Hola, antes de nada debo aclarar que esta es mi primera historia y que por lo tanto espero podáis compadeceros un poco de mi a la hora de las críticas, hace mucho tiempo que algo parecido rondaba por mi cabeza y al fin me he decidido a llevar a cabo este proyecto.

Es posible que en un principio no comprendáis muy bien la historia, pero todo se irá aclarando, también e incluido una serie de cambios en la historia original, manteniendo lo escrito por la autora J.K. Rowling hasta el 5º libro y cambiando el resto a mi antojo.

Espero que os guste...

Ni Harry Potter ni ninguno de sus personajes me pertenecen, son obra de la autora J.K. Rowling.

Capítulo 1: AZKABAN

Era una noche oscura, sin luna ni estrellas que paliasen la intensa oscuridad que consumía todo aquello que no era visible para una vista corriente. Una noche de luna nueva.

Y en medio de la oscuridad, bajo tierra dentro de la inhumana prisión, de la cual ninguna persona habla en voz alta, resonaban el eco de unas botas al pisar la fría piedra del suelo de Azkaban y el crepitar de una antorcha, que tenuemente burlaba aquella densa oscuridad, irrumpía aquella triste soledad. Tiritaba. Al igual que el gnomo que la sostenía, no por frió, sino por temor al encapuchado que a su lado caminaba y rompía el sagrado silencio, refugio de los pocos que aun conservan la cordura allí, pues era el mismísimo demonio disfrazado.

Hacía tiempo que no visitaba aquella prisión en busca de algún desdichado de oscura alma que no hubiese tenido la suerte de morir antes de su llegada. Podía sentir el terror de todos aquellos infelices dentro de las celdas, lo conocían y él lo sabía.

Hoy era su noche de caza y en aquel lugar siempre encontraba alguna apetitosa presa con la que saciar su alma maldita, algún condenado al beso del dementor moriría, solo que él seria su verdugo.

Llevaban caminando un buen rato en silencio solo escuchando los lamentos de los desgraciados cuando sintió algo que suscito su curiosidad, en el fondo de ese corredor sin salida un débil resplandor surgía de una de las celdas al tiempo que unas extrañas sombras lo mitigaban.

El de la celda del fondo. – Dijo el encapuchado, cuya voz ligeramente ronca delataba su impaciencia por probar el inminente bocado.

Pero señor, eso no es posible. – contestó tartamudeando el asustado gnomo que temblaba el triple que al principio, pero ya no por su acompañante, sino por la perspectiva de tener que entrar en aquella celda que tantas vidas de compañeros suyos se había cobrado ya.

¿Por qué no? – Pregunto el hombre dejando ver el resplandor dorado de sus ojos e intimidando más aun a la criatura.

Esa celda esta maldita, su ocupante esta maldito, mis compañeros apenas pudieron acercarse un par de metros sin encontrar la muerte.

En ese caso deberemos comprobar si tú tienes mas suerte no crees… Hace ya un rato que el hambre me esta matando y de momento tu eres lo único comestible que tengo a mi alcance…

Sabia que no lo conseguiría, pero prefería morir a manos de las bestias que guardaban al ocupante de aquella celda antes que morir a manos de ese diablo, así que medio lloriqueando el gnomo fue avanzando poco a poco hacia el que seria su sino.

A un par de metros por detrás, los dorados ojos del encapuchado refulgían en la oscuridad atentos a cualquier cosa, sabia que los gnomos eran cobardes pero se esperaba algo más de su parte, después de todo ellos eran los guardianes de la prisión y los que controlaban a los dementotes.

Un par de metros separaban al gnomo de la celda cuando vio como, de repente, una sombra de las que mitigaban la luz de la celda voló rápidamente hacia el gnomo, luego todo sucedió en un instante, el gnomo lanzando un rayo de luz plateada por su mano y la sombra levantando a la infeliz criatura del pescuezo con su huesuda mano para soltarla al vacío fuera del corredor, donde desapareció tras un aterrador grito.

Y entonces los ojos del extraño se abrieron en un signo inequívoco de comprensión.

