Konoha es la residencia de los grandes dioses que gobiernan las cuatro naciones mundiales.

En Konoha residen dos tipos de dioses, los dioses de nivel bajo y los de nivel supremo. Los dioses de mayor rango acogen a un discípulo y lo entrenan para que ocupen con suma responsabilidad su cargo.

Los dioses desde su nacimiento están comprometidos con dioses de otras familias prestigiosas y la relación amorosa entre un dios y un humano esta rotundamente prohibida. Solo en una ocasión esta prohibición se vio rota, el Hokage que gobernó Konoha durante cientos de años se enamoro de una sacerdotisa que lo veneraba. De su unión nació un hibrido que poseía lo mas fuerte de sus dos mitades, la osadía humana y la fuerza de su mitad mitológica.

Itachi, dios de la guerra e hijo del dios supremo que gobernaba el mundo mitológico, supo de la deshonra que su padre había cometido y decidió erradicar el problema antes de que los demás dioses lo supieran. Fue una masacre lo que hizo este dios furibundo. Acabo con todas las sacerdotisas del templo de su padre, pero no pudo matar a su medio hermano ya que el Hokage lo protegió al enterarse del aterrador suceso cometido por su hijo.

El dios de la guerra fue juzgado y condenado a Akatsuki, allí donde residen los traidores, condenados a sufrir toda la eternidad por sus pecados. Pero no acabo aquí la cosa, el Hokage acompaño a su hijo por incumplir las reglas de Konoha. La regla de oro de los dioses era que todos eran juzgados por igual, ninguno se libraba de la justicia divina.

El hijo del Hokage desapareció de los ojos de los demás dioses, fue acogido y educado por uno de sus servidores con la intención de que algún día tomara el trono de Konoha y consumara la venganza contra todos los dioses que habían intentado matarle.

El mundo de los dioses se sumió en una oscura edad de guerras por el poder de Konoha, duraron hasta que la antigua diosa de la sabiduría y la guerra táctica se hizo con el trono, volviendo todo a la normalidad, su fuerza era capaz de controlar hasta lo más siniestros dioses del inframundo.

-Felicidades a todos aquellos que han sido nombrados nuevos dioses supremos-dijo la Hokage desde su pedestal de oro y plata.-Ahora sois los responsables de que este reino nuestro siga tan brillante y esplendoroso a los ojos de los mortales.

Los nuevos dioses se arrodillaron ante su líder y con palabras cargadas de seguridad juraron lealtad al Hokage y al reino mitológico.

-Felicidades Sakura-san por tu nuevo cargo-dijo una pelinegra de ojos perlados al acercarse a su nueva compañera de puesto.

-Gracias Hinata-chan, y enhorabuena a ti también por ser nombrada diosa protectora de la familia y el matrimonio-dijo con una radiante sonrisa dirigida a su vieja amiga.

-No es nada comparado con tu rango-dijo Hinata con un matiz rojizo en las mejillas.

-Es cierto Sakura-chan, después de todo aunque seamos dioses del mismo rango tu eres miembro del consejo del Hokage-dijo de forma alegre un rubio hiperactivo.

-Es algo que viene con el puesto-dijo Sakura sin darle importancia-Felicidades por tu puesto como dios del comercio.-dijo Sakura apoyando la mano en el hombro del rubio de forma fraternal.

-No te rías de mí, Sakura-chan-dijo con un puchero-Bien sabes que mi puesto es más de mensajero de los dioses, un cargo casi sin importancia.

-No digas eso Naruto-san, el comercio es muy importante para los mortales y debemos protegerlos, es nuestro deber como dioses-dijo Hinata completamente roja.

-Hinata-chan tiene razón, ningún dios carece de importancia-dijo Sakura conteniendo una sonrisa al ver el gran esfuerzo que había hecho su amiga al hablarle al hombre que amaba.

Hinata tiene suerte de haberse enamorado con el hombre al que la prometieron, muchas personas no tienen tanta suerte-pensó Sakura viendo la reacción de su amiga que se avergonzaba notoriamente ante las palabras de agradecimiento del rubio.

