Llevo un tiempo con esta historia escrita pero verdaderamente no sabía si subirla porque llevo muy poco de ella hecha, espero que les guste. Estoy intentado ser lo más fiel que puedo con el Mundo Mágico en los detalles y demás; soy algo tiquismiquis en ese sentido de la perfección sobre el universo Potterico.

Disclaimer: Todos los derechos sobre los personajes y el entorno en el que se desarrolla la historia son propiedad de J. y de la Warner Bross.

Viaje

Siempre le habían contado desde pequeño historias de Hogwarts, sobre las increíbles aventuras que sus padres y sus tíos habían vivido ahí. Incluso su hermano y sus primos le explicaban cuán maravillosa era la escuela de Magia y Hechicería de Inglaterra, aunque James más de una vez le había contado una mentira para meterse con él. Como decía su madre, su hermano era un bromista, debía de haberlo heredado por parte del tío George, porque su padre no solía gastar bromas.

Albus y Rose fueron caminando por el último vagón buscando una cabina libre; apenas acababan de salir y sentía su pulso muy acelerado. Anteriormente ya había ido a otra escuela, junto con Rose, -ambos estaban en la misma clase desde el jardín de infancia y habían hecho amigos allí. De su familia, eran los únicos junto con las hijas del tío Percy que habían recibido previamente una educación muggle– pero apenas recordaba con claridad los primeros días en su antigua escuela, y sin embargo era consciente de que no se había sentido ni la mitad de emocionado que con ir a Hogwarts.

En el penúltimo compartimento no se encontraba nadie, por lo que entraron allí y Albus se sentó junto a la ventanilla, mirando fijamente por ésta como dejaban Londres atrás y el paisaje con casas iba dando lugar a una gran extensión de campo a través.

-¿Crees que Hogwarts será tal y como nos han contado, Al? -preguntó Rose con voz ilusionada-. Cuando mamá me regaló 'La Historia de Hogwarts' me pareció fantástico.

-Bueno... yo creo que Hogwarts no es como me lo ha contado James, eso seguro –hizo una mueca de fastidio-. Antes de saber que era el sombrero seleccionador quien nos enviaba a la casa intentó convencerme de que tenías que resolver el enigma de una esfinge, y según lo que dijeras escogían tu casa o te tiraban al lago con el calamar gigante, tuve pesadillas durante una semana -recordando la risotada que soltó su madre cuando le contó su temor de acabar con allí en vez de en una de las casas.

-Eso es algo muy improbable –refutó asintiendo con la cabeza-. Tía Ginny tenía motivos para reírse, si me hubieras preguntado a mí o a cualquiera que no fuera tu hermano como... la prima Victoire o a Lucy... si hubieses preguntado a Fred te hubiera dicho lo mismo que James seguro... -se tanteó la barbilla con duda.

De pronto la puerta del compartimento se abrió y aparecieron dos niños que también debían de ser de primer año, ya que traían sus baúles y aún no se habían puesto el uniforme, igual que Albus. El que había abierto la puerta los miró y se aclaró la garganta un poco.

-¿Están ocupado estos sitios? -preguntó señalándolos-. Hemos intentado entrar al compartimiento anterior, pero ya hay cinco y no caben los baúles.

Tanto Rose como Albus asintieron y les ayudaron a ponerlos de forma que no se cayesen ni tapasen la entrada. Ella se puso al lado de Albus y ambos chicos se sentaron el uno al lado del otro.

-Gracias -dijo el que no había hablado aún-. Yo soy Flavio Wrigth, encantado –su voz era muy suave y tenía aspecto de ser algo tímido.

-Yo Dougal Proudfoot –se presentó y a Albus le sonó de algo su apellido-. Mi padre es auror y trabaja en el ministerio de magia.

-Yo soy Rose Weasley y este es mi primo, Albus -contestó la chica con una sonrisa-. Mi madre también trabaja en el ministerio de magia, en el Departamento de Leyes, es una gran bruja -su pecho de hinchó de orgullo al decirlo.

-Entonces el mío es el jefe del tuyo, Dougal –él también estaba orgulloso de sus padres-. Soy Albus Potter –los ojos azules del otro muchacho se abrieron, sorprendido.

-Entonces eres hijo de Harry Potter -su voz denotaba emoción a la vez que sorpresa.– Lo tengo repetido cuatro veces en las ranas de chocolate, tu padre es un héroe -al decir eso Albus se sonrojó y bajó la cabeza.

