Por Flower Sand
PrólogoNunca me gustó el fanatismo obsesivo, de hecho siempre me pareció algo estúpido, inaceptable. Definitivamente, jamás pensé que caería en algo así.
Nunca me interesaron mucho las relaciones amorosas, para mí era todo cuestión de días o meses para terminar una relación y empezar otra, jamás aprendí como sobrellevar una relación duradera, y con ella todas las responsabilidades morales debidas.
Nunca tuve planes concisos en mi vida, nunca me importó mucho tenerlos. Para mí, siempre fue todo en tiempo presente, jamás pensé en el futuro.
Cuando miró a lo que era antes, veo sólo a una adolescente que se divertía con los chicos, que tenía una vida relativamente normal, y que se divertía con ella. Aunque siempre deseé un poco más de emoción, siempre quise algo más que sólo una vida sencilla.
Yo nunca me quise a mí misma, miraba mi reflejo como algo repugnante, a pesar de saber que no era así, me odiaba, nadie nunca me había enseñado qué era el amor, jamás había sido amada. Realmente creía que el mundo no me aceptaba, que no era más que un grano de arena en un océano, pensaba que mi vida era insignificante.
Ahora es completamente diferente, desde que lo conocí todo cambió. Él se encargó de hacer que mi vida tome un rumbo fijo, de llenarla de emociones, de hacerme sentir viva, en cierta manera, él me enseñó a vivir. Si no hubiese sido por Bill, yo jamás me hubiese aceptado, él me enseñó a amarme a mí misma y a amar a los demás, a salir del pozo oscuro en el que estaba.
Mi nombre es Grace, mi historia está llena de lágrimas y risas, de amor y de odio. Esta es la historia de alguien que aprendió a amar, es la historia de un chico que impidió que saltara. Es mi historia.
Capítulo 1Estaba entre las sábanas de mi cama, cubierta con el acolchado y abrazada a la almohada. Soñaba que volaba por Paris, y recorría cada resquicio de la ciudad francesa, admirando cada mínimo detalle. Siempre me gustaron esos sueños, y siempre me puse triste al despertarme, pero ésa vez no me despertó la luz del sol, ni el sonido de los pájaros, fue un molesto timbrazo el que interrumpió mi felicidad irreal.
No voy a atender, odioso teléfono pensé tratando de ignorar el celular que sonaba, junto con el teléfono de la casa y seguido por el timbre. Papá, Mamá, por qué justo se tenían que ir el fin de semana que suena el teléfono a las ocho de la mañana fue lo único que pude pensar. Al notar que los molestos ruidos seguían, tomé valor y me levanté de la cama, para ir a atender la puerta.
¡Gracee!— Me gritó una rubia psicópata cuyos ojos celestes brillaban gracias al efecto de las lágrimas.
Eve, ¿Qué… es lo que… pasa?— Traté de gesticular entre bostezos
¡Lo conseguí, Grace! ¡Lo conseguí!- lloriqueó la adolescente mientras seguía abrazada a mi cuello.
¿Qué fue lo que conseguiste?- Pregunté, acariciándole la espalda con el objeto de conseguir que se calmara y me diera una buena explicación para despertarme a las ocho de la mañana un sábado.
Entremos, Grace, te cuento dentro— Fue lo único que pudo decir mi amiga, que entró momento, yo aproveché a prepararme mi preciado desayuno.
Tambaleando, me senté en la mesa de la cocina para desayunar, cuando regresó Eve, con los ojos colorados.
— ¿Me puedes decir qué fue lo que conseguiste? ¡Más te vale que haya valido la pena haberme despertado, Eve!— la amenacé, con una mirada enojada para fortalecer mis palabras.
— ¡El mail de los gemelos Kaulitz!— Me dijo ella emocionada—
—Ahhh… Los chicos esos de la banda que me obligás a escuchar- La fulminé con la mirada… Al fin y al cabo, ¿Qué clase de persona despierta a su mejor amiga con el único objeto de decirles que habían conseguido un mail
— No entiendes, Grace? Sólo muy pocas fans consiguen el mail, es muy importante, ¿Entiendes que puedo llegar a trabar amistad con Tom? ¿Lo entiendes?