Sakura se aparto de ellos y fue hacia donde su maestra la llamaba.

-¿Me ha llamado?, Tsunade-sama-dijo Sakura arrodillándose con sumo respeto ante la Hokage.

-Sakura-dijo la Hokage con ojos llenos de aprecio y aceptación-Me alegro de que hayas superado la prueba para convertirte en diosa suprema.

-Gracias maestra-dijo Sakura levantándose y mirando directamente a su vieja profesora.-Ha sido por su gran preparación.-dijo la ojijade haciendo que su maestra asintiera orgullosa.

-Hay un asunto que tengo que hablar contigo, Sakura-dijo la rubia poniéndose seria de repente-Este no es el momento pero mañana te haré llamar para que aclaremos el asunto.-dijo haciéndole entender a su alumna que tenia otros asuntos que necesitaban de su "intervención", todo relacionado con un peliblanco con el que parecía llevarse muy bien.

Sakura sonrió por dentro, su maestra era la excepción a toda regla. Se había negado a casarse con aquel al que habían prometido desde que naciera, sin embargo ahora mantenía una relación a escondidas con el susodicho pero por lo visto se negaba a celebrar su unión ante todos. No entendía las razones pero su maestra era muy orgullosa y rara vez desandaba sus decisiones. Sakura supuso que al principio se negara porque no sentía nada por él pero con el tiempo lo había aceptado y su orgullo se negaba a reconocerlo.

Sakura se fijo en los nuevos dioses que conocía desde que había nacido, todos de las mejores familias de todo Konoha, excluyéndola a ella, que se había hecho un hueco desde una de las familias más modesta de los dioses de menor rango. Tuvo suerte de haber destacado a los ojos de su maestra. Siempre había sido débil físicamente pero destacaba por su brillantez, su maestra la había hecho más fuerte y ahora ocupaba su antiguo puesto, antes de que ocupara el de Hokage.

-Bien hecho Sakura-dijo una castaña con ojos de la misma tonalidad.

-Gracias Tenten-dijo Sakura abrazando a su mejor amiga.

-Tu también lo has hecho genial-dijo Sakura observando la felicidad en los ojos café de la chica.-Diosa de las armas es un gran puesto.

-Adoro mi nuevo cargo-dijo Tenten radiante.-Espero que sea suficiente para Neji-san.-dijo la chica con un profundo sonrojo totalmente extraño en ella.

-¿Hyuga?-pregunto Sakura extrañada.

Desde que Tenten se había enterado de su compromiso con Neji Hyuga se había sentido profundamente decepcionada. Era una persona activa que esperaba un cierto parecido con su pareja pero había conseguido todo lo contrario. Neji Hyuga era de muy buena familia recién nombrado dios del inframundo, uno de los puestos más importantes, junto con la responsabilidad de ser nuevo miembro del consejo. Dicho en otras palabras, las familias se habían peleado por comprometerlo con sus hijas, sin embargo todo lo bueno que había adquirido era estropeado por su mal carácter y personalidad fría.

-Pensaba que no lo soportabas-dijo algo más recompuesta de la sorpresa inicial.

-No es tan malo como todo el mundo dice-dijo Tenten con decisión, defendiéndolo con voluntad férrea.

Sakura sonrió, se alegraba de que otra de sus amigas hubiera descubierto el amor a través de esa irrazonable tradición de las uniones de familias a través de compromisos.

-Tenten-san-dijo con fría cortesía Neji Hyuga.-Nuestros padres quieren vernos-dijo sin emoción alguna el moreno.

-Me alegro de verle, Neji-san-dijo con una reverencia la pelirosa-Felicitaciones por su nuevo cargo.

Neji Hyuga la miro por primera vez desde que había llegado. Esa chica lo sorprendía, a pesar de pertenecer a una familia sin ninguna importancia, había llegado al puesto de uno de los cuatro dioses miembros del consejo. Admiraba a esa mujer por el gran esfuerzo que había realizado, sin duda una mujer con coraje y determinación.

-Sakura-san-dijo el pelinegro con respeto-Será un placer trabajar con usted en los asuntos de estado-dicho esto cabeceo como despedida y se marcho sin esperar a su prometida.

