Ushijima no sabía lo que pasaría y eso, era algo que le molestaba.
Si bien durante los días de escuela, no habían preocupaciones (se atrevía a pensar que ni siquiera cuando estuvo en la universidad o profesionalmente en el volleyball), ahora era todo diferente.
La última noche que recordaba del todo buena, fue aquella donde Tendou, con una gran sonrisa, se le echó encima y a su modo, le dio el sí: "¡Te habías tardado, Wakatoshi!".
¿Qué tan malo era recordarlo ahora?
Una lágrima tras otra bajaron por sus mejillas.
—Debes irte.
La negación le hizo fruncir el ceño ligeramente.
—Vete.
Repitió.
Poco después de haberse ido a dormir aquella noche, mientras Wakatoshi miraba las estrellas desde el balcón del departamento de Tendou y escuchaba (muy apenas) los ruiditos que hacía, notó algo extraño en el callejón que guiaba hasta la calle central que conectaba con el hogar de su ahora novio. Alguien, tambaleante, se movía errático golpeándose ocasionalmente con los cercados… dos más, detrás del primero, y un grupo que seguía a los tres del frente.
Recordó, entonces, las películas que algunas veces llegó a ver con el pelirrojo. Mismas que fueron corroboradas al ver cómo se abalanzaron sobre un grupo pequeño de perros callejeros.
Se acercó rápidamente a la cama, y, suspirando, le despertó con cuidado.
—Debemos irnos.
Tendou lo había mirado como un loco, es decir, eran casi las dos de la mañana… pero los repentinos gritos de casas vecinas le hicieron saber que, Wakatoshi, era el mismo de siempre. Estaba hablando muy en serio.
142 días se la pasaron escondidos. Luchando por sobrevivir en un sitio lleno de… esas cosas. ¿Cómo los llamaban en las películas? Esperaba que siguieran siendo muchos. Aquello no era como jugar volleyball del todo… pero en varias ocasiones se vio comparando la cantidad de puntos que podrían juntar él y Tendou en sus carreras: Tendou bloqueando a los que se encontraban en el camino y Wakatoshi rematando con el bat que habían conseguido hacía algunas horas, evitando el arma con una bala que habían encontrado, y que Tendou llevaba en su mochila.
A su modo, lo estaban sobrellevando.
Las risas de Tendou, seguían siendo sus favoritas.
Los besos de Tendou, los primeros y únicos que llegó a considerar cuando el interés en el romance llegó, sin duda, eran sus favoritos.
Pero el día 143, terminó muy temprano.
Ambos se durmieron. ¿De quién había sido el turno de guardia? No importaba.
Solo recordaba que al ver cómo eso se dejó caer para morder a Tendou, solo logró reaccionar echándose sobre el pelirrojo y bloquear la mordida con el brazo derecho, mientras el izquierdo le reventaba el cráneo.
—Debes irte, Tendou. Es peligroso.
—Wakatoshi, no me iré.
—Intenta buscar a Semi y Kawanishi. No queda muy lejos de donde acordamos el encuentro.
—No me iré.
—Tendou…
—¡NO ME IRÉ!
—Gracias.
Tendou se preguntó, en qué momento Wakatoshi le había quitado el arma.
Pero lo sabía ahora, que este era el plan de Wakatoshi.
Por más que le doliera, debía irse aunque no quisiera.
El ruido del disparo que Wakatoshi había efectuado, pronto atraerían a otros.
Y no pensaba desperdiciar la vida que su chico milagroso había salvado.
