Anochecía en la lujosa Mansión Malfoy bajo los gritos y alaridos de la anciana Narcissa, la cual yacía moribunda en su cama. La edad, una fuerte gripe, y la depresión por haber perdido a su marido hace ya varios años se la llevaban a la tumba.
- Cuánto tiempo le queda, Johnson.- preguntó desesperado Draco Malfoy cuando su medimaga particular, la esposa de George Weasley, salió del cuarto de su madre.
- No mucho Malfoy, quizá horas, hay cosas que ni la magia puede curar.
- ¡Pero tiene que haber algo!- gritó Scorpius, el hijo adolescente de Draco, con lágrimas en los ojos.
- Lo siento, no hay nada más que pueda hacer.- explicó Angelina, dicho esto, Scorpius salió corriendo a su cuarto dando un fuerte portazo.
- Discúlpalo...- pidió la mujer de Draco, Astoria.
- No hay problema- dijo Angelina.- si queréis podeis pasar con la señora Malfoy, os lo aconsejo, lo mejor que podeis hacer es permanecer a su lado...
Draco Malfoy pasó a la habitación de sus padres donde Narcissa estaba tumbada en la cama, de aquel rostro bello y refinado ya no quedaba nada, Narcissa estaba demasiado delgada y los huesos de la cara se le marcaban tanto, que parecía una calavera demacrada.
- Madre...- dijo Draco apenado sentandose a su lado.
- Draco...- su voz sonaba como un susurro, una melodía a punto de acabar.- no me queda mucho tiempo...
- ¡No diga eso!- gimió Draco aferrandose a su mano.
- Es la verdad Draco, mi hora ha llegado, es hora de que pague por mis pecados.
- ¿Otra vez con esas?- se quejó Draco- ¿Es qué no hemos pagado suficiente?
- Draco… hay tantas cosas que no sabes, tantos secretos ocultos, me arrepiento de tantas cosas en esta vida...
- Cállese madre... guarde el aliento.
- No, esta es mi única forma de redimirme. Draco, hay algo que debes saber, se que contandotelo no voy a remediar el daño que voy a causar no habiendolo dicho antes, pero espero que tu si sepas que hacer.
- Madre de qué está usted hablando- dijo Draco sorprendido.
- Escucha con atención.- Narcissa tosió, sin lugar a dudas estaba en las últimas-. Hace ya veinticinco años, poco después de que tu tía Bellatrix escapara de Azkabán, vino aquí, a la Mansión Malfoy y me hizo prometerle una cosa, me ví obligada a decir el Juramento Inquebrantable.- hizo una pausa mientras Draco analizaba toda la información, ¿qué demonios quería decir todo eso?- lo que quiero que entiendas, Draco, es que yo te voy ha desvelar el secreto y por tanto moriré, pero ese no es un problema ahora.
- No madre, mamá por favor, ¡no te arriesgues!
- Draco, escúchame.- la señora Malfoy volvió a toser, se quedaba sin aire.- tienes que detenerle, tienes que acabar con él.
- ¿Detener a quién?- dijo Draco desesperado, ¡no entendía nada!
- A tu primo, Draco. El día que Bellatrix vino a casa hace ya tantos años me reveló que estaba embaraza, me hizo jurar que no le contaría a nadie nada, y que además cuidaría de su hijo.- el brazo con el que debió de hacer el juramento Narcissa comenzó a arder.- juntas logramos sacar el embarazo y al bebé adelante en secreto.
- Está delirando, eso no puede ser cierto, nos hubiéramos dado cuenta...- dijo incrédulo Draco.
- Ese muchacho ahora es muy poderoso, está preparando un levantamiento, Draco-. Narcissa convulsionaba-. Está reuniendo un ejército, le he visto hacer cosas impresionantes, me arrepiento, me arrepiento tanto de haber ayudado a criarle...- Narcissa lloraba.
- ¿Qué quieres qué yo haga?- preguntó Draco con lagrimas en los ojos.
- Encuentralo y mátale, mata al hijo del Señor Tenebroso.- dicho esto Narcissa Malfoy murió.