—Sabes lo que pienso de Tokio Hotel, Eve… Es sólo una farsa comercial, no te tienes que emocionar tanto, seguramente Tom no sabe tocar ni el ukelele, y Bill debe usar Play Back.
—¡Bill no usa Play Back! ¡Tom es el mejor guitarrista! ¡No hay nadie que toque el bajo como Georg o la batería como Gus! ¡Y Tokio Hotel no es comercial, sólo es famoso!
— Ok, ok, Eve, como quieras…— respondí harta de escuchar tantas alabanzas seguidas- Adivino, no te anda internet, debe ser como la una de la tarde en Alemania y ¿Qué mejor que usar mi computadora para hablar con los Kaulitz?
— Ehhh—Respondió Eve, incómoda— . No vine sólo por eso, vine porque quería compartir este momento con vos, amiga.
Sonreí. Eve estaba obsesionada, y aunque odiara a los fanáticos obsesionados, debía admitir que Eve tenía prioridades, y yo estaba por sobre Tokio Hotel. Eve, la buena Eve, la que de verdad se merecía a todos los famosos juntos.
—Fijate si están conectados, encendé la camarita y ponéte cómoda— Le dije—. Yo me baño y vengo— le dije sonriendo.
Efectivamente, luego de la hora que me tomó bañarme y arreglarme, la encontré pendiente a la computadora, esperando que Tom o Bill se conecten, y se quedó ahí todo el día, y el siguiente, y cada tarde luego del colegio. Era normal que Tom y Bill no se conecten muy seguido, al fin y al cabo debían tener millones de cosas que hacer antes de usar la computadora. A pesar de que le repetía esto todo el tiempo a Eve, ella cada día se deprimía más, hasta que llegó un momento en el que yo deseaba aún más que ella poder hablar con ellos, dudaba seriamente de la salud mental de mi amiga y de las consecuencias que podían atraer si los muchachos no se comunicaban rápido.
Hasta que un día, el día anterior a mi cumpleaños, y un mes antes de que Tokio Hotel llegue a Argentina, Bill se conectó pero Eve no estaba conmigo, así que me ví obligada a hablarle para que no me desadmita.
La conversación fue muy típica: me preguntó mi nombre, me pidió fotos mías y me preguntó de dónde era, cuando me preguntó si era una fan, no pude más que responderle con la verdad: "No, odio el fanatismo". Eso quizá le gustó o le interesó, porque luego empezamos a hablar de cosas más importantes que sus tatuajes o sus conciertos, me pareció un chico inteligente, mucho más que el conocido Bill Kaulitz.
Charlamos por horas y horas, ninguno de los dos quería terminar la conversación: él se sentía muy feliz al encontrar a alguien que quiera hablarle no sólo por su fama, yo, por mi parte, me sentía a gusto con él, me sentía libre y eso en mí es muy raro: nunca confié en nadie más que en Eve.
No sabía qué le diría a Eve, pero debía contárselo, era amiga del cantante de su banda preferida, ella debía saberlo, pero yo no sabía como reaccionaría, siempre fue bastante egoísta y no estaba de humor para recibir sus quejas y llantos. El día siguiente sería mi cumpleaños y nadie podía enojarse en mi cumpleaños, sí, definitivamente le diría al día siguiente y le hubiese dicho, de no ser porque a la mañana del 21 de octubre abrí un mail, y decía lo siguiente:
Grace:
You´re amazing… Happy Birthday!!
I´ll see you on first row in my concert the next month. You´re the most beautiful girl I´ve ever seen, Thank you for the conversation, I really need it.
Yours, Bill
(Grace:
Sos increíble…¡¡Feliz Cumpleaños!!
Deseo verte en primera fila en el concierto del mes próximo. Sos la chica más hermosa que he visto jamás. Gracias por la conversación, la necesitaba.
Tuyo, Bill)