-Bueno... él suele decir que cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo, que no por eso es un héroe, mucha gente también hizo cosas durante la guerra... -ese tema a veces resultaba algo tabú en casa, ya que muchos conocidos de su familia habían muerto en ella.

-¿Guerra? ¿Qué guerra? -Flavio pareció ponerse nervioso a la mención de esa palabra- ¿Hay una guerra? -los tres niños le miraron pero fue Rose la que le contestó.

-Hace unos veinte años que acabó, no te preocupes, ahora todo está en paz –sonrió un poco.

-Oh... menos mal, yo es que... soy de familia muggle, mi madre es profesora y mi padre es abogado –explicó-. Siempre pensaron que era algo raro, una vez el gato empezó a levitar por la casa cuando sólo tenía siete años, a mi padre le costó mucho creer que la magia existía, el profesor Longbottom fue el que vino a decirnos que era un mago y que iría a Hogwarts.

-El señor Longbottom es amigo de la familia –respondió rápidamente Al con una sonrisa-. Su esposa es la dueña del Caldero Chorreante, has tenido que pasar por ahí cuando fuiste al Callejón Diagón.

-Ah... sí, recuerdo ese lugar... -entrelazó los dedos -. Aunque tengo mis dudas sobre en qué casa estaré... el profesor Longbottom dijo que él era el jefe de la casa Gryffindor y me pareció simpático... así que no me importaría ir allí –tanto Albus como su prima asintieron.

-Casi toda nuestra familia ha quedado en Gryffindor, menos... -empezó la pequeña pelirroja a contar con las manos– Dominique y Louis que son Hufflepuff y Molly que es Ravenclaw, aún así ambas son también buenas casas, pero debemos quedar en Gryffindor, ¿verdad?.

-Nuestras madres dijeron que tío Ron bromeaba con eso... no creo que haga nada si quedas en otra casa, tía Hermione no le dejaría –Dougal los miró.

-Pues mi padre fue Ravenclaw y mi madre Slytherin -al mencionar esa palabra Rose se le quedó mirando como si de repente le hubiera salido una segunda cabeza.

-¿Tu madre fue Slytherin? -preguntó un tanto susceptible.

-Eso es lo que he dicho; -de pronto el muchacho se puso un poco a la defensiva- ¿tienes algo contra los Slytherin?

-No es sólo... que ya sabes, muchos magos oscuros salieron de esa casa... hay gente que no, obviamente, pero... no me gustaría estar en ella -parecía que hablase algo forzada pero Albus rápidamente la interrumpió.

-La abuela Teddy fue a Slytherin, y es muy buena persona –recordó de pronto al moreno y Dougal lo miró interesado-. Mi padre dice que si quedo en Slytherin entonces la casa ganará un gran estudiante pero... prefiero Gryffindor, mi hermano está ahí, y seguro que se metería conmigo si acabase en Slytherin, sobre todo en los partidos de quidditch.

-¿Qué es el quidditch? -preguntó Flavio que se había quedado algo descolgado de la conversación.

Más o menos entre todos le explicaron en qué consistía, al muchacho pareció sorprenderse que uno de los medios de transporte habituales para los magos fueran las escobas, y le impactó que tuviesen clase de vuelo al principio del curso.

Su padre le había dicho que únicamente había una, pero que podían preguntarle a la señora Hooch si no les importaba dar otra. A Albus jamás le había entusiasmado demasiado volar, no como a sus hermanos; James siempre se pasaba el tiempo con una pelota en las manos tirándola al aire y recogiéndola, y Lily decía que de mayor quería ser tan buena como su madre y acabar en algún buen equipo. Tío Ron había intentado convencerlos en incontables ocasiones que se hiciesen de los Chudley Cannons, pero su intento había resultado en vano, los tres eran de las Arpías.

-Vaya... parece un deporte peligroso, a mi me gusta el fútbol -sonrió un poco más tranquilo-. Soy del Manchester -Albus conocía bastante ese deporte ya que su padre a veces lo veía por la televisión; su tío que también se había acostumbrado a ese aparato muggle, y de lo único que se quejaba era de que no echasen partidos de quiddicth-. Pero en ese deporte ¿alguien ha muerto?

-Bueno, una arbitro hace muchos años, pero no te preocupes, ningún jugador ha muerto en Hogwarts -hizo un gesto como para quitarle peso al asunto, pero no pareció convencerlo del todo.

