La misma historia que se repite cíclicamente, un bucle del cual no se puede escapar. Una especie de broma por parte de la conciencia colectiva de la humanidad, la misma guerra con los mismos participantes. Donde un joven aspirante a ser un aliado de la justicia conoce al Rey de los Caballeros. Aquel que carga con la soledad y el peso de sus decisiones, sin poder ser comprendido.

Pero el joven es capaz de entenderle, ya que dentro de él existe algo importante para el rey. Un objeto que creyó perdido por mucho tiempo y ahora estaba tan cerca que podría tocarlo. Pero sin embargo no era ese objeto lo que necesitaba, sino lo que experimentó con ese joven aspirante a héroe lo que por fin le dio paz al corazón del Rey.

Quince días dura su encuentro, quince días es suficiente para que abandone su deseo y termine esperando pacientemente para que un milagro les reúna de nuevo. Esa historia continúa repitiéndose, al final el joven decide seguir su sueño, avanzando constantemente con la intención de alcanzar el mismo milagro que aquella joven anhela con paciencia.

¿Pero qué pasa cuando hay un ligero cambio?

A pesar de eso, su encuentro estaba predestinado, la espada se encontraba con su funda. A veces continuaba vigilante como una simple observadora u otras terminaba su reunión abruptamente para estar en bandos contrarios.

Ese era el juego que aquella fuerza decidió que fuera su medio de entretenimiento.

Pocas variaciones mismo resultado, finalmente se tornó aburrido, poco tiempo después ocurrió algo que altero ese orden, un pequeño e insignificante ruido que se volvió un estruendo. ¿Y si en lugar de la misma espada de siempre le damos una nueva?

Una con la fuerza de una bestia desbocada, implacable y poderosa; completamente diferente a la elegante y noble del Rey de los caballeros.

En un mundo similar al joven que soñaba con ser un héroe, donde el mismo sistema que hacía que leyendas tuvieran una segunda oportunidad, luchaban una nueva clase de guerra; dos bandos encontrados, siete del lado rojo y siete del lado negro; algo que era inconcebible en el mundo original, ¿Cuántos deseos colisionando entre sí? En una historia donde no hay héroes o villanos, simple y llanamente luchaban por satisfacer sus ambiciones. Sin importar la naturaleza de las mismas.

Dentro de esa terrible guerra, existía una jovencita, cuyo único deseo era ser aceptada por su padre; quien era la representación de sus sueños y aspiraciones. Perfecto en todo sentido de la palabra e inalcanzable para el resto, su origen era trágico, ella era producto de una traición en contra de su ideal, fue por eso que fue rechazada, antes los ojos del perfecto rey , ella estaba llena de defectos.

Eso golpeo su frágil corazón pero irónicamente no sabía que la persona que representaba su ideal era imperfecta al igual que ella, pero eso no evitó que se enfureciera y tratara de destruir todo lo que su padre construyó con esfuerzo, mientras que el otro buscaba convertir los sueños de su propio padre en los suyos propios, dado que su tiempo se detuvo tras una tragedia de la cual fue una víctima, por eso necesitaba aferrarse a algo aun sabiendo que eran imperfecto en todo sentido de la palabra y se convertirían en un enorme peso para el resto de su vida, avanzado a una espiral hacia su propia destrucción.

"Aves del mismo plumaje vuelan juntas", ambos buscando complacer a sus figuras paternas. Una ironía interesante, en el último momento de su existencia tras el término de su guerra; la fuerza combinada de la humanidad tomó a la jovencita y la mandó a un encuentro singular, ¿qué tanto afectaría al bucle? Eso era lo interesante de la idea, la expectativa de su encuentro y el cambio que ocurriría emocionaron por completo a la conciencia de la humanidad. Solamente le quedaba disfrutar en silencio aquella puesta en escena con un nuevo participante.


Siempre soñaba con lo mismo, la mortandad, la desesperación y finalmente la ruina que forjaron su acero. Aquellos que no pudieron ser salvados, suplicando por una esperanza que nunca sería alcanzada; caminando ignorándolos que a cada paso terminaba dejando retrasos de su propio ser, hasta que al final solamente quedara una máquina con el simple deseo de sobrevivir. Era pequeño, de eso no cabía duda, muy apenas tenía fuerzas para mantenerse en pie; ¿Cómo ayudar a alguien más cuando muy apenas podía con su propia vida? Por eso decidió ignorarlos, continuando caminando en ese infierno con la suerte de encontrar salida del mismo.

¿Qué le depararía al final? ¿El paraíso o se daría cuenta que no habría salida? No lo supo, su cuerpo cayó al suelo producto de que agotó todas sus fuerzas.

Viendo el cielo que estaba sobre él, inmenso y con calmado; contrario a lo que lo rodeaba, fue cuando sus ojos se percataron de la presencia de alguien más, sus miradas se encontraron por escasos segundos, pero lo que pudo apreciar con eso fue la alegría de aquella persona, de alguna forma él era la causa de eso. Fue cuando su vació corazón se llenó de algo que le volvió a dar sentido a su vida. Desgraciadamente también sería la causa de todas sus penurias.

"…Sempai… despierte por favor… Sempai…"

Shirou Emiya abrió los ojos con lentitud, el sol de la mañana iluminaba discretamente aquel viejo almacén en el cuál solía pasar mucho tiempo reparando viejos articulo domésticos, parpadeo un par de veces ajustando su visión para después apreciar a la persona que se atrevió a despertarle de su sueño.

- Ah, Eres tú Sakura – el joven pelirrojo comentó un poco adormilado - ¿Me he quedado dormido? -

- No, sempai – respondió Sakura de manera jovial – Todavía es temprano, me apresuré a despertarte para que Fujimura-sensei no te regañe – tras decir eso la jovencita comenzó a retirarse del lugar – Sempai iré a preparar el desayuno. -

- De acuerdo – Shirou se levantaba del suelo – Me asearé para no recibir ningún regaño de Fuji-nee -

Era la misma rutina en la mañana, aquella jovencita de cabello violeta era Sakura Matou, una kohai de Shirou que todas las mañanas iba a desayunar a su casa, desde hace dos años que lo hacía; gesto que el pelirrojo agradeció porque hizo más amena su vida. No era que fuese mala en algún sentido, pero la única persona que iba a visitarle era su tutora y auto nombrada hermana mayor, Fujimura Taiga. La mujer en sus plenos veinte se comportaba más como una jovencita que el adulto responsable que debía de ser. Causaba más problemas que resolverlos y la ayuda de Sakura en algunas pequeñas tareas, facilitaban mucho la vida del dueño de la casa.

