Un extraño malestar se había instalado en el estómago de Alfred, pero éste prefería achacarlo al mal estado de los alimentos, a pesar de que no había probado bocado. Debut como autora de Koko
Título: El hermano Escocia dice
Género: General
Notas: Soy nueva escribiendo, por lo cual os ruego compasión. Posible OoCismo.
Alfred miraba el plato que tenía ante sí totalmente asqueado. No sólo por el hecho de que su contenido estaba totalmente chamuscado sino por el ingrediente principal de la peculiar receta que su anfitrión había decidido servirle aquel día: pastel de riñones.
-Eehh, Iggy, ¿tú estás seguro de que esto es comestible?- dijo el americano, todavía shockeado por el "curioso" aroma que desprendía su comida, si es que podía llamarla así – ya sabes, tu comida siempre es asquerosa, pero con esto me parece que has batido récords.
El rubio levantó la vista del periódico, con el (espeso) ceño fruncido y un rubor característico invadiéndole las mejillas.
-Pues claro que sí, idiota. Lo que pasa es que tú no sabes reconocer una delicia ni aunque la tengas delante. Tsk, definitivamente esas podridas hamburguesas, aparte de convertirte en una masa fofa también han acabado con tu cerebro.- replicó con voz áspera, una de las cosas que más odiaba era que criticasen su forma de cocinar.
Ante esto, el americano se limitó a soltar una carcajada y responder
-Viejo, mis hamburguesas son maravillosas. De seguro que si las comieses se te pasaría ese humor tan malo que tienes. Pero dime una cosa, no entiendo ¿por qué tienes una obsesión con introducir vísceras en todos tus platos? En serio, resulta asqueroso. No me extraña que estés tan flaco.
Ups. Había colmado la paciencia de Reino Unido.
-¡Eres tú el que está gordo, montaña de grasa! – gritó, completamente furibundo-. Además, que lo sepas, llevo comiéndolas desde niño y eso no me impidió ser un gran imperio, algo que tú no conseguirás gamás.
De pronto, y para sorpresa de América, la expresión del rubio se tornó dulce. Con un tono de voz mucho más relajado, añadió:
-Cuando era pequeño, mi hermano Escocia repartía la comida entre él y yo. Siempre se quedaba con la carne y me daba a mí los órganos, porque decía que eran la parte más nutritiva y deliciosa. Es extraño, pero es uno de los pocos recuerdos que tengo de él siendo amable conmigo. Quiero decir, siempre me dejaba a mí la mejor parte, ¿no?
Ante la repentina alegría de su ex-tutor, Alfred no pudo decir nada; no quería ser él quien echase abajo sus ilusiones diciéndole la verdad. Pero un repentino malestar se había instalado de repente en el fondo de su estómago y aunque prefería achacarlo al pésimo estado de los alimetos, sabía que ese día no había probado bocado y que ese sentimiento no era más que compasión.
Hice esto pensando en la "afición" que tienen los ingleses en introducir todo tipo de vísceras en sus recetas. Después reparé en que muchas de esas comidas tienen su origen en la Edad Media, que fue especialmente dura para los ingleses, de manera que no podían desperdiciar absolutamente nada de alimento, por repugnante que fuese. Como Iggy siempre se queja de sus hermanos, salió esto
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