Eri here! Ajaja pues que puedo decir... este par me ha estado rondando la cabeza por MESES y aunque esto de escribir fics no es mi fuerte, de plano tuve que hacerlo porque no me dejaban en paz. Y lo peor es que aún faltan más mini historias porque pues si, la idea es hacer una especie de antología de snippets de la vida de Mu y Kiki en Jamir. Ojalá les guste.
Los personajes pertenecen a Masami Kurumada, Toei Animation y etcetc.
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One Shot Series: JAMIR
Parte 1: Títulos
"¿Qué edad tienes?" le preguntó al niño frente a él, quien, después de parpadear un par de veces, levantó sus manos y observó sus palmas abiertas como tratando de recordar algo. Luego su vista se fijó en su mano derecha mientras la izquierda iba doblando y desdoblando los regordetes dedos de ésta hasta quedar satisfecho con el resultado. "Así " dijo el pequeño mostrando tres dedos extendidos orgullosamente. "Mamá me dijo así en mi cumpleaños y luego comimos muchos dulces"
"Oh, ya veo" fue lo único que Mu pudo decir al respecto mientras desviaba la mirada al horizonte y en su cabeza maquinaba las acciones a tomar al menos un mes por adelantado. Alimentación, vestido, espacio y atención que tendría que proporcionarle. Kiki, el pequeño pelirrojo, ahora un huérfano de tres años de edad, estaba completamente a su cargo.
"¿Y tú?" la aguda voz del niño lo trajo rápidamente al presente, sacándolo así de sus pensamientos y desorientándolo por un segundo. "¿Perdón?"
"¿Cuántos años tienes?" Kiki preguntó de nuevo curioso mientras balanceaba su peso de un lado a otro.
"Tengo quince años."
"Oh" Kiki hizo una pausa y luego continuó "¿Y eso es mucho?" Su mirada curiosa no daba tregua.
"En realidad no." Respondió Mu con una leve sonrisa, que más que amabilidad reflejaba el nerviosismo que sentía por la situación en la que se encontraba.
Era costumbre en el Santuario que los entrenamientos empezaran a muy temprana edad y que los maestros fueran realmente jóvenes al igual que sus aprendices, pero desde que había decidido alejarse y cortar lazos con Grecia nunca pensó que eso aplicaría para él también, incluso sabiendo que su rango de Caballero Dorado aumentaba esa posibilidad. Una vez más era testigo de que el destino marcado en las estrellas encontraba la manera de cumplirse.
"¿Entonces por qué la gente del pueblo te dice Mi Señor Mu?" Kiki de nuevo interrumpía sus meditaciones, tan acostumbrado al aislamiento en el que se había sumido desde hacía años que ahora le costaba trabajo permanecer al pendiente de lo que su pequeño interlocutor preguntaba. "Todos los señores que conozco son viejos , como el jefe de la aldea donde vivía. Su barba es muy rara. No te pareces. Ni siquiera tienes barba."
"El decir Mi Señor o Mi Señora antes del nombre es una forma de dirigirte respetuosamente hacia alguien que tiene un rango importante en la sociedad, ya sea por sus acciones o por tener un título de nobleza. Es un gesto de cortesía que se utiliza para reconocer la sabiduría ó el estatus de la persona en cuestión." Respondió Mu de una manera tan solemne y pausada que por un instante creyó haber escuchado no su voz, sino la de su Maestro hablando. Shion había ejercido mucha más influencia en su vida de lo que se imaginaba y le recordaba con una veneración y cariño que ni la definición que acababa de explicar sería suficiente. Hablar de su Maestro Shion era equivalente a recordar a la figura paterna que había nutrido y desarrollado tanto su espíritu como su mente y no había título que pudiese hacer justicia a lo que significaba para él.
"Ah ¿Y yo debo decirte así? ¿Mi Señor Mu?" Preguntó Kiki genuinamente, por tercera vez distrayendo su tren de pensamiento.
"No es necesario. Sólo si te place. Pero eso no es importante ahora." Mu dio media vuelta en dirección a su pagoda y comenzó a caminar, señalando a Kiki para que lo siguiera. "Está anocheciendo, así que será mejor que entremos"
Ya tenía pensado que piso del edificio destinaría para el pequeño, solo hacía falta un poco de limpieza, cosa que no tomaría mucho tiempo. Fue entonces que se detuvo en seco y volteó de nuevo su atención en Kiki.
"¿Sábes que es la teletransportación?" Le preguntó al niño. Kiki negó con la cabeza pero sus inquisitivos ojos esperaban una respuesta.
"Es una forma de desplazamiento en la que transportas las partículas de un objeto o ser de un lugar determinado del espacio a otro en un instante y… " El joven caballero de Aries detuvo su explicación al ver que el ceño del niño se fruncía tratando de entender. "… es cuando desapareces algo por un instante y lo reapareces en un lugar diferente a donde estaba"
"¡Ah! ¡El truco de desaparecer y aparecer!" Kiki dijo con una gran sonrisa y moviendo los brazos de arriba a abajo emocionado por haber entendido. Luego se acercó al oído de Mu, o al menos intentó a lo que su estatura permitía, mientras con una mano protegía sus palabras del viento "Mamá hacía eso pero solo en casa. Decía que era secreto." Dijo esto último bajando su voz a un tono de complicidad. "Aunque no se cómo se hace, pero puedo hacer este otro" Y levantando un dedo comenzó a levitar pequeños guijarros del suelo mientras reía contento de su habilidad.
Mu asintió aprobatoriamente "Eso está muy bien." Luego agregó "¿Puedes levitar...mmm flotar en el aire?" Kiki sacudió la cabeza en negativa de nuevo esperando que Mu elaborara.
"Solo hay dos formas de entrar en la pagoda" dijo el joven señalando al edificio "ya sea levitando hacia cada planta ó teletransportandose a cada habitación, pues no hay ni puertas ni escaleras."
Kiki se quedó viendo el edificio extrañado por un momento. Le parecía muy raro "¿Por qué lo hicieron así?"
"Porque todas las personas que han vivido aquí nunca han necesitado escaleras o puertas."
"Oh, porque saben los trucos ¿verdad? ¿Tu sabes hacer todo eso también?"
"Estás en lo correcto."
Kiki se quedó en silencio por un momento y luego dijo "Entonces, si voy a vivir aquí contigo… ¿quiere decir que vas a enseñarme como se hacen los trucos? Preguntó con ojos brillantes llenos de esperanza infantil.
"Entre otras cosas, así es." La respuesta afirmativa de Mu lanzo al niño en un estallido de risitas y saltos de alegría, que se cortaron bruscamente después de cosa de un minuto o dos cuando vió que el adolescente seguía su camino hacia la pagoda sin prestarle atención. Entonces al ir tras Mu, otra idea pasó por su mente y no tardó en vocalizarla.
"¿Un maestro es el que enseña cosas verdad?"
"Así es."
"Y como tú vas a enseñarme, ¿eso te hace mi maestro verdad?"
"Correcto." Mu no estaba prestando mucha atención pues debatía si sería mas conveniente levitar al niño la primera vez para que se acostumbrara a los alrededores o lo teletransportaría ya que era más práctico, pero a riesgo de desorientarlo.
Kiki parecía que no diría nada más cuando de pronto exclamó emocionado.
"¡¿Puedo decirte Maestro Mu?"
Mu, quien primero fue sobresaltado por la efusividad del niño, no pudo evitar después sonreir sinceramente.
"Eso sería un honor."