Se dirigió al dojo de su hogar para realizar varios ejercicios antes de darse un rápido baño, algo que su padre adoptivo inculcó cuando vivían juntos, pero hace cinco años falleció. Pero de todas formas continuaba diligentemente lo que le enseñaron. Una vez ejercitado y aseado; apareció por la puerta del comedor debidamente vestido con el uniforme de la preparatoria Homurahara. Frente a él se encontraba ya una mesa servida con un sencillo desayuno tradicional, dio un suspiro al ver el esmero que Sakura empleó en la preparación, desde que se conocieron hace dos años, se declaró una especie de competencia entre ellos. ¿Quién era el mejor cocinero de la casa? Irónicamente era él quien le enseñó todo lo que la peli morada sabía y lentamente "el alumno terminaba por superar a maestro".

- Nuevamente te esmeraste hoy – Shirou tomó entre sus manos un pequeño tazón con arroz – Te concederé la victoria esta vez -

- ¡Hmp! – una sonrisa de triunfo adorno el bello rostro de Sakura - Con esto quedamos 49 a 49… sempai espero el desayuno de mañana para que me sorprendas -

- Dalo por hecho, mi aventajada alumna – el joven asintió tranquilamente – ¿Fuji-nee haz estado muy callada últimamente? Sabes que es de mala educación leer mientras comes. -

Detrás de un periódico se encontraba la tutora de Shirou, comiendo tranquilamente para después mirar discretamente al pelirrojo.

- Si, lo sé… solo que continúan esas extrañas fugas de gas – repuso la mujer con un suspiro de preocupación – Tengan cuidado, Sakura-chan, Shirou-kun -

- No tiene de que preocuparse, Fujimura-sensei – la jovencita mostraba seguridad – Siempre reviso dos veces la llave del gas -

Shirou miro divertido la respuesta que dio su kouhai mientras inflaba el pecho con orgullo, aquello casi lo hace atragantarse debido a que a momentos Sakura no era muy consciente de su bien desarrollada figura y que su querido sempai era un chico en plena lucha hormonal. Claro también ella estaba segura de que la miraba más como su hermanita menor que en un potencial interés amoroso.

Iban de camino a la escuela, platicando de cosas sin sentido para aquellos fuera de su círculo exclusivo de amistad, sobre combinaciones de ingredientes o estilos de preparación; casi todas sus pláticas iban orientadas a la cocina. Como si de chef profesionales se tratasen, sin darse cuenta se encontraron frente a la entrada principal del Instituto Homurahara.

- Sempai, ¿está seguro que no quiere darse una vuelta en el club? – Sakura hablaba en un tono de súplica – Mitsuzuri-taichou estaría feliz de verlo -

- Realmente no sé… sabes cómo se pone Shinji – la respuesta del pelirrojo fue decepcionante – Y no quiero problemas con él -

- Puede hacerlo cuando Nii-san no esté – la pelimorada rápidamente intento convencer al su sempai – Me asegurare de que no se entere -

- No quiero que tengas problemas con tu hermano- respondió suspirando Shirou – Lo pensaré… ¿De acuerdo? -

Sakura estuvo unos momentos cabizbaja por la rotunda negativa de su sempai a su petición, pero recuperó un poco su buen humor al notar que todavía había disposición de parte del pelirrojo en darse un vuelta, se despidió cortésmente y se dispuso a ir a las actividades de su club. El joven Emiya miro nostálgico como la figura de su kouhai se perdía en los pasillos, desde hace unos meses había empezado con la idea de que regresará al club de arquería debido a que de todos los que allí estuvieron, él era el mejor. Para Shirou no había nada que le motivase para continuar practicando diligentemente el arte del Kyuudou, ya que lo que necesitaba de él había sido aprendido.

Había un secreto que no revelaba a nadie, el era un mago. Todavía recordaba el día en que su padre adoptivo apareció, con aspecto desaliñado y un rostro de no haber dormido en días, vistiendo un traje de ejecutivo un tanto arrugado bajo una sucia gabardina. El doctor que estuvo atendiéndole en su convalecencia fue muy claro, aquel hombre deseaba adoptarlo como su hijo, pero tenía la opción de negarse y vivir en un orfanato para esperar a una mejor familia.

La respuesta fue clara, ¿Cómo negarse a ser familiar de la persona que le salvó la vida?

Eso nuevamente trajo felicidad a aquel hombre, quien rápidamente preparó sus cosas y marcharse a su nuevo hogar.

- Hay una cosa que debo decirte – su futuro padre habló con tranquilidad - Soy un mago… -

Por un instante creyó que era ilusionista y trabajaba en algún espectáculo; pero la realidad fue otra, la magia existía, pero no de la manera que creía. Si no que desafiaba todo lo que en la escuela se esmeraron en enseñarle como reglas absolutas, con el tiempo acepto que su padre Emiya Kiritsugu era un mago para después que le enseñara lo que sabía. El tren de sus recuerdos termino justo cuando estaba frente a las puertas del consejo estudiantil, dentro le esperaba uno de sus mejores amigos, ya que como todos los días le ayudaría con los problemas de mantenimiento de la escuela.

No por nada le apodaban "El falso conserje", puesto que varias cosas en las que metía la mano mantenían en funcionamiento a aquel instituto. Tocó varias veces hasta que un discreto "pase" le indicó que podía acceder a la sala. Dentro esta Ryuudou Issei actual presidente del consejo estudiantil, revisando papeles con ojo analítico, levantó su mirada para ver quién era la persona que estaba entrando.

