Una Obsesión Maliciosa

Rachel veía desde la ventana como caía la lluvia, estaba sola en su apartamento de Nueva York, era un apartamento relativamente grande, unos 200 metros aproximadamente pero en pleno Nueva York eso era un palacio.

-Sera mejor que cierre la ventana –dijo Rachel mientras miraba por la ventana como empezaba a entrar el agua y mojaba las cortinas.

Estaba sola, ella lo había elegido y no era voluntariamente, había elegido la opción fácil, rendirse no reclamar lo que es suyo.

-Si tan solo –esas palabras caían muertas mientras la pronunciaba sabia ya la respuesta el si tan solo lo hubiera hecho o dicho pero el pasado era pasado no lo podía recuperar o quizás sí.

Ella se había dado cuenta que Nueva York sin Finn era una tortura no quería pasar más tiempo sola. Kurt estaba progresando había conseguido un puesto en Vogue y un papel secundario en Broadway y ella nada seguía dando tumbos hasta encontrar algo decente, trabajaba de camarera de alguna forma había de pagar las facturas.

Pero el comentario de Kurt la pasada noche el derrumbo hizo que sus peores temores cayeran de sus pesadillas y se hicieran realidad.

-Finn va a casarse –dijo Kurt impulsivo no quería darle importancia aunque sabía que Rachel reaccionaria y no de buenas formas.

-¿Con quién? –pregunto Rachel rápidamente pero con voz tranquila no quería parecer desesperada aunque lo estuviera.

-Con Quinn –sentencio Kurt esas palabras no tuvieron impacto en el rosto de Rachel impasible.

-Me alegro por ambos hacen buena pareja –dijo Rachel sonriendo

-Me gusta que te lo tomes tan bien, está invitada a la boda, Finn me pidió que te lo dijera y estaba preocupado por cómo te lo ibas a tomar.

-Estoy bien Kurt han pasado ya años, siete para ser exactos es bueno que rehaga su vida –dijo Rachel mientras bebía el ultimo contenido de su vaso.

-Te pido otra, hemos de brindar por nosotros, somos los últimos solteros los de oro –dijo Kurt alegremente mientras iba a pedir más bebida.

Pero ni toda la bebida del mundo podría entumecer lo que Rachel sentía, esas duras palabras le habían partido el alma, no lo iba a demostrar no quería causar sinsabores ni arreglaría nada llorando a Kurt sus penas había de arreglarlo sola.

Entendía que habían pasado años pero eso no entraba en sus planes, Finn tenía que seguir allí esperándola o al menos una oportunidad más le correspondía no entraba en sus planes que se casara y menos con la que fue su enemiga del instituto y luego amiga.

Quinn lo tenía todo popularidad, esa rubia melena, guapa, padres de buena familia y ahora Finn, eran amigas pero no olvidaba ni perdonaba todo el daño que le había causado antes en la secundaria y menos todavía perdonaría una cosa así, Finn era suyo y de nadie más muy pronto tendría que tomar cartas en el asunto y hacérselo saber.

-Aquí tienes un vodka con limón –dijo Kurt mientras le pasaba la copa y ella se la bebió de un solo trago.

-Más despacio vaquera que la noche es larga, pero los policías acechan en cualquier calle para detenernos por ebriedad –dijo Kurt mientras le quitaba la copa de la mano.

-Quiero otra –dijo Rachel más que decir ordeno otra copa la necesitaba.

-Rachel otra copa te sentara mal –dijo Kurt mientras la miraba con preocupación.

Nada me sentara mal, estoy acostumbrada –le respondió Rachel.

Mientras veía a Kurt preocupado por su salud, que falso que era, el sabia su dolor, almenos lo había expresado años atrás como se le ocurría darle una noticia así y luego negarle una mísera copa de alcohol, siempre igual, Kurt estaba un paso adelante el sí que había salido adelante una prospera carrera, unas turbulentas pero apasionadas relaciones fallidas, un apartamento que si bien no era una maravilla, estaba en Manhattan.

Y Ella, que habría conseguido un pequeño apartamento en Brooklyn que le quitaba una cuarta parte de su sueldo en el alquiler, un trabajo como camarera, unas noches cantando en algunos bares o comuniones y ningún amor en la vista.

-La vida no ha sido justa conmigo –dijo Rachel mientras miraba a Kurt.

-¿decías algo? –pregunto Kurt mientras bebía de su copa.

-¿Cuándo iremos a Lima? –pregunto Rachel adivinando que la boda se organizaría allí.

-En dos días, harán fiesta de despedida y algunas reuniones y se casaran en dos semanas –dijo Kurt.

-Tengo tiempo –dijo Rachel mientras pensaba su plan.

-¿Cómo? –pregunto Kurt que no alcanzaba a oír a Rachel porque susurraba.

-Tengo que irme nos vemos en Lima, iré por mi cuenta a Lima, tengo que hacer unas tareas antes y llegare sobre las 4 de la tarde en Lima -dijo Rachel mientras se ponía su abrigo negro para irse lo más deprisa que podía tenía que planearlo todo.

-Está bien, pagare yo las copas pero en Lima tendrás que contarme porque tienes tanta prisa –dijo Kurt mientras iba a pagar las copas.

-Sí, claro, adiós Kurt –dijo Rachel mientras se despedía y corría rápidamente hacia el puente de Brooklyn donde en su casa empezaría a tramar todo el plan para reconquistar a Finn y quitarse de una vez por todos los obstáculos que tenía en el camino.

Llego a su apartamento, las paredes Blancas daban un aspecto siniestro de manicomio, pero estaba decorado cálidamente parecía acogedor, un espejo gris en la pared, algún cuadro sobre la torre Eiffel de Paris.

Se dejó caer sobre el sofá cubierto con una funda de sofá de color marrón claro con lazos en los lados.

Quizás si lo traía en su sótano, donde tantas tardes pasaron besándose quizás el recobraría la conciencia y los buenos recuerdos que pasaron allí y entonces estarían juntos para siempre.

Y Quinn, debía desaparecer para que nunca más se volviera a interponer en su camino, nadie nunca volvería a pisotearla ahora le tocaba a ella reclamar lo que era suyo.

-Nadie volverá a pisotearme, Nadie nunca –dijo Rachel mientras ponía en orden su mente tenía que tenerlo todo claro cada movimiento cada segundo en todo momento tener un control máximo.

-Piensa Rachel como vas a hacerlo como, necesitas un lugar para esconderlo todo –dijo Rachel mientras caminaba dando vueltas sobre el apartamento.

-Tiene que ser un lugar apartado, con una sola salida y solitario –pensó Rachel mientras recorría mentalmente todo su pueblo en busca de algún rincón abandonado idóneo para poner en marcha su plan.

El sonido del horno avisando que su cena estaba ya lista, fue el desencadenante ya sabía dónde solo tenía que esperar en ponerlo en marcha.

-Que buena pinta –dijo Rachel mientras sacaba el pollo del horno y lo troceaba en trozos, se puso dos en su plato y puso el pollo en el congelador.

-Muy pronto serás mío Finn muy pronto –dijo Rachel mientras miraba por la televisión su serie favorita.

Rachel se puso su mejor vestido, el vestido rojo que se había comprado para la despedida de soltera de Quinn, por encima se puso su abrigo negro de corte clásico, adornado con unos botones grandes de color oro. Y un collar sencillo guarnido con una pequeña piedra negra.

-Vuelo 345 con destino a Ohio, desembarquen por la puerta 6 –dijo la voz de una azafata por los megáfonos.

Ese era su vuelo, fue a paso firme decidida a entrar en ese avión y por una vez volver con algo más que una maleta.