los suyos quien se burlaba de el con una risa maléfica acompañada de una sonrisa irónica mientras se movía alrededor de ella como si levitara en el aire, hablándole con suma calma pero sin perder el tono bromista en sus palabras.

Oh… ¿Estas enfadada no es así? Pero no te preocupes tu querida Hanayo estará bien… no tienes que preocuparte — Lentamente se manifestaría el alma de su amor junto a ese ente que se jactaba en burla y sorna frente a ella, el alma de Hanayo lucia triste y desconsolada.

Lo siento… Nico… amor mío….— Se disculpaba por fallarle a su promesa de estar siempre a su lado, pero no tenía la culpa ya que ese ente lo haba planeado desde el principio.

Déjala ir… demonio! En el nombre de dios lo exijo! — Seguía sin intimidarse ante lo que sucedía ante sus ojos.

¿En nombre dios? Jajajaja que absurdo… si él fuera tan bueno y bondadoso, no me hubiera excluido del paraíso… hubiera protegido a esta belleza — Con libertad tomo la mejilla de la castaña con su garra, solamente escuchándose: "Lo siento… perdóname Nico" por parte de ella.

Desaparecieron en ese momento, en medio de bruma y oscuridad dejando a una desconcertada Nico cayendo de rodillas al suelo golpeando con su puño enguantado de metal el suelo una y otra vez sintiendo calor en su pecho pasando su mano por dónde le habían apuñalado anteriormente viendo sangre al quitarla de esa zona, perdía fuerza en cada parte de su cuerpo comenzando a sentirse cansada cerrando los ojos inevitablemente desfalleciendo en ese lugar sin tener conocimiento alguno de que ella igual había muerto solamente soltando un último suspiro con dolor y desespero susurrando un nombre: "Lucifer".

De ahí en más todo se había tornado completa oscuridad, perdiendo noción del tiempo y espacio mismo, no sentía peso alguno sobre su cuerpo como si estuviera cayendo a una especie de vacío, un pozo sin fondo alguno para cuando volvió a abrir los ojos se dio cuenta que no estaba en su hogar en Florencia, no podía ver mucho ya que todo estaba oscuro, pero podía escuchar murmullos, llantos, sollozos llenos de tristeza, pena volteando a todos lados para analizar la zona que era aparentemente árida, como un desierto rojizo que se extendía miles de kilómetros alrededor de ella, en conclusión un lugar muerto viendo hacia atrás encontrándose con algo que le dejo asombrada y esto era una especie de arco en el cual se podían leer la siguiente insignia: "Inferno". El hecho de entender o asimilar que estaba en ese lugar era algo simplemente imposible ya que en su vida había hecho algo malo en el nombre de dios, todas sus acciones han sido de buen corazón y con bondad ¿Era posible acaso que pudiera estar en ese lugar? ¿Acaso estaba muerta?.

Es imposible que haya llegado a este lugar… me niego a creerlo… —

En completo estado de negación la chica con armadura simplemente miraba perdida en ese espacio en el cual penaban las almas que habían vivido sin cometer méritos ni infamias. Los inútiles, los indecisos, aquellos que a su paso por el mundo no habían dejado huella estaban condenados a correr sin reposo, desnudos, perseguidos por insectos y avispas que los picaban en todo el cuerpo. Su sangre y sus lágrimas, al caer al suelo, alimentaban a una serie de repugnantes gusanos. Estas almas estaban condenadas a nunca cruzar el río Duero, pues carecían de la voluntad para tomar tal decisión.

Recorrer ese desolado lugar en medio de tantas almas en pena era una pesadilla, pero su intuición le decía que debía seguir para encontrar a su querida Hanayo, siguiendo por un sendero desértico con escasos arboles donde encontraba por dónde viera almas penando diciendo frases tales como: "Porque me has abandonado dios mío", "Quiero salir de aquí… por favor alguien sáqueme", "Este lugar es horrible, quiero descansar de tanto sufrimiento". Cada uno de los lamentos le carcomían hasta los huesosera la primera vez que pisaba un lugar como ese y por primera vez sentía miedo en su interior, pero debía tener fe, esperanza de salir de ahí, viva y con su amada a su lado. Su andar le llevo a encontrarse con una pila de huesos humanos, cráneos regados en una especie de montículo, huesos por doquier sintiéndose intimidada pero sin demostrar en su semblante poco a poco, el aire se volvía pesado con cada paso que daba para acercarse a ese lugar hasta que no pudo más por la opresión en su pecho y en todo su cuerpo deteniéndose en seco.