-Espero que hayas elegido bien, querida amiga-dijo Sakura cuando su amiga se despidió y salio corriendo detrás del frío bloque de hielo Hyuga.

La fiesta de los dioses era bien conocida entre los mortales por ser tan activas como duraderas. Los dioses disfrutaron y cuando el dios del sol alumbro la oscuridad con su carro de fuego, los dioses empezaron a retirarse

-Estoy aquí como ordeno-dijo Sakura con una reverencia.

-Debemos hablar sobre tu futuro-dijo con las manos cruzadas sobre el escritorio de apariencia relativamente cara.

Sakura se sentó frente a su maestra y observo las oscuras manchas sobre sus ojos, parecía haber estado debatiendo algo con sumo cuidado.

-Sabes que tu compromiso fue cancelado-dijo la Hokage con voz molesta.

-Itachi fue condenado a traición-dijo con tristeza al recordarlo-Por eso nuestro compromiso fue cancelado.

-No soy la mas indicada para esto-dijo la rubia con un suspiro de resignación-Todo el mundo sabe que yo misma cancele mi compromiso-su cara se fundió en una sombra que mezclaba melancolía y arrepentimiento-Pero antes de ser elegidos los nuevos dioses, el antiguo consejo puso una condición para tu nombramiento-pauso con un suspiro-Debes casarte lo antes posible.

Sakura no dijo nada, ya sabia desde que su anterior compromiso fue roto, que su soltería no duraría mucho. Bastante con que la hubieran dejado tranquila durante veinte años.

-Entiendo la situación y comprendo nuestras costumbres-dijo Sakura con sumo respeto-Pero eso no significa que las acepte por completo, sin embargo aceptare una orden directa de mi maestra-dijo mostrándole a su maestra la rebeldía que había aprendido de ella.

La Hokage asintió reconociendo que las opiniones de su alumna no se alejaban de las suyas propias.

-Mañana por la noche se celebrara la fiesta de presentación de los nuevos dioses a los mortales-dijo Tsunade sin darle mucha importancia-Allí habrá candidatos de sobra para una unión que satisfaga a los miembros del consejo.

-Gracias por permitirme elegir a mi pareja-dijo la chica agradecida.

-Espero poder cambiar las cosas Sakura, por eso te doy esta oportunidad-dijo la rubia volviendo la atención a sus asuntos de gobierno.

Pocos era los mortales que no esperaban con impaciencia la llegada de la fiesta de presentación de los nuevos dioses, aquellos que les ofrecerían protección y les otorgarían sus dones. A cambio los mortales les venerarían hasta el final de los tiempos.

-Estupidos humanos que no se dan cuenta de nada-dijo un encapuchado desde la ventana de una posada oscura y destartalada.

-No entienden el mundo de los dioses y lo que nosotros los humanos representamos para ellos-dijo un hombre de cabello oscuro y largo, sus ojos asemejaban la crueldad de una víbora.

-Pronto todo cambiara, yo me encargare de ello-dijo quitándose la capucha y mostrando un cabello negro azulado y unos ojos rojizos como la sangre.-Mi venganza contra ellos será consumada.

-Mañana por la noche será la fiesta de presentación-anuncio con diabólica calma-Después de la presentación habrá una fiesta de disfraces entre los dioses, podrás observar su entorno y acostumbrarte a sus hábitos.

-¿Tendré problemas para entrar?-pregunto con fría actitud a su compañero.

-No te preocupes, tu mitad de dios te cubrirá y no descubrirán tu identidad-le informo el pelinegro mientras miraba a su alrededor para verificar que nadie les escuchaba.

-Bien-dijo con una pequeña mueca de satisfacción.

Sakura caminaba por la concurrida plaza de Konoha, allí estaban todos los lugares donde los dioses o principalmente sus criados, hacían las compras. Sakura había comprado una hermosa túnica para la fiesta de esa noche.

-Mi señora ya le he dicho que no hace falta que haga esto-dijo un joven castaño viendo como su señora iba de compras cargando ella misma con los paquetes.