- Eres tú Emiya – el pelinegro hablaba con cortesía – Tan temprano como siempre, no perdamos tiempo y hay un par de cosas que necesito que revises -

- Muy buenos días para ti también Issei – Shirou saludo con un poco de pena – Esta bien dime que es lo pendiente del día de hoy. -

- Perdona mi torpeza – el joven presidente del consejo se disculpó por su error - Ando muy atareado con el problema del presupuesto de este mes y la verdad con tu ayuda saldremos bien librados -

- Me alegra escucharlo – con una sonrisa el "falso conserje" se puso manos a la obra- Bueno empecemos -


Suspiró al ver aquel viejo calentador, Issei le había pedido si era capaz de revivir aquel trasto que ya había visto épocas mejores; pensaba que era mejor comprar uno nuevo que continuar reparándolo, pidió de favor que le dejará solo con el paciente que se debatía entre el basurero o continuar un poco más brindando sus servicios, posó una de sus manos sobre el material para hacer lo mejor que sabía.

Magia o al menos eso le dijo Kiritsugu cuando le enseñó a regañadientes, ya que el hombre no estaba muy seguro de meterlo en un camino auto destructivo.

"Ser un mago es caminar junto a la muerte"

Probablemente no quería eso para él, pero al final de tanta insistencia de su hijo, termino por aceptar. Solamente aprendió de Kiritsugu la magia de Refuerzo y a través de algunas notas dejadas por su difunto padre, proyección y análisis estructural. Gracias a eso no podía llamarse propiamente un mago, al menos un simple "conjurador de hechizos", pero a pesar de sus muy pocos logros estaba orgulloso de ellos.

Recito con seriedad aquella palabra que servía para una auto sugestión, activando sus circuitos mágicos para empezar a con su trabajo.

- "Trace On" – el joven pelirrojo respiro profundamente para empezar a imbuir de prana al viejo calentador.

Pronto en su mente apareció los planos de diseño de aquel objeto, información necesaria para realizar la reparación. Estaba tan concentrado en que ni siquiera escuchó la discusión que se llevaba a cabo. Terminó y revisó la calidad de su trabajo, sonrió con un poco de orgullo al saber que aquel viejo trasto todavía soportaría varios inviernos más antes de caer como buen guerrero agotado ante las batallas libradas, se levantó para avisarle al presidente del consejo estudiantil que ya podrían seguir con el siguiente paciente.

"Vaya… presidente del consejo, si que es muy madrugador"

"Me quitaste las palabras de la boca, Tohsaka"

- "¿Tohsaka?"- Aquello llamo la atención de Shirou, con algo de cuidado salió por la puerta - ¡Issei ya terminé con esto! -

- ¡Ara! Emiya-kun no sabía que estabas ayudando al presidente – las palabras de la jovencita tenían cierto tinte de broma.

Los ojos ambarinos del Shirou se encontraron por unos instantes con los azul-verdoso de la persona que estaba frente a él, un hermoso cabello negro bastante lustroso por el cuidado que le ponía su dueño, con un par de coletas atadas con finos moños. Una figura muy estilizada que resaltaba aun con el uniforme del instituto Homurahara, para remarcar su individualidad traía sobre sus ropas un abrigo rojo brillante resaltando su belleza. Ella era Rin Tohsaka, la ídolo de la escuela.

- Buenos días, Tohsaka – Shirou saludo con cortesía - Veo que te has levantado muy temprano -

- Tuve un problema con el reloj despertador – sonrío Rin con algo más que amabilidad - ¿Tal vez de lo lleve para que lo revises? -

- No soy un experto en esas cosas – el joven negó levemente con la cabeza – Mejor sería que lo llevaras con un relojero -

- Seguiré tu consejo, Emiya-kun – con paso elegante la pelinegra se retiró dejándolo atrás - Que tengas un buen día -

Una escueta sonrisa adornaba el rostro de la ídolo de la escuela, mientras que el "falso conserje" le miraba con atención, Issei gruño molesto pero recupero la calma con rapidez para llamar al pelirrojo.

- Continuemos – habló el presidente del consejo estudiantil – Solo tenemos media hora antes de que empiecen las clases. -

Con un discreto asentimiento Shirou siguió de cerca a su amigo, ignorando la discreta mirada de que Rin le había dedicado. Solamente escuchaba como se alejaba de ellos con tranquilidad. Las clases empezaron tranquilamente, el joven estaba en su lugar asignado tomando nota de forma diligente, fue en uno de los descansos entre clase y clase que alguien llamó su atención.

- ¡Oye! Emiya… ¿Sigues jugando al perro faldero del consejo estudiantil? – una voz cargada de arrogancia hizo que el chico volcara su atención

Mirándolo con arrogancia y una sonrisa con el mismo tinte se encontraba Shinji Matou, hermano mayor de la amable Sakura, por eso compartían rasgos similares en su apariencia dado que el color de su pelo era azul al igual que sus ojos, el corte de cabello y la forma del mismo le recordaba a las algas marinas; pero nunca lo externaría sin hacer enfadar al orgulloso muchacho.

- Bueno, no soy su perro – Shirou contestó de manera honesta – y tampoco estoy jugando, cuando alguien me pide ayuda se la brindo con gusto -

- Nunca cambias… ¿Verdad? – los ojos de Shinji miraron desafiante al pelirrojo – Solamente mantente alejado del Club de Kyuudou y que no necesitamos a traidores. -

La mayoría de los alumnos miraron de mala gana al joven peliazul, dado que muchos de ellos tenían en alta estima al "falso conserje" por sus acciones dentro de la escuela, lo único que recibió de parte del propio ofendido fue un suspiro, para nuevamente centrarse en lo brillante y azul que era el cielo.

¿Cómo era que él y su hermana fuesen tan distintos?

