¡Buenas, gente! Estamos en el primer capítulo de mi primer fic (sí, este fue mi primer fic y no Forbidden Paradise) :D que empecé a escribirlo allá por junio de 2012… y lo subo recién ahora :P
Los invito a disfrutarlo, tal como yo lo hice escribiéndolo.
Disclaimer: Nah, Vocaloid no me pertenece.
Algo que les voy a advertir de esta historia… está cargada de emociones tales como odio, ira, desesperación, frustración, y trata bastante el tema de la muerte… mhm, aparte de eso, intento que sea un poco delirante xD o sea va a tener un par de situaciones loquillas… ya las van a leer :B
Resumen: El mundo fue destruído a la mano del hombre y con el tiempo y unión de muchas personas, se logró una nueva restauración, como en el tiempo de antes, ahora hay Reinos; no obstante, el humano sigue siendo lo bastante egoísta como para buscar la autodestrucción, dando así origen a una guerra entre dos soberanos.
Luka es una extraña que ignora su pasado a medida que lucha bajo el mandato del Rey Shion, la hija de él, Miku, es una princesa enamorada de la guerrera. La primera es una completa idiota cuando de sentimientos se trata, mientras que la segunda, intentará ganarle a su miedo para confesar su amor.
LET'S GO!
La trama de la historia sí es de mi propiedad. :3
Pequeño Prólogo
Un mundo donde todo fue aniquilado por la avaricia del hombre, el egoísmo y la autodestrucción. Todo quedó en cenizas de huesos humanos, ruinas de edificios, grandes hectáreas desoladas. Donde alguna vez en el pasado reinaba la tecnología, ahora estaba todo cubierto por vegetación joven y restos.
Donde antes había ciudades enteras, ahora no había nada más que grandes espacios libres, selvas, lugares desiertos, recuerdos perdidos con el paso del tiempo.
Existía, no obstante, unos cuantos sobrevivientes. Dispersos en todo el mundo debería haber unos setenta y cinco Reinos. Separados por grandes distancias, algunos más cercanos entre sí que otros.
El origen de esos reinos fue gracias a líderes natos, carismáticos, gente de poder que se convirtieron en nuevos héroes. Hombres y mujeres indicados, que estuvieron en el momento adecuado, que reuniendo numerosas familias y amigos lograron en conjunto sobrellevar el masivo exterminio. Ahora el legado de aquella primera generación es la búsqueda de la restauración, el mundo no volverá a ser lo de antes… pero un nuevo comienzo presagia un nuevo paradigma… una nueva vida, un… Nuevo Mundo.
O eso es lo que la mayoría creía. Había armas que aún existían, en varios reinos estas precarias armas permanecerían allí por el resto de los tiempos en exhibición, tal vez para enseñar a no repetir la historia o quizás por el capricho de alguna persona que no quería que ese conocimiento, esa tecnología se pierda para siempre; pero el humano tiene naturaleza suicida. Y tal vez llegará el día en que no menos de uno se arrepienta por conservar tan maldito recuerdo.
Desafortunadamente, en dos reinos, las armas, una vez parte de la autodestrucción, serían re utilizadas con el mismo fin. La razón por la que los dos dominios entraron en guerra, eran distintas. Uno lo hacía por orgullo y honor. Mientras que para el otro, para acabar con los seres que manchaban el restaurado suelo de la Tierra…
Más un tinte de razones personales entre ambos Reinos.
Era una tarde nublada, una tormenta que amenazaba con arreciar el suelo y las criaturas que lo habitaban. Los relámpagos que sucedían de vez en cuando en un corto lapso cada cinco minutos, iluminaban con coraje al evento que sucedía bajo su ala; una carnicería donde la sangre brillaba ante cada toque de luz y los gritos de la muerte no eran más que un sonido conocido de la escena.
El viento soplaba cada tanto también, llevando el aroma putrefacto de los cuerpos que yacían tiesos en la tierra a las fosas nasales de los que aún tenían la fortuna de sobrevivir.
Era una batalla.
– "¡Muévanse!"– Gritó una mujer con uniforme azul mientras terminaba de degollar a un hombre vestido con un similar uniforme, sólo que en color rojo y claro. – "¡No dejen que escapen! ¡Destrócenlos!" – El cabello de ella era ondulado, largo y de un color rosa intenso que estaba atado en una cola de caballo. Poseía ojos azules como el océano que sólo mostraban determinación y una inquebrantable seriedad. La sangre que manchaba su uniformado cuerpo, sólo la hacía resaltar en la matanza.
–"Detrás de ti, Luka!" – Exclamó otro individuo femenino del mismo uniforme que estaba unos pasos delante, refiriéndose a aquella mujer mientras atravesaba con su espada el corazón de un desdichado enemigo. Ésta tenía cabello corto y ojos de un mismo color verde vibrante, aparentaba ser más joven que su compañera.
Luka giró rápidamente colocando su espada verticalmente en frente de ella, logrando detener un ataque directo hacia su pecho. Dando un paso hacia adelante y con un empuje forzado en su espada descolocó al contrincante tirándolo al terroso suelo; y con un suave movimiento volvió a degollar a otro hombre, creando un gran charco de sangre que se expandía donde aquél, ahora yacía.
–"¡Rin! ¡Haz que ataquen a los que huyen!" –Exclamaba la mujer de cabellos rosados, dirigiéndose a una chica de apariencia muy joven, rubia y de ojos celestes como el cielo; que estaba a unos cuantos metros de ella – "¡Terminemos esta batalla de una vez por todas!"
La pequeña retrocedió, inmediatamente tomando de sus bolsillos dos granadas de mano.
–"¡SOLDADOS! ¡ DISPÁRENLES!" –Exclamó – "¡TERMINEMOS CON ESTO!"
Muchos de los soldados que estaban alrededor de ellas acabaron con sus contrincantes en cuestión de segundos mediante diferentes maniobras y estrategias; y se prepararon de la misma manera que la joven había hecho anteriormente, sólo que apuntando con sus diferentes armas a los enemigos.
–"¡Gumi, encárgate de la cuenta regresiva!" –Continuaba la pequeña – "¡¿Están todos los nuestros fuera del rango?!"
La chica de cabello verde movió sus ojos frenéticamente mirando al enemigo intentando escapar, gruñendo ante la lentitud de los suyos al retroceder.
–"¡TRES! ¡DOS! ¡AHORA!"
Las tres mujeres que encabezaban el ataque y su ejército, arrojaron sincronizados dos dispositivos cada una. En el cielo copado en nubes, por unos segundos solo se vieron los objetos que destacaban como puntos negros en una hoja blanca, volar; y en otros cinco más cuando la mayoría ya estaba colisionando contra el suelo, donde todos comenzaron a explotar en el área en la que los enemigos huían, creando cortinas de fuego y humo en gran parte del lugar.
–"¡Retrocedan, ahora!" – El ejército comenzó a correr escapando de las ondas que fueron provocadas por las explosiones y que iban calentando peligrosamente sus espaldas; de manera exitosa.
Aproximadamente ocho minutos luego, el humo comenzó a dispersarse a causa del viento que soplaba en el campo de guerra. Luka, observando cautelosamente se atrevió a decir después de escupir un poco de sangre que se escapaba de su labio:
–"¿Creen… que se haya terminado todo?"
–"… Esos eran los últimos… después de tanto tiempo…" – Respondía Gumi, mientras estudiaba el paisaje del mismo modo, miles de cuerpos yacían inmóviles, todos cubiertos con la tierra, sangre y mantos de pólvora y otros cuerpos del lugar. Sus hombres bajaron las pistolas, tranquilos ahora.
–"No lo puedo creer… ¡GANAMOS!" – La chica llamada Rin, gritó en un ataque enérgico con una gran sonrisa y ojos llenos de felicidad, – "¡HEMOS GANADO!" – Repitió más fuerte, logrando que los soldados que estaban con ellas salieran de su estado alerta-perturbado y al unísono todos comenzaron a festejar la victoria de otra batalla.
