Hola. Les traigo un nuevo fanfic de FMA. Espero les guste.

Como verán, en el final incluyo a un personaje histórico imporante, no tomen mucho en cuenta las fechas, porque en parte será mundo alternativo (en algunas cosas). Sobre el personaje, hay algunos hechos que sí serán concordantes, otros los pondré yo (pero no quitaré su vida como tal, o sea lo mantendré como lo que es). Espero no se ofendan por incluirlo, pero me gustó la idea.

Ocurre después de FMA Brotherhood.

FMA NO me pertence.

Capítulo I: El comienzo de otra aventura

Edward estaba caminando hacia la oficina de Mustang, estaba tranquilo y sereno, cosa rara en el rubio considerando que cuando tenía que ir a la presencia del Coronel daba pasos tan fuertes que el automail chocaba con fuerza en el suelo generando un buen ruido por cada paso.

Pero hoy no. Parecía ser otra persona. Su capa roja había sido reemplazada por una chaqueta color café, y su ropa negra de cuero había cambiado por una camisa blanca de manga larga, con un chaleco verde. ¿Ese era el famoso Edward Elric? ¿El ex – alquimista de acero? Aunque nadie lo creyera, sí lo era.

Entró a la oficina del azabache sin pedir permiso como era su costumbre. Mustang no levantó la cara para verlo, seguía en sus papeles como si Elric-chibi (como solía decirle) no estuviera ahí. Frente a él aparecieron un reloj de plata y un certificado de alquimista estatal. Miró a Edward.

-¿Qué haces?

-¿Qué crees bastardo? Ya cumplí con mi misión: Le regresé su cuerpo a Al. Además, aunque quisieras, ya no puedo ser alquimista estatal porque perdí mi habilidad de realizar alquimia. Ya no le sirvo al ejército. Así que te regreso el reloj y el certificado.

Ed se dio la media vuelta dispuesto a irse antes de discutir tonterías con el coronel, pero la voz de éste lo detuvo.

-¿A dónde crees que vas, acero?

-Eso no es de su incumbencia. Ya no soy su perro.

-Dejarás de serlo hasta que yo acepte tu renuncia.

La voz de Mustang era impotente, Ed nunca lo había escuchado hablar así, era como si en verdad estuviera muy enojado, pero eso no le importó, y sólo siguió dándole la espalda. A los pocos segundos tomó la perilla de la puerta y la abrió, pero antes de irse, dijo:

-Nos vemos Mustang. Espero que no.

El alquimista de fuego se quedó en shock, mirando como el joven rubio se iba, quizá para siempre de aquellas oficinas. Estúpido enano, pensó. Se sentó de nuevo y miró el reloj de Ed. Estaba algo desgastado y golpeado. Egoísta. Estúpido. Engreído. Idiota. Enano… y valiente acero.

Una solitaria y cálida lágrima cayó al reloj.

Ed salió de las oficinas de Central, luego tomó el primer tren hacia casa, esperando no tener que pisar de nuevo ese lugar, donde enfrentó homúnculos, descubrió la horrible verdad tras la piedra filosofal y donde expuso a sus seres queridos a peligros inimaginables.

Al lo esperaba. Winry lo esperaba. Pinako lo esperaba. Y él esperaba verlos a todos de nuevo. El tren tardó tres días en llegar a Rizenbull, pero Ed sintió alivio al pisar de nuevo lo que antes fue su hogar. Fue directo a casa de los Rockbell. Al llegar, abrazó a todos. Ahora se sentía mejor, su hermano recuperaba peso poco a poco. Eso lo tranquilizaba… pero había otra cosa que no lo lograba calmar.

Entró al cuarto de huéspedes donde dormían él y Al. Se quitó el saco, el chaleco y la camisa para ponerse una playera más ligera. Tomó una camisa de algodón de su cama y pudo ver algo de reojo en el espejo.

Se acercó para ver mejor y pudo ver una delgada línea roja en la cicatriz de su brazo derecho. Parecía más un tatuaje que una herida. ¿Qué era eso? ¿Pintura? Y si así fuera, ¿De dónde salió? Fue directo al baño del cuarto para mojarse el brazo y notó que esa línea no se iba. Trató de no tomar mucho en cuenta eso y se puso su camisa. Aunque eso no lo tranquilizó más.

Pasaron los días y la línea roja de Ed no disminuía, al contrario, aumentaba. Hacía dos días medía 2 cm. aproximadamente, ahora debía medi cm. Pero sin rumbo por su brazo, parecía ir en línea recta bajando por su brazo. Tampoco se lo había dicho a nadie. ¿Por qué? Porque tenía miedo. No sabía lo que era, y tenía miedo que fuera algo muy malo. Sería mejor que investigara… y para desgracia de él, lo único que podía hacer era ir a Central.

Al quería ir con su hermano, pues quizá en Central estaría la joven princesa Mei, y tenía ganas de verla. Así que ambos hermanos partieron, dejando de nuevo todo atrás. Claro que Ed tuvo que inventar la excusa de querer ir a Central para ver si de alguna manera podía realizar alquimia de nuevo.

