El Resplandor de la Rosa
Kaname Kuran. El Principio
Los personajes de Vampire Knight pertenecen a Hino Matsuri
Los vampiros solo existen en la ficción, son temas que nos relatan en cuentos de terror o historias de miedo. Sin embargo era atrayente imaginarse como poseían una vida inmortal, solo vivían bebiendo sangre, era asombroso, tenían poderes y sobre todo los dones más seguros en su milenaria existencia estaban la seducción y la belleza absoluta. Yo encajaría en ese patrón como la presa más cercana a los depredadores, soy la comida que harían un vampiro al verme ¡Drenaría mi sangre! Observaría como sus colmillos penetrarían mi cuello, succionando toda mi vitalidad, me utilizaría como la pequeña pieza de su vida inmortal Que otra función puede cumplir un simple humano carente de poderes con huesos frágiles y encargada por la ley suprema de la vida ser una sombra, el tipo de chica que no encaja entre las porristas, la que lee libros de vampiros e historias sobrenaturales. Nunca lo había confesado, pero era angustioso saber que había llegado a Japón y un miedo escabroso ensombreció la poca calma que había obtenido de las efusivas despedidas de mi tía y su familia. Volvía a ser acogida por mi país de origen a culpa de las llantinas molestosas y los ruegos de papá. La razón de su repentina llamada era aun indescifrable pero al fin y al cabo era preciso volver a casa, al lugar que ocupa en mi mente con vagos recuerdo.
Entre la gente aglomerada por la llegada del vuelo 304 China-Japón busque de un lado a otro con la esperanza que Kaien Cross, mi padre, llegara a darme por lo menos un abrazo de bienvenida o quizá un saludo pero no encontré ni el más parecido con él. Al contrario de un cálido recibimiento encontré a un hombre mayor, con cara muy seria y una cartilla en la que estaba mi nombre. "Yuuki Cross". Bienvenida.
-¿Disculpe, quien es usted?-Me atreví a pregunta cuando tomo mis maletas y avanzó a un paso casi militar. Aquel hombre me miro con cara de pocos amigos pero se encargo de aclararme, su nombre era Toga Yagari y era una especie de profesor y amigo de mi padre, él no había podido asistir por motivos de trabajo, después de todo cuando salí de Japón apenas tenía cinco años y era consistente de lo grande que era la ciudad.
Durante el camino atravesamos las calles con mucha naturalidad, el chofer que conducía era my atento y sabia a donde nos íbamos, los edificios eran enormes tan parecidos como los de China, el trafico ordenado pese a ser de noche y los rascacielos iluminados me hacían sentir más a gusto. Sin embargo la piel se me erizo a la llegada a casa, abandoné las maletas al piso y lo único que pensé fue dormir larga y plácidamente pero todo eso choco cuando encontré una carta sobre la cama, la letra era casi indescifrable pero para alguien que tenía experiencia leyendo jeroglíficos no resulta ser problema y decía:
"Yuuki, mi querida hija, debes considerarme un mal padre por no contarte sobre mis planes y que no te espere en el aeropuerto, pero yo nunca había planeado que esto fuera así, cuando llegue a casa te lo compensare-Lo imagine lloriqueando y haciendo pucheros-Debes sentirte cansada por el viaje y te aviso que cuando llegues dejes todo y mires en tu ropero el uniforme de la academia-Algo de lo tratado no me estaba gustando y comencé a realizar un ligero fruncimiento de ceño-Por si no te lo había contado las clases empiezan mañana y estas matriculada en la academia, para acortar el mensaje quiero decir que tus cosas y tus papeles están preparados para tus clases. Te quiere, papá.
¿Era broma? No sabía si reiría con locura o hasta las lagrimas. Se suponía que debía descansar, tomármelo con calma y estar relajada. Pero eso era mucho para mis pobres nervios, estuve a punto de lanzarme por la ventana quizá eso hubiese sido la mejor opción pero fue denegada al recapacitar con mucha más sensatez, lo que había hecho Kaien era arbitrario, imponente, inscribirme en su propia academia era lo peor, todo el mundo conocía su apellido y de seguro no faltaba mucho para encajar con las rompecabezas ¿Aquel hombre era mi padre o un verdugo?