Un hombre alto, de cabello corto y azul eléctrico con ojos del mismo color, se dirigía a Luka entre la muchedumbre
–"Te he perdido por un momento de mi vista, Luka." – La nombrada se dio vuelta con una amplia sonrisa,
– "¡Kaito! ¿No me digas que tenías miedo? Aunque debo admitir que sin ti cuidando mi espalda, hoy podría no haber contado la historia…"
El hombre la miró sorprendido, una ceja elevándose por encima de lo normal
–"¿Qué quieres decir?"
–"Que la idiota se entretuvo demasiado con un tipo y si Gumi no le gritaba que mire detrás de ella, la hubiesen liquidado." – Se unió Rin a la conversación, sacudiéndose los hombros de las partículas de polvo que le caían.
–"No exageres, ese hombre no tuvo oportunidad." – Retrucó la más alta, mirándola con reproche a la más pequeña.
El humo se había disipado completamente, dejándolos a todos solamente con la sombría vista de un campo santo improvisado. Aunque todos estuvieran más ocupados en sentir alivio de que estaban vivos.
–"Tienes que darle crédito Rin, ella se estaba dando vuelta cuando yo ni siquiera había terminado de haberle avisado." – Vibrantes ojos verdes miraban divertidos a las dos mujeres que entraron en una pequeña discusión entre ellas. Kaito sonrió ante la infantil actitud y con un gran vozarrón exclamó con mucho entusiasmo
–"¡Mañana por la mañana emprenderemos nuestra vuelta al Reino de mi padre, el Rey Shion!"
Otra ronda de festejos comenzó a oírse en el ejército, todos alababan a los cuatro líderes del ejército que los llevó al triunfo. Sus gritos de victoria resonando con eco en medio del paisaje de una futura tormenta.
Cinco meses. Hace cinco meses Megurine Luka, Comandante Primera; Megpoid Gumi, General de batallas; Kagamine Rin, Comandante Segunda; El príncipe Shion Kaito y un numeroso ejército de soldados habían partido hacia otra batalla contra el Reino de Vladimir Megurine, enemigo mortal del Rey Shion.
–"¡Len! ¡Meiko! ¡Ellos volverán hoy por la tarde! ¡Volveré a verlos a todos! ¡A Luka! ¡A Kai! ¡A Gumi y a Rin! ¡¿Pueden creerlo?! ¡Por fin llegó el día!" – Una chica de cabello largo aguamarina que parecía llegarle hasta sus tobillos y con ojos de igual coloración, saltaba alegre en su lugar con una jovial risa que escapaba de sus labios, respirando exhausta luego por haber dicho todo eso en poco tiempo.
Un joven muchacho que tenía ojos celestes centelleantes, pelo largo y rubio atado en una coleta observó entretenido el comportamiento de la joven mujer,
–"No serás la única que los vea; nosotros también anhelamos que la tarde llegue ahora mismo." – Él dirigió su mirada a una mujer que se encontraba del otro lado de la joven de cabellos aguamarina. – "¿No es así Mei?"
Meiko era una mujer de cabello llovido, corto y castaño. Penetrantes ojos rojos, con una sonrisa de picardía siempre presente.
–"No puedo esperar tampoco, ¡Esos cuatro idiotas se hacen extrañar! Pero…" – Comentó riéndose mientras miraba burlona a la pequeña mujer. – "Apuesto a que Miku extraña mucho más a nuestra querida Luka que a su hermano Kaito ¿Mhm…?"
–"¡Meiko! ¡Alguien puede oírte!" – El rostro de Miku se volvió totalmente rojo, sintiendo incluso el calor en su nuca aumentando a causa del comentario pero sonriendo de todas maneras, pues, hace una semana había llegado uno de los hombres de Kaito, anunciando la victoria sin pérdidas en el ejército y que aproximadamente en una semana estarían llegando al castillo.
Caían en el júbilo del Reino las nueve de la noche y los guerreros ni siquiera podían ser vistos en las lejanías desde las torres de vigilancia. El viento hacía bailar a los árboles que se paraban imponentes alrededor de las calles y la gente del lugar paseaba, mirando por sus hombros y comentando de vez en cuando.
En las nombradas torres, se distinguían tres figuras, dos mujeres y un joven, mirando con ansiedad hacia aquél horizonte por el que sus amigos se habían alejado hace cinco meses atrás.
–"El mensajero dijo que estarían llegando hoy por la tarde…" – Suspiró tristemente mientras miraba con más atención al horizonte una mujer, en sus tempranos dieciocho años. –"No lo entiendo."
–"Miku, esto suele pasar." – El muchacho extendió su brazo apoyándole la mano en el hombro. – "¿Recuerdas en la anterior batalla que esto sucedió cuando habíamos ido Meiko y yo también?"
–"Quizás deberíamos regresar al palacio. No nos hará bien seguir en esta fría noche aquí fuera." – Sugirió la segunda mujer mientras estiraba su espalda y miraba del rabillo de sus ojos a los dos restantes.
–"Mei tiene razón, estar aquí en la torre sin ningún abrigo nos hará mal, vamos, Miku."
–"¡Pero, Len!" –Se quejaba ella –"Quiero verlos…" – Continuó, aferrándose al mural como si fuese situación de vida o muerte. Las nubes del cielo comenzaban a interponerse celosas entre ella y la luz de la luna que le proveería una mejor vista al paisaje, en busca de sus seres queridos.
–"Nosotros también, Miku, nosotros también…" – Meiko fruncía su ceño con varias ideas de por qué los demás aún no llegaban… y ninguna le gustaba. Prefirió cambiar la expresión por una menos preocupada, para no exaltar más a su querida amiga…
–"¡Apresúrate, Mei! ¡O te quedarás atrás!" – Exclamó Len, ya varios pasos adelante y arrastrando a una Miku encogida de hombros y mirando al suelo. Una jovial risa escapó de sus labios al salir corriendo detrás de ellos para alcanzarlos.
Muy lejos, en el oscuro horizonte comenzaban a distinguirse pequeños grupos de personas caminando hacia el lugar, las figuras casi invisibles por las fauces sombrías de la noche. No obstante, los vigilantes que permanecían allí aún no lograban distinguirlos.
–"¡Les dije que no tomaran alcohol!" – Exclamó Luka, agarrándose la cabeza en exasperación mientras caminaba lentamente al lado de sus compañeros. Detrás de los cuatro se encontraba todo su ejército, el que habían manejado y conducido hasta la victoria…; ebrios, arrastrando los pies; reían, gritaban y cantaban incoherentemente cosas que nadie entendía, pero felices al fin.
–"¡¿De todas maneras, de dónde lo sacaron?!" – Gruñó Rin al patear a uno de los soldados más jóvenes que intentaba robarle un beso descaradamente, clamando que era la niña más bella que en su vida había visto después de su madre o algo así, borrachos…
–"¡¿Y cómo pudo durar cinco meses tantoalcohol?!" – Gumi también se quitaba uno de los varones de encima, éste se estaba colgando a ella reclamándole casamiento urgente y prometiendo felicidad por el resto de sus vidas…
–"Déjenlos, chicas. Agradezcan que al menos están caminando…" – Dijo Kaito lentamente, mientras miraba con picardía las escenas delante de él.
–"¿Te divierte verdad, cerebro congelado?" – Preguntó con rabia Gumi, intentando adelantarse para que los "hombres lobo" no la molestasen.
–"Por supuesto que sí." – Respondió e interrumpiendo, Luka, que ahora sonreía con una viva chispa en sus cerúleos ojos.
–"¿¡Por qué a ti no te molestan!?"
