Candy, La Princesita

Capítulo 1

La partida

India, 1914

- Hace mucho tiempo, vivía una hermosa princesa en una tierra mística. Conocida como India.

Estaba casada con el apuesto príncipe Rama. Quien había sido desterrado al bosque encantado, por su celosa madrastra, la reina Kaikeyi.

Un día, la princesa Sita vio un ciervo herido en el bosque. Le suplicó a Rama, que fuera a ayudarlo.

Rama, dibujó un círculo en el suelo, y le dijo: "Este es el círculo mágico. Mientras permanezcas dentro de él, nada malo podrá sucederte."

Esa noche, la princesa oyó un gemido espantoso. "¡Aaah! ¡Ayúdenme!" Pensando que su amado Rama estaba en peligro, la princesa salió del círculo para atender el llamado. Al poco tiempo, se encontró con un anciano mendigo. A pesar de que no llevaba dinero consigo, no podía ignorar sus ruegos. Pero en cuanto se quitó el brazalete, ¡El mendigo se transformó en el demonio de 10 cabezas Ravana! Se apoderó de la princesa, y la llevó a su palacio. Donde piensa tomarla como esposa.

Así narraba Candy para su amigo Laki su historia favorita, *El Ramayana.

- ¿Has conocido a un príncipe de verdad, Maya?

- Sí, el padre de Laki.

- Creí que estaba en el ejército.

Respondió confundido el jovencito a su madre.

- Así es. Él era mi príncipe.

Y yo, su princesa.

- Pero me refiero a un verdadero príncipe.

- Todas las mujeres son princesas, es nuestro derecho.

Candy White era una niña alegre, dulce, e imaginativa de cabello rubio rizado, y hermosos ojos verdes. También tenía su nariz llena de lindas pecas. Vivía felizmente con su amoroso padre en la India. Sin embargo, en aquel año llegó la terrible guerra. Y su padre, siendo capitán en el ejército británico, tenía el deber de combatir.

- Extrañaré todo esto, India es el único lugar en la Tierra que despierta la imaginación.

- Desearía que nos quedáramos por siempre…

- Lo sé hija mía. Pero ahora que Inglaterra está en guerra, debo ir también. Lo entiendes, ¿Verdad?

- Pero ¿Por qué debo ir a América?

- Porque estarás a salvo. Y, además irás a la misma escuela donde estudió tu madre cuando tenía tu edad. Es una ciudad llamada…

- Nueva York.

- Así es.

- ¿Papá? Maya me dijo que todas las niñas son princesas.

- Maya es una mujer muy sabia.

- Pero ¿Es cierto?

- Puedes ser lo que tú quieras mi amor, si estás convencida.

- ¿Y tú qué opinas?

- Pienso que eres y siempre serás, mi princesita.

El capitán White besó con ternura la frente de su amada hija para darle las buenas noches.

Al día siguiente, emprendieron el viaje a América. Una noche, estaban los dos en la cubierta del barco. El capitán colocó alrededor del cuello de Candy un camafeo de oro en forma de corazón.

- Se lo obsequié a tu madre el día de nuestra boda. Quiero que lo conserves.

Dentro de él, había dos fotografías. Una de su madre y la otra de su padre.

- Era tan hermosa… ¿Qué es lo que más amabas de ella?

- Es una pregunta difícil. Amaba el brillo de sus ojos cuando reía. Como brillan los tuyos. Amaba el sonido de su voz, cuando entonaba las canciones de La India. Pero lo que más amaba, más que nada, era bailar con ella.

Padre e hija bailaban alegres en la cubierta. Luego de varios días de viaje, finalmente llegaron al Colegio para niñas de la Señorita Minchin. Fueron recibidos por una mujer robusta de mirada dulce y cálida.

- ¡Hola! Usted debe ser el capitán White. Mi hermana bajara en un momento, estábamos disponiendo la habitación de la pequeña. Tus hermosas pertenencias arribaron esta mañana.

- Gracias…

- Oh cielos, Amelia. Amelia Minchin.

Respondió estrechando la mano al hombre.

- Capitán White.

Llegó la directora de la escuela, una mujer delgada y elegante con cabello castaño oscuro y una larga línea canosa, recogido en un moño. Al contrario de su hermana, sus ojos eran fríos e intimidantes a pesar de que sonreía.

- Es un placer conocerlo. Y ella debe ser Candice. Qué hermosa criatura.

- Le decía al capitán que…

- Gracias Amelia, eso es todo. Síganme por favor.