Arrugue aquel papel con toda la fuerza posible, abrí la ventana y lo lancé lo más lejos entre los bosques de…Observando con claridad recordé que vivía en la academia como muchos otros pero con privilegios, una habitación para mi sola, de color marfil, un enorme ropero del cual debía estar ese maldito uniforme del cual no se pego la curiosidad por verlo. Enojada más que preocupada tome un baño, me cambie la ropa por una pijama y dormí acurrucando al libro "Drácula" de Bram Stoker, era mi único consuelo a esa noche tan cansada, al menos iba a tener de compañía a mi libro favorito.
"Tú y yo seremos como mamá y papá" Dos niños sonreían cómplices mientras se acurrucaban entre las sábanas.- Yuuki- El pequeño de cabellos azabaches beso su frente-Yo siempre voy a protegerte, entiendes.
-Si Onii-san, te quiero mucho-coloco sus pequeñas manos en su cuello, pegando su mejilla a sus labios.
¡BIP! ¡BIP! ¡BIP! ¡BIP! ¡BIP!
-Debí quedarme dormida-Agitada corrí de lado a lado ese nuevo uniforme. Si al menos conociera mejor a mi habitación, de mala gana me desvestí lo más rápido que puede, colocándome las medias largas, la blusa, el blazer y termine con la falda, que para mi suerte era dos tallas más corta. ¡Director!-Pegue un gritito de ira.-Es un mal padre, no cabe duda. Ahora que haría con aquella prenda, tan corta que se me notaria, con absoluta seguridad, el único recurso resignado era no moverse demasiado y ya me las arreglaría mañana. Tan pequeña me consideraba. Anudé como acto final la corbata, arregle mi corto cabellos y salí casi huyendo de mi propia habitación. No había nadie en casa, al menos no visiblemente, solo tenía un ligero desayuno de jugo y tostadas los cuales comí con gran presura que casi me terminó por ahogar.
A la luz del día sabia que pertenecía a la clase "Diurna" o al menos eso fue lo que me explico Yagari, que diferencia podría haber, esa era la única clase que había en todo el lugar donde todo era extraño y nuevo.
"Edificio en construcción" ¡Cuidado! Había un enorme cartel resaltante bajo ese color blanco de la construcción parecida a un castillo decadente como los relataba en mis libros de vampiros, amplias ventanas rodeadas de un aura misteriosa y oscura, un aspecto a antiguo. Al parecer sería considerado como un nuevo edificio para la academia, aquellos que pertenecieran demostraría las exorbitantes sumas que darán por habitarlo. Siendo la hija del director, quizá sea mi nueva clase al ser terminada, ese pensamiento me dio ganas de reír. Mi principal misión era ingresar a mis nuevas clases, todo gracias Kaien Cross.
Mis pensamientos aunque presurosos por llegar a la clase se desviaron a un sueño en especial, un sueño que me perseguía por más de diez años, repetitivo en el que veía a un niño contándome historias "Tu y yo seremos como mamá y papá" Al decir eso en un susurro, una ráfaga me pego en la cara haciendo que mi cabello y mi falda se movieran de forma descontrolada. ¡Un ráfaga de viento, lo que me faltaba! Presione con gran fuerza mi falda hasta que esta se quedara quieta, al creer que había desaparecido esta reapareció chocándome con más dureza a la cara, volviendo a desequilibrar todo el uniforme y mi cabello aunque intente llegar a mi falda, esta se corrió entre mis dedos y se movió como en una fotografía de una actriz de los años del recuerdo. Roja de la vergüenza rogué que nadie viera mi lamentable accidente, mire de lado a lado para cerciorarme que nadie me hubiese visto en una escena un tanto embarazosa.
Confiada levante la cabeza y encontré unos ojos oscuros suspendidos entre mi cara y mi falda. ¡Lamentablemente horrible!
-¿Viste algo?-Pregunte sonrojada
El negó tímidamente.
Obteniendo su respuesta, aunque no tan verídica como la quisiera, cruzamos caminos raudamente mientras me alejaba sentí como algo recorría mi cuerpo como si lo conociera con anterioridad. Ruborizada por completo no me atreví a verlo con la claridad por mi nublada vergüenza y comencé a caminar a un paso casi robótico mientras escuche una risita ligera que provenía de sus labios. ¡Maldito pervertido! Aumente el ritmo de mis pies y corrí lo más precavido que puede, después de todo esta falda me traería problemas.