-Ya te he dicho que mi cargo no va a cambiar mi forma de ser ni de comportarme-dijo regañando levemente al joven.

-Al menos permitidme cagar los paquetes-dijo suplicándolo.

-No tienes remedio-le dedico una radiante sonrisa al castaño que hizo que se sonrojara.

Sakura camino junto a su sirviente mortal, devolviendo los saludos que le dedicaban. La hipocresía era un rasgo natural de los dioses. Sakura no era más que la simple hija de un dios menor. Nunca nadie la saludo o miro con respeto. Ahora todos parecían necesitar saludarla o dedicarle una reverencia.

-Sakura-san-la llamo una voz grave

-Kiba-san, me alegro de verte-Sakura le dedico una bonita sonrisa.-Felicidades por ser nombrado dios de la caza.

-Lo mismo digo-dijo con una sonrisa tímida-Te veré en el baile esta noche-se despidió con un suave movimiento de la cabeza

-Sigue siendo un perro faldero detrás de ti, Sakura-dijo una voz femenina a su espalda.

-No digas eso Ino-dijo Sakura fastidiada por cruzarse con ella.-Kiba-san solo es cortes conmigo.

-Se lo que digo Sakura, después de todo soy la diosa del amor-fanfarroneo la rubia.

-Creo que hicieron la mejor elección-se burlo con ironía Sakura.

-Mira quién hablo-dijo Ino con prepotencia-La diosa de la sabiduría y la guerra táctica, no podrías ni manejar a tu mascota-se carcajeo.

-No deberías hablar así Ino-dijo un pelinegro a sus espaldas.

-No te preocupes cariño, solo jugamos-dijo con una sonrisa malévola-¿Verdad Sakura?

-Cuanto tiempo Sai-san-dijo Sakura ignorando a la rubia.

-Demasiado tiempo-dijo Sai con una inclinación y besándole cortésmente la mano.

Ino parecía despedir chispas por los ojos, para nadie era un secreto que la diosa del amor no era capaz de llamar la atención de su apuesto marido. Sai era un conquistador nato, pertenecía a buena familia y era el dios del arte y la belleza.

-Querido debemos marcharnos-dijo Ino apoderándose con celo del brazo de su esposo.

La presentación ante los mortales fue todo un éxito, todos quedaron deslumbrados ante los nuevos candidatos que juraron proteger la paz en todas las naciones del mundo.

Sakura resplandecía como lo que verdaderamente era, una diosa. Su túnica era de un rojo pálido y ribeteada en oro y plata, con bellos detalles de olivos y un hermoso bordado de un búho, que eran los símbolos que la representaban. Un antifaz rojo le cubría los ojos que resaltaban como dos joyas pulidas.

Una estupida idea la de su maestra, elegir una fiesta de disfraces para su elección de pareja. Ahora tendría que hacer doble esfuerzo, descubrir la identidad de aquel con el que hablaba y descubrir si le interesaba como potencial marido.

De pronto vio algo que la sorprendió, aquellos ojos ónice no podían ser más profundos. Esos ojos la escrutaban y devoraban como un predador hace con su presa. Ese hombre era alto, de constitución fuerte, prueba de ello esos anchos hombros que dejaban al descubierto su fina túnica. Era una túnica sencilla de color negro, sin detalles por lo que seria un dios de rango menor, pero el rango jamás le importo a la hora de buscar marido.

Acababa de llegar y Sasuke no podía más que sentir desprecio por aquellos seres que se exhibían como pavos reales. Sus ropas estaban hechas en las más finas sedas y bordadas con los metales más preciosos, no podía más que sentir asco por ellos.

Algo le llamo la atención, una mujer de curvas impresionantes, pechos turgentes y generosos y su pelo era lo que le desbordaba por completo, el color rosado de ese precioso cabello lo dejo sin aire. La garganta se le seco al ver las piedras preciosas mas bellas que había visto en su vida, esos ojos jade lo aturdieron de inmediato.

Continuara………………

¿Qué les ha parecido? La verdad es que no he visto ninguna historia de Naruto con este tipo de argumento, así que decidí ser de las primeras en inventar un tipo de historia como esta, ustedes deciden si continua.