Disclaimer: Ni el universo ni los personajes de Harry Potter me pertenecen, todo es obra de J.K. Yo sólo jugaré un rato con ellos.
¡Hola! Bienvenidos a mi fanfic Dramione. Esta historia ya la había comenzado a subir, sin embargo, la eliminé para actualizar sólo en WattPadd. Lamentablemente, no pude adaptarme a ese sistema, así que bueno, acá estoy de vuelta. He realizado unas pequeñas modificaciones y así me gusta más. Espero que la historia sea de su agrado. Me harían muy feliz si dejan un review, ya que de esa forma sabré si voy bien o mal. Saludos.
Hermione Granger se encontraba trabajando. Ella, desde hace un año, había ingresado al Ministerio de Magia, específicamente al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. En ese lugar había ampliado su lucha e investigación respecto de los derechos de los seres mágicos no humanos. Lo que un día fue un pequeño proyecto llamado P.E.D.D.O, ahora era algo más grande.
Era un día lunes, y como siempre, había llegado puntual. El día de hoy conocería a quien sería su nuevo compañero de trabajo, puesto que según su jefe, un anciano mago, Hermione tenía mucha carga y necesitaba ayuda. La joven inmediatamente se había rehusado, ya que creía que él estaba exagerando, después de todo, ella podía con eso y más. Sin embargo, su argumento no fue consistente. Y bueno, ahí estaba, sentada esperado a su nuevo y al parecer, impuntual colega.
—Señorita Granger, supuse que llegaría temprano, como siempre —interrumpió de pronto Arnold Patterson, su jefe.
—Buenos días, señor —dijo saludando cordialmente— Bueno, usted ya me conoce —afirmó orgullosa —, no me gusta atrasarme, menos en mis labores. Aunque al parecer, mi nuevo compañero no piensa como yo. Al menos no he visto que se haya reportado a la hora indicada.
Si había algo que Hermione Granger odiaba, era a la gente impuntual e irresponsable. Quizás al único que le toleraba su actitud algo despreocupada era a Ron, después de todo, era su novio y ya lo conocía. Sabía que aunque él tratara de mejorar ese aspecto, no podía. Además, ella se había enamorado de él sabiendo cómo era.
—Lamento decirle que, como en muy pocas ocasiones, se equivoca. El joven llegó incluso antes que usted —señaló dejando algo descolocada a la chica—. Lo que sucede es que lo cité a mi oficina, así podía informarle de su remuneración y horarios.
—Así que… él ya está aquí, ¿cierto?
—Efectivamente—admitió—, en este momento le están haciendo un recorrido por el lugar, aunque estoy seguro de que lo conocía bastante bien. Su padre también trabajó acá, hace muchos años eso sí.
¿Su padre había trabajado en el Ministerio de Magia? ¿Quién podría ser? Hermione se encontraba sumida en sus pensamientos, cuando el chico en cuestión hizo acto de presencia.
—Mire, acá llegó su nuevo compañero de oficina—indicó el hombre captando la atención de ella— Señorita Granger, le presento a su nuevo compañero, el señor Draco Malfoy. Espero le explique cómo funciona todo acá y le deje hacer algo, sé que usted se siente capaz de hacer todo por su cuenta, pero necesita relajarse. En fin, los dejo. Cualquier duda me llaman— indicó para luego desaparecer por el umbral de la puerta.
Él la miraba con cierto aire burlesco. Mantenía su porte orgulloso, se notaba que el chico no había perdido su distinción. La última vez que lo había visto fue unos meses después de terminada la guerra. En Hogwarts se había llevado a cabo una ceremonia en honor a los caídos y él, como representante de la familia Malfoy, había asistido a lo que alguien como él consideraría, una actividad social.
—Así que compañeros, eh Granger. Quién lo diría, tú y yo juntos en una misma oficina. ¿Tétrico, no crees? —comentó mordaz mientras la miraba de forma sarcástica.
—Tantos años, Malfoy. Sólo te advertiré que acá tus bromas no tienen cabida, estamos en un ambiente de trabajo, por lo cual ignoraré ese tono de voz que has usado conmigo —replicó— Ahora, en cuanto a lo puramente laboral. Te advierto que me gusta el orden, la responsabilidad, y por sobre todo, la dedicación. Así que cualquier error que cometas, no dudaré en reportarlo.
—Sigues siendo una comelibros sabelotodo —afirmó riendo—. Pero tienes razón, también detesto a la gente holgazana, me recuerdan a los Weasley, ya debes saberlo, ¿o no?
Él quería hacerla enojar, pero no funcionaria, con ella no. Los tiempos de escuela habían quedado atrás y Hermione no caería ante un comentario tan bajo.
—Eso no es de tu incumbencia, así que daré por terminado ese tema, y por cierto, los problemas del hogar ahí se quedan, en el hogar. También los conflictos que tengas con otros magos.
—Como digas, "colega" —inquirió molesto. ¿Y qué?, ¿te quedaras ahí parada mirándome? ¿No se supone que debes indicarme como es todo esto?