-Dementores… los dementotes protegen a la persona de la celda aun de aquellos a los que sirven…

Y con una sonrisa en los labios comenzó a caminar hacia las sombras, con un par de patronus seria mas que suficiente para deshacerse de esos monstruos, además, su puntería era mejor que la del difunto gnomo y sus ansias y su curiosidad aumentaba por segundos paliando momentáneamente su hambre.

-Veamos lo que sabéis hacer…

Estaba muy cerca de la celda cuando los dementotes se giraron hacia él y se dispusieron a atacar, pero el no necesitaba varita alguna para hacer magia y sus años de practica le habían otorgado una velocidad inaudita.

-¡Expecto patronum!- Y una luz plateada surgió de su mano para tomar forma de ave y comenzar a embestir a los monstruos, así uno a uno los dementotes iban cayendo repelidos por el ave plateada que se iba alimentando de la magia del encapuchado, hasta que protegiendo aquella puerta solo quedaron tres.

¡Basta! –Se disponía a lanzar otro hechizo cuando aquella voz lo paro, al mismo tiempo que los dementores se quedaban inmóviles.

Era una voz femenina, aunque era muy ronca, como si su dueña no la hubiera usado por mucho tiempo.

Te dejaré pasar, pero tienes que dejar de dañar a mis criaturas. – apenas tardó un segundo en contestar.

De acuerdo, si ellos no atacan yo no tengo por qué hacerlo. - Pasó por al lado de los dementores, estos lo ignoraron completamente, y llego a la puerta de la celda que empujó y resultó estar abierta.- (¿Y esto es una prisión de alta seguridad? Menuda porquería.)

Al fin podía entrar al interior de la misteriosa celda y lo que vio allí le resulto sumamente extraño, el resplandor que lo llevo hasta allí surgía de una lamparita de aceite colocada encima de una pequeña mesa de estudio, y alumbraba mucho menos de lo que creía en un principio, de hecho era gracias a su vista, mas desarrollada que la de un humano corriente, que podía apreciar todo esto, de lo contrario le seria imposible. Siguió mirando lo que había en la celda, una cama no muy confortable a simple vista, pero que en aquel lugar seria digna de un rey ocupaba una de las esquinas, varias estanterías repletas de libros forraban el resto de pared, y en el centro una mesa pequeña con dos sillas de madera oscura.

Había estado en numerosas celdas de aquella prisión y como mucho, si el ocupante era adinerado o tenia buenos contactos, se le daba una cama más o menos confortable en lugar del jergón de harapos que solían tener los presos por colchón, pero jamás había visto algo así.

Sin embargo no pensó mucho en esto, porque sentada enfrente de la mesa de estudio, con un libro abierto en las manos aunque mirándole a él había una muchacha, lo miraba con intriga, como examinándolo, así que él hizo lo mismo.

Era una muchacha pálida, pues allí nunca entraba el sol, con el cabello largo hasta la cadera, ondulado y de un atrayente color chocolate que ahora estaba opacado por su cautiverio, figura menuda de estatura media, labios rojos y ojos color avellana claro, vacíos….

Y tras su estudio sonrió mostrando apenas los afilados colmillos que surgían por sus labios a fin de intimidar a la pequeña que seguía observándole con la misma expresión que al principio, pero al contrario de lo que esperaba ella le devolvió la sonrisa, una sonrisa un tanto siniestra.

- Sabes, eres la primera visita que tengo desde que estoy aquí. –Y el vampiro pensó que su voz ronca unida a su cabello ligeramente encrespado junto con el brillo de sus ojos le daban un aire de depredador dispuesto a saltar sobre su presa en cualquier momento, cuando se suponía que era él el que había ido allí de caza.- Y el que seas un vampiro no hace que resulte desagradable el no estar sola, pero no permitiré que vuelvas a dañar a alguno de los dementotes que están aquí, pues les debo mi vida.

- Parece que tenemos aquí a una chica valiente, pero por lo visto no eres demasiado lista al tomarte mi visita tan a la ligera… después de todo no sabes quien soy ni con que intenciones he venido aquí.

