Aquella vez cuando se dio cuenta de algo
Yamamoto siempre se perdía algo de las conversaciones entre Tsuna y Gokudera, la mayoría de las veces intentaba poner atención cuando hablaban y entenderlos, pero casi nunca lo conseguía. De todos modos a él le gustaba estar con ellos, almorzar juntos e ir riendo en su camino a casa. Todos los días habían sido divertidos desde que se había hecho amigo de Tsuna y ahora se pasaba su tiempo libre intentando adivinar que pasaría al día siguiente… ¡todo se había vuelto muy interesante!
No sabía el porque de muchas cosas. No sabía por qué a Tsuna le gustaba correr en ropa interior por ahí, aunque era cierto que cuando lo hacía parecía mucho más confiable. ¡Tal vez por eso es que cada vez tenían más amigos!
Tampoco sabía dónde ocultaba tanta dinamita Gokudera, siempre llegó a preguntarse si sus pantalones tenían algún bolsillo especial y lo observaba con atención cada que tenía la oportunidad. Aquel chico era demasiado interesante y cada vez quería conocerlo más y más.
Aunque el béisbol llenaba sus días por completo, también le gustaba estar con sus amigos y jugar a la mafia.
Aquel juego era bastante divertido, Tsuna era el jefe y todos los demás eran sus guardianes. Gokudera parecía bastante entusiasmado con aquello y su ambición más grande era llegar a ser la mano derecha de Tsuna.
Yamamoto se reía bastante cuando Gokudera trataba de llamar la atención de su jefe y algunas veces le gustaba molestarlo pretendiendo que él también quería ser la mano derecha de su décimo. ¡Era muy divertido estar con Gokudera!
Sabía que Gokudera siempre rechazaba cualquier ayuda que alguien le ofreciera, quería parecer independiente... y Yamamoto a veces lo admiraba, a veces sentía que no estaba siendo justo.
El día en que se dio cuenta de que el juego de la mafia no era un juego, fue cuando Gokudera estuvo a punto de morir. El chico que pretendía ser la mano derecha de Tsuna había arriesgado su vida en el afán de conseguir el anillo Vongola, y en cierta manera había sido tonto, aunque no se lo dijera.
Él mismo estuvo a punto de cometer una tontería mayor cuando pensó que no podría volver a jugar béisbol, ese día Tsuna lo había salvado, le había dado una segunda oportunidad. Pero la batalla de la tormenta no se comparaba con su anterior intento de suicidio, Gokudera tenía razones de sobra por las cuales seguir viviendo… Yamamoto nunca había estado tan aliviado como cuando vio que Gokudera regresaba de aquella batalla sin sentido, pero que era bastante real, de eso se dio cuenta.
