Una pequeña historia que escribí, continuación de La Trampa. Disfrutenla.


EL CHANTAJE

*Click Click*

- ¿Así?

- No, así… muévete así…

- Espera… ¿tengo que hacer eso con mis man…?

- No, mira, tienes que… A ver… Listo, quedate así…

*Click Click*

- No me estoy sintiendo cómoda con esto…

- Bueno, entonces supongo que no te daré él…

- ¡NO NO! Que no me sienta cómoda no significa que…

- Eso supuse…

*Click Click*

- ¿Y qué vas a hacer con…?

- Pues son para mi…

- Pero, ¿no le mostrarás esto a nadie? ¡Por favor, no lo hagas!

- Te prometo que no lo haré, pero tienes que obedecer en esto.

- ¡Haré lo que sea! No se porque acepté esto para empezar.

- Porque realmente quieres el boleto. ¡Sonríe!

*Click Click*

- Pues, creo que ya tengo todo lo necesario…

- ¿En serio? ¿Ya puedo…?

- Mmmm… No. Siento que aún falta algo…

- ¡Pero ya hice todo lo que quisiste!

- Claro que no, ¡Sólo mira esto!

- ¿Qué tiene de malo?

- TODO. Creo que empezaremos de nuevo la sesión, pero con unos cambios.

- ¿Qué clase de cambios?

Anaís se encontraba temerosa. Enfrente de ella, con una cámara instantánea, acechando con su temible lente, Gumball la enfocaba.

- Pues… Sinceramente no me está gustando el resultado. No se ven interesantes las fotos. Creo que no te daré el…

- ¡¿POR QUÉ?! ¡LLEVAMOS HORAS EN ESTO!

- Lo sé, pero me gustaría algo de acción, algo de emoción en ellas. Algo más… divertido, ¿sabes? Pensé que sería gracioso pero más bien es aburrido.

- ¡ESTÁ BIEN! ¡Dime qué quieres!

Anaís se quitó el disfraz de pollo que llevaba puesto.

- ¡¿ESTOY HUMILLÁNDOME DE ESTA FORMA Y ASÍ ME PAGAS?!

- Hey… Tranquila… - Gumball trataba de aguantarse la risa. - Tú aceptaste obedecer en cualquier aspecto y aún no cumples parte del trato.

- ¡ME LARGO!

- ¡Hey! Espera…

Anaís cerró la puerta de golpe. Estaba completamente harta. De alguna forma, Gumball había conseguido un boleto VIP para el show de Daisy la Burrita sobre Hielo en 3D, y no sólo eso, el boleto incluía un pase a bastidores exclusivo. Gumball había utilizado este boleto para explotar laboralmente a Anaís y para hacerla limpiar su cuarto, lavar su ropa, barrer y demás quehaceres domésticos, pero cuando estas labores terminaron, empezó a molestarla de una forma más ridícula.

El ejemplo más claro: Gumball había comprado un disfraz de pollo y estaba obligando a Anaís a hacer un baile ridículo con la botarga puesta mientras le tomaba fotos.

"Estúpido Gumball y sus estúpidos boletos. ¿Quién los necesita?... Maldición… ¡Yo los necesito!... No, tranquila Anaís. Puedes con esto, eres más inteligente, más creativa y mejor que él…"

- Vienes a rogar por el pase, ¿cierto? - Sonreía Gumball de un modo burlón.

- ¿¡QUÉ DEMO…?! - Anais se dio cuenta muy tarde que ya estaba de nuevo en el cuarto de Gumball. Suspiró fuertemente y tras golpear su cabeza con la palma de su mano, respondió - Sí… Voy a seguir con el trato.