- Me han hablado de ti. – Y tras mirarlo un momento prosiguió. – Sabes, todo el mundo cree que los dementotes no son capaces de pensar por si mismos, pero el verdadero problema esta en que la gente no se toma la molestia de escucharlos. Pero hay algo en lo que tienes razón, se que has venido a saciar tu sed y se qué eres, pero no se quién eres.

- ¿De verdad te importa mi nombre? – interrogó escéptico el vampiro al tiempo que levantaba la ceja izquierda y sonreía. – ¿O solo estas intentando retrasar tu muerte?

- En realidad no me importaría en otras circunstancias, pero llevo tanto tiempo sin hablar con alguien de carne y hueso que la conversación mas absurda me parecería interesante, y en cuanto a lo de retrasar la hora de mi muerte ahora eres tu el que no esta siendo muy listo.

- ¿De veras? Y por que si puede saberse.

- Como bien has dicho antes, no sabes quien soy ni porque estoy aquí, no estoy tan indefensa como piensas sin mis dementotes, cobrar mi piel no te resultara tan fácil, vampiro. – Y su mirada, que estaba posada en el hombre frente a ella por un segundo se inundo con un brillo dorado y salvaje.

- (Tiene carácter la pequeña, no se ha amedrentado como el resto y me esta ganando la guerra de palabras…) Como quieras pues. Soy Orión Lefey. – E hizo una pequeña reverencia sin despegar sus ojos de los de ella, pues algo le decía que sus palabras no habían sido un farol y que no debería perderla de vista. -Y será un honor para mí que seas mi presa esta noche.

Luego levantó el brazo rápidamente y la lámpara de aceite calló al suelo apagándose la luz de la celda al mismo tiempo que el se abalanzaba contra su presa, pero esta lo esquivo, después de todo había vivido tanto tiempo rodeada de oscuridad que esta se había convertido en su aliada y su vista se había adaptado a ella.

- (Es demasiado rápido, otro movimiento como ese y no se si…)

Orión: Te tengo. – Había utilizado su velocidad y se había movido sin que ella se diera cuenta y ahora la tenia inmovilizada entre el suelo de la celda y su cuerpo, solo un brazo tenia libre la pequeña humana y no iba a resultarle de mucha ayuda contra su fuerza. – ¿Qué decías de tu piel, querida?- Escupió como veneno mientras le daba una sonrisa burlona dispuesto a disfrutar con los intentos de escape de si víctima.

Lo que escuchaste, querido. – Respondió al tiempo que movía el brazo que tenia libre para darle una bofetada en la cara.

Él no se inmutó, después de todo los vampiros tienen la piel mas dura que la de los humanos y el intento de la muchacha iba a ser en vano, pero un instante antes de hacer contacto, el resplandor dorado que había visto antes se intensificó en los ojos de su "indefensa" presa.

Se echó hacia atrás llevándose la mano a la mejilla en la que había recibido el golpe, sangre, su mano estaba manchada de la sangre que salía de los tres cortes que tenia en la cara, la inocente bofetada que pensó recibir en un principio se había convertido en un fiero zarpazo.

Orión: (Una débil humana me ha dañado, como se ha atrevido) -Estaba furioso, había perdido unas preciosas gotas de su sangre, y la furia surgió tornándose sus ojos de color escarlata, miro al frente, solo unos ojos dorados igual de fieros le devolvieron la mirada, únicamente sus ojos delataban su posición, pues el pelaje de la pantera que tenia en frente era tan negro como la oscuridad que la rodeaba y parecía penetrar en ella. Lo siguiente fue un continuo golpea y esquiva por las dos partes.

Se estaba cansando de jugar al gato y al ratón con esa mujer que saltaba con una agilidad felina por lo alto de las estanterías, y de repente algo pasó, el gran gato se estaba preparando para dar el siguiente salto cuando un escalofrío la recorrió, las patas le fallaron cayendo al suelo a la vez que volvía a transformarse en humana.

No le dio tiempo a levantarse cuando notó el dolor en su cuello, un bocado sin delicadeza alguna que reflejaba la furia de su causante y su sangre empezó a brotar sin control alguno.

