Nuestra integridad vale tan poco, pero es todo lo que tenemos,
es nuestro último centímetro, pero dentro de ese centímetro, somos libres
Prólogo: Adán y Eva
Dicen que Dios da respuesta a todas las plegarias, solo que a veces la respuesta es No. Hace tiempo le dije a mi padre que Dios no era justo; él contestó que un Dios Era según lo que los hombres necesitaran de él: Justo, implacable. Salvador, Verdugo. Héroe, Villano. Bendición, Maldición. Al final eran las cargas que arrastraba nuestra especie las que siempre acababan por determinar el Rol divino.
Durante mucho tiempo se dijo que el Hombre creó a Dios y lo desechó cuando ya no lo necesitaba. Sin embargo, nadie fue capaz de convivir con la idea del caos. Sin nada que explicara el origen de la vida y del mundo, o como de la Nada había surgido Algo; cuando la ciencia agotó sus propios límites; descubrimos que Dios era imprescindible, aún si solo lo necesitábamos para expiar nuestra responsabilidad en la concreción de cada destino individual.
Quizás era indispensable, más no inigualable… Fácilmente la humanidad decidió que podíamos reemplazar a Dios y por mucho tiempo jugamos a serlo.
¿Este es nuestro castigo?
Dies Irae.
No lo entendía. Cuando vi llover el fuego divino calcinando a mi gente hasta que la carne se convirtió en carbón, y el carbón en cenizas…
Y el llanto se mezcló con los gritos…
Y las explosiones partieron el suelo bajo mis pies…
Aún en medio del infierno que se tragaba Paradis, recrudecían las mismas preguntas ¿Por qué Dios nos ha abandonado? ¿Dónde estás Señor? ¿Qué hicimos para merecer esto?
¿Es ahora Dios quien deshecha al hombre?
Ese día lo entendí por primera vez. Nadie tiene aquello que cree merecer. Nadie está aquí por algo en especial. Tan insignificantes como somos existimos solo porque existe el caos.
Estamos a merced del abismo.
Y cuando se reveló ante mí, comprendí también que ya no necesitaba a Dios. Sin embargo…
Dios… Si existes, quiero que sepas que no te culpo de nada de lo que pasará conmigo, que soy artífice de cada decisión que ha cimentado mi propio destino. Aún si soy maldecida por la eternidad a causa de ello, aún si soy arrojada al abismo sin posibilidad de salvar nada de lo que quede de mí. No necesito piedad, no necesito salvación, no necesito refugio.
Daré un paso hacia adelante y abrazaré la caótica existencia que me ha tocado. Avanzaré y pelearé aún sin saber si tendré recompensa alguna… Pues a nadie le importará si la merezco.
Porque por fin entendí que el Universo, Dios, el Destino, el Azar… Lo que sea que esté allí afuera determinando hacia donde nos dirigimos; no nos debe ninguna explicación…
No nos deben nada.
No importa si somos buenas personas. No importa cuánto mal hagamos… Dará igual cuan inteligentes seamos o cuanto deseemos ignorar esta realidad; al final lo único que nos pertenece es la idea de que no tenemos el control sobre nada de lo que pasará.
Así que… No enloqueceré más intentando controlarlo… No me contendré más. Quizás sea castigada porque esa sea mi suerte, dará igual cuanto la merezca o no… Solo lamento cuanto vaya a lastimarlos a todos… Solo lamento que en el final de todas las cosas quizás acabe siendo repugnante para ti…
Sin embargo… Solo así podré tener un centímetro de libertad, solo así le daré un poco de sentido a toda esta locura, solo así conseguiré, aunque sea la falsa ilusión de que tengo el control de algo… Entonces el abismo será reconfortante y no una eterna oscuridad.
Sé que sin importar que tan descabelladas sean las decisiones que tome o que tan monstruosa me vuelva; tú me entenderás…
¿No es así… Eren?
