Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de JK Rowling

Aviso: Esta historia participa en el II Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black y está basado en el prompt AK #014: EN EL QUE GINNY ES ACUSADA DE ASESINATO, INTENTO DE HOMICIDIO Y SECUESTRO


Prólogo

Un llanto se coló en su sueño y la despertó.

Ginny abrió los ojos lentamente. Le dolía muchísimo la cabeza y no sabía dónde estaba, ni qué sucedía. Solo que había un niño llorando junto a ella.

–Pero, ¿qué…?

Frunció el ceño al ver a un pequeño bebé tumbado en el mismo colchón desvencijado y sucio en el que ella estaba. Lo reconoció al instante. Era Victoire, la hija de apenas cuatro meses de su hermano Bill.

–¿Qué haces aquí, Vic?

Intentó incorporarse, pero una punzada de dolor la recorrió de arriba abajo y tuvo que contener un quejido. Miró hacia abajo y abrió mucho los ojos al ver su pierna completamente bañada en sangre.

No entendía nada, no sabía qué estaba pasando. ¿Cómo había acabado en ese lugar con Victoire y una pierna herida? No recordaba nada, ni siquiera estaba segura del día o la hora que eran.

Se dio cuenta entonces de que había un ejemplar del Profeta junto a ella así que lo cogió para averiguar, al menos, de qué día era. Y el alma se le cayó de golpe a los pies nada más ver la portada.

«Continúa la búsqueda del asesino de Fleur Weasley.

Su marido, Bill, sigue ingresado en estado crítico en San Mungo y todavía se desconoce el paradero de su bebé de apenas cuatro meses.»

No fue capaz de leer nada más. Dejó caer el periódico y se llevó las manos a la cabeza.

–Oh, Merlín…

¿Pero qué había pasado? Tenía que salir de ahí y buscar a su familia. Debían estar preocupadísimos por Victoire. ¿Y qué había pasado con Fleur y Bill? ¿Quién había podido hacerles algo así? ¿Realmente su hermano estaba en estado crítico? Tenía que salir de allí y enterarse cuanto antes. Se levantó a duras penas y cogió a la pequeña en brazos.

–Vamos a llevarte con los abuelos y los demás. Ellos sabrán qué hacer, ellos…

No pudo decir nada más.

–¡Alto ahí!

De repente, la puerta salió disparada y un grupo de aurores entró rápidamente al dormitorio, apuntándola con sus varitas.

–No se mueva.

–Tranquilos, tranquilos –levantó la mano que tenía libre y los miró con confusión.

–Ginevra Molly Weasley, queda usted detenida por homicidio, intento de este y secuestro.

–¿Qué? Pero yo… Yo no he hecho nada. ¡Soy inocente! –Intentó dar un paso, pero lanzaron un rayo a sus pies y decidió que lo mejor sería quedarse quieta como le habían dicho.

–No se mueva, señorita Weasley.

–Les juro por Merlín que yo no he hecho nada.

–¿Y qué hace entonces con ese bebé? ¿No es su sobrina, Victoire Weasley?

–Por no hablar de la herida de su pierna –añadió otro–. Parece que alguien trató de defenderse. ¿Quizás su hermano?

–Yo… Miren, no recuerdo qué ha pasado ni cómo he acabado aquí con Vic, ni cómo me hice esta herida –contestó cada vez más nerviosa y ansiosa. Ella no había hecho nada–. ¡Pero les juro que soy inocente! Esto es un terrible error.

–Las pruebas son concluyentes.

Antes de que pudiera hacer nada más, otro de los aurores agitó su varita y unas cuerdas envolvieron sus piernas, impidiéndole moverse. Dos más corrieron hacia ella, cogieron a Victoire y la inmovilizaron.

–¿Dónde ha escondido el arma?

–¿Qué?

–Su varita.

–¡No lo sé! Ya les he dicho que no recuerdo nada.

–Otros ya han intentado librarse así de Azkaban y no lo han conseguido, ¿por qué cree que usted lo lograra? –El hombre negó con la cabeza–. ¿Dónde la ha escondido?

–Siempre la llevo encima. Si no está en mi bolsillo, no tengo ni idea de dónde puede estar.

Hizo un gesto a uno de los que la sujetaban y este comenzó a cachearla, pero en seguida negó con la cabeza.

–Está desarmada.

–Bueno, estoy seguro de que la encontraremos. No puede haberla escondido muy lejos –le quitó un importancia con un gesto y señaló hacia la puerta con la cabeza–. Arreglad ese desastre y vámonos. Tenemos que llevarla al Ministerio.

–¡Por favor, yo no he hecho nada! ¡Por favor, por favor!

Ginny comenzó a patalear y gritar, desesperada, pero aquellos aurores eran más fuertes que ella y no consiguió librarse de su agarre por mucho que forcejeó.

De repente, sintió un fuerte tirón en el estómago y todo comenzó a desvanecerse a su alrededor. Sabía que todo estaba perdido.


Llevaba lo que parecían horas esperando en aquella sala, sola. Había aurores en la puerta y ella estaba encadenada. Nada más llegar al Ministerio se habían llevado a Victoire y le habían encerrado allí. «En seguida vendrá nuestro superior», le habían dicho, pero nadie había aparecido todavía. Y no sabía si eso la aliviaba o preocupaba aún más.

¿Qué se suponía que había pasado? Intentó hacer memoria. Cerró los ojos y frunció el ceño, haciendo un mayor esfuerzo, pero todo seguía en blanco. No recordaba cómo había acabado en aquel sucio motel, ni qué había pasado con su hermano y su cuñada.