—Seré breve, en esta gaveta de abajo—comentó apuntando un cajón de madera que se encontraba en un rincón—, encontraras los archivos de todos los seres mágicos no humanos y sus respectivas organizaciones representativas. Cualquier duda de con quien debes comunicarte en caso de vulneración de sus derechos, te diriges ahí. Respecto a lo que estamos viendo ahora, el departamento está en proceso de crear una ley que contemple un procedimiento adecuado al que deban someterse aquellos elfos que quieran emanciparse de sus familias —añadió— ¿Alguna pregunta?
— ¿Puedo descansar o me tendrás en dictadura? Porque déjame decirte que eso se vería muy mal en alguien que lucha por los derechos de los seres mágicos.
—Claro que puedes, ya el señor Patterson te informo de tus horarios, así que cualquier reclamo no me lo hagas a mí —replicó molesta— Eso sí, tengo una duda. ¿Qué hace alguien como tu trabajando acá? Digo, no me sorprende que estés en el Ministerio, ¿pero en este departamento?
—La vida privada, no se mezcla con el trabajo, Granger, tú dijiste eso, ¿o no? Tampoco las razones del porque estoy en este lugar. Confórmate con saber que no es lo que más me gusta, así como tampoco me entusiasma mucho la idea de trabajar contigo. Pero es a lo que puedo optar, y si este es el costo que debo pagar para no perder mi lugar en el mundo, lo haré.
—La guerra también fue dura contigo, lo sé. Sé que tu familia aún sigue en constantes cuestionamientos. Sé que la gente no olvida, y por sobre todo, sé que tú jamás admitirías que tu apellido es lo único que conservas con orgullo.
Las palabras de Hermione habían dado directo al punto. Draco, por primera vez desde que había pisado el Ministerio, se sentía pillado, débil y expuesto. Él sólo le devolvió una mirada cargada de rabia, e ignorándola, comenzó a trabajar. Se veía tan diferente al joven que ella conoció. Compartiendo oficina con la chica a la que muchas veces llamo sangre sucia, sin duda no era el sueño que él debió tener. Pero así eran las vueltas del destino, y en esta ocasión, estaba haciendo una jugada más con la vida del chico.
—Veo que estás leyendo el proyecto de ley, me gustaría que hicieras tus comentarios. Sé que tú mismo has tenido elfos que han servido a tu casa por siglos, así que podrías dar una mirada distinta al asunto. De forma que tendríamos una visión más amplia —sugirió tratando de calmar los ánimos.
—El alma caritativa de Gryffindor, en el texto se refleja todo eso. Qué desesperante. Pero tienes razón, yo puedo darle un enfoque distinto a esto.
—Me alegra saber que estás dispuesto a cooperar —admitió sonriendo e ignorando el comentario mordaz—, es un avance y eso es importante.
Él simplemente atino a mirarla para luego retomar su lectura.
-o-
Las horas fueron transcurriendo tranquilamente. En ese lugar se respiraba un ambiente de falsa armonía, pero que hacia llevadera la relación de trabajo.
—Ya deje los comentarios al margen. Mañana, según lo que leí en la hoja de planificación, me toca separar los casos resueltos de los que aún se tramitan. Vi también que tú estarías en una reunión, así que al parecer quien se llevará el disfrute no seré yo —sentenció.
—Las ganancias que da la antigüedad, Malfoy.
—Como digas—refunfuño—, yo me voy. Ya estoy en la hora y a diferencia tuya, no me quedaré trabajando por mero placer.
—Soy dedicada, que es diferente—objetó— Nos vemos mañana. Que tengas buen viaje.
Ella se levantó de su asiento para darle la mano a modo de despedida, pero él, adelantándose a lo que sería una incómoda despedida, se marchó. Esté sería un año diferente, pensó.
-o-
—Y bien, señorita Granger ¿Qué piensa de su nuevo compañero? ¿Trabaja a su ritmo o debo contratar a alguien más competente? —preguntó su jefe después de que Draco se hubiese marchado.
—Está bien, quizás no tiene mi ritmo de trabajo, pero es su primer día, y entre nosotros, sabemos muy bien que el mío tampoco fue de los mejores—dijo con complicidad—. Lo que no entiendo es porque está precisamente en este departamento, porque si me permite, señor Patterson, Draco jamás fue un fiel defensor de las demás criaturas.
—Tan inteligente y perspicaz —comentó provocando que Hermione se sonrojara— El asunto del joven Malfoy es algo complicado, él había postulado a un cargo más alto y en otro departamento, claramente. Sin embargo, y debido a sus propios antecedentes, se decidió que trabajara acá como forma de redimir su pasado. Así él demostraría que sus ideales cambiaron completamente y que si es capaz de compartir despacho con alguien diferente al círculo con el que se rodea, quizás el día de mañana podría escalar a otros puestos.
—Comprendo— asintió con tristeza—. Debe ser muy difícil para él. Sé que jamás nos llevamos muy bien, pero haré todo que esté en mis manos para hacer llevadero esto. Además, ya han pasado años desde la guerra, hay que perdonar. Mañana hablaré con él —prometió.