Esa era la misma pregunta que se hacían todos los alumnos que conocían a los hermanos Matou, tras eso las clases continuaron sin mucho cambio, el cielo estaba oscuro cuando Shirou emprendió el viaje de regreso a su casa, nada y nadie estaba por las calles de la zona residencial de Fuyuki a esas horas. Se había quedado de nuevo ayudando que sin darse cuenta ya era muy tarde. El frío invernal todavía era soportable en el mes de febrero, pero aun de noche, la respiración del joven aspirante a héroe de la justicia soltaba pequeñas nubes de vapor de su propio aliento. Ensimismado en sus pensamientos no se percató de que alguien le miraba con interés, tuvo que hablarle directamente para que diera con su presencia.

"…Si no lo invocas pronto, morirás… Onii-chan…"

Fue una risilla melodiosa como el canto de un ruiseñor, a eso le parecía al chico al ver como una pequeña niña estaba caminando en esa calle vacía, Shirou no se imaginaba como alguien como ella estaba allí tranquilamente lo más destacable era su largo y bello cabello plateado, acompañado de sus intensos ojos rojos. Debidamente abrigada y sus rasgos eran distintivos de un extranjero. ¿Tal vez era europea? Se preguntó el pelirrojo al admirar la pequeña niña mientras le pasaba de largo. Nuevamente volvió a escuchar su voz.

"… Apresúrate, ya que quiero jugar contigo…"

Aquel críptico mensaje era un tanto extraño, el joven Emiya se limitó a ver como aquella pequeña niña desaparecía entre la oscuridad de la noche; pero lo que más le preocupó fue el extraño sentimiento de temor que le envolvió en presencia de ella. Uno que le resguardaba celosamente como evitando que cualquier cosa le hiciera daño.

Esa sensación y esa imagen permanecieron en su mente un rato hasta que estuvo frente a la entrada a su propio hogar, se adentro en el mismo para encontrarse con la jovial sonrisa de su tutora y la amable de su kohai, la cena fue tan amena como siempre, ayudando a que lo extraño de su encuentro quedase en el pasado. Ya estaba muy entrada la noche, sus visitantes habían partido a sus respectivas casas dejándolo solo en la enorme residencia, Shirou caminó con tranquilidad caminaba en la soledad de su casa, salió al patio para llegar al viejo almacén.

Aquel lugar no sólo era donde trabajaba reparando cosas, también era su taller mágico, lugar donde todo mago realizaba sus investigaciones de toda una vida para alcanzar el máximo anhelo de todo miembro de ese estilo de vida. La raíz del conocimiento, la espiral del origen o comúnmente llamado Akasha. Shirou no se consideraba un mago puesto que no tenía ninguna investigación que se pudiera considerar como tal, pero eso no evitaba que considerara ese almacén en el patio de su casa como su taller mágico.

Entró con mucha calma, vio que todo continuaba como en la mañana, herramientas tiradas por doquier, trastos y aparatos domésticos apilados esperando ser reparados. Sus ojos ambarinos se posaron en un viejo tubo, se sentó frente a él para empezar su entrenamiento como mago.

"Trace On"

Susurró suavemente mientras se concentraba en el objeto, en su mente imaginó un circuito que iba desde su cuerpo hasta al tubo; pudo sentir un poco de dolor; indicando que alguno de sus nervios se estaba siendo utilizado de manera poco natural, tenía que hacerlo de así, porque la triste realidad de que, a pesar de ser un mago, poseía talento nulo para la magia. Tal vez por eso Kiritsugu le enseño solo lo básico, nunca lo sabría, pero continuaría intentando las pocas lecciones hasta que lograra un significativo progreso.

Refuerzo, una magia que mejoraba las propiedades de cualquier objeto a un grado considerable, incluso algo tan frágil como el papel podría ganar una dureza similar al acero, siempre y cuando fuese bien aplicado. De lo contrario los defectos del mismo terminarían destruyendo con el simple hecho de tocarlo.

Sentía como su prana inundaba el material de aquel tubo, llenando los huecos que representaban las imperfecciones que poseía en su manufactura; pero algo salió mal, una fluctuación de su poder mágico hizo que el tubo repentinamente se rompiera fácilmente. Con una respiración agitada admiro el estado final de su experimento.

- Otro fracaso… - susurró un poco decepcionado mientras se dejaba recostaba en el piso - ¿Realmente no tengo talento? -

Con ese pensamiento en su cabeza cerró sus ojos, sin darse cuenta termino por quedarse dormido dentro del almacén que también servía como su taller personal.

Un escenario que nunca antes había visto en su vida, un enorme salón donde lo más destacable era la mesa redonda en su centro; pudo ver que dos personas discutían algo cerca de la salida del mismo, no podía distinguir sus rostros, la luz del sol que se colaba dentro del lugar y las sombras ocultaban por completo su identidad.

¿Qué era tan importante para que esas dos personas estuvieran allí?

El sonido se escuchaba como una grabación muy vieja, a sus oídos llegaba solo estática impidiendo incluso que distinguiera las voces de las dos personas que estaba muy cerca de él.

"Sólo… porque… de… mujer… reconoces… hijo..."

Claramente era un reclamo, puesto que la persona que pronuncio aquel críptico mensaje no se mostró feliz por la respuesta que recibió, el joven aspirante a héroe lo supo al momento en que vio como se quedaba solo frente a la persona quien parecía molesta. La otra se había marchado sin siquiera mirar las reacciones que habían provocado sus palabras, un sonido a un cristal rompiéndose llegó a sus oídos. Se dio la vuelta para ver de donde provino, no tuvo que buscar mucho, su acompañante era el causante de aquel fenómeno. Sintió un punzada en el corazón, las lágrimas fluían a través de la mejilla de la persona frente a Shirou, cargadas de soledad y tristeza; pero también de decepción absoluta. Era ver a alguien perdido que necesitaba consuelo y ayuda; su instinto torcido de querer ayudar a todos le hizo actuar. Tan solo al dar el primer paso un vendaval le hizo retroceder evitando que cumpliera con su capricho.

Justo en ese momento despertó abruptamente para notar que ya estaba por amanecer en el horizonte, se incorporó en el suelo del almacén, no podía recordar muy bien aquel sueño, tan solo quedaba el fantasma de la tristeza que percibió del mismo, pudo sentir algo cálido sobre su propio rostro.

