Sword art online y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de sus respectivos autores y yo los uso para entretener a mis lectores. Disfruten su lectura.
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Secuelas
Las personas solían decirle lo hermosa que era. Incluso antes, cuando era más joven, recibía muchos halagos por parte de los más pervertidos de sus compañeros, maestros e incluso amigos de sus padres. Aquellas actitudes le hacían sentir nauseas, odiaba que la señalaran por su belleza y no por su inteligencia o logros, pero aun así ella reconocía que antes había sido una adolescente llena de encantos. Ahora no se sentía bonita, al contrario, detestaba cada parte de su cuerpo. Odiaba verse en el espejo y darse cuenta de lo delgada que estaba, de lo poco agraciada que se veía. Casi todos los huesos se le notaban. Aquel trasero del que secretamente se sentía orgullosa había desaparecido. Sus senos seguían ahí, del tamaño que recordaba, solo que ahora se veían un poco más grandes debido a su delgado cuerpo, y eso no le gustaba. Su cara era todo un caso. Por más que había intentado sus labios seguían partidos. Sus pómulos resaltaban debido a lo delgada de su cara. Y sus ojos tenían unas bolsas moradas debajo, producto de sus noches de insomnio. Pero lo que más odiaba de si era su cabello, ese cabello que por alguna razón todos sentían la necesidad de tocar y admirar.
En realidad, no se había percatado de cuanto lo odiaba hasta hace dos semanas atrás. Iba en el metro de regreso a casa. Las clases habían terminado y empezaba a oscurecer. Por alguna razón que no recuerda, terminó subiendo sola al vagón del metro. En esa ocasión su muy cotizado y trabajador novio no había tenido oportunidad de acompañarla, era la primera vez que la dejaba irse sola a su casa desde que regresó a la escuela y se sentía un poco nerviosa, o al menos al principio creyó que era por eso. No fue hasta que se bajó en la estación del metro indicada y notó que alguien la estaba siguiendo que se dio cuenta de la verdadera razón por la que se sentía incomoda. Un sujeto estaba detrás de ella, la había seguido. Sintió pánico, y una horrible sensación de familiaridad la desarmó completamente. Su plan inicial era caminar lo más rápido posible hasta llegar a su casa, pero ahora ya no sabía muy bien que hacer. Sintió miedo, tanto miedo que su primera reacción fue correr, pero antes de llegar a las escaleras que daban a la salida de la estación alguien tomó su mano y tiró de ella. Sintió un cuerpo caliente alrededor e inmediatamente un doloroso impacto contra la pared más cercana. El sujeto la tenía acorralada.
- ¿A dónde vas con tanta prisa, preciosa? - Susurró una voz ronca contra su oído. Irónicamente lo único que podía pensar en ese momento era que algún niño había olvidado a su osito de peluche a la mitad de las escaleras. Aquel extraño tomó un mechón de su cabello y lo presionó contra su nariz descubriendo su dulce olor a coco. –Que olor tan placentero. Cuanto daría por ponerte en cuatro y jalarte el cabello mientras te doy por atrás- gruñó aquel sujeto presionándola más contra su cuerpo. Pudo sentir como metía su mano debajo de su falda escolar y sus dedos se hacían camino entre su ropa interior. Fue entonces cuando se permitió gritar llena de pánico esperando que alguien la escuchara. Los recuerdos de Sugou haciendo lo mismo en el mundo virtual la atacaron uno tras otro y las lágrimas empezaron a salir. ¿Desde cuándo el metro estaba tan vacío? A la mitad de su grito el hombre la soltó asustado, y en su desesperación le lanzó un golpe que aterrizó en sus labios haciéndolos sangrar. El impacto logró hacer que dejara de gritar y también la hizo perder el equilibro. En el suelo se encontraba más vulnerable y lo sabía. –Cierra la boca, maldita puta- escupió las palabras lleno de coraje. Vio que su agresor levantó la pierna derecha con la intención de patearla, pero el grito desesperado de un tercero logró asustarlo lo suficiente como para huir corriendo. Poco recordaba de su salvador y de lo que pasó después. Recordaba que era un hombre de intendencia ya entrado en años y que la había ayudado a levantarse y calmarse. Recordaba que le había insistido para que llamara a la policía, pero ella había minimizado el hecho. Le había mentido. Le mintió por vergüenza y temor. Le dijo que solo la había empujado y, aunque no le creyó nada, la dejó irse siempre y cuando se fuera en taxi, y así lo hizo. Cuando llegó a su casa se alegró de que se encontrara vacía. Corrió directo a su habitación y desesperada se metió a la ducha sin quitarse el uniforme. Por mucho tiempo dejó que el agua caliente corriera sobre su cabeza mientras ella lloraba desconsolada. Se sentía como en los primeros días de SAO, solo que ahora también tenía una sensación de suciedad y asco. Se odió por ser tan débil y no haber podido hacerle frente a aquel sujeto, y se odió por recordar aquellos momentos cuando Sugou la tenía encerrada. Eso había bloqueado su mente.