Se escuchó un portazo y la puerta del compartimento se abrió de golpe mostrando a dos niños de su misma edad con las túnicas ya puesta, mientras uno intentaba mirar por encima del otro.

-Disculpad ¿sabéis cuando viene la señora del carrito? Es que estamos muertos de hambre -los cuatro niños se miraron entre sí y negaron-. Qué fastidio.

-No creo que tarde demasiado, debe de haber mucha gente comprando en los primeros compartimentos. ¿Por qué no vas? -sugirió Rose con amabilidad.

-Casi todos los alumnos de primer año estamos aquí, si me acerco a una zona más adelante seguro que nos intentan liar y acabaremos encerrados en algún baño -frunció el ceño-. A mi hermano se lo hicieron, por cierto soy Lauren Stebbins y él es Jaiden, estamos solos en el último compartimento.

-Sí, casi no subimos. Mi padre tuvo que empujarme para que no me cogiese el pie una puerta -se rió el otro como si estar a punto de caerse del tren resultase de lo más divertido.

-Parece peligroso -le comentó Dougal y Rose parecía de acuerdo.

-Nosotros somos Rose -señaló a su prima- Dougal, Flavio, y yo soy Albus -ambos se miraron y asintieron.

-Sí, os vimos subir, ¿tú eres hijo de Harry Potter, no? Estaba en el andén. Yo iba a pararme para pedirle un autógrafo, pero mi padre me empujó diciendo que si no, no llegábamos -pareció lamentarlo mucho-. Eh, tal vez tú podrías pedírselo.

-No creo que Albus le pida un autógrafo al tío Harry, es su padre -Lauren se la quedó mirando.

-Tú... ¿eres una Weasley? -preguntó en tono de duda-. Ya sabes, pelo rojo, muchas pecas... -intentó explicarse- además has dicho tío Harry ¿no?

Su prima se sonrojó furiosamente por la mención de sus pecas; Fred el cual era el único Weasley que no había heredado esa dichosa maldición al parecer, y siempre se había metido con Rose por eso mismo.

-Sí, lo soy ¿pasa algo? Mis padres son Ron y Hermione Weasley -de pronto Dougal dio un bote.

-¡Esos también los tengo repetidos en los cromos! –exclamó, pero sólo Flavio pareció echarle cuenta preguntándole con curiosidad a que cromos se refería.

-Vaya, tus padres son héroes, Weasley -sonrió Jaiden mirándola por encima del hombro de Lauren de puntillas -. Mejor que nos vayamos a nuestro compartimento, tengo un ajedrez, podemos jugar.

Después de eso la conversación derivó a distintas cosas, desde sus comidas favoritas hasta la asignatura que creía dársele mejor en Hogwarts. Flavio que no tenía ni idea de qué trataba cada una; Rose fue explicándole paso a paso en que consistían aunque no fueran de su año; el pequeño se rió cuando le dijo que había una asignatura llamada Estudios Muggles.

-A ver... ¿hay una asignatura sobre los muggle? ¿En serio? -parecía reticente a creérselo-¡Qué raro! Los magos estudiáis a los muggles como si fuéramos gente que vivió hace mil años, tiene gracia -Rose no se la veía.

-No, según mi madre es muy interesante saber cómo los magos ven y razonan la tecnología y las costumbres de los muggles -añadió-. Por ejemplo, los brujos no usan cosas como televisores, ordenadores o teléfonos, así que su funcionamiento les resulta realmente complicado. Mi abuelo Arthur siempre le ha preguntado a mi madre que como es capaz que sin magia hayan creado un aparato que vuele, porque no se lo explica.

-Bueno, yo tampoco tengo ni idea de por qué vuela un avión, tan solo lo hace y punto -se encogió de hombros-. ¿Ni tele, ni pc, ni teléfono? ¿Que tienen los magos para entretenerse? ¿Aire?

-No, magia -Albus miró a Rose extrañado, eso no había sonado muy... amable, pero parecía algo nerviosa-. La usamos para esas cosas, pero también aparatos como... las radios -intentó recordar algo más que usasen los magos.

-¿Hay radios mágicas? ¿Y en qué se diferencian de las normales?

