Primer fanfic del fandom de Harry Potter que escribo en mucho tiempo. Es corto, y el título es espantoso, pero está hecho para una amiga. Perdonad sus multiples fallos.

Disclaimer: Harry Potter no es de mi propiedad


Fred Weasley siempre sentía que estaba decepcionando a los demás.

Cada vez que entraba a una habitación es como si los demás quisiesen algo de él. Una risa, un chiste, una broma, quizás que saliese con alguna magia sorprendente, novedosay divertida. Y Fred respondía, respondía como podía a sus expectativas. Su mente siempre andaba maquinando nuevas gracias para sorprender a su familia, a sus amigos. Ellos parecían complacidos, pero siempre tenían esa expresión de esperar "algo más" y Fred no cejaba jamás de imaginar, de pensar, de inventar, en busca de esa broma definitiva que por fin dejase a todos con la boca abierta, que por fin sacara esas palabras de admiración de la boca de la persona de quien más ansiaba oírlas. Pero no llegaba, nunca lo conseguía, y en el medio del camino acabó perdiéndose a sí mismo. Ya no sabía ni quien era, más allá de su papel como el bufón de la familia o de su grupo de amigos. No se conocía a sí mismo. No sabía que le gustaba de verdad, que el emocionaba, cual era su color favorito, su equipo de quidditch favorito, que música prefería y no lo sabía porque nunca se lo había preguntado, no había espacio en su cabeza más allá de las bromas y los chistes. Sólo conocía a esa máscara que se había construido, y que ni siquiera era lo suficientemente buena.

Fred Weasley siempre sentía que estaba decepcionando a los demás, pero sobretodo a una persona. A su padre. Porque sabía que cuando George le miraba, no quería verlo a él, quería ver a ese otro Fred, a la otra parte de él que perdió muchos años atrás, entre los muros de Hogwarts. Y Fred nunca podría ser ese otro Fred. Sólo podía ser él mismo.