Bueno, esta es una historia que escribí hace unos meses, pero no me animaba a colgarlo. pero al final he dicho: bah!! qué más dará, lei. total, no tienes nada que perder. así que... patos, al agua!! espero que os guste, esto es sólo una pequeña introducción, para ver qué acogida tiene. si no hay revews, pues ná no me voy a morir, a mí lo que de verdad me gusta es leer los fics de la peña!! me encanta leer (vale, vaya obviedad que acabo de soltar. aqui a todas nos gusta no?? en fin, cualquier cosa por hablar). pues eso, un beso, y espero que os guste!! disfrutad de la lectura!!
diclaimer: nada de lo que reconozcais aquí es mío (desgraciadamente), solamente la historia. todo lo demás es de stephanie meyer. edward cullen llega a ser mio, y no lo saco de casa, eso fijo!!
RENACER
PRÓLOGO
Quería abrir los ojos, pero en ese momento levantar los párpados requería mucha fuerza. Tenía los músculos entumecidos, me molestaba todo el cuerpo. Intenté mover algo. No sé, lo que fuera, un dedo al menos. No podía, era frustrante. Noté cómo poco a poco me sumergía otra vez en la inconsciencia.
Me desperté de nuevo, pero esta vez con algo más de fuerza. Mis párpados seguían sin poder abrirse, pero en esta ocasión logré mover un dedo. Vamos, que tu puedes. Ahora inténtalo con la mano entera. Lo logré y sentí que algo de fuerza volvía a mi cuerpo. Puede que esta vez lograse abrir los ojos.
Los párpados pesaban horrores, pero de tanto intentarlo lo logré. En ese instante, la blanca luz de la habitación me cegó. Parpadeé intentando acostumbrarme a tanta iluminación. Después de estar en la oscuridad más absoluta, tanta luz dañaba mis ojos.
En ese momento me di cuenta de que había deferentes figuras que resaltaban entre tanta luz. Poco a poco me fui acostumbrando, y pude vislumbrar lo que esas manchas eran. Sobre todo una de ellas. Era la cara más hermosa que había visto en mi vida. Aunque… ahora que lo pensaba. No podía saber eso pues la verdad es que… no me acordaba de nada de lo pasado hasta ese instante. NADA. Absolutamente nada. ¡Oh Dios mío! N recordaba nada... Al parecer mis pensamientos debieron de reflejarse en mi cara, pues la otra figura, que vestía una bata blanca, se acercó en seguida a mí. Algo en su mirada tranquilizaba mi alma… algo… No sé, irradiaba paz y lo contagiaba. Al menos a mí.
"Bella… Soy el doctor Carlisle Cullen. ¿Cómo te encuentras?" ¿Bella? ¿Bella de Isabella? ¿Ese era mi nombre? No estaba mal… No fui capaz de responder enseguida, no me salían las palabras. No sabía qué responder, pues no tenía ni idea de cómo me sentía. Así pues, le dije:
"Bueno… viva" Una sonrisa afloró en los labios del doctor Cullen.
"Es un comienzo. Ahora descansa Bella, luego vendré a visitarte.
El doctor Cullen salió y por un momento pensé que me quedé sola. Así pues cerré mis ojos, pero de repente me acordé de la cara hermosa y los abrí de golpe. Le miré. Quería preguntarle quién era, pero me abstuve. Por alguna razón se me hacía familiar. Nos mirábamos pero ninguno de los dos parecía atreverse a articular palabra. Fue él el primero en hablar.
"¿Bella? ¿Sabes quién soy?" Al principio dudé un poco, pero al fin me atreví a abrir la boca.
"Yo… lo siento… por alguna razón tu cara seme hace familiar pero… no consigo saber por qué… Lo siento" volví a repetir.
"Tranquila, no te agobies. No pasa nada" pero sus ojos parecieron entristecerse. "Yo soy Edward. Carlisle es mi padre"
Quería saber qué lazo nos unía, qué éramos, pues no había nadie más en la habitación. ¿Éramos familia acaso? Esto de no saber nada me estaba matando. Se lo pregunté, pero lo único que obtuve por respuesta fue un "Ahora duérmete, Bella. Lo sabrás todo a su debido tiempo"
Iba a contestarle que no tenía sueño, pues Dios sabe cuanto tiempo estuve dormida, pero para mi asombro, nada más cerrar los ojos caí en la inconsciencia.
Edward. El hermoso Edward. ¿Por qué se me hacía tan familiar? Durante nuestra corta conversación se mostró tan frío… No. Frío no. Esa no era la palabra. Más bien distante. Y triste. Sí, eso era: distante y triste. Mientras hablábamos ni siquiera se acercó poquito a la cama. Mantuvo las distancias. No quiso acercarse a mí. ¿Cuál era el motivo? Sus ojos se mostraron tantristes… ¿Es que le había hecho algo?
Obviamente, al no tener ni idea de mi pasado, no podía saberlo. En cambio, Carlisle… se mostró tan afectuoso conmigo… ¿y ellos dos eran padre e hijo? Me costaba creerlo. No parecía que tuviera edad suficiente para ser padre de un chico de… ¿25 años? Carlisle parecía tener unos 35, no más de 40, de todos modos. Qué raro. ¿Sería yo también su hija? Eso explicaría su mirada paternal hacia mí y la tristeza de Edward al decirle que no lo recordaba.
Dios mío, mi cabeza era un hervidero de ideas inconexas, cabos sin atar que me estaban volviendo loca.
¿¿y bien??