Eso era algo que ni Albus sabía. Su padre tenía una antigua radio mágica en casa que se había comprado en una tienda del callejón, y un despertador que cada mañana que sonaba empezaban unos muggles reporteros a hablar del tiempo que hacía o de las retenciones en las carreteras. Más de una vez ese maldito reloj les había despertado, y un día, cuando tenía James nueve años, éste estalló sin previo aviso; magia accidental sin dudas, pero los tres pequeños de la casa se alegraron de ello.

-Las radios mágicas no necesitan electricidad -sonrió entonces bastante contenta por la diferencia que había entre ellas-. Nunca se gastan y siempre puedes oírlas, las muggles deben estar enchufadas o en su defecto con una batería.

-Oh... supongo que funcionaran por arte de 'magia' -hizo comillas con los dedos y Albus se rió de aquello.

Flavio era un poco más bajito que él, contaba con un corto cabello castaño cenizo y unos ojos de color chocolate; mientras que Dougal poseía unos ojos tan azules como el cielo y el pelo de un castaño oscuro. Su prima había salido físicamente casi igual que su padre, a excepción de los ojos, pero su melena era rojo fuego y la llevaba suelta, revuelta sin ningún orden aparente, sus mejillas y nariz estaban salpicadas de cientos de pecas caprichosas que campaban a sus anchas. Él era según muchos de sus familiares una copia de su padre en miniatura, el mismo pelo azabache desordenado y unos intensos ojos verdes. Su hermano también lo tenía igual que él pero con el iris castaño de su madre y llevaba gafas, la pequeña Lily tenía la cabellera roja y lacia con unos preciosos ojos color café. Por suerte ni él ni su hermana llevaban gafas ya que veían estupendamente bien.

-Voy a salir un rato -dijo de pronto su prima poniéndose de pie y sacudiéndose la túnica-. Será mejor que os cambiéis de ropa ya, voy a preguntarle a Victoire cuando falta para llegar -y sin más decir cerró la puerta dejando a los tres niños mirándose entre sí.

-Ella es algo extraña ¿no? -preguntó Dougal-. Cuando ese tal... Stebbins -intentaba recordar su apellido- le preguntó si era una Weasley casi salta.

-Bueno... tiene un problema con sus pecas, eso es todo, cosa de familia -intentó restarle importancia ya que no la tenía.

Flavio se había puesto de pie encima del asiento e intentaba abrir su baúl en busca de su ropa. Todos los alumnos de primer año eran los únicos cuyas corbatas y escudos no estaban bordados al inicio de curso según su casa. Los mayores contaban con el emblema de la casa en la que tocaban, pero ellos tenían una sosa corbata de color negro y el escudo de Hogwarts en el pecho. En cinco minutos los tres contaban con sus uniformes y metían la ropa a empujones en sus baúles, la de Flavio estaba a rebosar de ésta, mientras que la de los otros dos estaba menos llena.

-¿Por qué traes tanta ropa? -alzó una ceja Dougal.

-Pues... para los fines de semana y eso -como si la respuesta fuese obvia-. No tendremos que estar todo el tiempo con el uniforme ¿verdad? -Albus hizo una mueca.

-No, no es eso, pero... los de primero no suelen salir del castillo, me refiero, como las excursiones que se hacen en los colegios muggles o eso, normalmente siempre se lleva el uniforme puesto -aseguró este-. Pero en tercero podemos ir a Hogsmeade, es un pueblo que está muy cerca de Hogwarts y tiene muchas tiendas, mi tío George dirige Zonko.

Ya habían ido a allí más de una vez a visitar la tienda de bromas y Honeyducks; a Lily le encantan tanto las ranas de chocolate como al tío Ron y siempre que podía pedía a sus padres que se las comprasen. Diez minutos después, Rose volvió comiéndose un regaliz bastante largo y los tres la vieron alzando las cejas.

-La señora del carrito está en el otro vagón, Lucy me ha comprado esto -dio otro mordisco -. James me ha preguntado que donde estábamos, que creía que nos habíamos caído del tren o algo.

-Seguro que estaba muy ocupado hablando con sus amigos sobre el verano, me dijo que Summerby quería mostrarle algo que se había comprado en Grecia -su hermano valoraba mucho a sus amigos, y sobre todo las bromas que pudiese gastar con cualquier cosa que hubieran traído a Hogwarts.

-Ya, bueno, me encontré con Victoire, dice que como mucho en media hora llegaremos, que nos vayamos con Hagrid en cuanto le veamos.

