Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes son míos, son de Kishimoto. Yo sólo escribí la historia. Esto es para fans de una servidora ^^.
Advertencias: SasuHina, jerga otaku, OoC.
Personajes que aparecen: Sasuke y Hinata.
Resumen: Ambos son otaku. Y sus familias detestan eso. Si ella no se hubiese metido en su camino, no habrían montado aquel escándalo. Pero si él no hubiese protestado, no se habrían conocido.
—Tch… —Gruñó él molesto. Un chico de unos dieciocho años, de penetrantes ojos negros y cabello de igual color miró a la chica que se le había cruzado en medio. Le sonaba de algo, pero no lo recordaba. Ella se apresuró en disculparse.
— ¡L-lo siento! —Se inclinó bruscamente. Pero no en dirección a él, sino hacia el dependiente. Éste suspiró.
—Está bien, señorita. No se preocupe —se agachó a recoger sus gafas de sol, sepultadas por todas las cajas de la novela visual que se disponía a comprar. —Aquí tiene, se le han caído.
Al ver sus ojos se sorprendió. Ella era… ciega.
—Uh… —Musitó impactado. Pero ella actuó como si nada y las cogió directamente, como si pudiera verlas. Era baja de estatura, con unos ojos blancos, con un suave tono lila, una piel blanca y tersa. Su pelo de un tono azulado y oscuro caía por su cara.
La gente se empezó a quejar. ¡Todos querían comprar esa novela! Y ahora por culpa de esa dichosa chica tendrían que esperar a que lo recogiesen y comprobasen que no había nada roto.
— ¡Pues yo no voy a esperar! —Protestó alguien.
— ¡Ni yo! —Gritó otro.
— ¡A la cargaaaaa! —Se atrevió a decir alguien. Inmediatamente, el dependiente, la chica, el chico y la mesa, en la que todavía quedaban en pie algunas cajas, se vieron apretujados y aplastados entre la multitud.
— ¡Kiiiaaa!
— ¡Maldición!
— ¡Yo me voy a llevar dos!
— ¡Suelta! ¡Yo lo he visto antes!
— ¡Nooo! ¡He sido yo!
— ¡Este está roto!
— ¡Pa-paciencia, por el amor de Dios!
— ¡Ya no hay respeto!
— ¡Alguien me ha tocado! ¡Viejo verde!
— ¡Calma!
¿Y cómo había sucedido aquello? La joven tuvo la mala suerte de agarrar la misma caja que el siniestro muchacho. Él tiró, con desprecio y fuerza, y ella fue a parar a caer encima de todas las novelas visuales. Se cayeron todas y ¡zas! Ya estaba el lío montado.
Y para empeorarlo todo, estaban el uno encima del otro, mirándose fijamente. El blanco contra el negro.
—Eres… —Cualquiera esperaría algo bonito de un joven tan atractivo… lo que no sabía ella era que él era de todo menos amable, y que estaba a punto de darle en su punto más débil. — ¿Ciega?
Sintió que una piedra de tres kilos se le caía en la cabeza.
—Esto… No, verás… Es que es de la herencia genética y… bueno…
—No —cortó él—. Te pregunto si estás ciega y no sabes por dónde andas.
El primer pensamiento fue: "¿eh?"
El segundo fue: "pero… ¡será arrogante!"
Y el tercero fue el peor: "¡¿por qué estoy encima de él?"
Se apartó rápidamente. Aunque estuvieron juntos durante unas milésimas de segundo, la tienda se estaba vaciando rápidamente cuando el resto de compañeros otaku terminaron las compras. Y lo peor de todo… ¡era que se habían quedado sin existencias!
—Genial —gruñó el azabache, levantándose.
— ¿Por qué yo? —Se dijo a sí misma la chica.
El dependiente, al ver que no había nada que limpiar, suspiró aliviado. Miró a su compañera, que estaba atendiendo a los últimos, y le hizo un gesto, para advertirle que ya habían terminado todos.
—Espero que no me hayan robado… —Musitó ella mientras se revisaba la chaqueta y se ocultaba la vista con las gafas de sol. Entonces se dio cuenta de que no eran las suyas. — ¿Uh? Estas gafas…
—Oye, ¿me las vas a devolver o qué? —Inquirió impaciente el chaval. Ella se disculpó y se las devolvió. Miró alrededor a ver si veía algunas que pareciesen las suyas.
—…
Nada.
Maldijo en voz alta.
—Mi vida es tan maravillosa —ironizó—. Primero pierdo el tren, me asalta una muchedumbre de gente, se quedan sin existencias, pierdo mis gafas… ¿Qué más me puede pasar? ¿Qué empiece a llover?
Tuvo suerte y no paso lo que pidió.
Salió al mismo tiempo que aquel joven. Y entonces…
— ¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!
La alarma de robo saltó. El mundo se le venía encima y se sintió desgraciada. Aunque no había robado nada, eso era embarazoso.
—Señorita, déjeme comprobar su chaqueta —pidió la otra joven.
—Sí…
La registró y encontró… ¡una caja del juego!
— ¡Oh, Dios mío! —Se escandalizó pero luego le vio el lado bueno. —Ahora podré comprarla, espero…
—Uh, claro…
— ¡Oye! —Protestó él.
—"¿Todavía está ahí?" —Pensó angustiada. — "Que se calle, por favor, que se calle…"
—Esa caja es mía —reclamó huraño.