Eran sus propias lágrimas que salían de sus ojos, la sensación de querer salvar a esa persona aún estaba presente; pero al ser solo un sueño no había mucho por hacer. Decidió que a pesar del malestar que sentía, debía comenzar su día lo más normal que pudiera, así que se apresuró con su rutina y hacer un almuerzo deslumbrante para terminar con aquel empate en el que quedó con Sakura.


Un incidente preocupó por completo al joven pelirrojo, primero el ánimo habitual de su kouhai fue menor que anteriores días, ya que de tanto en tanto se mostraba cabizbaja y suspirando. Como buen amigo se acercó para averiguar qué era lo que ocurría, pero la respuesta que recibió no era la que esperaba.

"No te preocupes sempai, no me pasa nada…"

No era alguien que se considerara distraído en cuestiones de las emociones de las demás personas, era por eso que quizo indagar en los problemas de Sakura, pero la pelimorada evitaba por completo el tema, Taiga no se apareció esa mañana para recibir su habitual ofrenda en forma de un desayuno; avisando que tenía que revisar los exámenes del día anterior en la escuela, por eso terminaron ellos dos desayunando solos. Una vez que terminaron y se prepararon para salir a la escuela, la jovencita se alarmó al notar un extraño moretón en la mano izquierda de Shirou.

"¡Sempai! Tu mano… ¿No te duele?"

Levantó su mano para admirar mejor lo que asusto a Sakura, a pesar de la coloración que estaba adquiriendo la piel esta no mostraba dolor. Vio fijamente a los ojos de la jovencita para sonreír con tranquilidad.

"No te preocupes, me encuentro bien"

Aquello parecía una ironía, pero Sakura dejo de insistir en cuanto al asunto del moretón, ahora se encontraba sentado en su salón mirando la piel del dorso de su mano, tocó varias veces con la yema de sus dedos verificando que no le causaba molestia. Repentinamente una mano golpeo su pupitre sacándolo de sus pensamientos.

- ¡Hey, Emiya! – el mencionado alzó su mirada a la persona que le habló- ¿Estas ocupado después de clases? -

Los ojos ambarinos del aspirante a héroe miraron los arrogantes azules del hermano mayor de Sakura, detrás de él estaban dos jovencitas del mismo curso que su kouhai, les miró discretamente para notar el nerviosismo que tenían por la forma de actuar de su "amigo".

- No – respondió con honestidad - ¿Por qué lo preguntas? -

- Necesito un favor… como no te niegas a nada – Shinji sonrió de manera altanera - ¿Podrías limpiar el dojo del club por mí y mis amigas? -

Shirou miro nuevamente al par de jovencitas mientras sopesó la petición del arrogante chico. Era una regla dentro de la mayoría de los clubs deportivos de la escuela, que los alumnos de primero debían limpiar los equipos y el dojo después de los entrenamientos, al ver como las chicas se mostraron apenadas, suspiró fuertemente para responder.

- No hay problema – el "falso conserje" sonrió amablemente – Puedes contar con mi ayuda. -

Las dos jovencitas sonrieron aliviadas y una de ellas mostraba un ligero sonrojo en sus mejillas, cosa que Shinji ignoró por completo, río un poco para darse la vuelta e irse con el par de acompañantes mientras estas se inclinaron agradeciendo el favor que les haría Shirou. Detrás de el estaba Issei quien resopló molesto.

- No entiendo como accediste a hacer su trabajo – el presidente del consejo se acomodó sus anteojos – Si Shinji fue quien te expulsó del club -

- No lo hice por él en realidad - el joven mago repuso con calma – Recuerdo lo pesado que era limpiar el dojo después de clases, ayudar a esas kouhai es bueno… y me sirve un poco de ejercicio extra -

- Esa amabilidad tuya te va a causar problemas en el futuro - Issei negó con la cabeza – Pero es parte de tu personalidad. -

Con una suave risa por parte del Ryuudou Issei, se retiró a su asiento y continuar con lo que hacía antes de ir a conversar con su amigo. Las clases continuaron hasta el término del día, recordando la promesa que había hecho se dirigió hasta el dojo del club de Kyuudo. Justo a la entrada estaba una de las acompañantes de Shinji, la misma que se sonrojo un poco en presencia de Shirou.

- Muchas gracias por el favor – la chica rápidamente se acercó al pelirrojo para entregarle una pequeña bolsa de tela – No sé si será suficiente, pero espero que le gusten -

El joven tomó la bolsa con cuidado, solamente para ver como la chica se iba de aquel lugar, abrio el paquete para ver contenido del mismo, eran galletas hechas a mano. Tal vez tuvieron clase de cocina y quizo regalárselas a modo de agradecimiento. Una vez que se quedó solo miro al edificio, no pudo sentir algo de nostalgia con el inmueble; pero decidió dejarlo atrás e ir a su interior para terminar con lo que tenía que hacer.

Shirou iba de un lado a otro sosteniendo un trapo húmedo contra el piso de madera del dojo de Kyuudou, sus pasos resonaban fuertemente mientras continuaba con su labor. Podría ser algo agotador aquella tarea, pero una vez que pone su mente y voluntad por hacer algo de bien; terminaría sin importar el tiempo que le tomase hacerlo. Vio como la noche había caído una vez que terminó de limpiar el inmenso lugar, se preparó para irse a su casa, era muy probable que recibiera un regaño de parte de su tutora por haber aceptado hacer un favor y por culpa de ello llegará tan tarde; un pequeño precio por una buena obra. Tomo sus cosas, entre ellas la pequeña bolsa de tela, saco una de las galletas y le dio un mordisco.

Abrió sus ojos sorprendido, realmente era deliciosa aquella golosina casera; con ese esmero que usaron en prepararla hizo que el trabajo que realizó tuviera una buena recompensa.