Aquel que tú lloras por muerto, no ha hecho más que precederte — Una voz le llamo a Nico que sentía una pequeña descarga eléctrica recorrer cada centímetro de su espina dorsal apareciendo ante ella un ente con un habito negro, una especie de alas negras que más bien era bruma que se acumulaba detrás de ese ser, sosteniendo en sus manos que eran simplemente huesos una guadaña con un mango largo.

¿Quién eres tu ser de oscuridad? ¿Dónde está Hanayo? Responde… — Con su espada en la mano lista para combatir a un ser que desconocía completamente, ni siquiera tenía conocimiento de que pudiera vencerle.

Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte? — Ese ente solamente decía palabras carentes de algún tipo de sentido para Nico.

Sin esperar más la caballero pelinegra se lanzó al ataque con su espada larga golpeando el mango de la guadaña del contrario que se defendió, no siquiera se le veía la cara, solamente las manos y muñecas huesudas sosteniendo esa guadaña que movió con destreza para contraatacar esquivándole a duras penas Nico que tuvo que mover hacia varios lados ya que lanzaba golpes de tajo que liberaban una especie de oz de energía que destrozaban todo lo que tocaban, alzando una mano levanto almas las cuales le rodearon a golpear su armadura como si atravesaran su cuerpo, sintiendo un inmenso dolor quejándose.

Los ataques eran incesantes, golpes de energía con la guadaña además de las almas que liberaba eran certeros que la iban debilitando haciéndole caer de rodillas, acercándose hacia ella colocando la guadaña en su cuello a punto de degollarla una voz le hablaría proveniente de ese ser.

Has escapado muchas veces de la muerte… Nico Yazawa, que te hace creer que enfrentándola podrás escapar otra vez—

Ahora lo entiendo… eres el ángel de la muerte, quién lleva las almas del mundo terrenal al paraíso o al infierno… —

No demostraba miedo ante la muerte, ni a su encarnación misma frente a ella que le estaba a punto de asesinar para quizás llevarle a sufrir una eternidad en el infierno, pero no se rendiría así nomás se levantó tomando la empuñadura de su guadaña luchando por quitársela pero falló ya que el ángel de la muerte usando una especie de telequinesis le tomo por el cuello con una fuerza sobrenatural para tenerla en el aire viendo la cruz roja en su pecho parte de su armadura con 2 movimientos de tajo corto esa parte de su armadura además de descarnarla dejando ver su piel a flor de piel sangrando para finalmente dejarla, caer en 4 al suelo apuntándole con su dedo sonando frio y autoritario.

Mientras estés en este lugar, estarás condenada a revivir y sentir en carne propia las consecuencias de tus errores a lo largo de vida, tendrás pesadillas, sufrirás el peor tormento de todos, la culpa —

No me iré de aquí sin Hanayo... lo oíste… no me iré… — En un arrebato le quito su arma para atravesársela en su cuerpo escuchándose un grito de dolor, saliendo de ese cuerpo varias almas disparadas hacia todos lados para brillar y explotar en ese momento dejando caer frente a ella huesos aparentemente humanos.

Nico había enfrentado a la muerto y salir airosa de eso, pero apenas era el comienzo de su travesía, si tenía razón ese ángel oscuro, tendría que atravesar por duras pruebas, tormentos y debía tener la fuerza, el valor suficientes para afrontarlos, tenía una meta y esa era encontrarla a ella, a su mujer y salir de ese lugar cueste lo que cueste. Pero no lo haría sola ya que desde lo lejos un alma le observaba, una chica de cabellos castaños cortos, mirada de color esmeralda que estuvo atenta todo el tiempo de lo que sucedió.

Continuara…

Nota del autor: historia dedicada a un amigo, a Fran y a mis amigos en un grupo de whatsapp los cuales me ayudaron a crearla, un saludo desde México :D, dejen sus comentarios y sugerencias en los reviews