Disclaimer: Todo lo que reconozcan le pertenece a J. K. Rowling y yo no lucro con ello. No gano ni un centavo partido por la mitad, vamos.

Este fic participa en el "Intercambio de Regalos Navideño 2014" del foro "La sala de los Menesteres"

Este fic es para Leiris Aiden y responde a su primera petición: un Rose Weasley & James Sirius lo más realista posible.

Advertencias: Relación amorosa entre primos, por supuesto. Si el tema no es de tu agrado, te invito a no seguir leyendo.


Fotografía no. 1: Chica con libro en el pasto

Están uno al lado del otro, en el pasto, en la fotografía fechada en Mayo de 2021. Él sonríe a la cámara y le rodea la espalda con un brazo, en una actitud amistosa, pero ella parece más interesada en el libro que tiene en las piernas, pues no voltea a la cámara, sino que está leyendo.


Siempre se habían llevado bien, a pesar de ser completamente opuestos. James la había convencido de que salieran a estudiar allí, pero realmente no había abierto ni un solo libro. Insistía que lo tenía todo bajo control mientras Rose negaba con la cabeza y repasaba un poco de pociones. James, con la corbata de los colores de Gryffindor en la mano, le dijo que aprobaría todo con la nota máxima, que después de todo cuarto no era muy difícil como otros años —quinto, por ejemplo—, pero Rose siguió en lo suyo.

—Hufflepuff tenías que ser… —James rodó los ojos—. Les gusta trabajar más que a los cerebritos de los Ravenclaw.

Rose hizo un ademán de golpearlo con el libro en la cabeza, pero nunca llegó a hacerlo: cuidaba demasiado sus libros como para maltratarlos en la cabeza de su primo. Cada que podían, pasaban tiempo juntos, era como dos mejores amigos a pesar de ser tan opuestos. Rose era la responsabilidad personificada, al menos en cuanto a tareas y conocimiento, porque otro gallo cantaba cuando James le insistía un rato para que rompiera alguna regla menor y James… bueno, era James. Tenía la virtud de ser listo y avispado por naturaleza, así que no tenía que preocuparse demasiado por obtener buenas notas. Lo único que realmente compartían era el gusto por el Quidditch, además de que jugaban en la misma posición: guardianes. James era ya el capitán de Gryffindor y Rose aspiraba a convertirse en la capitana de Hufflepuff en algún momento.

—¡Déjame en paz! ¡Son mis libros y me da la gana leerlos! —le espetó ella, sacándole la lengua.

—Oh, vamos, puedes dejarlo un momento al lado… —James se recargó contra ella—. Casi llegan las vacaciones, deberíamos hacer planes.

—¡Aun falta tiempo! —Rose rodó los ojos—. Y te explicaré que va a pasar: mi hermano y yo pasaremos tiempo en tu casa… o tus hermanos y tú en la mía… o todos en la casa del abuelo. Listo.

—¡Pero ya tengo diecisiete! ¡Serán mis primeras vacaciones como mayor de edad!

—Y dale con eso… —Rose intentó sonar como hastiada, pero no lo logró. Aunque un poco si la irritaba que James no le diera tregua a nadie con el tema—. No es la gran cosa, sólo podrás hacer magia sin que intenten expulsarte.

—Eso ya es bastante… —murmuró James, entre dientes, mientras la miraba.

Rose se encogió de hombros y volvió al libro. A veces le daba por preguntarse por qué era más cercana a James que a Albus, por ejemplo, que era más calmado y a veces tan estudioso como ella, pero no tenía ninguna respuesta. Definitivamente a pesar de las diferencias entre ella y James, se llevaban estupendamente bien. Podían pasar largos ratos en silencio sin que ninguno se sintiera incómodo, o con la necesidad de conversar sobre cualquier cosa, y podían hablar sobre casi cualquier cosa.

—Rose… —empezó James, después de un rato, acercándose a su oreja. Rose adivinó lo que pretendía e intento a hacerse a un lado, sin lograrlo, cuando él le sopló en la oreja y la sostuvo con sus brazos para impedirle que escapara.

—¡James! ¡Dejame en…! —se volteó a verlo directamente, pero enrojeció al notar lo cerca que estaban. Demasiado cerca. Prácticamente a milímetros.

En vez de terminar de reclamarle se desembarazó de él y siguió leyendo, como si nada hubiera pasado. James se quedó mirándola un momento, hasta que le pasó el brazo por los hombros, adoptando una actitud normal, como si nunca hubieran estado excesivamente cerca el uno del otro.


Andrea Poulain

A 6 de noviembre de 2014