Llegue al salón de clases como magia. El profesor estaba comenzando con su clase. "Trágame tierra", ahora esperaba a no ser presentada como la hija del egocéntrico director. Suspire y toque la puerta.
-¡Buenos días!-Salude poniendo la cara más optimista que tuve.
-Puede ingresar.
El profesor me miro con actitud seria, mientras que el resto me picaban con sus penetrantes ojos, interrogantes. Con señas el profesor, indico que me acercara a su pupitre y le explicara mis datos. Mis manos comenzaron a sudar por lo desastrosa que estaba luego de esa ráfaga de aire.- China, eh, muy bien. Párate en el centro del salón que voy a presentarte con el resto. Esas palabras me tomaron por sorpresa. Qué curso iba a enseñar para odiarlo de por vida. ¿Qué iba a ser ahí? Si en China apenas me conocían como la invisible que nuevo apodo recibiría aquí. Hice una inspección rápida a salón, era veinte observándome con curiosidad. Rogué no sudar como una bestia.
-Quiero presentarles a una nueva compañera de clases, su nombre es Yuuki Cross y viene de China, chicos asegúrense de tratarla bien
Quede muda, bueno todo hubiese pasado como la experiencia de la chica tímida si la maldita boca del profesor divulgaría mis orígenes a toda la clase ¿Eres la hija de director?
Escuche el murmullo cuando se divulgo, pasos exteriores, todo ahora era lejano y la voz del profesor era como un megáfono lento y tortuoso.
Asentí, clavando mi señal de muerte.
-Puedes sentarte. Esa mesa está vacía junto a Sayori. No quiero tratar mal a la hija del director-Hablo con diversión.
¿La hija del director? ¿El director tenía una hija? ¿China? No se parecen en nada ¿Sera adoptada? Parece que se ha levantado de la cama y solo se cambio el uniforme. Qué vergüenza es la hija del director y se atreve a llegar tarde, cree porque su papá es dueño de la academia puede hacer lo que se le venga en gana. Me convendría ser la hija de alguien prestigioso y tener mis beneficios.
¿Por qué soy la hija del director? Comencé a formar mis propias conclusiones luego de escuchar todos los comentarios al borde del colapso. Las clases fueron de lo más aburridas y a causa de las cacatúas de compañeras y la chica que se sentaba a mi costado tuvo un carácter más reservado y no me dirigió palabra en todo el día.
Al estuchar el sonido del timbre, fui la primera en evacuar huyendo de las arpías. Había sido un día demasiado cansado y molesto, sin contar lo vergonzoso.
Suspire agotada
Camine de regreso a casa con pereza. Regresar a mi hogar resultaba como la academia, nuevo y complicado. Era horrible imaginarse el mañana, los compañeros molestosos y la presencia de Kaien lloriqueando y haciéndole pucheros. ¿Por qué había regresado a Japón? Me pregunte y no halle la respuesta o si, mi tía había recibido noticias de papá y había pedido que regresara lo más rápido posible a mi verdadero hogar. "Me extrañaba y necesitaba que volviera" Y en menos de tres semanas tenía mis maletas tomando un vuelo a Japón casi como una necesidad.
El sol se escondía entre los arboles con gran presura, para la entrada de la oscuridad profunda pero sentía un leve temor al recordar la frase "Ha llegado la hora de los vampiros". Pensé mientras sonreía en mis ideas descuidadas-Que vampiro podría existir en la academia Cross o seria del tipo de vampiros que drena ideas, de colmillos falsos molestando en el salón de clase, de esos había muchos.