—"¡No veo tu nombre escrito en ella!"
—Así que dámela.
—"¡Oblígame!" —Y aunque lo lamentaba mucho, se la tendió. —To-toma…
Él extendió su mano, mayor que la de ella. Y algo pasó a cámara lenta. Al mismo tiempo que alguien entraba en la tienda, la mano de la chica del pelo liso tembló.
Una sensación extraña se había apoderado de ella, como si cuando ambos habían tocado la caja el tiempo se hubiese detenido, los latidos del corazón aumentaran y unos escalofríos la congelasen más que un hielo en la espalda.
— ¡Míiiiiooooo! —Gritó la persona que había entrado, dando un salto impresionante, realizando una maniobra inhumana y agarrando la caja, antes de ser golpeada por el suelo. — ¡Es mío! ¡Todo mío! —Rió malévolamente, mientras lo acariciaba con ansias, para luego girarse ante la sorprendida muchacha y el perplejo muchacho y bufar como un gato histérico. — ¡Lo he visto antes! ¡Es mío! ¡Yo quiero esta novela hentai!
— ¿Hen…? —Empezó ella.
— ¿…tai? —Terminó él.
Y riendo como una psicópata, pagó corriendo, dejándose un gran cambio, y se apresuró en salir de allí pitando.
Un similar pensamiento cruzó la mente de ambos: "¡¿puede explicarme alguien qué acaba de pasar?"
Salieron decepcionados de la tienda. Curiosamente, iban por el mismo camino.
—Esos ojos… —El joven dijo en voz alta. — ¿Eres Hyuuga, verdad?
—Eh… Sí… —Musitó. ¿Por qué le estaba hablando? No tenían nada que decirse…
Ah, claro. Ya lo entendía.
¡Era un pervertido! La habría estado siguiendo todo el día, habría aprovechado para agarrar la misma caja que ella y tocarla mientras estaba encima. Ahora intentaba ligar con ella, ¿eh? ¡Muy bien! Iba a darle unas calabazas impresionantes. Le haría llorar.
—"Eso es cruel… Y yo estoy siendo una paranoica…" —Pensó la Hyuuga, meditando sus pensamientos histéricos.
—Entonces eres… ¿Hanabi? —Preguntó él. Ella se ofendió un poco. ¿Por qué debía confundirla, precisamente, con su hermana pequeña?
—Eh, no… Soy Hinata… —Se sintió mal consigo misma al decirle su nombre. ¡Estaba bajando la guardia! — ¿Cómo lo sabes…? Esto… tú eres…
—Uchiha Sasuke. Está bien si me llamas Sasuke.
— ¿Uchiha? —Meditó ella en voz alta. Entonces se dio cuenta. — ¡Tú eres Uchiha!
—Sí —afirmó él.
— ¡Uchiha Sasuke! —Repitió en voz alta. Él frunció el ceño.
—No lo digas en voz alta. A un futuro heredero no le gusta que le vayan asaltando por ahí los paparazzi. ¿No, Hyuuga Hinata? —Dijo gritando su nombre. Hinata se ruborizó.
—Lo siento…
Un rato de silencio. Todo había sido demasiado rápido. ¡Cuando se quiso dar cuenta, ya habían intercambiado los números!
—Ya nos iremos viendo, Hinata.
—"¿Hi-Hinata a secas…?" —Asintió. —Va-vale, Sasuke-kun. A-adiós…
Él levantó la mano, en señal de despedida.
—Te dije que "Sasuke" está bien. A no ser que… —le dedicó una sonrisa maliciosa— prefieras llamarme "onii-chan" como en el H game.
Hinata se puso de todos los colores cuando esas palabras alcanzaron sus oídos.
Blanca, al procesar la información completa.
Rosa, al notar que él lo decía de broma.
Luego roja, al notar que eso de broma no tenía nada.
— ¡Para empezar, yo no sabía que era de ese tipo! —Cerró de un portazo, nerviosa.
Y finalmente azul, porque aquel último guiño travieso la había mareado. Aunque era un mareo… gratificante.
Ya en su cuarto, esquivó la ropa tirada por el suelo, y se desplomó en su cama. Había ignorado por completo a Hanabi, había respondido lo mejor que podía las preguntas de su padre y había saludado a su primo.
—Uf… —Suspiró. —Menudo día…
Cogió el móvil y lo miró durante un rato.
"Uchiha Sasuke…"
Claro que lo conocía. Hacía mucho tiempo habían ido juntos a clase. Cuando eran pequeños. Cuando la "situación" no era tan complicada. Cuando a ella le gustaba Uzumaki Naruto.
Negó con la cabeza, tratando de no pensar en el chico rubio. Hacía años que no lo veía. Él ya ni la recordaría. No hablaban, no se veían, no se felicitaban… Entre ellos no había nada. Y nunca lo habría.
"Me pregunto si algún día… alguien podrá quererme…"
Sonrió tristemente ante la idea.
"La esperanza es lo último que se pierde, ¿no?"
Rincón de la autora:
Habrá otro capítulo más de esta historia y de esta pareja.
Me parece rara –además, no me caen bien ninguno de los dos wwww– pero como están en otro mundo pues… ¡No me voy a quejar! Me vino la inspiración por un sueño que tuve… Soñé que Hinata y yo veíamos anime juntas. Mis sueños me inspiran U.U
¿Recibiré por fin un review? *llora*