Mientras recorrían la escuela, la señorita Minchin explicaba la rutina diaria, los momentos de descanso, y las asignaturas que cubría. Estaba tan centrada en ello que no escuchó al capitán mencionar que su hija hablaba francés. Candy se detuvo un momento y pudo ver a una niña de su misma edad limpiando uno de los pasillos. Se veía cansancio en su rostro. No tuvo oportunidad de hablarle, pues la directora regresó a buscarla para presentarla al resto de las niñas, quienes estaban en clase de francés.

*Excusez-moi, Monsieur Dufarge. Niñas, saluden a nuestra nueva estudiante la señorita Candice White.

- Hola Candice. –Dijeron en coro las niñas. –

- Debes contarles sobre tu emocionante estancia en La India.

La señorita Minchin comenzó a mencionar las reglas que exigía en la escuela. Pero Candy, llena de molestia, solo pudo concentrar su vista en como una niña de cabello largo peinado en tirabuzones, y mirada de pocos amigos, metía el cabello de la niña sentada frente a ella en el tintero.

- Las reglas se cumplen al pie de la letra. Pero le aseguro que los resultados valen la pena el esfuerzo. Tenemos la reputación de integrar a las jovencitas más educadas y encantadoras a la sociedad.

- No lo dudo. –Respondió el capitán White. –

- Escucha, temo que las joyas y objetos de valor no están permitidos. –Estuvo a punto de quitarle el camafeo. –

- ¿Y si lo usara en mi habitación, en mi tiempo libre?

- Bien… Si te empeñas en ello.

- Sí señorita.

Las otras chicas comenzaban a replicar entre ellas, pero callaron de inmediato ante la mirada severa de la directora. El profesor prosiguió con la lección, mientras Candy y su padre se dirigían a la habitación que le preparaban.

- Esto es espléndido.

- Es nuestra mejor habitación.

- Gracias por sus atenciones Señorita Minchin. Quiero que Candy se sienta como en casa durante mi ausencia. No repare usted en gastos.

- Claro que no. Bueno, los dejaré para que se despidan. Imagino que falta poco tiempo para que zarpe su barco.

A pesar de que no decía nada, el capitán sabía que su hija sentía tristeza por su partida. Con gran ternura la abrazaba mientras ella se sentaba en sus piernas.

- Nos escribiremos cada tercer día. ¿Qué te parece tu habitación? Les pedí que fuera la mejor, con ventanas a los lados y una chimenea. Y con tus juguetes y tu ropa aquí, será como si estuvieras… Creo haber visto algo, en la silla que está allá.

La niña tomó de la silla una bonita muñeca de cabello rizado y rubio como el suyo, y vestida de rojo. su color favorito.

- Ha viajado desde Francia solo para estar contigo.

- Papá…

- Se llama Emily.

- Emily…

- Las muñecas son las mejores amigas. El hecho de que no puedan hablar, no significa que no escuchen. ¿Sabías que cuando las dejamos solas en la habitación adquieren vida?

- ¿En serio?

- ¡Sí! Pero antes de que entremos y las atrapemos, vuelven a sus lugares, veloces como el rayo.

- ¿Por qué no adquieren vida frente a nosotros para poder verlas?

- Porque es algo mágico. Se debe creer en la magia. Solo así será real. Cuando tengas miedo, o me extrañes mucho, solo díselo a Emily. Ella me hará llegar el mensaje donde quiera que me encuentre. Y yo te enviaré otro de inmediato. Y cuando la abraces, recibirás un abrazo mío.

- Todo está bien papá, no te preocupes. – Respondió ella mientras acariciaba su rostro con ternura. –

- ¿Qué haces? ¿Memorizarme en tu corazón?

- No, ya eres parte de mi corazón.

Los dos se abrazaron fuertemente una vez más. Ella lo observó acercarse al carruaje que lo llevaría al puerto desde la ventana. Antes de subir, él levantó la vista hacia ella.

- Adiós, princesa.

Continuará…

¡Hola queridas lectoras! Espero que estén bien. Finalmente tengo algo de tiempo libre porque terminé otro semestre. Estaré escribiendo lo más que pueda este mes.

Esta historia se inspira en La Princesita. Una de mis películas favoritas que no importa cuántas veces la vea, siempre me conmueve. Conservare algunos personajes de la película, y otros serán reemplazados por los de Candy. Quise modificar un poquito la muñeca Emily para que tuviera algo en común con Candy.

En esta historia, las edades son acordes a la película. Y conforme avance la historia, habrá pequeños giros.

*1 El Ramayana es un relato épico, uno de los más importantes de la literatura hindú.

*2 Traducción del francés: Discúlpeme Señor Dufarge.

Espero que la disfruten. Un nuevo capítulo de Amor dulce y definitivo se aproxima.

Con cariño,

TamyWhiteRose.