Hola a todos/as! Quería presentar este nuevo fanfic antes de poder publicarlo ya que necesito hacer varias aclaraciones de él.
Decir que es una idea original principalmente de Asuka (Bita) y distorsionada por mí, usando personajes bastante poco comunes y algunos cuantos más típicos. Ahora paso a lo formal.

Advertencia: El siguiente fanfic contiene escenas de violencia, sexo explícito, lenguaje adulto y no es recomendable para menores. El raiting no es un juego, nunca fui tan seria, ahora es necesario.
Disclaimer: Los personajes, todos, pertenecen a JK Rowling, no así la historia, escenarios y lo que ocurrirá.
Observaciones: El fic es AU (Universo Alterno).
Pareja: Ron y Hermione, pero habrá otras.
Género: Drama, violencia, romance.
Resumen: Ron es un gran diseñador y su especialidad es la tecnología y el dibujo. Es controlador y se siente verdaderamente poderoso dentro de la empresa que justamente tiene dos grandes jefes, el editor; Malfoy, y el dueño; Davies... Éste último está casado con Hermione, su antigua novia. Por alguna razón, ambos se odian y Ron demuestra ser vil y torturador. Y seguirá martirizándola mientras ambos se crucen seguidas veces en el edificio.


1

Fastidio

Era un día sofocante de humedad. Por fortuna, mientras estaba dentro de la oficina podía sentirse a gusto y tranquila con la ventilación acondicionada del edificio. Respiró profundamente observando por su amplio ventanal hacia la ciudad entera. Se veía un ambiente de tensión como era costumbre en los primeros días de septiembre. Volteó y sentada sobre su acolchonada silla, comenzó a revisar documentos registrados en su ordenador.

La puerta se abrió repentinamente dejando al descubierto a un hombre rubio, de camisa y corbata floja al cuello, que se acercó con una sonrisa socarrona y entregó unos folios a la mujer.

—Hooper, puedes ser más educado y dar los buenos días, ¿no?...

—Lo siento, Hermione, es que estoy impresionado por las cosas que se andan diciendo por ahí… —aseguró él, masticando un chicle cancheramente y haciendo más evidente su sonrisa de perfectos dientes blancos.

—¡Eres chismoso!, ¿lo sabías? —convino Hermione que con nerviosismo contempló su brillante alianza de matrimonio en su dedo anular—. ¿Qué es lo que escuchaste, Geoffrey?

—¡Oh, ahora me llamas por mi nombre! ¡Interesada! —Geoffrey Hooper se indignó falsamente cruzándose de brazos, pero unos segundos después de ver el rostro de su impaciente jefa, chequeó que nadie estuviera cerca de la oficina y cerró la puerta para quedar confidencialmente a solas con ella—. Por lo pronto, dicen que estás engañando a Davies.

—¿¡Qué tontería es esa! —bufó la mujer que ese mes cumpliría sus veinticinco años y volvió a mirar hacia el ventanal de detrás, poniéndose de pie y dándole la espalda con nerviosismo.

—Me parecía una tontería, sí… Hasta ahora —puntualizó pero antes de que ella se volviera para replicar, agregó:— volviendo al trabajo, el diseñador Weasley afirmó que necesitaba una asistente así que Pansy tomó el cargo, lo cual te deja sin secretaria y eso es un problema. Daphne está ocupada en la planta de arriba y además Astoria no permitiría que su hermana se rebajara a tal puesto en la empresa, siendo ella la esposa de Malfoy que es el socio de tu marido. No sé por qué me da la impresión de que Malfoy siempre manejó más la empresa y Roger se dedica a mirar y mirar y contemplar el negocio. La cosa es que se siente con más poder que el propietario, y Davies no lo negaría… ¿Tu lo niegas?

—Para nada, continúa… Aunque debería ir a partirle la cara a Weasley por tomarse libertades, que sea nuestro único diseñador y tenga prestigio no le da derecho —dijo ofendida sobándose un castaño mechón indomable de su pelo.

—Olvida tu odio por él porque ahora llega la mejor parte: ya que Ronald fue quien te causó el problema, él ofreció a una amiga suya, Natalie McDonald, y Roger ya la aprobó para ti —informó para asombro y desagrado de la castaña.

—¡Se supone que soy de máxima autoridad aquí luego de Roger y Draco y estoy en la misma instancia que Astoria, pero todo el mundo hace lo que se le viene en gana de todas formas! —reprochó con frustración—. Gracias por los documentos, Geo. Retírate, por favor.

—Muy bien, adiós —murmuró el hombre antes de salir.

Al recorrer los pasillos, Geoffrey, que era escritor en esa amplia productora editorial, se topó con varias escenas a su vista. Primero cruzó a Roger Davies, el dueño de la empresa y esposo de Hermione, que hablaba por su móvil con algún inversionista o futuro cliente, pero se dejaba ver tan poco en los pasillos que se metió rápidamente en el ascensor y seguramente se iría al último piso en donde estaba la oficina principal que era doble, de él y de Draco Malfoy, el socio y mano derecha, aunque todo el mundo sabía que Draco no simpatizaba demasiado con nadie y, por lo tanto, no era amigo del dueño tampoco. Luego de eso, no pudo evitar maravillarse ante lo que sus ojos veían; conversaban animadamente, Daphne y Pansy, instruyendo a la nueva secretaria de Hermione. La joven era castaña (aunque casi llegaba a ser rubia) y poseía unos curiosos ojos color miel. Tenía pelo lacio y recogido y se veía nerviosa mientras ambas morenas le explicaban. No era que fuera un trabajo muy difícil, pero Hermione no era muy paciente con los nuevos y sobre todo si esa persona tenía alguna relación con el diseñador Weasley.