—No esperaba menos de usted. Por cierto, ¿hoy no me había pedido salir antes porque tenía asuntos personales que atender?
—¡Pero claro! Lo había olvidado —exclamó—. Ya deje todo listo, en esa carpeta están los formularios que me pidió llenar. Mañana llegaré a primera hora a la reunión— y despidiéndose, apretó lo más que pudo el paso.
Esa noche había quedado de juntarse con Ron, su novio. No podía dejarlo plantado, no otra vez. Ya la semana había tenido que cancelar por quedarse trabajando, hasta ahora no se había percatado de que su entusiasmo por el trabajo estaba debilitando sus relaciones personales.
—¡Hermione! Por acá —gritó Ron mientras agitaba su brazo en el aire. Él ya la estaba esperando el restaurant. Era un lugar pequeño y no muy lujoso, pero era suficiente para ambos.
—Lo siento, pero tuve un día bastante arduo— dijo con pesar mientras tomaba asiento junto a él— Ni te imaginas lo que paso hoy.
—Si debe ser, yo también trabaje mucho. Sabes, estoy pensando dejar el trabajo de Auror, no es para mí. Harry es feliz pero yo me siento muy atado a los horarios e instrucciones que nos dan —protestó mientras engullía un pedazo de pan— Por cierto, ya cené. Tardaste mucho y moría de hambre.
—Pensé que me estabas esperando, íbamos a comer juntos —musitó apenada.
—Pero puedo comer contigo otra vez, sabes que no me molesta. De hecho, eso iba a hacer —admitió restándole importancia a su actitud.
—No, ya no importa, mejor me voy —respondió enojada— Yo te hubiese esperado, Ron.
—Ya Hermione, no te pongas así. Tenía hambre y comí, no es ningún pecado. Anda, pide.
—Sólo por esta vez y porque tengo que contarte algo muy importante— advirtió.
—¿Qué es eso tan importante? Porque yo también tengo cosas entretenidas que decir. George, estoy seguro que está saliendo con una chica. No me quiere decir, pero lo voy a descubrir.
—Ron... — susurró reclamando su atención.
—Tengo un par de opciones, pero no sé, quizás me equivoqué. Mañana lo iré a ver a la tienda, quizás los pillo.
—Ron…
—Así que bueno—continuó haciendo caso omiso a su novia.
—¡Ron Weasley! —Gritó exasperada— Puedes callar aunque sea un par de minutos. ¿Acaso no ves que estoy tratando de contarte el motivo por el cual mi día fue diferente? Estoy exhausta y me gustaría que me escucharas —pidió— Sé que debe ser muy interesante para ti la vida amorosa de tus hermanos, sin embargo, en este momento estás conmigo. Después hablaremos todo lo que quieras de George y tus teorías.
—No sé por qué te enojas —admitió desconcertado—, pensé que te interesaría, pero bueno. Ya suelta, ¿qué paso hoy que te impacto tanto?
—Draco Malfoy es mi nuevo compañero de Trabajo.
—¿¡Malfoy!?— Ahora Ron se encontraba sorprendido, tanto que escupió el trago de hidromiel que estaba por beber— ¿Pero cómo? No deberían dejar que ese tipo trabaje en el Ministerio de Magia, es un infeliz. Menos junto a ti, ¿y si te hace algo?
—No es para tanto —dijo calmándolo— Reconozco que sigue siendo alguien muy petulante y algo desagradable, pero hay algo en él que ha cambiado, puedo sentirlo.
—Eso lo dices porque eres crédula y vez el bien en todos, pero dudo que la gente como él cambie. Algo debe tramar.
—Exageras. Sabes que hay que dejar los rencores atrás, yo demostrare que se puede. Trataré de llevar la fiesta en paz. Ya verás como todo resulta perfecto y los temas de antaño no los reviviré.
—Como digas.
El resto de la noche se centró en la discusión sobre si Draco Malfoy merecía o no una segunda oportunidad, para luego desviarse a la vida amorosa de George.
Horas después, Hermione Granger volvía a su casa. Ella estaba viviendo en Londres, en un sector cercano al Ministerio. Ahí había alquilado un departamento, muy al estilo muggle a decir verdad. Y pese a que Ron en incontadas ocasiones le había dicho que se fuera a vivir con él, ella prefería, por lo menos por el momento, su privacidad.
Una vez acostada, comenzó a pensar respecto a su relación. No le gustaba sentirse ignorada, ella sabía lo que valía y se lo haría saber a Ron. Él no podía seguir comportándose como si tuviera quince años. Eran adultos y debía asumirlo. Por otro lado, pensaba en Draco y en lo difícil que ha de ser vivir rodeado de prejuicios, más aun tratándose de alguien que siempre estuvo en la vereda de al frente cuando de prejuicios se hablare. Ella marcaría la diferencia, mañana hablaría con él y comenzarían de nuevo, pues no era posible que la gente siguiera en ese círculo vicioso de apuntar con el dedo a las personas.