–"Porque saben con quién no meterse." – Declaraba la mujer ante la pregunta de la más pequeña, Rin. Tenía un aura muy divertida en su expresión, con las manos en los bolsillos y caminando a paso de modelo, aunque la mochila y armas que cargaba no la dejaban muy elegante.
Un seco sonido de algo o más bien alguien, cayendo al suelo hizo que los cuatro miraran hacia atrás alertados y haciéndolos llevarse una no tan grata sorpresa.
–"Oh no…" – Rogaba Rin, una mueca de exasperación en su carita, llevándose las manos a taparse los ojos, en frustración.
–"¡Supongo que llegaremos mañana por el mediodía después de todo, chicas!" – Exclamó extrañamente feliz, Kaito, cuando todas sus amigas miraban agravadas que el ejército poco a poco iba cayendo en los brazos de Morfeo en un masivo efecto dominó.
Quizás ellos también deberían aprovechar y dormir… además, era de noche y no habían descansado mucho aquél día.
-
El sol brillaba imponente en el punto más alto del cielo, sus rayos bañando cálidamente a todas las personas y hogares que se encontraban debajo de él, en el dominio del Rey Shion. Grandes filas de personas se veían desde lejos caminar por las calles de aquél jubiloso dominio.
– "¡Siento ganas de bailar!" – Gritó Rin con sus manos extendidas mientras seguían caminando por las calles del Reino.
Habían llegado a las once de la mañana a las puertas del lugar y a medida que seguían adentrándose los soldados -aunque con una leve resaca- saludaban a sus familias, para luego seguir el camino hasta el soberano.
Las calles eran puro regocijo y canticos de victoria para el ejército local, las personas los aplaudían y reían alegres ante el esperado regreso.
–"Es placentero ciertamente, volver después de tanto tiempo." – Con pasos aún seguros, Luka caminaba lentamente como sus piernas le permitían.
–"Es extraño ver cómo festejan, estoy seguro de que aunque hayamos lavado nuestras ropas en el rio, seguimos oliendo reverendamente a sangre."
–"Coincido contigo, Kaito. Hace mucho que quiero darme una digna ducha…" – Gumi hizo una mueca de asco mientras se frotaba las manos en la espalda de su amigo de cabellos azules
–"¡Y con eso te ensuciaste más, tonta!" – Rió enérgica la rubia del grupo mientras seguía agitando sus brazos al saludar a las personas que la aclamaban.
En efecto, Gumi lo único que logró era manchar más sus manos con la tierra ensangrentada de la casaca del hombre.
En las calles más cercanas a la Residencia de la familia real y los caballeros, se encontraban aglomeradas gran cantidad de personas de clase media, alta y baja. Todos eran iguales a pesar de la diferencia económica. El Rey Shion, hizo un excelente trabajo en cuanto a la unión de su gente.
En las escaleras que se dirigían al Palacio, arriba en el escalón más alto y esperando ansiosamente con sus manos unidas posadas en el pecho, se encontraba la Princesa Miku, al lado de ella sus amigos, los Caballeros, Kagamine Len y Sakine Meiko.
El corazón de la pequeña mujer bombeaba con locura y excitación ¡Por fin sus amigos estarían volviendo! Miraba con intensa atención y curiosidad por si en el espacio que dejaban las personas para que los soldados pasaran, por fin vería algún rostro conocido.
–"¡Allí están!" – Gritó Len, señalando a un punto fijo entre la muchedumbre, Meiko sonrió alegremente y gritó con entusiasmo:
– "¡Y están todos! ¿Los puedes ver, Miku?"
–"¡Oh Dios, no puedo!" – La ansiedad se apoderó de ella y se irguió en puntas de pie intentando encontrarlos, hasta que sus ojos por fin alcanzaron a ver una distinguida cabellera rosa y al lado de ella, podía reconocer la cabeza de su hermano Kaito, muchas personas a sus alrededores los felicitaban y hacían reverencias de respeto, alentándolos. –"¡LUKA!, ¡KAITO!" – Exclamó con exuberante felicidad, corriendo a su encuentro.
– "¡Miku, espera!" – Exclamó Meiko mientras ella y Len salieron disparados junto a la joven, ninguno pensó en decir que le abrieran paso a la Princesa del Reino, de ese modo lo que sucedería pasaría más desapercibido… Miku nunca se preocupó en controlar sus emociones… y si el Rey jamás le reclamó nada, ¿Por qué ellos iban a hacerlo?
Luka, Kaito, Rin y Gumi caminaban un poco apretujados en la contenta multitud recibiendo alabanzas, reverencias, felicitaciones e incluso abrazos. Podían decir fácilmente que el pueblo estaba realmente orgulloso de su trabajo y ellos no harían nada para detenerlos, pues, recibir cariño era algo que se sentía muy bien.
Eso fue hasta que Luka, que iba caminando un poco más delante de todos ellos, recibió un gran tacleo que la envió un buen par de pasos hacia atrás. Manteniéndose con fuerza, se obligó a no caer al suelo y sostener a la pequeña figura que la aferraba con inmenso vigor. Cuando sus cerúleos ojos se dirigieron hacia la cabeza de la persona, se encontró con un abundante color aguamarina. La guerrera se permitió devolver el abrazo con igual intensidad dejando ver en su rostro una enorme sonrisa de pura felicidad.
–"¡Luka! ¡Por fin estás aquí!"
–"Vaya, ¿Y qué hay para mi, Miku? ¿No hay nada para tu hermanito?" – Se metió antes de que Luka pudiese responder, el Príncipe Shion; con una mano en su pecho fingiendo estar dolido.
–"¡Tú me tienes a mí, idiota!" – Se entusiasmaba Meiko mientras lo abrazó con calidez a su amigo de la infancia, dejándose aliviar con la presencia de él.
–"¿Y qué hay de nosotras? ¿No hay amor para estas dos bellasmuchachas?" – Refutó Rin, haciendo alegoría a ella y Gumi en tono burlón.
La sorpresa de ambas fue grande cuando Len las abrazó cariñosamente al mismo tiempo.
– "Las extrañé demasiado, no se vuelvan a ir sin mí la próxima" – La voz barítona del muchacho era relajante, Gumi se sonrojó de un intenso color carmesí mientras sintió correr un escalofrío en su espina. Rin simplemente rió de forma infantil, devolviendo el abrazo a su hermano y pasando un brazo por el hombro de la chica de vibrantes ojos.
Aprovechando que todos seguían en su abrazo, Luka tomó entre sus manos a las delicadas mejillas de Miku, mirándola con dedicación y ternura,
–"Es un placer volver a verte, Miku." – En sus seductores labios se formó una sonrisa tranquila –"Pero de verdad huelo terrible. La sangre y transpiración de hace cinco meses, para ser exacta." – Acto seguido soltó a Miku y se rió burlonamente. – "¡Quizás quieras lavarte tu carita ahora!"
–"Que manera de matar el momento." – Se quejaba ella, los ojos chispeándoles con molestia y promesa de juguetona venganza a Luka.
Aunque a nadie parecía importarle la cercanía entre los caballeros y los mismísimos herederos del trono, el Rey decidió hacer su aparición entre la multitud. Todos abrieron paso al soberano que se encontraba en el último escalón, observando con las manos en la espalda y rodeado de guardias de turno.
Hizo sonar su garganta para obtener la atención de los recién llegados, que ahora solamente eran ellos cuatro más la princesa y los dos guerreros.
Los soldados se encontraban mucho más detrás de ellos entre la gente.
–"Mi señor," – Pronunció Luka, arrodillándose sobre una pierna y cabizbaja. Detrás de ella, Meiko, Rin, Len, Gumi y todos los demás ciudadanos que quedaban hicieron lo mismo, mientras que Miku y Kaito solamente se quedaron allí, parados con seriedad, erguidos y con el pecho inflado en orgullo.