Tan sólo dio un paso hacia afuera que un sonido particular, llegó hasta sus oídos, pero no sólo eso llamó su atención; el aire del ambiente había cambiado por completo, volviéndose más pesado, pero también más opresivo; su instinto gritaba que se fuera de allí, pero otra parte de su mente le decía que investigará que era lo que pasaba en aquel lugar. Sus pasos fueron un tanto vacilantes por la expectativa de que era lo que se encontraría al acercarse al origen de aquellos extraños sonidos, entre más se acercaba más fácilmente podía reconocerlos.

"Eran metales chocando entre sí"

Tragó saliva, sentía que su corazón palpitaba tan rápido que creería que se detendría por el sobre esfuerzo. Fue cuando sus ojos se encontraron con algo que no estaba preparado para presenciar.

Dos contendientes luchando entre sí, rápidamente podía decir que no eran humanos, aunque su apariencia indicará lo contrario. Sus armas chocaban con fuerza brutal, con la firme intención de lastimarse mutuamente, uno vestía de azul moviendo con una maestría una lanza tan roja como la sangre misma, el otro vestía de rojo, en sus manos estaban dos espadas cortas, una blanca y otra negra. Dos opuestos como el día y la noche. Cada que se movían era difícil seguirles con la vista, solamente pudo darse cuenta de su ubicación por el sonido de sus armas chocando, comenzó a sentir malestar en su estómago. Dio un paso hacia atrás con la firme intención de alejarse lo más rápido que sus piernas dieran.

Sin embargo, la suerte no estaba de su lado, una simple rama sería la causante de una terrible desgracia, fue cuando el par se detuvo en sus embates, miraron para todos lados y desaparecieron de la vista de Shirou. Con eso supo que debía de huir a toda velocidad, corriendo entre los pasillos que por primera vez le resultaron eternos a pesar de transitar por ellos todos los días; fue cuando doblando una esquina se encontró con él.

Un traje entallado azul con partes de metal a forma de armadura, una sonrisa desenfadada y unos ojos rojos que parecían más de un animal salvaje. Extrañamente aquel hombre le saludo como si fuesen buenos amigos.

- ¡Hola! – alzó una de sus manos en señal de saludo - ¡Debo de felicitarte por ser tan rápido! Me tomó algo de tiempo alcanzarte – a pesar del tono irónico de las palabras de la aquella persona, no se sentía como un insulto – Es una lástima que presenciaras esto… por favor no me odies por lo que voy a hacer. -

¿Una disculpa? Esa pregunta llegó a la mente del joven aspirante a héroe, solo que no pudo concretar una respuesta acorde, pues un dolor le hizo olvidarse de ello. Sus piernas flaquearon, de alguna forma sus fuerzas dejaron su cuerpo de manera instantánea. Llevó sus manos donde sentía el escozor en su pecho, lo palpó con la yema de sus dedos para notar que estos estaban rojos y húmedos. Era sangre, aquella que escapaba de la herida sobre su corazón, con esa última visión se vio envuelto en oscuridad.

"… Esto es mi culpa, fui descuidada"

Una voz se escuchaba en la profundidad de la oscuridad en la que Shirou se sumergía lentamente, intentó responder, pero su voz no salía de su garganta.

"Lo único que puedo hacer es acompañarte en tus últimos momentos…"

Podía percibir el pesar en sus palabras, eso molestaba más que el dolor que sentía; ese tipo de sentimiento eran los que más detestaba, por eso deseaba férreamente ayudar a las demás personas que estaban a su alcance.

"¡¿Por qué de todas las personas tenías que ser tú?!... ¿Qué le diré a ella mañana cuando que la vea? ..."

Aquel pesar se volvió desesperación, Shirou no podía hacer nada por apaciguar a la persona que estaba a su lado, lentamente era engullido por la sensación de muerte que se apoderaba de su ser, cerró sus ojos para aceptar aquel destino que le esperaba pacientemente.

"He hecho lo mejor que pude… ahora todo dependerá de ti"

Despertó abruptamente, su mente estaba hecha un caos completo, incapaz de poder recordar que estuvo haciendo; lo único que pudo coordinar fue el deseo de regresar a su casa. El camino fue una verdadera odisea, ya que por momentos su corazón dolía con el simple hecho de caminar, varias veces se tuvo que detener para recuperar su aliento y otra tantas porque se tropezaba con sus propios pies, vio por fin que estaba en su hogar, entró como pudo encontrándose que estaba vacía. Era lógico, ya era muy entrada la noche, tanto su tutora como su querida kouhai, ya estaban en sus respectivos hogares.

Vio un discreto plato en la mesa, pudo percibir el esmero que Sakura hizo en prepararlo, se sentó en el suelo para calmarse un poco.

- ¿Qué fue lo que pasó? – Shirou comentó en voz baja – No recuerdo … pero mi pecho… -

Bajó la vista para notar como su playera estaba manchada con sangre, fue cuando por fin sus recuerdos golpearon fuertemente, tanto que sentía que su cabeza estallaría en pedazos, con rapidez se levantó buscando algo que pudiera servir como arma, fue cuando lo vio enrollado en una de las esquinas del comedor. Era uno de los posters promocionales que le dieron a Taiga el día anterior, ella muy orgullosa se los regaló pensando que serían un buen adorno para el insípido cuarto que Shirou usaba como su dormitorio, el propio pelirrojo se negó rotundamente porque sabía que ella no los quería.

- Aunque sigo pensando que son basura – el joven mago suspiro derrotado – Bueno, peor es nada… Trace On. -

Activó su circuito mágico, imbuyendo de prana aquel poster que tenía sostenido como una improvisada espada, pronto el material del que estaba hecho cambio por completo, lo notó casi enseguida. A simple vista podía notarse que ya no era papel sino algo más resistente. Sonrió complacido al saber que por fin había logrado un progreso notable, el único problema era que lo hizo bajo las peores condiciones

- ¿Así que eras un mago? – una voz jovial se escuchó a espaldas del pelirrojo – Eso explica como sigues con vida -

Estaba parado casualmente mientras degustaba un poco de la cena que Sakura le preparó solamente a él, pudo notar lo complacido que estaba mientras tragaba el bocado que tomó sin permiso, sonrió de manera amenazadora.