Dicen que el alma es el reflejo de una vida, y que la sangre te da acceso a ella y Orión, como había hecho antes con otros muchos infelices, había entrado en la suya pudiendo sentir lo que guardaba.

Orión: (Desesperación, dolor, soledad, vacío y oscuridad…) – Y como una flash otra imagen similar pasó por su cabeza y dejó de succionar para mirar a la joven que ahora con los ojos cerrados yacía sobre la piedra. – Lilith… (Su sangre es igual que la de Lilith, pero eso es imposible…)

La furia se había evaporado de su cuerpo y sus ojos, que ahora expresaban dolor, volvían a ser dorados. No debía dejarla viva, se dijo a sí mismo mientras la miraba tumbada en el suelo, inmóvil pero con un alo de vida, la sangre de la herida había empezado a gotear al suelo.

Se volvió a acercar a la joven, esta vez despacio poso sus labios contra el mordisco haciendo que la joven soltara un gemido de dolor, pero al momento volvió a separarlos.

Orión: ¡Maldita sea! – Y con un movimiento rápido pasó su mano por el cuello de la muchacha haciendo que la sangre dejara de manar aun estando la herida abierta, la levantó del suelo y la recostó en la cama. –(Los dementores se encargaran de mantenerla viva).

Y con este pensamiento salió al corredor por el que había llegado allí solo que en dirección contraria y sin haber cobrado su presa. No se convertiría pues él no le había dado a probar su sangre, pero sus destinos habían quedado irreversiblemente unidos desde el momento en que él la había probado.

Orión: No podría hacerlo, no otra vez, Lilith. – Dijo echando un vistazo a la celda que dejaba atrás para después volverse al frente y colocarse la capucha sobre su cabello azabache. –Nos veremos muy pronto, pequeña.

1 semana después….

Los dementores no le habían impedido el paso como la primera vez, y él había ido sin ningún gnomo que molestase por en medio, pues había repetido ese camino cada vez que soñaba y se lo había aprendido de memoria.

Entró a la celda y allí encontró lo que buscaba, pero esta vez no estaba sentada leyendo un libro, sino recostada en la cama y parecía mucho más pálida de lo normal, pero con la misma mirada retadora.

- ¿Viniste por un aperitivo de media noche? – Dijo con sorna la joven al tiempo que intentaba levantarse sin éxito.

Orión: Sabes perfectamente que no he venido a eso, solo venia a ver como estabas.

Y tenía razón, porque algo dentro de ella le decía que el vampiro había dejado de ser una amenaza, ya no eran depredador y presa, algo le decía que la había aceptado como su igual.

- ¿Por qué no me mataste? Creí que era el fin cuando perdí el conocimiento, pero luego desperté aquí, no lo entiendo, jamás habías dejado a nadie con vida, ellos me lo dijeron. –Dijo señalando con la cabeza hacia fuera, donde los dementores estaban custodiando el pasillo.

Orión: No quiero hablar de mis motivos, pero te diré que hay algo en tu sangre que me impide acabar contigo.

- ¿Entonces no volverás a intentar matarme? – Preguntó aun reacia a creerlo.

Orión: No te mataré, lo que no implica el que no te ataque si decides pasarte de la raya. No podría hacerlo, entre nosotros se ha creado un vínculo, se que tú también lo notas pues hace que creas en mis palabras, así que quieras o no nuestras mentes se han conectado hasta que uno de los dos muera y, créeme, no tengo intenciones de morir hasta dentro de unos cientos de años. –Dijo sonriéndole a la mujer que ahora lo miraba atónita.

- ¿Eso significa que puedo entrar en tu mente y tú en la mía? ¡No quiero que entres en mi mente!!Auch! – Se había levantado de la cama y había terminado cayendo al suelo.

Orión: ¡Pero qué demonios haces! ¡Es que acaso estas loca, que no ves que estás demasiado débil! –La ayudó a tumbarse de nuevo y se sentó a uno de sus costados. –No es normal tu estado, hace ya una semana que te mordí, la herida tendría que haber cicatrizado al día siguiente y ahora deberías tener muchas más fuerzas. Déjame ver el cuello.