–"Mis queridos Caballeros y soldados, es un enorme alivio ver que han llegado sanos y salvos." – Inició, dando un paso delante y paseando una lenta mirada a todos los veteranos de guerra – "Espero con mucha fe que el enemigo cese sus intenciones de Guerra con esta victoria en la que hemos sido bendecidos; si yo… pudiese acompañarlos con gusto iría, pero mi edad no supondría más que una carga para ustedes, jóvenes guerreros." – Todos los presentes sintieron una capa sombría de culpa e ira cubrirlos –.
– "En estos tiempos no somos más que los únicos dos reinos en una guerra, impuesta mediante la única ingenuidad del enemigo. Muchos de otros reinos compañeros, concuerdan últimamente en destruir de una vez por todas al Rey Vladimir…"
Luka apretó con fuerza el puño que reposaba en el suelo y sus ojos se llenaron de un vicioso odio.
Era verdad que eran los únicos en guerra y era culpa de ese estúpido Rey.
Una vez… el mundo fue destruido por la avaricia del hombre. En la actualidad quedaban nobles personas que se dedicaron a levantar a los más afectados luego de esa destrucción y así, creando los nuevos Reinados que convivían pacíficamente alrededor del mundo; pero todos sabían que Vladimir lo había hecho con deseos egoístas y que bien los llevaba a cabo. Todos en ese pueblo vivían asustados y sometidos.
Para colmo, declarar una guerra innecesaria hacia un Reino inocente no era más que repetir la historia.
Luka se sentía culpable. Matar personas no era placentero. Pero esas personas eran guiadas por la fe en aquél hombre que los sacó de la miseria y no harían más que cumplir sus deseos.
Ella y su grupo intentaron sacarlos de ese lugar, pero aquellos creían fervientemente en su soberano.
No les dejaron otra que deshacerse de ellos, de otra manera el pueblo del Rey Shion estaría hecho pedazos ahora.
– "¡…No nos detendremos hasta liberar esas personas del hechizo en el que están por el enemigo!"
El Rey había concluido su discurso y todos cantaban alegremente su nombre.
Salvar esas personas… matando otras.
Era totalmente una loca idea pero no les quedaba otra, Luka no quería ver el Reino que la acogió en ruinas culpa de un demente.
Ella lucharía.
– "¡Por el Rey!" – La mujer se irguió con fuerza al exclamarlo, acto seguido los demás caballeros se levantaron gritando con énfasis el cántico, uniéndose al ferviente pueblo en un acto de confianza y fe en el futuro.
El orgullo de un guerrero.
El pequeño festejo había finalizado y poco a poco los grupos se fueron dispersando en las calles del sitio. El Rey permitió que los Caballeros llegados se dispusieran en sus recámaras tomando un merecido descanso. Pronto tendrían tiempo de hablar sobre los hechos y aclarar cuál sería el próximo movimiento en caso de que llegase otra carta advirtiendo con diversión que se preparen para una batalla.
Ese hombre era un total loco.
El viejo Rey, con cabello blanco debido a la edad, se sentó en su despacho llevándose las manos al mentón, mientras sus ojos observaban fijamente una antigua fotografía con su difunta esposa.
Luka salía del cuarto de baño de una manera serena, estaba envuelta en una toalla y en los labios se dibujaba una sonrisa placentera de observar, sus ojos permanecían cerrados contentamente sin siquiera percatarse de su presencia.
Miku debatía internamente entre interrumpir el momento o no.
Pero ella era la Princesa, podía darse un par de caprichos…
Tomó aire para entablar una conversación, para solamente volver a cerrar su boca, ni siquiera tenía idea de qué hablarle a la otra mujer.
–"¿Miku? ¿Qué haces aquí?" – Luka era conocida por tener nervios de acero con todas las personas, excepto, cuando le comentaban sobre el otro Rey. Ni siquiera se mosqueó en que la joven de orbes aguamarina la estuviese escrudiñando con la mirada o el hecho de que estuviesen en la misma habitación… cuando recién acababa de bañarse, quizás aún no lo había entendido de esamanera.
–"¿Es que acaso no puedo visitarte?" – Inquirió con una leve sonrisa en el rostro mientras la seguía con la mirada.
No es que Luka se esté dando cuenta de aquellos impulsos interiores de ella, de cualquier forma.
– "Claro que puedes, sólo que iba a dormir ahora… pronto tendré una reunión con tu padre."
La menor la observó dirigirse al vestidor y entrar en él, para luego salir con un camisón que exponía sus agraciados muslos. La joven mujer suspiró frustradamente.
'¿Son las batallas lo único que ocupa tu mente?'
–"¿...quieres dormir aquí? ¿Cómo hacíamos antes?" – La interrumpía de nuevo la mayor de ellas. Mirándola con cierta preocupación reflejándose en sus cristalinos ojos.
–"… Creo que sí."
Luka sentía la frustración emanar de la más pequeña, no había que ser un empata para ello; así que dirigiéndose hacia la puerta, salió afuera sin decirle nada y a los segundos volvió con una muda de ropa en sus manos, y Kaito en pijamas detrás de ella.
Una sonrisa se dibujó en los contornos faciales de la Princesa.
'Todo puede ser como antes.'
–"¡Hey, Miku! Sea lo que sea que te esté preocupando," – Comentaba Kaito antes de que Luka le arrojase una almohada al pecho, riéndose en voz baja de sus juegos de niños.
– "Ya no más, estamos aquí para protegerte." – Finalizaba ella.
Luka rodeó la gran cama y se recostó en el lado izquierdo, debajo de las sábanas. Arrojó la ropa que trajo a Miku, eran su ropa para dormir. Ella, levantándose rápidamente se dirigió al mismo vestidor de la mujer para salir segundos después, aún acomodándose la parte superior de la vestimenta
–"¡Vamos, Miku! Quiero dormiiiir…" – Se quejaba Kaito mientras esperaba que su hermana entrase a la cama. Lo que lo sorprendió fue cuando la chica de ojos turmalina saltó por encima de Luka, entrando por allí y ganándose un pequeño empujón de su amiga; sin más que hacer, él suspiró y se arrastró en el lado derecho de la cama tamaño matrimonial.
–"¡No puedo creer que volvamos a hacer esto luego de tantos meses!" – Gritó de alegría la más pequeña, apretando sus manos en puños y llevándolos contra su pecho, entusiasmada.
–"Cuando éramos pequeños siempre dormíamos así si tenías una pesadilla. Aunque ahora que hemos crecido nos lo pides cuando volvemos de una batalla." – Agregó Luka, mirándola de reojo, una sonrisa jugando con crecer más en aquellos labios.
–"O cuando tiene una pesadilla." – Acotaba Kaito, acomodándose más.
–"O cuando se siente sola."
– "O cuando-."
–"¡Bien, bien, ya entendí!" – Los interrumpió Miku, golpeándolos a los dos con las manos, cansada de sus actitudes – "Los he extrañado y tengo miedo de que alguna vez no los vuelva a ver." – Miku paseaba sus ojos inquietamente, cuando pasaron segundos sin respuesta decidió dejar el tema, un tanto decepcionada.
Los tres estaban recostados serenamente mirando la parte superior de la cama dosel. Kaito dirigió la mirada hacia su hermana para encontrarse con la mirada de Luka, ambos miraron a Miku y suspiraron al mismo tiempo, la esbelta mujer hizo un pequeño gesto con su cabeza y comenzó a hablar
–"Ya hemos tenido esta conversación, prometimos jamás dejarte ¿No es así?"
–"Puedes estar segura que jamás te abandonaremos." – Aseguró Kaito recostándose sobre su propio abdomen y observando a su pequeña hermana, quien sólo suspiro de nuevo.
Luka se acercó a ella sin levantarse y la abrazó cuidadosamente, pidiendo permiso con su mano derecha a que Miku recostara la cabeza en el hombro de ella, y la pequeña obedeció sin resistencia.
– "Kaito idiota, acércate o tendrá frio en la espalda."