- Bueno muchacho, es la primera vez que tengo que matar a la misma persona en un día – el hombre comentó de manera desganada – Debes de estar orgulloso. -

El hombre movió su lanza con la maestría que le caracterizaba, Shirou por su parte usó el póster para detener el golpe, un fuerte choque se dio entre los dos objetos, leves chispas iluminaron la oscuridad de comedor, el hombre con la lanza le miro levemente sorprendido acrecentando su sonrisa depredadora.

- ¡Muy bien! – exclamo el atacante de Shirou - ¡Defiéndete! ¡No hagas esto muy aburrido!

Volvió a agitar su lanza, haciéndola chocar nuevamente con la improvisada espada del pelirrojo, un segundo golpe fue detenido pero la fuerza de movimiento hizo que el chico trastabillara perdiendo el equilibrio, caer de bruces no estaba parte del plan, eso lo dejaba en gran desventaja contra la persona que deseaba nuevamente asesinarlo. Reunió fuerzas para levantarse y continuar defendiéndose, los ojos carmesí del asesino le miraron fijamente brillando tenuemente dentro de la oscuridad de la habitación, la lanza se movió gracilmente, Shirou intento contrarrestar el golpe pero su arma cedió ahora sí por la fuerza del mismo.

Sin darse tiempo aquel hombre pateó con fuerza al joven aspirante a héroe, sacando el aire de sus pulmones y mandándolo a volar al patio, el vuelo fue aparatoso así como su caída, por suerte la distancia fue la necesaria como para estar a unos pasos del almacén, los ojos ambarinos de Shirou miraron esperanzados aquel lugar, dentro habría suficientes materiales que servirían mejor como arma. Como pudo e ignorando el dolor del anterior golpe, corrió en dirección a las puertas del edificio, justo cuando creyó haber alcanzado aquel lugar que representaba una esperanza, recibió un fuerte golpe que terminó por lanzarlo dentro del almacén.

- Fue muy valiente de tu parte – la voz del asesino se escuchó a la entrada al almacén- Eres muy diferente a la mayoría de los magos, incluido mi master – sus ojos estaban clavados en Shirou – Esperaba con ansias que fueses el séptimo. -

Dio un pasó mientras su expresión se tornaba seria, abandonando la la diversión que le causó enfrentar a aquel joven pelirrojo. Preparó su lanza tomándola con ambas manos, la temperatura descendió drásticamente, el instinto asesino inundaba al ambiente. Shirou intentó encarar a su atacante a pesar de lo maltratado de su cuerpo, sus ojos no mostraban que estuviera derrotado. Ambos ignoraron que algo dentro del lugar se activaba algo muy antiguo, una magia que el propio dueño del lugar desconocía de su existencia, necesario para la supervivencia de Shirou.

- Y-Yo t-todavía puedo luchar – el joven se tomaba el abdomen tratando de mitigar un poco el dolo - ¡NO PUEDO MORIR AÚN! -

Dentro de su cuerpo, una reliquia del pasado se activaba respondiendo al deseo de vivir del joven. Buscando la conexión con su dueño, como debía ser en todas las ocasiones en que ocurría aquel fenómeno donde el aspirante a héroe se encontraba con el rey de los caballeros.

Pero esta vez sería diferente, una luz iluminó por completo al almacén; ambos ocupantes protegieron su vista ante aquel espectáculo, en medio de un brillante círculo emergió una figura humanoide, vistiendo una armadura metálica que cubría gran parte de su cuerpo, de color plateado con rojo. Sobre su cabeza estaba un yelmo bastante elaborado, ocultando perfectamente el rostro de su dueño y dándole un aire de agresividad por los cuernos que adornaban la parte superior del mismo. Aquel fenómeno terminó abruptamente, el hombre de la lanza titubeo un poco, la indecisión en sus movimientos fue aprovechados por el nuevo participante en esos eventos.

Con un rápido movimiento acorto la distancia que le separaba de los dos que estaban al frente suyo, en sus manos apareció una espada plateada, adornada con rojo en su guarda y empuñadura, hizo un corte hacia el atacante de Shirou. La brutalidad con la que lo atacó fue suficiente para que aquel hombre de azul tuviera que protegerse con su lanza, pero no esperó que logrará lanzarlo hacia afuera, haciendo que cayera al suelo de manera aparatosa.

Todo eso pasaba frente a un perturbado pelirrojo quien de pronto estaba sentado en el suelo, mirando la figura de su salvador, la persona en armadura le miro unos instantes, mientras que el joven mago lo hizo también, una pequeña punzada en su mano izquierda le hizo reaccionar cuando notó que una extraña marca apareció en ella, parecía ser una especie de espada con dos cuernos a cada lado. El ruido del metal moviéndose hizo que volviera a prestar atención a su salvador.

Un leve asentimiento, fue todo lo que obtuvo de él más bien era lo único necesario que necesitaba saber, se dio la vuelta dándole la espalda abandonando el almacén.

- ¿Qué esta pasando? – comentó en voz baja el aspirante a heróe

Pronto estruendos viniendo del exterior le alertaron sacándolo de sus pensamientos, con algo de dificultad se levantó en su propio pie, los estruendos continuaban incesantemente, saliendo del edificio volvió a mirar la misma escena con la que se encontró en la escuela, ambos contendientes se movían de una manera sobrehumana, la velocidad con la que blandían sus armas, los estruendos que hacían cuando estas chocaban. Pero lo más intrigante eran las palabras que saldrían de la boca del hombre que estuvo a punto de matarlo por segunda vez.

- ¿Dime quien eres? – el hombre de la lanza hablaba mientras se defendía con su arma – ¿Serás Saber o Berserker? -

El caballero en armadura no respondía, solo se limitaba a atacar a su oponente, mientras que el hombre se defendía muy bien a pesar de la enorme fuerza de su enemigo.