- ¡Perfecto! Aunque no se me ocurre ahora que hacer. Creo que mi lista de bromas ridículas que hacer contra tu hermana se ha terminado… No encuentro nada que…

- Recuerda que si no hallas nada, el trato dice que los boletos son automáticamente míos. - Sonreía Anaís. - Tienes 30 segundos…

- ¡ESPERA! Debo tener algo ridículo por aquí. - Gumball empezó a buscar por todos lados algo que lo inspirara. El cajón estaba lleno de botargas tontas, juguetes viejos y revistas.

- 15… 14… 13… - Gumball buscaba desesperadamente, no iba a dejar que Anaís lo venciera en el juego que había creado - 5… 4… - La presión lo consumía, y de pronto sacó lo primero que halló sin ver para continuar con el chantaje.

- ¡LISTO! ¡Haremos esto y será lo último!

- ¿QUÉ DEMONIOS? ¡ERES UN MALDITO ENFERMO!

Gumball no había visto lo que sacó del cajón. Era una revista pornográfica que había llegado de forma misteriosa. Sus ojos se pusieron en blanco.

- NO. Espera… No es lo que pa…

- No puedo creer que a esto has llegado, en serio. ¿REALMENTE QUIERES ESTO?

- Espera Anaís… me…

- CÁLLATE. Déjame concentrarme. Esto es un punto demasiado bajo incluso para ti Gumball Watterson.

- ¿Concentrarte?

- DIJE QUE TE CALLARAS.

- Pero…

- ¡SILENCIO!

- Anaís suspiró y empezó a murmurar para sí misma: "Es por Daisy, hazlo por Daisy"...

Gumball arrojó la revista lo más lejos que pudo, rompiendo la ventana.

- ¡YA! No tenemos que…

- ¿Por qué haces eso? Ahora no voy a tener algo que me auxilie… - Dijo Anaís.

- Espera, es solamente un…

Anaís se puso de rodillas enfrente de Gumball. El gato azul intentó hacerse para atrás.

- ¿En serio vas a acobardarte justo ahora después de que me pediste eso?

- Yo no te…

- Escucha. Estoy haciendo esto de buen humor. Realmente quiero ver a Daisy, así que agradece que no estoy lo suficientemente molesta para decirle a mamá; rápido, hagamos esto antes de que me ponga de malas.

- Anaís… yo no estoy seguro que…

- ¿ES QUÉ TODO TENGO QUE HACERLO YO ACASO? - Anaís empezaba a verse frustrada. - Está bien. Si no lo vas a hacer tú, yo lo haré.

- Anais, aún arrodillada empezó a retirar el pantalón de Gumball.

- ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? - Gritó Gumball.

- Cállate. Como si no hubieras querido desde un inicio esto, maldito enfermo. Aprovechándote de tu hermana menor…

- Solo fue un malentendidOHHHH….

Gumball se paralizó. Anaís lo había sujetado fuertemente del miembro y se lo había llevado a la boca. Esto había escalado de forma tan rápida en poco tiempo.

- A… Anaís… Espe… OHHH - Anaís con una mirada enojada movía su boca rápidamente. Gumball trataba de retirar la cabeza de ella de su cuerpo.

- ¡MMMPHH! - Anaís sintió la brusquedad de Gumball y lo miró enojada. - Si realmente no te gusta esto así entonces no hubieras tirado la revista. ¡Me hubiera servido saber que tenía que hacer!

- Esto no era lo que yo tenía en… en mente…

- Ni yo, pero no importa. Ahora cállate, necesito concentrarme. - Anaís tomó aire.

- No me estás entendienDOOOOOOOO… - Anaís intentaba meter todo el miembro de Gumball a su boca, para después sacarlo abruptamente.

- ¡Vamos! ¡Apurate! No tengo todo el día…

- A… Anaís, solo déjame explicarte que no quiero esto…

- ¿No estarás hablando de…? - La pequeña conejita se apartó de Gumball.

- ¡Si! ¡Por fin creo que me entiendes! Lo que estabas haciendo no era lo que tenía en mente. Fue un malentendido…

Anais se quedó pensativa. Parecía que había entendido la situación.

