Cántico de Aflicción
Autora: Lilia Black
Rating: PG
Notas: Uh, esta medio meloso, pero esta escrito al estilo de mis otros "canticos", hehe Espero que les guste.
Y me quede soñando con la ilusión a cuestas,
con la esperanza guardada en el bolsillo roto de un pantalón,
en el baúl sin fondo de mis decepciones
…
Y me quede en suspenso con una historia breve,
en los niveles mas bajos de mis latidos del corazón,
entre lo inverosímil de mis frustraciones.
Aletargado en el tiempo, obsesionado con verte,
se enrojecieron mis ojos, se marchitaba mi mente.
…
Será, será, será
Será la luna
Será, será, será,
Serán las ganas
Será…
Fue un error desde el principio, lo se. No debí ceder, no debí aceptar, no debí dejarme llevar… Pero lo hice, y ahora es demasiado tarde.
No se en que estaba pensando cuando la invite a salir. Ya tenía mucho tiempo viéndola de lejos, encantado con su sonrisa, hechizado con sus ojos cuando me dirigían una mirada. Perdido. Y al final fueron James, Sirius y Peter los que me animaron a hacerlo, pero no debí dejarme convencer, no puedo culparlos, ellos no entienden lo que es ser como yo; alguien como yo no puede darse esos lujos. Alguien como yo no puede darse el lujo de salir con alguien, no puede darse el lujo de amar, y mucho menos el de ser amado. Pero yo lo hice, y ahora es muy tarde… me enamoré, y lo que es aún peor, ella se enamoró de mí.
Los primeros días fueron hermosos, como si fueran parte de una vida que no era la mía. Era feliz con solo saber que esas sonrisas eran para mí, que esas miradas eran mías. Cada beso y cada momento juntos eran el cielo, no necesitaba nada más, no pediría nunca nada más que tenerla cerca, que ver su rostro lleno de felicidad por mi compañía, nunca podría ser más feliz que cuando estaba con ella… Pero después de un par de semanas, el peso de no decirle quien era, lo que era, era insoportable.
No podía ya disfrutar de su rostro y su sonrisa, no podía mirarla a los ojos, no me sentía bien a su lado, y aun así no podía juntar el valor de decírselo. No quería perderla, no quería que me dejara, no quería ver su cara de horror cuando lo supiera, no podría sobrevivir su rechazo. Por el otro lado, tenía que hacerlo si quería volver a sentirme bien a su lado, si quería volver a disfrutar sus sonrisas, si quería aferrarme a la esperanza de que me aceptara como soy, esperanza que es poca cuando ser diferente significa ser como yo. Pero tarde o temprano tenía que saberlo, tendría que enfrentarse con mis ausencias cada luna llena, y el tiempo la haría sospechar. Era necesario que se lo dijera, y después de tres semanas me decidí a hacerlo, justo antes de la primera luna llena desde que empezamos a salir.
Era uno de esos días que podrían ser llamados perfectos. Lo empezamos desde temprano, vimos el amanecer y desayunamos juntos antes de ir a su casa, y con la excusa de que tenía un compromiso en la tarde y debía decirle algo importante antes de irme, nos sentamos en su jardín en una banca bajo la sombra del árbol mas hermoso que había visto en mi vida, un viejo sauce de esos que dan una sombra espesa que parece cubrir millas de distancia, y cuando estas bajo de ellos, por mas caliente que este el día, sientes frío. Amaba ese lugar.
Por más de media hora estuvimos simplemente ahí, sin hablar, sin movernos, su cabeza apoyada en mi hombro, sus ojos cerrados y su boca formando esa bendita sonrisa. Y después de ese siglo de silencio, le dije que había algo importante que debía saber, algo muy importante acerca de mí.
Su sonrisa no desapareció de su boca después de lo que dije, me pregunto que es lo que sería tan importante, que lo único importante era que me amaba y que la amaba, que no le importaba nada más.
"Porque me amas¿verdad?" preguntó levantando su mirada a mis ojos.
Si. Te amo, más que a mi vida, y es por eso que debes saber lo que tengo que decir. Es por eso que es importante.
Otra vez su sonrisa, me hacia olvidarme de todo. Me dijo que eso era lo único que ella quería saber, que no le dijera otra cosa, que me amaba y que no le importaba nada más. Y se acercó a mí y perdí la valentía en su boca, en su cuerpo, y callé. No lo dije. Me di la tonta excusa de que ella no quería saber nada, que solo quería que la amara. Y callé…
Cuando era tiempo de irme, le dije que estaría ausente unos cuantos días. Trabajo, le dije. Me creyó. Como no iba a hacerlo,si no sabía que la orden del Fénix era mi único trabajo y que lo que hacía no exigía nada físico ni de mucho tiempo, solo en ocasiones especiales. Y el "trabajo" se convirtió en mi excusa para mis ausencias y para mis heridas.