- ¡No! – Dijo apartando de un manotazo la mano que se disponía a bajarle en cuello del jersey que tapaba su herida. -¡Prométeme que no hurgarás en mis recuerdos! ¡Prométemelo!

Orión: (Se ha puesto histérica en un segundo, esta claro que no quiere que pueda meterme en sus pensamientos.) Está bien, te lo prometo. –Y la chica se relajó lanzando un suspiro de alivio. –Pero solo respetaré tus recuerdos mientras tú respetes los míos.

- Está bien, es un trato justo.

Orión: Ahora déjame ver el cuello. –Le apartó la prenda y se sorprendió bastante de lo que vio. –Esto no es normal, la herida aun no ha cicatrizado del todo. ¿Te ha vuelto a sangrar?

- No, pero de seguro no ha cicatrizado como debía porque estoy un poco débil, además la humedad de este sitio acaba con cualquiera...

Orión: (Miente, lo sé. Aun estando débil debió haberse cerrado hace un tiempo, no es normal…)

- Por que pones esa cara tan seria, además dudo que hallas venido hasta aquí solo para ver tu mordisco. (Estoy cambiando de tema, pero no tengo otra opción, no me gustaba el camino que estaban tomando sus deducciones.)

Orión: En realidad he venido para saber cosas de ti, puesto que voy a tener que cargar contigo el resto de tu vida, me gustaría saber a qué clase de humano estoy atado.

- No prometo contestarte a todo pero intentaré saciar tu curiosidad…

Orión: De acuerdo, por qué estas aquí, y cuánto tiempo voy a tener que estar visitándote en esta pocilga, sin ofender, por supuesto…

- No te preocupes, se que no es el lugar que alguien escogería para vivir, pero a hecho mi estancia un poco mejor, en cuanto a tus preguntas, estoy aquí por una traición…

Orión: ¿Traicionaste a alguien?

- No, ellos me traicionaron a mí, yo les di todo y ellos a cambio me encerraron aquí. Y con respecto a tu otra pregunta, me temo que vas a tener que venir a verme aquí durante el resto de mi vida, porque estoy condenada a muerte.

El semblante del vampiro se oscureció, desde luego el que otros la mataran le libraría de tener que preocuparse de ella, pero la idea no le agradaba para nada, después de todo él siempre cumplía con aquello que era responsabilidad suya, y la chica lo era tras haberla dejado viva.

La miró viendo como le dedicaba una sonrisa burlona...

Orión: No entiendo como puedes reírte estando en tu situación, ¿es que acaso este lugar te ha vuelto loca y ya no te importa morir?

- Tenias razón con lo del vínculo que nos une, he podido sentir tu preocupación como si fuera mía. Es cierto que estoy condenada al beso del dementor, pero no te he dicho que la sentencia tendría que haberse llevado a cabo hace cinco meses…

Orión: ¿Cómo…. – Y entonces entendió gran parte del misterio, un dementor había entrado a la celda trayendo un poco de comida para su ocupante, le dejó la bandeja sobre las piernas, en la cama, apenas rozó la piel de la joven y se fue por donde había venido.- Los dementores… por qué no te atacan si se supone que…

- Te dije que no eran monstruos movidos solo por sus instintos. –Dijo tomando una de las manzanas de la bandeja. -Estuve en la sala de ejecuciones en la fecha que dictaba la sentencia, los gnomos me sujetaron a la silla y trajeron al dementor que debía darme muerte, pero pasó algo con lo que no contaban. No me mató. –Dijo dando un mordisco a la manzana. -Pueden comunicarse sabes, a través de la mente quiero decir, no tienen un lenguaje como el nuestro, pero si los escuchas con atención puedes llegar a entenderlos. Aquel día me habló, hice un trato con ellos. Por lo visto hay algo en mi que los atrae, así que yo les doy un poco de mi magia y ellos a cambio me cuidan y me protegen de todo aquel que quiera hacerme daño, acatan mis órdenes simplemente. –Terminó dándole otro mordisco a la manzana, pero la dejo en su sitio de inmediato. –Coff, coff coff, coff.