Los días siguientes había tenido que mentirles a todos sobre lo que había ocurrido con sus labios. Les dijo a sus amigos y familiares que se había caído por las escaleras y le habían creído, todos le creyeron menos una persona. Su novio, Kazuto, escuchó todo con cierto recelo y duda, no se tragó su historia y estuvo molestó hasta que la herida prácticamente había desaparecido y no se separaba de ella por ningún motivo. Ciertamente la experiencia había sido horrible, pero sus sueños eran mucho peores. En ellos nadie viene a salvarla y su agresor logra meter sus dedos dentro de ella haciéndola llorar más fuerte. Cumple su amenaza y la coloca contra las escaleras, rompe su ropa interior y la penetra sin cuidado, disfrutando sus gritos de dolor mientras tira de su largo cabello haciendo que su espalda se arqué facilitando la penetración. Rompe los botones de su blusa y forcejea con su sostén hasta que logra quitárselo. Eyacula dentro de ella, pero la pesadilla no ha terminado. Hace que se gire para poder tener un mejor acceso a sus senos desnudos. Se saborea la vista de su pecho pasándose la lengua por los labios y ella se da cuenta de quién es su agresor, es Nobuyuki Sugou, es el hombre que mordisquea sin piedad sus pezones. Es él quien la ha violado, quien le ha robado su virginidad.
Es en ese momento del sueño en el que se despierta gritando y cubierta de sudor en medio de la noche. Es la quinta vez que sueña lo mismo desde que fue acosada en la estación del metro. Después de eso no logra conciliar el sueño y a la mañana siguiente tiene que cubrir las marcas moradas bajo sus ojos con maquillaje. Es una buena actriz y sabe fingir perfectamente que no pasa nada frente a todos, pero Kazuto se da cuenta de que algo no va bien. Casi no come, casi no habla y últimamente casi no entra a ALO. Él le pregunta constantemente si todo está bien, pero ella solo le responde con un "sí" y un efímero beso. Cree que con eso logra calmarlo, pero no es así, su preocupación por ella aumenta.
El reloj marca las 3 de la mañana y no puede dejar de llorar por esa estúpida pesadilla. La siente tan real y no puede evitar la culpabilidad por tener esos sueños, por no poder ser más fuerte y reprimir esos sentimientos y pensamientos que había logrado evadir por tantos meses. En medio del terror que siente tras despertar en plena tormenta eléctrica toma una decisión desesperada. Corre directo al baño de su habitación mientras los rayos iluminan todo. Se ve al espejo y ya no se reconoce, no se siente valiente ni capaz de liderar un ejército. Se siente pequeña, frágil y tonta. Sin poder lograr que sus lágrimas dejen de salir busca entre sus cajones unas tijeras. No lo piensa dos veces y empieza a cortar su largo cabello sin importarle mucho el largo. En la oscuridad no nota, y tampoco le importa, si su corte está quedando uniforme. Un gran rayo ilumina la habitación por varios segundos y es ahí cuando se da cuenta de lo que ha hecho. Ve su reflejo y se da cuenta que está llena de sangre. No sabe de dónde viene la sangre ni en qué momento se lastimo. Asustada busca el interruptor de la luz hasta que logra encenderlo. Por fin puede verlo. Su mano izquierda tiene varias cortadas, unas más grandes que otras, pero la que más le preocupa es una cerca de la muñeca que, probablemente, se hizo mientras levantaba el cabello sobre su cabeza y lo cortaba sin piedad. En ese momento se llena de pánico y su llanto se intensifica, puede escucharse incluso con el ruido de la tormenta. Derrotada se deja caer en el piso, entre sus largos mechones de cabello cortado. Ha perdido el control por completo y no sabe qué hacer. Lo único que intenta para detener la hemorragia es hacer presión con la blusa de su pijama, pero no tiene mucho éxito.
-¡Asuna! ¡Asuna!- Escucha como su madre entra corriendo a su habitación. Se escucha asustada. Por un momento siente miedo de que la encuentre así, de que piense mal, que crea que se ha hecho daño apropósito. Después de regresar de SAO había ocultado muy bien sus traumas y se hizo la fuerte ante ella para que no la viera así, y ahora que se encontraba peor que nunca la veía entrar al baño y arrodillarse frente a ella. - ¡Asuna! ¡Por Dios! ¿Qué has hecho? – No recordaba nunca haberla visto tan asustada, eso hizo que se sintiera culpable.
-Perdón, mamá, perdón. Yo no quería hacerlo, fue un accidente- Empieza a excusarse, pero sus palabras son apenas entendibles debido al llanto que no puede controlar. – Ayúdame, mamá, tengo miedo- Siente como su madre le acaricia la cara y ve como pequeñas lágrimas empiezan a recorrer sus mejillas.
-Tranquila, tranquila- Repite su madre, y no sabe si se lo dice a ella misma. - Voy a…voy a llamar una ambulancia- Se levanta y sale del cuarto. Ahí se da cuenta de que no quiere estar sola.
-No me dejes, por favor, no te vayas- Pero ya es muy tarde, su madre se encuentra marcando al número de emergencias. – Yo no quería, no quería- Susurra y siente como poco a poco el sueño la va venciendo hasta que no puede mantener sus ojos abiertos.
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¡Hola! Un día antes de entrar a clases les regalo esta pequeña historia sobre Asuna y los posibles traumas que creo podría tener después de todo lo que ha pasado. Espero les guste y también que me regalen un review para saber si les gustó. ¡Besos! Nos leemos pronto.