–Buenos días.

Esa voz.

Ginny abrió los ojos rápidamente y se giró hacia la entrada lo que le permitieron las cadenas.

–Harry…

El pelinegro le dedicó una mirada de preocupación, entró a la habitación y cerró la puerta antes de dirigirse a la mesa y sentarse frente a ella. Estaba exactamente igual a pesar de que hacía ya más de siete meses que no se veían. Concretamente desde su ruptura en la que habían estado involucrados un anillo y un fuerte miedo al compromiso.

Él la contempló unos instantes y suspiró. La pelirroja estaba asustada y tenía la mirada perdida y un poco enloquecida. No podía dejar la vista quieta en un punto determinado y movía una pierna sin parar a pesar de las cadenas que la ataban al suelo y la silla.

–Ginny, ¿de qué va todo esto? –Le preguntó. Lo mejor sería no andarse con rodeos.

–Harry, te juro que soy inocente. Tienes que creerme –se apresuró a decir–. Tú me conoces bien y sabes que sería incapaz de hacerle daño a una mosca…

–Tranquilízate –le pidió–. Tienes que contarme todo lo que hiciste el día del ataque.

–Ni siquiera sé en qué día estamos –su voz se rompió durante unos instantes, pero se recompuso en seguida–. No recuerdo nada, Harry.

–Estamos a cinco de octubre, miércoles, y todo esto pasó el día uno, sábado.

–¿Qué? ¿Tanto tiempo? –Frunció el ceño. ¿Por qué no recordaba nada?

–Exactamente. Intenta hacer memoria. ¿Qué hiciste el día uno?

–Era sábado así que supongo que me levanté tarde y… ¡Oh, ya sé! –Un recuerdo cruzó su mente rápidamente y sonrió levemente–. Estuve entrenando. Pasé prácticamente todo el día entrenando porque se suponía que el domingo teníamos partido. Supongo que me lo he perdido.

–Ganasteis, no te preocupes –comentó Harry, encogiéndose de hombros–. Continúa, por favor.

–Después del entrenamiento estuve hablando con un par de chicas. Hablamos de… –frunció un poco el ceño y entornó los ojos, pero tras intentarlo unos instantes, suspiró y negó con la cabeza–. No lo recuerdo, lo siento.

–No te preocupes, sigue.

–Después del entrenamiento, fui a algún sitio… ¡Ya sé! –Recordó otra cosa y no pudo evitar contener un chillido–. ¡Fui a casa de Bill y Fleur!

–¿A qué? –Harry se tensó por completo–. ¿A qué, Gin?

–Tenía que cuidar de Vic. Ellos iban a salir y yo iba a hacer de canguro.

–¿Alguien puede confirmar eso? ¿Puedes probar que ellos te invitaron a ir a su casa?

–No lo sé. Creo que no se lo comenté a nadie –suspiró–. ¿Qué han dicho mis padres y los demás?

–Eso es información clasificada.

–Venga, Harry…

–Ginny, en serio –la cortó antes de que lograra convencerlo–. No sé si te das cuenta de lo grave que es esto, pero puedes acabar con una cadena perpetua en Azkaban.

–¡Pero yo no he hecho nada!

–Entonces sigue hablando. ¿Qué hiciste después de llegar a la casa?

–No lo sé, todo se acaba ahí –un par de lágrimas descendieron por sus mejillas–, pero soy inocente, Harry, tienes que creerme. Jamás le haría daño a Bill, ¡es mi hermano!

–Necesitas una buena defensa, te buscaré un buen abogado, ¿de acuerdo? –Comentó, cambiando de tema–. El juicio se celebrará en cuatro días y tenemos solo ese tiempo para encontrar a otro sospechoso.

–Harry, ¿tú me crees? –Insistió.

–Intenta recordar algo más. Te dejaré papel y lápiz para que escribas todo lo que se te venga a la cabeza –sacó una libreta y un bolígrafo muggle y los dejó sobre la mesa–. Cualquier detalle, por mínimo e insignificante que te parezca, es relevante.

–Harry…

–Tendrás que pasar estos días en Azkaban –siguió diciendo–. He intentado que te dejaran ir a tu apartamento, custodiada por aurores por supuesto, pero han denegado el permiso. Dicen que eres peligrosa y que puedes intentar escaparte, aunque no sé cómo porque todavía no hemos encontrado tu varita.

–¿No puedo ver a nadie?

–Lo mejor será dejar que las cosas se tranquilicen un poco, ¿de acuerdo? Esto está siendo muy duro para todos y tu familia…–Harry se revolvió el pelo de forma nerviosa y apretó los labios–. Iré a hablar contigo en cuanto averigüe algo más, ¿de acuerdo?

–Está bien.

Se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo antes de abrir, con la mano ya apoyada en el pomo.

–Por cierto, Ginny, yo sí creo que eres inocente y haré todo lo que esté en mi mano para demostrarlo.

–Gracias.

–Nos vemos pronto.

–Adiós, Harry.

El chico abandonó la sala y ella suspiró y se echó hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa de madera. Al menos ahora sabía que no estaba completamente sola.


Hola a todos :)

La verdad es que este es el primer fic (e historia en general) que escribo de este género así que estoy un poco nerviosa y emocionada. Espero que os guste y que os haya picado la curiosidad. ¿Qué habrá pasado realmente con Fleur, Bill y Ginny? ¡Seguid leyendo para descubrirlo! ;)

Un beso,

María :)