Los cuatro niños miraron por la ventanilla. El paisaje de campos soleados había cambiado casi sin darse cuenta para pasar a un profundo bosque, y la luz se había apagado tanto que el cielo estaba de color anaranjado tirando para el negro-azulado que solía haber poco antes del anochecer. Poco después, una mujer entrada ya en años llamó a la puerta para ofrecerles comida, Flavio abrió la boca y Albus pudo suponer que nunca había visto dulces mágicos. Se metió la mano en el pantalón y sacó cinco galeones que le había dado su padre antes de salir del coche por si le entraba hambre en el tren. Compraron empanadas de calabaza, ranas de chocolates, regaliz, grageas de todos los sabores, caramelos de menta... Antes de que nadie pudiera avisarle el joven Wrigth ya había abierto y se había metido en la boca una de las grageas y su cara pasó de un tono rosáceo a rojo pasando por un gracioso naranja para al final escupir el caramelo y mover la mano para enfriarse la lengua.

-Pica, pica, pica -repitió incansables veces y los otros tres rieron, Rose se llevó una mano al estómago y se tapó la boca con la otra.

-Son grageas de todos los sabores ¡de todos! -exclamó al parecer divertida-. Hay de sabores normales, pero también hay con sabor a coles, espinacas, picante -enumeró y cogió al azar uno de la bolsa de Flavio metiéndoselo en la boca y al parecer contenta con el sabor- ¡Nata!

-Ezo ez injuzto -dijo aún con la lengua fuera-. No me habeiz avizado -Rose paró de reír.

-Tranquilo, de pequeños a todos nos ha pasado ¿verdad? -Albus a su pesar tuvo que asentir y Dougal también lanzando un suspiro.

-Yo una vez comí uno con sabor a pasta de berenjenas, James se estuvo riendo de mí durante semanas.

-Eso no es nada, yo probé uno son sabor a carbón -puso el rostro asqueado- y no ese dulce, no, carbón de verdad.

Los dulces mágicos solían tener la peculiaridad de que la variedad de gusto comparada con la de los muggles era muchísima más amplia, pero al serlo tenía más peligro en encontrarte un sabor que odiabas o que ni sabías siquiera de su existencia. Las ranas de chocolate se acabaron rápidamente y todos les dieron sus cromos a Dougal para que viera cuales tenía o cuales no; Hugo también los coleccionaba, pero solo le quedaban tres sino recordaba mal, y ninguno de los que le habían tocado lo eran, aunque suponía que Rose se acordaría mejor. Entonces se escuchó una voz resonante por todo el lugar.

-Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Dejen su equipaje en el vagón, se lo llevarán por separado al castillo.

Todos se miraron entre sí, estaban muy emocionados al llegar a la estación. Cuando salieron al pasillo una hilera de alumnos también de primero y de otros cursos intentaban salir del vagón. Albus tomó a su prima del hombro para no separarse de ella durante el trayecto. Al bajar pudieron notar el frío que hacía, por las noches de septiembre ya empezaba a notarse que faltaba poco para el otoño, pero seguramente estarían más al norte y por ello el frío era mayor. De pronto una lámpara alumbró sus caras y sonó una voz conocida para Rose y Albus.

-¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! -bramaba Hagrid, que sobresalía del lugar y se veía perfectamente-. ¡Hola chicos! -los saludó al verlos.

-Hola, Hagrid -contestaron al unísono, el semi gigante siempre les había caído bien.

-¡Primer año! -volvió a gritar y entonces se dieron cuenta que detrás de ellos había una pequeña marabunta de niños-. ¿Alguien más de primer año? Bien, entonces seguidme.

Rose estaba que casi saltaba de alegría y miraba a su primo con una inmaculada sonrisa en los labios. Albus no tuvo más remedio que contestarle con una sonrisa ¡ya casi estaba en Hogwarts! Y eso era suficiente para que los pelos de su coronilla se erizasen y su estómago empezase a revolverse. En pocas horas estaría durmiendo en la cama de su casa, y al día siguiente empezaría a aprender magia ¡a aprender de verdad!.

Continuará...

Espero poder actualizar pronto, muchas gracias por terminar de leerlo. Para comentarios, críticas o demás ya sabéis, review e intentaré contestaros (aunque llevo tanto tiempo sin subir nada a mis historias que creo que he olvidado como se hace...). Espero poder actualizar todas las semanas, al menos hasta que entre a la universidad nuevamente, entonces no sé cuando podré hacerlo. Nuevamente muchas gracias y hasta la próxima.