"Traducción Autorizada por little rosebud".

Nota de la traductora: ¡Dioses! No puedo creer que por fin pueda traducir esta historia. No alargare mucho las cosas. Solo disfrútenla, llórenla y ámenla.

Gracias, mil gracias, a Little rosebud por permitirme traducirla.

Bye!

P/d: Esta es la primera parte del primer capítulo.

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Nota de la autora: ¡Hola a todos!

Este es mi primer fic Walking Dead! No sean demasiado duros conmigo... ^ ^

Estoy totalmente enamorado de Daryl Dixon, y lo encuentro tan complejo e interesante. Tenía que escribir algo sobre él! :)

Voy a ser breve, ya que va a haber notas de autor al final del capítulo, también.

No soy dueña de los personajes y yo no gano dinero con este fic.

Este fanfic contiene muchas advertencias; avisos de violación, pedofilia, incesto, uso de drogas, lenguaje fuerte, palabrotas, y relaciones sexuales homosexuales. ¡Quedan advertidos! Si esto te molesta, yo amablemente sugiero que regreses por donde viniste. ^^

También hay spoilers en este fic hasta el episodio 3x06: Perseguido. El argumento de este fic dejará de ser canon a partir de entonces.

¡Y es todo! ¡Diviértanse leyendo!


Disclaimer: Los personajes The Walking Dead no me pertenecen.


Capítulo 1. Quiero ahogar mi dolor

Todo a mí alrededor son caras conocidas
sitios gastados, caras gastadas.

Oculto mi cabeza, quiero ahogarme en mi pena
no hay mañana, no hay mañana.

En cierto modo resulta divertido, en cierto modo triste.
Los sueños en los que agonizo son los mejores que he tenido.

Gary Jules - Mad World

La gente habla acerca del fin del mundo todo el tiempo. Se ha anunciado una cantidad insana de tiempo y, a pesar de todo, nosotros siempre salimos adelante sin que esto ocurra. Pero en este momento... ahora mismo es el verdadero negocio.

Esto no es alguna mierda loca como los terremotos, tsunamis y demás. No, es mucho peor. Los muertos han resucitado y están devorando a los vivos, y fue tan repentino que nadie estaba preparado para ello. Las personas son matadas por sus seres queridos, y ellos vuelven como cadáveres podridos cazando presas vivas. Todo el mundo está entrando en pánico, es perderse en este nuevo y duro mundo en el cual son incapaces de encajar.

Yo soy una excepción. Claro, entré en pánico al principio también, pero rápidamente superé ese miedo y lo utilicé para sobrevivir. Soy afortunado en tener habilidades en esa área también. Mientras crecía, tuve que aprender a adaptarme rápidamente a cualquier situación, y resultó bastante útil en este mundo apocalíptico.

En mis treinta y dos años de vida; he visto y he experimentado cosas mucho más horribles que los caminantes. La gente se reiría si yo les dijera eso. Nadie me entiende; nadie entiende lo que he tenido que pasar desde que era un niño pequeño, el tipo de vida que viví. Ellos no comprenden que los seres humanos pueden ser mucho más crueles y asustadizos que la gente muerta que anda alrededor sin pensar.

Nadie comprende a Daryl Dixon, ni tampoco me quieren entender. Tengo que admitir que no estoy ayudando. Pasé mi vida entera deliberadamente aislándome de los demás. No quiero que la gente vea lo feo que soy por dentro, lo indigno. Inmerecedor de amor y atención. Y eso está bien conmigo. Si no dejo entrar a nadie, entonces no voy a salir lastimado otra vez. La soledad es mejor que el dolor. Tuve mi cuota de dolor para toda la vida.

Pero las cosas nunca salen según lo que quiero ¿No es así?

No sé cómo pasó, ni siquiera sé cuando sucedió, pero en contra de mi buen juicio, alguien se las arregló para meterse debajo de mi piel, para sanar las viejas heridas que nunca realmente cerraron. Esa persona es la última que pensé que se molestaría en hacerlo, o diría incluso que se preocuparía por mí, en esa medida.

Rick Grimes. Él entró en mi vida y lo cambió todo, me obligó a cambiar junto con él.


Rick no lo sabe todo acerca de mí, como todos los demás. Nunca le dije esto a nadie. Dudo incluso que mi hermano Merle sepa todo lo que pase durante mi crecimiento. Él estaba demasiado ocupado estando lejos de casa emborrachándose, haciendo algún tiempo en el reformatorio, o constantemente en algún lugar para golpear a algunas guarras como para preocuparse por lo que me pasó.