–"¡No es mi culpa que tú la abraces, Luka! ¡Bien podría ella venir conmigo!" – No obstante, también obedeció ubicándose de costado para que su espalda chocara con la de su hermana. Miku rió contenta mientras se aferraba al brazo derecho de su amiga.
Instintivamente Luka curvó más su brazo para que se pudieran acurrucar más. Unos minutos pasaron hasta que Kaito decidió hablar
– "¿Saben? Olvidamos apagar la luz."
El sol de la mañana acariciaba suavemente la habitación de Luka, donde ella y sus amigos decidieron pasar la noche como en esos viejos tiempos.
El primero en despertar fue el hombre de ojos índigo, que paseó su vista en la habitación con los párpados entrecerrados. Sintiendo movimiento detrás de él, pronto confirmó que era su hermana menor dándose vuelta para abrazarlo, pasándole uno de sus delicados brazos por la cintura.
–"Y ahora estoy atrapado…" – Suspiró suavemente, sonriendo mientras se acomodaba mejor. Parecía que no saldría de allí hasta que la princesa lo dictase.
–"Al menos ahora me soltó a mi" – La sumisa melodía que escuchó, pertenecía a Luka, algo lo hizo pensar que ella tenía mucho más tiempo despierta que él, por el tono de su voz.
–"¿Hace cuánto estás despierta?" – Murmuró, y mantuvieron una silenciosa charla…
–"No mucho."
–"Mhm… ¿Deberíamos despertarla?"
–"… podríamos…"
El repentino movimiento del cuerpo de Miku hizo que los dos se congelaran en su posición, si es que podían estar más quietos. La chica soltó un pequeño quejido de sus labios indicando que se estaba despertando y como si se pudiesen ver, Kaito y Luka observaron de reojo cómo la joven volvía al mundo de la realidad.
–"¿Nunca nadie les dijo que hablan mucho para recién despertarse?" – Terminando de estirarse, dejó caer sus brazos a los lados; golpeando a Luka en la frente y a su hermano en el hombro.
–"¿Nadie te dijo que es temprano para ser violenta?" – Refutaba Luka aprovechando la situación y por fin levantarse de la cama, sin perder tiempo se dirigió al vestidor y luego entró al baño privado; dejando a los herederos recostados por más tiempo.
–"Iremos juntos al desayuno… no irán con mi padre ¿Verdad?"
–"De hecho, puedes decirle a Lukitaque te acompañe, yo puedo ir a ocuparme de nuestro padre y seguramente me uniré a ustedes luego."
El hombre se levantó también y echando una sonrisa a su hermana, se deslizó tranquilamente y caminó hasta salir de la habitación.
'Supongo que yo también debería hacer lo mismo…'
Pasaron aproximadamente cuarenta minutos, Miku se encontraba cambiada y aseada esperando en la habitación a que la mujer de los ojos cerúleos saliera de una vez del baño.
–"¡Oh por Dios, Luka, llevas allí más de una hora! –Exclamó de lejos a la otra mujer – ¡Sal de una vez!"
–"¡Ya, ya! ¡Ya salgo…!" – Se oyó la respuesta y en ese instante, la puerta del baño se abrió dejando escapar un cálido y húmedo vapor, más una silueta femenina que se hizo visible aproximándose a la salida. Miku contuvo la respiración con anticipación, desilusionándose cuando de allí salió Luka en su uniforme como Comandante.
No sabía si simplemente golpearla por ser tan fanática o preguntarle si es que no tenía otra ropa.
Decidiéndose de que la segunda era lo mejor, con un gesto molesto y sus cejas moviéndose nerviosamente preguntó
–"Dime, ¿Es que no tienes ropa que usas tu uniforme incluso ahora?"
Con un ligero encogimiento de hombros la mayor de ellas se limitó a responder:
–"Tengo una reunión.".
–"… No es así, Kaito fue primero a hablar con nuestro padre para que tú pudieses venir conmigo."
–"Entonces… ¡No me cambiaré de nuevo!" – Se rio de corazón, la miraba desde el rabillo de sus ojos aún sonriendo, –"Dime, ¿Te gustaría desayunar en el jardín?" – Inquirió, pero esta vez, notando que Miku, la observaba de una manera… como enojada. Sep, enojada funcionaba bien. –"Miku, ¿Por qué me miras así?"
–"Cámbiate."– Le ordenó, mirándola con una no muy amistosa imagen, –"Ahora mismo." – Luka levantó la ceja, incrédula, dejando sus labios despegarse apenas.
–"¿De veras?"
–"No me obligues a ir hasta ti, Luka."
Parecía que la Princesa iba en serio.
–"¡Pero eso es absurdo!" – Luka soltó los brazos en un gesto desconcertado, suplicando con la mirada que Miku no le pidiera eso en serio –"¡Tan sólo vamos así, Miku!"
–"Luka." – Las cosas se pusieron serias, la nombrada tragó saliva comenzando a asustarse de la mirada asesina de la pequeña mujer –"Te cambias… o lo hago yo."
–"Miku, sólo perderemos el tiempo, vámonos." – Contestó ella, intentando imponerse ante su alteza, girándose para tomar la perilla de la puerta con su mano derecha, cuando oyó detrás de ella pasos fuertes y apresurados, indicando automáticamente… peligro "real".
–"¡Luka!" – Miku había llegado tan rápido hasta ella, que la tomó por sorpresa al agarrarla de la muñeca e impidiéndole que abriera la puerta. Una viciosa amenaza presente en aquellos dos orbes de color aguamarina.
–"¡¿Miku?!" – Intentó ella, forcejeando el fortísimo agarre de la joven, sintiendo un poco de nervios ante la locura de su amiga –"¿Qué piensas que estás haciendo?" – Luka tiró su mano hacia atrás atrayendo al brazo de la princesa hacia arriba, dejándolas a las dos con una sola mano libre. –"¡No seas caprichosa!"
–"¡Cámbiate!" – Dijo ella, lanzando su mano hábilmente hasta el cuello de la ropa de Luka, desabotonándosela a los tirones –"¡Estoy harta de ese uniforme!"
Luka llevó su mano izquierda hasta la derecha de Miku, pero su contrincante la empujó exitosamente, dejándola sorprendida unos minutos. La mano de la joven estaba llegando hasta la debajo de la clavícula, exponiendo debajo de su chaleco, la camisa blanca que llevaba.
Miku estaba claramente ganando.
La mayor arremetió contra la mejilla derecha de Miku, haciéndola quejarse ante el intenso dolor de cuando te están pellizcando.
–"¡Gah! ¡Detén eso ahora mismo, Luka!" – La nombrada sólo sonreía, apretando sus dientes, la adrenalina comenzando a bombear enardecida en sus venas, estirándole las mejillas a la joven mujer.
–"¡Sólo cuando tú me sueltes!" – Exclamó ella, dejando ver esa blanca hilera de dientes con aquella desquiciada sonrisa.
–"¡Nunca!" – Miku tiró con tal fuerza, provocada por el dolor, que arrancó en escala descendente cuatro botones de la camisa de Luka, al haber agarrado en su puño tanto el chaleco como aquella vestimenta.
–"¡Tú te lo has buscado!" – Luka la tomó de la ropa, específicamente del hombro, arrojando a Miku en dirección a la cama y quitándosela de encima victoriosamente. Quedándose ella contra la puerta, en pose de lucha.
La Princesa colisionó contra el colchón, rebotando en él, su boca imitando un perfecto círculo y mirando con gran sorpresa a la mayor. No bastó eso para calmarla, la adrenalina ahora también brotando desde lo más profundo de su ser, se levantó poderosamente contra la agazapada mujer y la estampó contra la puerta, ambas manos de las dos chocando y entrelazando los dedos.
Miku tenía apresada a Luka y las dos estaban inmóviles intentando doblegar a la otra, forcejeando.