Orión: ¿Te encuentras bien?

- Si tranquilo, he debido atragantarme, no estoy acostumbrada a hablar tanto…

Orión: Desde luego es increíble, quien iba a pensar que estas criaturas… -Se giro hacia las sombras de la puerta. – (Si algún mago se enterase de esto… sería interesante…)

Orión: Pero entonces, ¿Qué has hecho todo este tiempo aquí metida?

- Estudiar.

Orión: ¿Estudiar? – Repitió con un tono escéptico. – (Estudiar no es el pasatiempo favorito de los jóvenes de hoy en día, y esta chiquilla no parece tener más de dieciocho años…)

- Ufff… - Suspiro la joven como signo de frustración. – Esta claro que no te he resultado muy convincente, así que te mostraré algo.

Le resultaba difícil concentrarse en su estado, pero aun así extendió la palma de la mano y en ella surgió una pequeña bola de fuego negro, hizo que se elevara un poco y a continuación la estrelló contra una de las paredes de la celda.

Orión: Increíble…

- No lo domino del todo, pero he conseguido hacer algunos hechizos complicados con éxito, necesito un poco más de tiempo para perfeccionar el control de mi magia…

Orión: ¿Sabes que la mayoría de los magos no son capaces de controlar su magia para hacer hechizos sin varita hasta los sesenta o setenta años, chiquilla? ¡El que tú lo hayas conseguido supone que eres un prodigio de la magia!

- Solo he tenido demasiado tiempo libre y nada en que ocuparlo, no es tan extraordinario…

Orión: (Da igual lo que diga, de todas formas es inaudito, en esta chica hay algo extraño, además…) ¿Por qué sigues aquí encerrada?

- ¿Cómo?

Orión: No necesitas una varita para hacer magia como bien has demostrado, además eres una animaga como pude comprobar, y Azkaban está custodiada por los dementores que te sirven. ¿Por qué continúas aquí abajo? ¿Por qué no has escapado? Eres capaz de hacerlo, de hecho no te costaría el menor esfuerzo…

- Para qué querría escapar. – Respondió la muchacha, y a Orión le pareció que en un segundo había envejecido de golpe hasta hacerse completamente adulta.

Orión: (Un alma adulta en un cuerpo de niña.)

- Es cierto que podría hacerlo, de hecho sé de memoria el camino para salir de aquí pero, ¿y cuando estuviera en la superficie? No tendría a nadie que me recibiera. Estoy muerta para todos y prefiero seguir estándolo, de todas formas allí sería una traidora. Aquí al menos soy inocente…

Orión: Pero…

- No me gusta hablar de esto… Cambiemos de tema por favor.

Orión: Esta bien, y qué hay de esa traición de la que has hablado antes. ¿Qué pasó? (Después de todo no soy nadie para forzarla a algo que no quiere…)

- Sabes no me encuentro muy bien, estoy un poco débil y es una historia un poco larga, pero si vienes mañana te la contaré, ¿vale?

Orión: De acuerdo. Por cierto, será mejor que me digas como debo llamarte, a no ser claro que te guste el nombre de humana… -Sonrió consiguiendo que la muchacha le devolviera la sonrisa, y esta vez no era con maldad o intenciones ocultas, solo una simple sonrisa y le gustó bastante ver como cambiaba su rostro con algo tan simple.

- Hermione, Hermione Granger.

Orión: Muy bien lady Hermione, hasta mañana. –Dijo con un aire juguetón haciendo una reverencia.

Hermione: Hasta mañana lord Orión… –Y con una última sonrisa el vampiro se marchó.

Esperó unos minutos hasta dejar de oír el eco de las botas del vampiro y su rostro se volvió tan inmutable como siempre.

Hermione: Coff coff coff coff… - Se había tapado la boca con la mano para amortiguar el sonido y ahora contemplaba, como llevaba haciendo desde hace un tiempo, lo que quedaba en ella. Sangre…

Hermione: Tráeme agua, -Dijo girándose hacia un dementor que había entrado en la celda- Rápido… -Y el monstruo salió deprisa ante la debilidad de su señora.

Continuará…