No, estoy seguro de que Merle no lo sabe todo. Y aun si él supiera, no habría sido mucho lo que pudiese haber hecho para evitarlo. No hubiera querido su ayuda, de todos modos. Si estoy seguro de una cosa, es que prefiero morir que mendigar para obtener ayuda. Siempre tuve que esforzarme por mí mismo y la última pizca de orgullo que no había sido robada de mi se aseguró de esto.

No llegué a conocer a mi madre mucho tiempo. Yo tenía seis años cuando ella murió en un incendio, la encontré en su propia cama. Después de su muerte, era sólo yo, mi hermano y mi padre mientras crecía. Bueno, debería decir sólo yo y mi viejo, realmente.

Como he dicho, Merle estaba con más frecuencia fuera haciendo Dios sabe qué mierda que en casa. Comprendí lo suficientemente pronto por qué él evitaba estar en casa la mayor parte del tiempo. Mi viejo no era el padre perfecto. Estaba borracho casi todos los días. No tenía trabajo, y me tomó muchos años comprender cómo él estaba ganando dinero para mantener la casa -no importa cuán vieja y descuidada estaba- y su viejo camión.

Mi viejo fue el cabecilla dentro del mercando de las drogas y la prostitución.

A veces, mi papá se iba por un par de días y me quedaba solo. Tuve que aprender a cuidar de mí mismo cuando yo no tenía más de seis años, justo después de que mi madre muriera. Siempre me las arreglé para salir adelante, aunque por lo general esos días pasé hambre, sed y estuve sucio. A pesar de eso, todavía prefería cuando mi viejo se iba porque eso significaba que tenía la paz y la seguridad por un par de días.

Porque mi padre era violento, siempre lo había sido. No le pegó a Merle, sin embargo sospecho que lo hizo una vez, pero mi hermano era rápido para fortalecerse y devolver el golpe. Seguramente no era tan atractivo golpear a alguien que puede defenderse. Yo no tenía las agallas para hacerlo, así que mi padre me guardó la llegada de golpes.

Él era incluso peor cuando estaba ebrio. Había llegado a casa tarde y tropezó en mi habitación. Él gritaba sobre cosas que no hice y me abofeteaba en la cara antes de golpearme con los puños. Las noches que estaba realmente cabreado, él incluso fue tan lejos como usar su cinturón para azotar mi espalda una y otra vez, hasta que mi piel estaba a carne viva y sangrando.

A veces, él me golpeaba con tanta fuerza que me desmayaba. Cuando tenía siete años, dejé de llorar cada vez que me golpeaba porque me di cuenta que sólo le estaba instando a pegarme más.

Otras veces, él rompería mis huesos sin la intención. Recuerdo que en ese tiempo él me rompió un par de costillas dándome patadas demasiado fuertes en el costado. Me había llevado a un hospital para tratarme y el médico ni siquiera hizo preguntas sobre cómo ocurrió. El médico me remendó y envió camino a casa con mi padre abusivo.

Esa es la cosa. Todo el mundo en nuestra aldea en Georgia sabía lo que mi viejo le estaba haciendo a sus hijos. Todo el mundo sabía que él era un padre abusador y nadie levantó un solo dedo para ayudarnos. Nosotros sólo éramos la basura del campesino sureño, después de todo. Toda mi vida, me trataron como si fuera mierda de perro. No puedo decir que estaban equivocados en este punto. Eso es lo que soy en el mundo.

Nunca me pregunté por qué mi padre lo hizo. Sólo pensé que había hecho algo para merecer su odio y su ira. La gente habla de amor. Hablan de lo bueno que es amar y ser amado. Yo no lo entiendo. Todo lo que sabía era crecer, y siempre supe lo que era el dolor, la miseria, la vergüenza y el desprecio. Siempre me decían mi viejo y Merle que yo no era nada más que basura sin valor, y que nadie alguna vez se preocuparía por mí excepto ellos. Me acostumbré a ello.

Después de algún tiempo, no me dolió tanto como solía hacerlo.

Si mi papá sólo me hubiera golpeado, creo que podría haber manejado mi infancia rota mejor. Pero él no se detuvo ahí. Él hizo mucho más. Allí estaba la humillación. A menudo él me llamaba con nombres de niña como Darylena -joder odie ese nombre- y constantemente me trató como a una niña. A veces, mi viejo me esposaba a las afueras de la casa completamente desnudo para que todos me pudieran ver y me daba de comer como uno lo haría con un perro. Él incluso lo hizo durante uno de los inviernos más crudos que habíamos tenido y casi muero de hipotermia antes de que él decidiera meterme dentro de la casa.