–"¡Estás haciendo esto más difícil de lo que debería ser!" – Exclamó entre dientes la más joven, respirando fuerte y haciendo presión con sus uñas en las manos de Luka.
–"¡Gahh!" – Se quejaba Luka, dejando de hacer fuerza y sufriendo el choque de sus manos contra la robusta madera de la puerta, las manos de su Princesa manteniéndolas en el lugar.
Que Luka haya dejado de hacer fuerza implicaba que Miku dio con todo contra ella, sus cuerpos juntos, ahora. La guerrera sintió de repente las delicadas curvas de la Princesa, amoldándose provocadoramente en ella; la respiración de las dos haciendo énfasis en el contacto, la cercanía que existía entre ambas…
Luka detuvo una exhalación, intentando detener las sensaciones extrañas que estaba sufriendo y, por su parte desviar la mirada de la otra de ella. Quien parecía no haberse dado cuenta.
Miku por el contrario, estaba perdida sintiendo el perfume de Luka, su mente abrumándose entre las respiraciones mezcladas y el dulce aroma que se fundía entre ellas. Inclinó su rostro hacia arriba, atentando con acercársele al cuello, cuando sintió a Luka quedarse quieta. Reaccionando rápido, se alejó y dejó espacio suficiente entre ambas, aún una de sus manos entrelazadas con la de la otra.
Luka sintió el frio bañarla de repente, al perder la calidez de Miku cerca. Miró hacia abajo moviendo sólo sus ojos, y observó que la joven estaba como desorientada, su cabello despeinado y mirando hacia abajo. Decidió tomar coraje.
– "¿Vamos, Princesa?" – Comentó casualmente, arrancando su mirada de ella e intentando ignorar lo sucedido. Miku simplemente asintió sonrojada y Luka prosiguió a llevarla a desayunar sin soltarle la mano.
El dúo se encontraba ahora en el jardín en silencio, Luka tomaba un té de hierbas mientras Miku había optado por uno rojo.
Ambas se habían acomodado en el transcurso hasta llegar al patio trasero, aunque se notaba que Luka tenía rota la camisa y que Miku no se había podido acomodar del todo el cabello.
No podía dejar de pensar en lo sucedido hace tan sólo un par de minutos.
Miku se sentía incómoda al estar sola y tan cercade Luka. Sin querer, aparentemente se dejó llevar por la corriente del momento y casi se expone por completo ante la otra mujer. Sintió un pequeño revoloteo liviano en su estómago.
La Princesa se había dejado llevar por aquél cosquilleo… de cuando estás enamorado de alguien. Se perdió entre pensamientos, olvidando o dejando para lo último sus acciones sucedidas hace poco.
Fue la primera vez que sentía ese hormigueo. Miku hace rato venía mirando de manera diferente a Luka. La otra mujer era valiente, fuerte y el mejor "caballero" que el príncipe, su hermano Kaito, podía tener. La admiraba.
Todo en ella parecía ser perfecto, incluso su esa naturaleza difícil de describir… dónde esas personas siempre ponen delante a los demás, a pesar de sus necesidades.
Miku sabía que lo que sentía estaba mal, mejor dicho, era visto de mala manera por la sociedad. Pues, la princesa del Reino no podía enamorarse de cualquiera y menos si esa persona era -también- mujer.
No importaba que fuese una noble con el título de primera al comando de las armadas de su dominio y que probablemente Miku fuera feliz amándola. El simple hecho de que ambas eran mujeres era suficiente para que el amor se torne en algo prohibido y detestable para la sociedad, al menos la mayoría decía eso.Aunque ella supiese todo esto y sentía que quizás tendría que haber hecho un esfuerzo en quitarse a la mujer de sus pensamientos, era demasiado tarde para detener algo que no estaba a su cargo. Jamás lo estuvo, ¿Cierto?
Todas las noches lloraría hasta dormirse sufriendo mientras pensaba, si alguna vez, su mejor amiga retornaría sus sentimientos. Y si lo hiciese, ¿Estaría dispuesta a amarla sin prejuicios como ella lo hacía?
– "Miku, ¿Te sientes bien?" – El silencio se vio interrumpido por Luka, que miraba consternada a su amiga. – "No has tocado tu desayuno…" – Ya que la menor aún no respondía, posó su mano en la de la otra chica, quien solo jugaba con la cuchara haciéndola dar vueltas en la taza sin fin.
Como si el roce la hubiese quemado, Miku despegó su mirada del té y observó alarmada a Luka, notando la inquietud en sus ojos, sólo se limitó a preguntar:
– "Lo siento, ¿Qué has dicho?"
– "¿Te encuentras bien?" –Reiteró, retirando su mano cautelosamente del espacio en el que estaba, como para no alterar más el comportamiento de su amiga.
– "Sí… sólo pensaba en Kaito y que pronto ambos, tú y él tendrán que comenzar a organizar otra batalla para impedir el avance del Reino Rosa hacia este lugar."
Luka soltó una alegre risa, totalmente despreocupada.
– "De qué te ríes, Luka! ¡No es gracioso! … No si…" – Las palabras murieron en su aliento, Miku ahora miraba al suelo, si bien era una excusa lo que dijo, eso también la tenía preocupada.
– "Tonta. No hay manera en que tengas que preocuparte por eso, sabes bien que tenemos todo bajo control… por eso ocurren las batallas;" –La mujer frente a ella, volteó la mirada hacia el cielo, y Miku podía asegurar que era para evitar su mirada contra los cerúleos de ella. Algo le pasaba. –"En la última nuestro Reino no ha tenido ni una baja, lo que prueba nuestra eficacia cuando luchamos… además, no tendremos que irnos al menos hasta dentro de unos dos meses" – Luka sonrió de corazón a Miku, volviéndola a mirar y demostrándole que si ella, quien estaba en batalla no se preocupaba, menos tendría que hacerlo su querida alteza.
Seguía actuando extraño, por lo tanto, ella comenzó a sentirse un poco atareada mentalmente, pero lo mejor sería seguir el juego y hacer como que nada sucedía.
– "No, Luka; Kaito y tú son muy confiado–"
– "¿Luka y yo confiados?" – Una risotada escapó de la boca del Príncipe Kaito, quién acercándose de a poco, se encontraba detrás de Luka, la última posando cuidadosamente su taza en la mesa, para no alarmar al hombre – "No es que seamos confiados en nosotros mismos, sino que… cómo decírtelo… nuestra confianza se basa en el otro, por eso mismo Luka es mi guardián preferido y yo el de ella."
Al finalizar la oración, Luka se levantó de golpe y tomó de la cabeza al príncipe, pronto aplicándole una llave y proclamando una disculpa de él.
–"¡No es que me moleste desayunar con míPrincesa, pero podrías decírmelo la próxima así no me tengo que vestir en mi uniforme, me ahorrarías tanto!"
Luka seguía asfixiando a su compañero de batallas, mientras Miku los miraba desconcertada.
'¿No estaban teniendo una seria discusión hace unos segundos? ¡¿Dónde diablos está el sentido común en estos dos monstruos?!'
– "¡Kaito!; ¡Luka!" – Tan solo oír sus dos nombres con tanto énfasis, hizo que se destrenzaran. Kaito tomaba bocanadas de aire para acostumbrar a sus pulmones y Luka tenía una presumida expresión.
– "Lo lamento, Miku, pero este hueco se lo merecía." – Apenas jadeando, el muchacho de ojos azul eléctrico prosiguió increíblemente en defensa de la mayor de ellas.
– "Sí, Miku, ¡No problem! ¡Luka y yo hacemos esto casi todo el tiempo!" – La sonrisa de ambos era increíble, ¡Estos dos tenían en serio un problema! Sin embargo… no pudo evitar sentir que los celos se querían hacer presentes, decidió esquivar ese pensamiento rápidamente.