- Supongo que vamos por la clase del guerrero loco – comentó con cierto pesimismo – Bueno, Servant Lancer , uno de las tres clases de la caballería, será quien tome tu cabeza, Berserker -

La lanza se movía dejando solo una estela roja por donde pasaba, mientras que la espada de "Berserker" detenía cada uno de sus golpes con la misma fiereza con la que lo atacaba, Lancer estaba molestándose porque alguien que debería estar limitado a ser una simple bestia sedienta de sangre reaccionaba perfectamente bien a sus ataques, dio un salto para ganar terreno, alejándose una distancia en la que no entrarían en el rango de alcance de la espada del caballero en armadura. Los ojos carmesís del caballero en azul, estaban fijos en su presa, quien se detuvo esperando el siguiente movimiento. Bajo un poco su cuerpo y se lanzó con fuerza; colocó su lanza en una posición buscando clavarla en alguna de las piernas del servant enemigo.

Por su parte "Berserker", alzó su espada para que esta golpease el suelo, levantando una cantidad considerable de tierra, entorpeciendo la estocada que preparaba Lancer. Aquello molestó bastante al caballero, cambiando la dirección de su carrera y saltar tan alto que casi parecía que volaba, tomo su lanza con ambas manos e intento clavarla en el yelmo del caballero "enloquecido".

La mortal punta afilada se acercó a una velocidad demencial, pero justo cuando estuvo a punto de alcanzar su objetivo, el caballero en armadura simplemente ladeo su cabeza de manera casual. Apretó el agarre de su espada e intento cortar el cuerpo de Lancer quien ya estaba muy cerca de él. Pudo haber obtenido éxito si este no pateaba la hoja del arma de "Berserker" para separarse de él.

- ¡VAYA! – Lancer silbó aliviado - ¡ESO ESTUVO CERCA! – los ojos rojos del lancero miraron con intensidad a su enemigo - ¡NO SE QUE CLASE DE HÉROE SEAS! ¡PERO UNA VEZ QUE MI LANZA TE ALCANCE SE ACABO TU TIEMPO EN ESTE MUNDO! -

Shirou vio como Lancer cambiaba de posición, preparando su lanza para atacar nuevamente a "Berseker", el aire se enrareció en el patio, la lanza empezaba a brillar de manera extraña e instintivamente el lancero se tornaba demasiado amenazante.

- Es una lástima que cuando libere mi noble phantasm, todo mundo sabrá quién soy – comentó decepcionado el Servant enemigo – Al menos tu cabeza será buen premio

La sonrisa de victoria estaba formándose en el enemigo de "Berserker", tensó todos sus músculos para cumplir aquella ominosa declaración al pie de la letra, se preparó para terminar aquel combate.

¡GAE….

Fue en ese momento que la espada de su enemigo se acercaba tan rápido que el propio Lancer tuvo que cancelar su ataque y desviar aquel imposible proyectil que amenazaba con decapitarle, pero eso no era lo único inesperado que hizo su oponente, este se abalanzo a una velocidad pasmosa y propino un fuerte golpe al rostro del lancero, trastabilló unos pasos para sentir como su cabeza era tomada con las manos enguantadas de "Berserker" para recibir un cabezazo del mismo. Esto lo desorientó por completo, su nariz sangraba bastante, así como las comisuras de su boca.

Dio unos pasos hacia atrás completamente confundido por los dos golpes, agitó su cabeza bruscamente con la esperanza de volver a coordinar bien sus movimientos.

- No c-cabe duda que eres el Servant Berserker – exclamó Lancer mas complacido que molesto – Solamente a un loco se le ocurriría lanzar su propia arma – justo con esas palabras recuperó la compostura y sus intenciones asesinas desaparecieron – Bueno, creo que nuestro juego termina por hoy -

Un deje de decepción adornaba el rostro del lancero quien dio un suspiro derrotado, hizo desaparecer su lanza en el aire para dar un brinco al muro más cercano de que servía como barda de la casa de Shirou, se detuvo unos instantes para pronunciar unas últimas palabras.

- Tu master es alguien mucho más valiente que el mío – comentó Lancer con algo de envidia – Bueno, me retiro "Berserker" … no vengas tras de mí porque esta vez si te asesinaré. -

Dio un gran salto para después desaparecer entre la oscuridad de la noche, Berserker se quedó quieto un par minutos antes de encaminarse hacia donde termino su espada, esta estaba limpiamente clavada en uno de los muros de la barda, con tranquilidad le tomó de la empuñadura y la sacó de allí, movió su cabeza hasta encontrarse con Shirou quien estaba sin moverse en el mismo lugar de donde observó toda la pelea. Con la espada nuevamente en su poder, aquel caballero se acercó hasta el joven mago, se paró a una distancia donde el pelirrojo podía admirar perfectamente la figura de aquel personaje.

En definitiva era mucho más pequeño que el propio pelirrojo, pero su armadura realmente inspiraba bastante temor al menos a primera vista.

Un extraño sonido provino del yelmo de la armadura, este se separaba en diversas piezas que se unían perfectamente a la armadura de su dueño, como si fuesen partes originales del mismo diseño, los ojos ambarinos se abrieron mostrando la sorpresa al descubrir que era lo que estaba bajo el yelmo. Un bello rostro con facciones delicadas, unos fieros ojos verde esmeralda y un hermoso cabello rubio atado en una coleta. Definitivamente la persona que le salvó de una muerte segura era una mujer, bastante atractiva según el propio pelirrojo.

Shirou no pudo articular una palabra, hasta que la jovencita rompió el silencio al clavar su espada en el suelo.

- ¡Servant Saber! – declaró aquella que fue identificada primeramente como Berseker - ¡Mi nombre es Mordred! ¡LA UNICA Y OFICIAL SUCESORA DE ARTHUR PENDRAGON! -

Tras esas palabras se atrevió a mirar fijamente a Shirou para sonreír con extrema confianza, el joven se sintió cohibido ante la emoción que destilaba la personalidad de Mordred.

"Ahora veamos… Acaso, ¿Tu eres mi maestro?"


Firma:

La rueda de la fortuna

"Nunca des nada por sentado, todo en el mundo es un ciclo que continúa moviéndose y no sabes de qué lado terminaras al final del día"