Él comenzó a hacer esto cuando yo tenía unos ocho años, cuando yo era más de la edad para avergonzarse de ser expuesto de tal manera. Y yo estaba, jodido. Recuerdo haber pensado que preferiría que mi viejo me golpeara como pulpa sangrienta a que me hiciera eso. Así que hice todo lo que pude para hacerlo enojar y me golpeara en su lugar, pero él supo porqué lo estaba haciendo y continuó con la humillación. Él me marcó como su juguete en frente de todos, y me avergüenzo de decir que yo no podía hacer nada contra eso.

Las maneras crueles de mi papá consiguieron que fuera astuto y cruel en cuantos más años pasaban. A veces, me ató a mi cama por días y días, dejándome muerto de hambre y débil, y vergonzosamente obligado a estofado de mi propia orina y heces. Joder, yo lo odié con pasión cuando él hizo esto. Yo preferiría tomar el dolor en cualquier momento.

Traté de huir de casa una vez también. Sin embargo, no salió como yo planeé. Yo tenía nueve años. Recuerdo ese día. Mi viejo estaba afuera de juerga con alguna camarera y Merle estaba cumpliendo su condena en el reformatorio de nuevo. Yo estaba solo en casa y decidí marcharme mientras tenía la posibilidad. Ya que quise evitar abandonar la aldea yendo a través de ella -alguien estaba obligado a decirle a mi viejo en qué dirección iba- me decidí a cortar por el bosque alrededor de la aldea.

Aunque, perdí mi camino. En aquel entonces, yo no tenía las habilidades de orientación que tengo ahora. Me perdí durante nueve días, comiendo bayas, construyendo un pequeño fuego por las noches y tratando de sobrevivir allí. Al final encontré la manera de volver a casa y hacerme un sándwich. Nunca traté de huir de nuevo. Yo sabía que no tenía ningún otro sitio donde ir y al menos en casa, tuve un refugio contra el frío y la comida en la mesa. Era mejor que nada.

Cuando mi viejo se enteró de lo que le hice -lo supo por uno de nuestros vecinos que me había visto salir de la casa- se puso furioso. Esa vez, me golpeó tan duro que pensé que me mataría. Fue la primera vez que usó un cuchillo en mí. Él talló mi carne una y otra vez con venganza, haciendo caso omiso de mis súplicas rotas para que se detuviera. En el momento en el que acabó conmigo y me dejó acurrucado en el suelo sangrando, yo lamentaba no haber muerto. Eso habría sido misericordioso, de hecho, considerando lo que me pasó unos meses más tarde.


Me di cuenta de algo a través de los años. Me di cuenta de que no importaba como mi padre con fuerza me magullaba, me cortaba o me marcaba, él se aseguró de no hacer ningún daño significativo eso me haría deformado o que tuviera moretones en la cara. Él nunca dejó cicatrices en mi cara y yo a menudo me preguntaba por qué. Si hubiera sabido la razón de ello, seguramente habría huido otra vez. Yo habría tomado la privación de la comida a la muerte tratando de sobrevivir por mi cuenta fuera de cualquier tiempo sobre este destino que me aguardaba.

Faltaban pocos meses antes de mi décimo cumpleaños cuando mi vida se volvió una pesadilla. Todo lo pasé antes de ese día no era nada comparado a lo que me esperaba. Esa noche, mi viejo me trajo consigo a la ciudad a pocas millas de la aldea. Allí es donde él estaba "trabajando". Recuerdo que estaba completamente aterrorizado. Yo no sabía donde él me traía y lo que él iba a hacerme hacer. A veces, trato de olvidar ese día, pero ha sido marcado en mi mente, mi cuerpo, mi alma, y esto nunca me dejó.

Mi viejo me trajo a un viejo edificio que parecía abandonado a primera vista. Cuando entramos, me arrastró a través de un largo y oscuro vestíbulo con muchas puertas cerradas. Desde detrás de esas puertas, oí gemidos y gritos de dolor y esto me puso aún más nervioso. Mi papá me llevó a un cuarto vacío equipado con sólo una cama. Me dejó ahí solo en ese cuarto frío durante mucho tiempo, y cuando él finalmente volvió, otro hombre estaba con él.

Era un anciano con una sonrisa cruel y fría y físico sin gracia. Mi viejo le murmuró algo al desconocido y luego se fue, cerrando y bloqueando la puerta tras él, dejándome solo con el viejo hombre que miraba lascivamente hacia mí produciendo estremecimientos de miedo en mi piel. Es un poco irónico cómo se puede recordar hasta el más mínimo detalle en las situaciones que te traumatizan mientras que a menudo se olvida todo lo relacionado con los momentos más felices. Siento como si en realidad nunca dejé aquel lugar, reviviendo aquella pesadilla una y otra vez.

Incluso ahora, no es la amenaza de los caminantes lo que me despierta en la noche a veces. Es ese mismo recuerdo. El recuerdo de la primera vez que fui profanado.