Geoffrey adoraba a las mujeres de la empresa —y de cualquier sitio también— pero más a las trabajadoras de allí, era ciertamente observador, como buen escritor, y tal vez era por eso que se obsesionaba demasiado en mantener conversación todo el tiempo posible con alguna chica. Igualmente, no paraba de mirar faldas por todos lados, excepto a algunas personas a las cuales les debía respeto, como a Astoria y Hermione. Pero hacía tiempo estaba loco por Pansy y, ¿por qué no?, también por Daphne. Salió de su ensueño cuando recibió una palmada en la espalda y lo abrazaron por los hombros. Un castaño, poco más joven que él, venía con una sonrisa poco usual pero se quedó rígido como un palo cuando sus ojos chocolate visualizaron una figura femenina nunca antes vista por allí.

—Está buena, ¿no? —preguntó Geoffrey burlándose de su rostro paralizado y sus brillantes ojos.

—No —dijo en un tono indiferente, pero se sin dejar de observarla—. ¿Quién es?

—¡No seas pícaro, Nott! Se llama Natalie, es la nueva secretaria de Hermione… si es que dura —dijo en broma y dejó a su compañero solo y embobado.


Las calles estaban algo congestionadas, se acercaba el mediodía y con ello, la hora de almorzar. Ron Weasley amaba ese momento. Detendría el tiempo si fuese capaz de hacerlo, sólo para vivir sentado engullendo algún manjar de los que solía hacer su madre o los que preparaban en aquel café de la esquina de la editorial. Aunque había otro particular momento que sí cambiaría por la comida, pero cada vez que pensaba en él, se le revolvía el estómago y cambiaba de ideas.

—Se nos hizo tarde… —le dijo su cuñado, apenado sentándose frente a él ante la mirada de su indignada esposa pelirroja que esperaba al menos que hiciera a un lado la silla para que pudiera sentarse como siempre hacía. Por alguna razón, Harry estaba enojado con ella y hacía días que la convivencia era diferente. No era mala, pero sí diferente, y aunque a ella no le interesaba demasiado la caballerosidad que antes tenía su marido para con ella, sí se hacía notorio que necesitaban una buena charla para aclarar los tantos. Se sentó sin decir una palabra y miró a su hermano intimidante.

—¿Por qué querían verme? —preguntó Ron cruzándose de brazos y estirándose hacia atrás.

—Es por Hermione. No puedes seguir trabajando donde ella… —contestó Ginny. Harry se quedó en silencio.

—¿Por qué? Les aseguré que ese asunto está acabado… Ella lo dejó bien claro, ¿no? Yo la dejé, no la quise y no la quiero, y no sufrió, se casó con Davies, ¿no? —recordó Ron sin demostrar sensibilidad. Ginny chasqueó la lengua.

—Si volviste justamente después de completar tus estudios, no fue para ser un santo. Te conocemos bien, Ronald. ¡Volviste para fastidiar!... Hace sólo un mes estás aquí y ya trabajas en la empresa de Davies, él piensa que tú y Hermione se llevan bien, y no sabe nada de su pasada relación… Seguro por eso te aceptó… Pero piénsalo bien. ¿Crees que alguien como él te querría ahí? —inquirió Ginny juntando mucho las cejas.

—Me quieren ahí, hasta Malfoy me acepta porque soy el mejor —se mofó y sonrió de lado—. Y no se vuelvan a meter en mis asuntos. Granger no tiene nada que ver conmigo…

Se levantó del asiento y se fue de allí dejándolos solos e incómodos con esa situación. Harry miró apenado a Ginny y ella bajó la vista tratando de descifrar por qué su hermano actuaba así tan impulsivamente. Ambos eran abogados, ganaban buen dinero y tenían una casa cerca del río Támesis. Ella habría querido que Ron parara en su casa unos días pero él simplemente había conseguido un departamento en un edificio cercano a la oficina y entonces allí se quedó. Se podía connotar que su hermano había hecho mucho dinero trabajando fuera con otras empresas de publicidades y sobre todo con sistemas de computación. Era un experto con los ordenadores, excelente diseñador. Para eso lo querían, retoques fotográficos de las revistas locales y tapas animadas de libros, o ilustraciones internas de los mismos. El trabajo requería mucha demanda y al parecer en la empresa de Davies no tenían a un experto como Ron. Por eso se lo respetaba tanto o hasta a veces más que los grandes socios, como se los denominaba a Roger y Draco muchas veces.

Ronald pasó por un local de comida rápida para poder almorzar y subió rápido hasta su piso en el edificio de la empresa. Su piso era el séptimo, pero en el segundo se frenó el elevador y pasó Hermione con el mentón bien alto. Estaban solos. Él apenas la vio entrar se fue para atrás y se apoyó contra la pared del ascensor. Hermione le dio la espalda y presionó uno de los botones el cual resultó ser un piso menos del que iba él, y mientras las puertas del elevador se cerraban, ella volteó su cabeza y observó cómo el diseñador le miraba el trasero sin disimulo y con una sonrisa traviesa.

—¿No te cansas de mirar mi culo, Weasley? —preguntó ella volviendo a mirar hacia el frente. Suspiró.

—Se me ocurren cada día mejores ideas para joderte la existencia. Algo más sucio diría yo… —contestó. Él se inclinó un poco poniéndose más en evidencia y la miró hipnóticamente, pensando seriamente algunas cosas. Hermione volvió a observar ese gesto desesperante y bufó—. Estaba midiéndote, ya sabes cómo somos los diseñadores… Donde ponemos el ojo, ponemos la bala.

—Eres un asqueroso y patético psicópata, pervertido sexual —pronunció ella irritada. Las puertas se abrieron y salió inmediatamente—, y te odio.

Se retiró sin mirarlo, asegurando aquello y Ron sonrió en señal de triunfo.