Y así pasaron tres meses, y mi conciencia no me dejaba tranquilo. No había día en que no regresara de verla y me tumbara en mi cama con los ojos rojos, pensando que nunca me perdonaría cuando lo supiera. Pensando en mil formas de decírselo sin aterrarla.
Fue por este tiempo que James se casó con Lily. El día de la boda fue justo después de la luna llena y estaba en muy mal estado, pero no podía faltar a la boda, y no podía ir sin ella. Como no era de sorprenderse se dio cuenta de mis heridas, y después de cuestionarme rompió en llanto porque no le convencía el hecho de que me había caído por las escaleras o que mi trabajo era muy exigente. Me dijo que no podía creer que un trabajo pudiera ser tan peligroso, un trabajo que nunca me había molestado en decirle de que trataba. Salió del lugar molesta y llorando y supe que era el momento de decírselo, que no podía callar más, que la perdería de un modo u otro. Pero no lograba hacer que mis piernas respondieran, no podía hacer nada mas que quedarme ahí sentado perdido en mis pensamientos, y Sirius lo notó. Sirius que a pesar de su naturaleza furtiva y en cierto modo, falaz, siempre notaba todo. No se le escapaba nada, y cuando algo me afligía, siempre me hacia sonreír con alguna de sus estupideces.
Se sentó a mi lado y me reclamo el estar sentado y no disfrutando de la fiesta, y le dije lo que había pasado, le dije que había intentado decirle antes y que ahora debía decírselo, pero que tenia miedo. Como era de esperarse, Sirius se rió de mí. No en forma de burla, no. Pero Sirius se reía de todo. Me llamo tonto, me dijo que ella me amaba, que se le notaba, y que no le iba a importar mi condición, que ella no era así, que había hablado con ella un par de veces y no le parecía una persona prejuiciosa, y que después de conocerme, no le importaría. Pero yo estaba temblando, sabia que ella estaba afuera, y sabia que tenia que decírselo ahora. Esta vez, Sirius no me hizo reír, pero de alguna manera, y aunque aun seguía temblando, me dio el valor para pararme y enfrentarla.
Y salí a donde ella estaba sentada, su rostro lleno de lágrimas volteó a verme y sin pensarlo lo dije. Simple y sencillo. Se lo dije sin ceremonias, sin explicaciones, sin ningún tipo de advertencia. Simplemente lo dije como era.
Jamás en mi vida me había sentido peor que en ese momento cuando su rostro se contrajo, su ceño se frunció y su boca se abrió en un gesto de entre sorpresa y asco. Intentó decirme algo y yo intenté decir algo, pero ninguno de los dos pudimos articular palabras. Ambos estábamos perdidos en la sorpresa y el miedo. Después de lo que parecieron años, se paró y sin mirarme, se dio la media vuelta y se fue.
Estuve encerrado en mi cuarto dos días sin comer, salir, ni siquiera bañarme. Llorando como un niño, odiando aun mas al maldito destino que me metió en este problema y una vez más me impedía ser feliz. Enojado con la vida, pero sin la valentía o cobardía de huir de ella. Sirius intento hacerme razonar, pero no lo escuché. A James no lo molesté con mis líos en su luna de miel, pero finalmente al tercer día en la tarde me decidí a salir.
Y allí estaba ella sentada en la sala, en el sillón favorito de James, porque vivo con James, no gano suficiente para tener mi propia casa. Y me perdí de nuevo en mis pensamientos, pensando en que ella si tenia una casa, que no la merecía por ninguna razón, que era mucho para alguien de mi naturaleza. Y su voz me regresó a la realidad. Quería hablar conmigo. La puerta estaba abierta y nadie le respondía y había entrado.
Se soltó a llorar de nuevo corriendo hacia mí y abrazándome, me dijo que lo sentía, que me amaba, y que no le importaba que yo fuera eso. Que no quería que todo terminara, que me extrañaba, que no podía soportar la idea de estar sin mí. Y me besó, pero no fue lo mismo. Lo sabia, nada seria igual, la forma en que el beso terminó más rápido de lo que prometía me dijo todo. Su rostro después del beso me lo confirmó. El que no podía decir lo que yo era y el hecho de que no me miraba a los ojos, lo escribió.
Ya nada seria lo mismo…
Nota: Y aquí esta el resultado de escuchar tanto Ricardo Montaner últimamente y de leer tanto Anne Rice. Viene siendo parte de mis "canticos" así que todo esta conectado de una forma u otra, solo que este no va a ser un One-Shot, sino dos capítulos. El otro lo pongo en unos cuantos días, si recibo reviews capaz y lo pongo antes, ya lo tengo escrito, solo tengo que elaborarle un poquito mas.
Reviews, si les gusto, y si no, tambien xD acepto tomatazos.
Ciaito ;)
Oh, y disculpen si me falto algun acento, confio totalmente en el corrector de Office porque no tengo acentos en mi teclado.
Lilia :)