Lo recuerdo todo claramente. El desconocido caminó despacio hacia mí y yo retrocedí con miedo y aprensión a cada paso que él daba, hasta que quede atrapado contra la pared. Su susurro —Él tenía razón. Tan bonito… —me confundió y no me gustó el tono ávido que usó. Cuando él me agarró del brazo, dejé escapar un gañido de sorpresa y luché tanto como pude para escaparme. Sin embargo, su agarre era demasiado apretado y se las arregló para llevarme a la cama.

Él me forzó sobre el viejo colchón, atrapándome entre la cama sucia y su cuerpo asqueroso. Cuándo yo sentí sus manos bajando y su andar a tientas a través de mi ropa, me destrocé debajo de él y grité con toda la fuerza de mis pulmones. Estaba tan aterrorizado. Yo no sabía lo que estaba por hacerme, yo no sabía que mi viejo acababa de vender mi virginidad a algún repugnante viejo pervertido. Yo no tenía ningún concepto claro del sexo aún, y ¿Cómo podría? Yo no tenía aún diez años.

Lo único que sabía a ciencia cierta en aquel momento era que el tacto de esas manos me repelió.

No importa lo mucho que batallé, el hombre gordo y feo no paró de tocarme. Me dio una bofetada con fuerza en la cara y desgarró mi ropa hasta que yo estaba acostado en la cama fría, desnudo y tiritando, y tan avergonzado bajo su mirada hambrienta. Cuando sus manos gordas tocaron mi piel desnuda y me acarició en lugares no deseados, en lugares que ningún niño nunca debe ser tocado, el miedo se disparó en mí y me defendí con más fuerza.

Él simplemente se rió y esta vez se apretó más hacia abajo contra mí, sujetándome sin esfuerzo contra el colchón. Recuerdo lo impotente que me sentí entonces. Cómo atemorizado, abandonado y solo me sentí. Me di cuenta de que nadie me salvaría de lo que aquel hombre quería hacerme.

Mi mente infantil realmente no agarró que pasaba hasta que mi agresor se había deshecho de su pantalón y su polla gorda estaba forzando su camino en mi cuerpo pequeño y sin preparación. El dolor fue tan intenso que grité en la agonía absoluta y mi cuerpo entero se resistió con violencia, tratando de arrancarlo con fuerza. Pero el hombre no quiso nada de ello; él me sujetó y siguió penetrando mi cuerpo indispuesto, brutalmente hendiéndome.

Una vez que estuvo completamente enfundado dentro de mí, su gemido de éxtasis fue amortiguado por mis gritos de dolor, él comenzó con un ritmo castigador, embistiendo dentro y fuera de mi apretado agujero virgen. Seguí gritando, suplicando y sollozando mientras me violaba, las lágrimas corrían libremente por mis mejillas.

Mi violador ignoró mis suplicas y mis alaridos para que se detuviera. Siguió tomando lo que él quería, una y otra vez, y como mi cuerpo entero se apoderó del dolor por la violación, sentí que algo brutalmente se rompió en mi interior cuando la realización me golpeó como una tonelada de ladrillos.

Mi inocencia se fue, en contra de mi voluntad, por un anciano en un cuarto frío, y con él, una parte de mí murió. Mi fortaleza se desvaneció y dejé de forcejear, mis lágrimas silenciosamente ahora rodaban bajo mis mejillas. Miré sin vida al techo, mi cuerpo sacudido por espasmos en el ritmo del hombre dentro de mí. Un entumecimiento dio la bienvenida y se hizo cargo de mí, cegando mi dolor, cegando mi vergüenza, mi agonía, dejándome con un vacío aterrador.

Mentí ahí sin moverme y lo tomé. No sé cuánto tiempo tomó antes de que el hombre fuera terminado conmigo. Mi mente se había cerrado por completo, y con ello, el sentido del tiempo se hizo borroso. Eventualmente, un calor extraño, húmedo y pegajoso llenó mi culo abusado y el anciano gimió fuerte, su aliento asqueroso acarició el costado de mi cuello. Se desplomó sobre mí, aplastándome bajo su peso.

Él se quedó ahí por un momento antes de que finalmente se deslizara fuera de mi cuerpo abusado y roto. Se vistió en silencio y abandonó la habitación sin otra mirada hacia mí. Recuerdo que me quedé acostado en la cama hasta que mi viejo volvió a buscarme, la sangre y el semen recubriendo mis muslos y lágrimas silenciosas todavía corriendo por mis mejillas. Me valió una bofetada feroz en la cara y mi viejo me llamó —Jodido marica.

Esa fue la última vez que lloraría durante mucho, mucho tiempo.