–"No vienes a unirte a nosotras, ¿no, Kaito?" – Examinó Luka, quien simplemente terminó de un sorbo su té mientras seguía parada, mirándolo seriamente.
– "No exactamente, vine porque el Rey quiere hablar con nosotros." – Respondió él, lanzando una mirada que rogaba disculpas a su pequeña hermana.
– "¿Miku y tú?" – Preguntaba ella, no habiéndose perdido de aquél gesto entre los hermanos.
– "No. Tú y yo Luka." – Respondió preocupado él, el aire travieso se había perdido de su rostro.
Miku sabía que tenía que preocuparse. Cada vez que el Rey mandaba a llamar a ambos era porque algo grande y grave al otro Reino le iba a pasar o a ellos, en su defecto. Generalmente en esas reuniones, sus otros amigos, grandes generales de la guerra también, se reunían con ellos.
Gumi, ingeniera en armas y gran comandante, una de las mejores al dirigir las tropas, nadie se atrevía a desafiar sus órdenes cuando ella tomaba el mando.
Rin, segunda al mando de las tropas de Luka, una de las guerreras más despiadadas. Según el grupo, había nacido para la batalla.
Len, el hermano gemelo de Rin, un hombre calmado que se encargaba de la ofensiva cuando comenzaba a tomar destinos no queridos, logrando volver todo a la "normalidad".
Meiko Sakine; un nombre para temer cuando se trataba de luchas, su punto fuerte dicen que es entre los primeros atacantes. Con su armadura roja e impenetrable se encargaba de sostener el orgullo de sus guerreros al frente en la lucha.
Todos juntos en las pocas batallas que habían tenido, volvieron con increíbles victorias aplastantes, parecía que juntos eran invencibles; ellos lo sabían y sus compañeros soldados lo creían fervientemente. Logrando una impresionante batalla, ganaban sin esfuerzo la mayoría del tiempo.
Gumi siempre decía: "Creo que se trata de inspirar esperanzas y ganas de vivir, más que prepararlos para la muerte… eso se supone que lo saben de entrada."
Cuando se separaban en grupos… el humor decaía un poco, preocupándose porque después de todo eran mortales y sin embargo sabían, creían, esperaban, que sus amigos regresaran sanos y salvos. Así fue, desde que ellos tomaron el control de las tropas; los seis guerreros más jóvenes del Reino, el orgullo de su Rey y la esperanza del pueblo.
Entre los soldados los habían apodado Los Caballeros de los Dioses, pues su habilidad en la batalla era insuperable, Meiko y Kaito, de veintidós años ambos; Luka, diecinueve; Gumi, dieciocho; Rin y Len dieciséis; extremadamente jóvenes; pero desde que se comenzaron a juntar desde pequeños, cuando llegó Luka, jugaban a que eran grandes soldados y luchaban sin piedad entre ellos, logrando así la gran habilidad que cargan en sus espaldas ahora.
No es que se quejaran, ellos aceptaban el hecho, y les gustaba.
Miku en sí no tenía tiempo para ello, ella estaba ocupada en su niñez siendo una refinada princesa con su gracia adorable, impidiéndole de esa manera, que ella jugara a ser una soldado también. En la actualidad ella no se arrepentía, sentía en cierta manera que eso no era lo suyo, no obstante, hubiese querido jugar más con sus mejores amigos, Los Caballeros de los Dioses.
– "¿Señorita Miku?" – Un hombre había aparecido detrás de ella, haciendo una pequeña reverencia hacia los nobles en frente de él.
– "¿Qué sucede?"
– "Madeimoselle Rin la ha enviado a llamar." – Sin dejar su postura, el hombre seguía comunicándose.
– "Oh… Claro, ¿Me llevarías con ella?" – Dijo amablemente, mirándolo completamente de frente y sonriendo para que él abandonara esa postura.
Kaito y Luka miraban con celo al alto mayordomo de acento francés, ellos nunca habían dejado sola a Miku, excepto, cuando eran obligados por la Guerra. Y se preguntaban si ahora era tiempo de hacerlo.
Detrás de ellos apareció otro sirviente, esta vez un hombre un poco más robusto y menos alto a comparación del que hablaba con la Princesa.
– "Mis señores; Lady Megurine y Lord Shion; el Rey aún los espera." – Comunicó sin perder el tiempo, el hombre con otra postura de reverencia.
Kaito y Luka miraron con expresiones inquisitivas en sus rostros,
– "¿Quieres que te acompañemos antes, Miku?" – Indagó la mujer, Kaito a su lado asentía, haciendo saber que el preguntaba lo mismo.
– "No será problema, estoy segura que no me perderé en el camino y que el señor aquí me cuidará bien." – Respondió con una sonrisa, girándose e indicando al sirviente que la guiase hasta Rin.
Viendo que la chica ya se iba, Luka y Kaito hicieron lo mismo, pero antes le dijeron al sirviente que ya podía retirarse, emprendiendo solos su camino hasta el Rey.
– "Dime Gumi, no crees que el Rey quiera de nuevo que Kaito y Luka se comprometan ¿No?"
– "¿Los ha mandado a llamar de nuevo?" – Charlaban descuidadamente en la habitación de dicha chica, ella y Rin, la jovencita con el cabello atado con un listón dejando un tierno moño en su cabeza; esperando la llegada de Miku.
– "Sí, y por lo que vi cuando se dirigían allí, no estaban muy contentos." – Interrumpía ahora Len, el joven de cabello largo y rubio atado en una colita de caballo. Recién entraba con una jarra de jugo de banana para que él y sus amigas compartieran; Gumi, lo miró divertida y comentó:
– "Len, podrías haberle pedido a un sirviente que trajera eso… ¿Sabes?".
– "Nah, si hubiésemos estado hablando de ello y el sirviente paraba oreja, no iba a ser algo bueno." – Contestó él mientras posaba la jarra en una pequeña mesa ratona, al lado de la cama de su amiga.
– "Volviendo al tema, si Kaito y Luka no tienen más opción que esa; Miku estaría destrozada."
– "Aunque duela admitirlo, no creo de todas maneras que el Rey acepte que Miku esté enamorada de Luka." – Volvían Rin y Gumi sobre el tema que dejaba noches sin dormir a su tierna amiga.
– "Hemos visto cómo Miku mira a Luka… incluso Kaito lo ha notado y por eso se ha denegado anteriormente, ni hablar que él está con todo su poco cerebro y corazón atrapado por Meiko."
– "¿Qué detiene a Luka que tampoco ha aceptado?" –Volvía Len, ya tomando de un vaso de su preciado jugo.
– "Eso es bastante tonto, Luka sabe que Kaito está enamorado de Meiko y por eso no acepta, es lo más lógico."
– "¿No sería romántico que Luka esté también enamorada de Miku?" – Fantaseaba Rin, llevándose las manos a los ojos mientras se recostaba en una pose dramática de teatro, interrumpiendo a Gumi.
Compartieron unas leves risas, cuando la apertura de la puerta mostraba a Miku ingresando con una expresión dolida y sombría. Los tres ya sabían qué pasaría ahora.
-"Miku, sabes bien que ellos no aceptarán si el rey les propone lo mismo." –Dijo Len – "Por favor no te preocupes."
– "Sí, Miku; Luka y Kaito no se ven de esa manera, sabes que son como hermanos." –Respaldaba Gumi, su propia mirada oscureciéndose por el dolor de su Princesa.
– "Recuerden, siempre existe la opción de escapar del reino," –Exclamó repentinamente Rin – "¡Podemos ir a ese campo deshabitado que es de mi propiedad! ¡Solamente nosotros siete!"
Una encantadora y brillante sonrisa era la de la pequeña, haciendo que el corazón de todos se pusiera cálido, incluso el de la dolida Miku, quien estaba torturando su mente con miles de ideas que se empujaban una a otra en su saturada mente.