Al llegar a la biblioteca, lo primero que hizo fue ir a la sección de medicina. Pero no encontró nada relacionado con lo que le pasaba. Estaba desesperado, necesitaba respuestas y rápido. El menor Elric veía a su hermano desesperado, eso sería normal si Ed estuviese buscando algo urgente, pero no creía que a Ed le urgiera realizar alquimia de nuevo. ¿O sí?

-Hermano, ¿Por qué estás desesperado? ¿Algo te sucede?

-No es nada Al… sólo que… no encuentro lo que busco.

-No creo que encuentres de alquimia en un libro de medicina.

-Nunca está de más investigar, Al.

Ed estaba nervioso, incluso sudaba un poco. Al conocía perfectamente a su hermano, y sabía que estaba mintiendo.

-Hermano, ¿Qué te pasa?

-Te juro que no lo sé…

-Dime lo que buscas, quizá pueda ayudarte.

-No es nada, Al.

Al estaba decepcionado. ¿Por qué su hermano le ocultaba cosas? ¿Acaso no se contaban todo? ¿Acaso no se tenían confianza?

-Hermano, ¿Ya no confías en mí?

Ed dejó la vista en el libro para enfocarla a su hermano.

-¿De qué hablas?

-¿Ya no me tienes la confianza para decirme qué te pasa?

-Al… no quiero preocuparte… no de nuevo…

Ed dijo esto último en un susurro.

-Me preocupas, hermano. ¿Qué te pasa?

El rubio miró al suelo. Al y él siempre estaban juntas, en las buenas y las malas.

-No te lo puedo decir aquí, Al. Vamos a la posada. Ahí te lo mostraré.

-Sí.

Ambos hermanos dejaron la biblioteca para ir a su posada. Al llegar, Ed se quitó la camisa y le mostró a Al la línea roja de su brazo que ahora llegaba hasta su codo.

-Hermano, ¿Te hiciste un tatuaje?

-No… eso salió de la nada… no sé qué es… y tengo miedo que sea algo malo, por eso estoy investigando. Tal vez, tenga que ver con la verdad y por eso esto me pasa…

-Hermano, no creo que sea de la verdad.

-¿De qué hablas?

-Mira tu brazo izquierdo.

Ed hizo caso y pudo ver que una línea roja se formaba en su hombro, era similar a la de su brazo derecho. El rubio abrió los ojos de la impresión, y sintió un terror enorme de inmediato.

-¿No lo habías visto?

Preguntó Al al ver la cara de Ed. Él simplemente negó.

-¿Qué me está pasando?

-Hermano, ¿No tienes más de esas cosas?

Ed miró sus piernas, su estómago y no tenía nada, pero en su cuello…

-Hermano, tienes un círculo rojo en la nuca… es del mismo tono de las líneas…

-¡¿QUÉ?!

Edward fue al espejo y se miró, levantó su cabello y con ayuda de otro espejo pudo ver ese pequeño punto rojo. Parecía un lunar, pero no lo era.

-¿Qué es esto? ¿Qué me pasa? ¿Es culpa de la verdad?

Decía Ed conteniendo sus ganas de gritar.

-No lo creo hermano… si así fuera yo estaría igual o peor que tú.

Al tenía razón. ¿Entonces qué era esto?

-Tranquilo, hermano. Yo te ayudaré a buscar una solución a esto.

Al se quiso acercar, pero Ed se lo impidió dando un paso atrás.

-Perdón, Al… pero no quiero que si esto resulta un problema de salud pueda contagiarte.

-Entiendo…

Ed se vistió de nuevo y ambos regresaron a la biblioteca. Buscaron todo tipo de libros. Al buscaba en libros de alquimia y Ed en libros de medicina.

Al final del día no consiguieron nada relevante, pero Al encontró algo interesante.

-Hermano…

-¿Qué sucede?

-En este libro habla de un alquimista famoso, su nombre es Isaac Newton, ¿Crees que podamos ir a buscarlo? Tal vez él nos pueda ayudar.

-¿Qué nos dice que no es un charlatán o no tiene mucho talento?

-Nada… no viene mucho de él, sólo viene en este libro que habla de alquimistas famosos… pero me sorprende que el ejército no lo haya querido reclutar…

-Tal vez se negó o no era tan brillante.

-No perdemos nada con buscarlo. Digo, ¿No te duele lo que tienes o algo por el estilo?

-No, no me duele… pero no sé hasta qué punto seguiré así.

-Vamos… aquí dice que vive en Inglaterra. No está tan lejos. En tren tardaremos un mes más o menos en llegar.

Ed suspiró.

-De acuerdo. Vamos. Todavía tengo dinero. Me dieron un buen fondo por la pelea con padre.

Al día siguiente, los hermanos partieron hacía Inglaterra a buscar a Isaac Newton, también conocido como el alquimista del átomo.