Prólogo
Sofía se detuvo frente a la puerta de madera con el corazón en la garganta. Los recuerdos y memorias se conglomeraban en su cabeza.
¿Cuántas veces había estado en ese lugar? Innumerables.
Solía subir esa escalera corriendo, y llegar al último piso lista para golpetear la puerta y entrar a mostrarle algún dibujo, un descubrimiento, una buena calificación de la escuela, pedirle su ayuda, ayudarlo con las pociones o la limpieza o, simplemente, para gozar de su compañía, llevándole un trozo de pastel o una taza de chocolate como excusa.
Más adelante, comenzó a subir las escaleras con más delicadeza, pero apurando lo más posible el paso y, poco a poco, llegó a ni siquiera necesitar tocar la puerta. Frecuentaba el lugar, en ese entonces, para conversar largas horas con él, sobre temas profundos o tonterías. A veces hacían pociones o experimentos y otras simplemente se quedaban leyendo, cada uno en una butaca, en un silencio agradable.
Hubo un tiempo en el que, con el hechizo de aparición que él le enseñó, no necesitó subir las escaleras y se materializaba directamente en el umbral de la puerta de madera. Con su madurez y tino volvió a adquirir la costumbre de golpear la puerta y no entrar a tontas y a locas.
También recordaba esas semanas, esas horribles semanas, en las que el tiempo que compartieron fue muy peculiar. De vez en cuando intercambiaban un par de abrazos y besos pecadores pero anhelados, y Sofía solía llorar en silencio, enojándose consigo misma cuando Cedric la descubría y le limpiaba las lágrimas con sus pulgares, susurrándole intentos de palabras reconfortantes. Ella no quería preocuparlo pero, aunque fuera egoísta, quería pasar esos malos ratos a su lado.
El último día subió las escaleras ceremoniosamente, tocó suavemente y lo único que pasó ahí dentro, fue un abrazo largo y un adiós.
Y eso fue todo.
No volvió a subir esa escalera. No volvió a llamar a esa puerta, o simplemente abrirla sin preguntar. Y no volvió a verlo.
Hasta ahora.
1 año después.
Había sido la vez que más lento había subido la torre. Por cada 3 escalones, retrocedía uno, preguntándose si era una buena idea.
Cuando llegó al final de la escalinata, el corazón le latía como las alas de un colibrí. Pero no por el cansancio de subir, sino por los nervios de verlo a él, de lo que pudiera pensar de su visita y de saber que ahora descubriría si todo había sido un pésimo plan o no.
Luego de un rato, minutos o quizá años, al menos en su cabeza, levantó el puño y tocó tres veces, cada una más débil que la anterior.
En ese momento admiró la fuerza de sus piernas por quedarse clavadas y no sali corriendo como lo mandaba su cabeza.
Y el corazón palpitante y loco se detuvo en seco, al igual que todo a su al rededor, cuando la manilla giró, abriendo la puerta, dejándolos cara a cara.
Continuará...
Hola, hola. He vuelto! Esto apunta a ser un longfic, y ya tengo listos los primeros 3 capítulos y trabajo en el cuarto, así que espero que funcione!
Estoy escribiendo esta nota desde la aplicación de FF. net, la cual desconocía hace 5 minutos y en mi teclado no existen los signos de exclamación invertidos, así que lamento estas faltas.
Ojalá les guste! Y dejen comentarios para saber su opinión.
Saludos!