-Voy a bañarme y dormir profundamente-Hable en voz alta al cruzar el penúltimo árbol para salir de la academia, entre la fría tarde escuche el sonido desesperado de un ave, un canto de auxilio, curiosa me guie del canto hasta llegar a ver un ave de color azul chillando desesperado porque su nido estaba de cabeza y posiblemente se encontraba su polluelo –Debiste haber caído-Reflexione observando la altura del árbol y comprobé mis suposiciones, por suerte aquel polluelo aun seguía vivo, las hojas secas habían contribuido para que sobreviviera a la caída. Su madre voló mientras me observaba con desconfianza y canturreaba casi desesperada, tan preocupada por el polluelo como se debía sentir el cariño materno-No te preocupes, ahora lo llevo contigo-Dije mientras me trepaba al árbol, algo de esa agilidad de niños que conservaba por los juegos infantiles. Tiré la mochila al piso y con la mano libre maniobre para subir las ramas, evitando que la pequeña ave se lastimara-Un paso más y listo-Afirme mientras depositaba el nido con mucha más seguridad entre las ramas y me quede observando con curiosidad ese amor materno. Moví la cabeza y con una mirada melancólica me despedí de mi hazaña heroica. Mientras pensaba cual rama era más segura descubrí que el suelo estaba alejado y un ataque de miedo a las alturas me sorprendió. Al subir mi único objetivo fue salvar la vida de aquella ave pero ahora tenia miedo. Bufé ante mi error arriesgándome a bajar las ramas, todo iba bien paso a paso hasta que la noche penetro por completo haciendo que todo se tornara oscuro y misterioso.
Al coger una rama, escuche como este crujió descolocando mi cuerpo y mis pensamientos lo único que espera fue la caída libre acompañado del dolor propio del golpe. Cerré los ojos casi por reflejo.- ¡Ay! Eso dolió.
-Puedes abrir los ojos-Una suave voz me hizo creer que estaba muerta
-No puedo, creo que me fracturado el pie.- Confesé metida en mi dolor
-Si abres los ojos te darás cuenta que no te paso nada
Lentamente abrí los ojos, espiando por las pestañas observe a un ángel tomarme entre sus brazos, debía ser un sueño, la ilusión mas hermosa que atravesaba mi cerebro luego del golpe, concluyendo que los seres celestiales brillan también de noche. Era el chico más hermoso que había visto en mi vida mejor dicho estaba en mi lista de vampiros favoritos-suspendí la idea, el no era un vampiro-Pero su piel era tan nívea que me confundía con uno, de extremada belleza. Un dios.
-Estoooyyy bbiien- Balbucee creyendo que mi alucinación era cierta, sus brazos me sostenían delicadamente como si fuera una rosa a punto de brotar. El sueño de toda chica.
-¿Pudiste haber caído Yuuki?- Me hablo con especial preocupación, como si yo fuese algo cercano a él.
-¿Cómo sabes mi nombre?-Reaccione
Rio
-Esa respuesta es simple, eres la hija del director, Yuuki Cross, todos estaban esperándote, sería algo ofensivo no saber tu nombre, bella dama-Lentamente sentí como descendía mi cuerpo al piso-Mi nombre es Kaname Kuran, un placer en conocerte. Poso sus fríos labios sobre mi muñeca tomando por sorpresa a mi cuerpo sintiendo una corriente eléctrica recorrerlo. La oscuridad contribuía a ver que su cabellos era de esa misma tonalidad ¿Acaso el mismo chico de la mañana? Me sonroje al instante
-Es hora de irme, es peligroso que una chica de tu edad ande sola en esta academia ¿Quieres que te acompañe a tu casa?-Pregunto observándome con una ternura jamás conocida.
-Gracias, pero estoy cerca de mi casa
-Cuídate, Yuuki- Volvió a besar mi mano mientras me alejaba de su tan formal y caballerosa actitud. No voltee a mirarlo por última vez, pero un extraño nudo se me había formado en el pecho.
Mi pequeña Yuuki, has vuelto. Se rozo los labios con la yema de los dedos. Esta extraña calidez ha vuelto contigo, mi cuerpo reconoce que aún conservas tu esencia.
Corrí lo más rápido que puede a casa, había demasiadas coincidencias en este día con aquel joven- Beso mi mano y me hablo como si me conociera, después de todo mi día tenía algo de luz. En aquella distancia, discretamente me puse a ver la silueta de aquel chico, cuando iba a descubrir por completo la ventana, alguien me dio una palmada en la frente y me di cuenta que el director también lo había llamado.
¿Qué les pareció? Espero que esta idea agrade a todas las seguidoras de Kaname/Yuuki porque a mí me encanta esa pareja. Deseo sus review ¿SI?, esa es una gran motivación para la historia y para mí. Las que siguen Campanas blancas, les prometo actualizar lo más rápido que pueda. Estere esperando sus comentarios. Las quiere, Marzul.