– "Lo sé, es que mi padre no se detendrá hasta lograr lo que quiere…"
-"No me casaré con ella padre y es mi decisión final, si eso es a lo que nos has llamado."
-"¡Tranquilo, hijo!" – El viejo Rey de unos sesenta y largos años, se reía alegremente ante la repentina y esquiva oración del hijo. Sin embargo su divertida mirada de ojos grises, se posó en la mujer al lado de Kaito.
– "Mi pequeña Luka, sabes bien que eres como una hija para mi, ¿Cierto?" – Ante esto, la nombrada se sonrojó pero mantuvo su elegante postura de nobleza. Intentando absorber la sobria actitud del ambiente.
– "Me halaga que piense eso, mi Rey".
– "Desde que llegaste a este Reino y salvaste a mi pequeño Kaito de esos vándalos, te he visto como una potencial esposa para mi querido hijo." – Los dos jóvenes tragaron saliva con dificultad, temiendo cualquier insinuación del joven anciano – "Siempre te mantuviste fina, elegante y tienes un arte para la batalla maravilloso. Toda una mujer, una entre millones." – El viejo hombre se mantuvo en silencio por unos segundos, rondando su mirada en ambos jóvenes, quienes seguían sonrojados y con una expresión incómoda. – "Sin embargo… aunque siempre pensé que terminarían ambos enamorados, no fue así." –Miró intensamente a los ojos a Kaito – "Debo decir que la señorita Meiko siempre estuvo en mi lista también. Es una excelente mujer, si es a ella a quien quieres, hijo."
La expresión de sorpresa de Luka y la sangre que se hacía presente en las mejillas de Kaito eran inigualables, el viejo se echó a reír.
– "¿…Padre? ¿Qué quieres decir con eso?" – Ahora el anciano, tenía una expresión oscura y un poco melancólica.
– "Hijos míos. El deseo de mi última esposa era ver al menos uno de sus hijos casados antes de morir y aunque a ti, Luka, no te conoció bien, opino igual que ella. Me gustaría ver a uno de mis hijos casados, —"
– "Y no estás considerando a Miku en esto, sino a nosotros dos porque…" – Interrumpía Kaito, ahora con una expresión de anticipación, entrecerrando los ojos.
– "Mi pequeña Miku…, es muy joven para entregarla a cualquier hombre, es una niña muy inocente y no pretendo que sea ultrajada aún. Pero ustedes dos, han visto y vivido cosas que los hacen ya… muy maduros a pesar de su edad. Y ya que considero a mi niña Luka como una hija, los llamé para saber si podríamos celebrar al menos una boda en este año." – ¿Estaba este hombre considerándolos como chivos expiatorios? – "Y Kaito parece tener un interés ahora, ¿Lo podrás considerar, hijo?".
Dejando unos segundos al muchacho para comprender lo que se le estaba pidiendo, el Rey volvió a dirigir su mirada a Luka, quien estaba también mirándolo pero sin poner atención en ello, perdida en pensamientos.
Luka, en efecto, estaba pensando en que el anciano hablaba entre líneas, diciendo que el matrimonio era algo como… ¿Feo? Eso fue lo que dio a entender cuando dijo "Ultrajar"
…
Hey. No la malinterpreten, pero si así era, no tenía muchas ganas de tener un matrimonio.
– "Luka."
– "Sí, mi rey." – Despertó automáticamente del trance y con el entrecejo tenso, puso toda su atención al hombre frente a ella.
– "¿No hay… algún noble joven de tu interés en este Reino? Eres una hermosa mujer, inteligente, y refinada como ninguna, todos los jóvenes nobles y de altura social están interesados en ti. Muchos de sus padres han venido a hablarme ya que ellos también consideran que deberían hablar conmigo, al menos para pedir tu mano."
El rostro de Luka demostraba shock y los nervios comenzaban a apoderarse de ella, nunca antes se había puesto a pensar en el tema a mano. Su pasión a pesar de todo, siempre fue proteger el Reino en el que fue acogida, al hombre y a sus hijos como su propia familia.
Una familia de su propia carne jamás estuvo en sus planes.
El rey, al ver que sus dos promesas estaban aún pensando, se rió un poco y continuó:
– "Hijos, entiendo que no es algo que se pueda decidir en este mismo instante, considerando que estamos en medio de una Guerra contra un Reino destinado a la perdición con el Rey iluso que tiene, pero una noticia para alegrar mi corazón, sería la de uno de mis hijos casándose. Pueden retirarse a pensar, me gustaría si al menos uno me dijera que sí."
Sin hacerse esperar, ambos hicieron una pequeña reverencia y salieron de la antigua habitación.
Sus rostros totalmente apaleados, se miraron y siguieron su camino, ambos para sus respectivas habitaciones.
– "¡Oigan! Ya que Miku está mejor,¿Por qué no vamos al jardín?, ¡Es un hermoso día como para que estemos aquí atrincherados!" – Exclamaba Rin, mientras tomaba un sorbo de su vaso, sorpresivamente encontrando… – "¿Banana?! ¡Len! Esto es jugo de banana, ¡Diablos!" – Comenzó a escupir el resto del jugo de nuevo en el vaso y molesta arrojó el contenido en la jarra.
– "¡HEY! ¡Rin! ¡Qué estás haciendo, mujer!" – Gumi intentaba interrumpir a Rin de su loco acto, y mientras estas dos peleaban, Miku sonreía con melancolía ante la imagen,
– "Oye Miku, ¿Vamos yendo hacia afuera?" –Preguntó el único muchacho entre ellas – "¡Las encontramos en el jardín, chicas!" – Prosiguió a levantarse con Miku siguiéndole de cerca.
Pero antes de tocar la perilla de la puerta, Rin se interpuso y con una victoriosa sonrisa salió primero que todos. Atrás de ella, Len, Miku y Gumi por último, limpiándose la manga de su vestido que ahora estaba manchado con jugo de banana, murmurando un par de cosas por lo bajo.
El pequeño grupo se dirigía al jardín cuando vieron a sus dos amigos, Kaito y Luka, caminando de cerca; ambos de hombros encogidos y en sus caras se denotaba una mezcla de desesperación, confusión y… ¿Miedo?
Gumi al notar esto, preocupada se dirigió a ambos, Len detrás de ella.
– "Oigan, ¿Qué ocurre?" – Su pregunta tardó en entenderse para los dos fantasmas delante de ella, y como si se hubiesen asustado, volvieron a encogerse y tan sólo murmuraron al unísono:
– "Tenemos que casarnos." – Siguieron su camino y al final del pasillo entraron cada uno a sus habitaciones.
La noticia no parecía querer entrar en los cerebros de todos cuando lo oyeron, quedaron paralizados en el pasillo donde sus dos colegas los dejaron.
– "¿Casarse?" – Repitió Len sin querer entenderlo; Gumi que estaba delante de todos en el grupo, cuidadosamente volteó su cabeza para mirar a quien más shockeada debía estar… Miku. En efecto, la joven mujer tan sólo estaba parada ahí con unos ojos vacíos, mirando el suelo en el que los futuros prometidoshabían pasado segundos antes. Abrió su boca, un gesto desesperado pasándole una milésima de segundo por el rostro, pero luego, la volvió a cerrar sin tener nada que decir.
– "Miku…" – Rin intentó apoyar su mano en el hombro de ésta, pero ella fue más rápida y pegó un pequeño salto asustada, saliéndose del alcance de la pequeña, como si el roce la hubiese quemado.
– "De-d-debo… ¡Irme!" – Susurrando la primera parte y gritando la última, Miku echó a correr, no a su habitación… sino fuera del castillo, camino al pueblo.
Len salió disparado detrás de Miku, gritando mientras a sus dos amigas que se apresuren. Sin perder el tiempo Gumi y Rin, siguieron sin protestar para detenerla.
¡Feliz Cumple, Luka! :D
Enn fin… alguien siente como para tirarme con una review?