- Entonces tú no querías…

- ¡No! No quería eso. Yo estaba buscando otra cosa, nada que tuviera que ver con… ¿POR QUÉ TE ESTÁS DESNUDANDO EN MI CAMA?

La conejita se había desvestido parcialmente y estaba en proceso de retirar su ropa interior, ante la incertidumbre de Gumball. Deslizándola rápidamente y aventando todo al piso, Anais se acomodó dando la espalda a Gumball, levantando su trasero.

- Ya entendí que quieres… Y… no me gusta la idea, pero tarde o temprano tendría que pasar, ¿no?

- ¿ANAÍS A QUÉ TE ESTÁS REFIRIENDO?

- Gumball, quiero esos boletos. Y sé que quieres ya. Estoy dispuesta a hacerlo todo contigo. No lo hagas más difícil. Solamente lo hacemos, serán unos minutos y ya, podemos seguir con nuestras vidas…

- Ana…

- Solo hazlo. - La voz de Anais sonaba resignada, pero muy tranquila y buscando ser amable. - Al menos serás mi primera vez tú y no un sujeto que no conozco, así que sé gentil, ¿vale?

Gumball tragó saliva, mientras se acercaba poco a poco a la cama. Temeroso de lo que podía pasar, tomó el trasero de su hermana menor con ambas manos y acercó su erecto miembro a ella.

- De acuerdo… Voy a ser gentil. Te lo prometo…

- Espera, ¿no estás olvidando algo importante?

- Cierto, ¡un condón!

- No idiota… La cámara. ¿No querías tomar fotografías de esto?

- Ah… sí… La cámara… - Gumball fingió demencia mientras la tomaba. - Sonríe mientras hago esto, jeje…


Habían pasado casi 60 minutos completos. El cuarto de Gumball se había llenado de jadeos y gemidos intensos salidos de él y de Anaís. Dentro de la habitación, sobre la cama, se encontraban ambos desnudos, tomando aire, con decenas de fotografías instantáneas alrededor de ellos que evidenciaban el acto que habían consumado.

Fotos de ambos en diferentes posiciones y emociones, y algunas más obscenas que otras, se encontraban adornando el cuerpo de Anaís y las sábanas de la cama.

Anaís no podía hacer nada más que respirar profundamente y jadear. Tenía el cuerpo lleno de cierta sustancia blanca y pegajosa de los pies a la cabeza, pero a su vez tenía una sonrisa radiante y sus mejillas se habían sonrojado demasiado.

Gumball se levantó de la cama con cámara en mano, la escena era ideal para una fotografía más y acomodó las fotografías al lado de Anaís, mientras ella sonreía y movía su cuerpo para salir mejor retratada. Un *click* irrumpió el ambiente y acto seguido la fotografía fue impresa.

-Toma… Te lo ganaste… - Mencionó Gumball mientras le acercaba los boletos del show de Daisy a Anaís y acariciaba su mejilla. Un enorme brillo iluminó sus infantiles ojos.

- ¡Gracias! - Gritó ella alegremente mientras saltaba de felicidad y corría a su cuarto con boletos y ropa en mano. - ¡No te preocupes, no le diré a mamá!

- Eso espero… - Murmuró para sus adentros Gumball, sin saber que una luz roja parpadeaba muy cerca de él.

Esa luz era demasiado sospechosa. Escondida entre el escritorio, la luz provenía de una cámara oculta. Esa cámara estaba transmitiendo directamente a un circuito cerrado, y había presenciado todo lo que habían hecho Gumball y Anaís.

Del otro lado de la pantalla, una figura sonreía maliciosamente mientras se encontraba salvando el material grabado desde el sótano. Había disfrutado demasiado el show, y ahora tenía evidencia para disfrutarlo cuantas veces quisiera.

- Lastima que no me dirán… - dijo la figura mientras relamía sus labios.

Era Nicole.


FIN