La luna menguante se vislumbraba en el cielo nocturno. Zack estaba junto a una máquina expendedora, la misma que era pateada por la bebida que le fue entregada y que tenía en su mano. Esperando que por el error, le entregue bebidas gratis. (Por eso los golpes)
En medio de la patadas que le propiciaba la máquina. La voz de Ray suena en la desolada calle. "¿Zack?"
—¿Qué pasa? —Cuestiona sin mirarla— ¿No ibas a volver primero?
Ella no responde, la muchacha se queda viendo fijo esa lata; no era gaseosa ni otro liquido carbonatado, era cerveza; un líquido que contenía alcohol.
Y por eso Ray, instintivamente, da pasos hacia atrás. El joven -de reojo- se percata de su retirada y gira su cara, dando pasos hacia adelante, al notar que no lucia como siempre.
—¿Ray? —llama, al verla con esa expresión; era temor —¿Estas bien? —pregunta extrañado, porque ella, no es de mirarlo así. No.
Ella sigue retrocediendo. Su vista clavada en Zack, pero ya no lo veía a él.
Da otro paso hacia atrás; su rostro lucia azul.
—No te me acerques —suplica, al ver al individuo aproximarse— No, no, no...
Comienza a repetir múltiples de veces, su cabeza moviéndose a los dos costados con frenesí.
—¿Qué carajo te pasa? —cuestiona sin entender ni una mierda que sucedía. Que le sucedía. Actuaba como una lunática, como si se le hubiera zafado un tornillo.
Y a cada maldito segundo se preocupaba cada vez más, al no saber qué le ocurría a Ray, e intentándolo averiguarlo. Zack seguía tratando de aproximarse. Pero ella, como un gato asustado, retrocedía ante el mínimo movimiento.
¡Diablos!
No quería que se vaya. No la dejaría.
—¿Que, me tienes miedo? —Pregunta con rabia— ¿Por qué demonios huyes?
Era como si intentara escapar, como si quisiera alejarse, lo más lejos posible.
La joven, no contesta, sigue dando pasos hacia atrás.
—¡Ya deja toda esa mierda! —exclama.
Ray da un respingo y con un mayor temblor en sus extremidades, se da la vuelta dispuesta a correr. Deteniéndose al segundo, cuando su cara ve la pared enfrente de ella. ¡Estaba atrapada!
Sin encontrar escapatoria, se agacha, abrazando sus rodillas.
—¡Esto no tiene un puto sentido! —refuta al no entender el actuar de Ray— ¡Ya deja las drogas!
Y le dio un golpe en la cabeza.
Ella pareció reaccionar con ese leve golpe, levanta la mirada y se encuentra con los ojos heterocromaticos de Zack.
Lo llamó por su nombre.
—¿Qué diablos te pasa?
Y Ray vuelve a ver el problema, levantando levemente el brazo, lo señala. Señala la lata de cerveza que Zack aún tiene en su poder.
—Cerveza —musita en voz muy baja.
Zack se queda estático. Comprendiendo al fin.
—Agh ¡Soy un tonto!
Exclama cerrando brevemente sus ojos. Se le había salido de su cabeza ¡Demonios! El padre de Ray era alcohólico, volviéndose agresivo cada vez que bebía. Pero, diablos él no lo era.
De inmediato, arroja con fuerza la lata, estrellándola contra una pared, el líquido espumoso salpica por todas partes.
—No he probado ni una puta gota de esa porquería de bebida, Ray —espeta— La máquina expendedora me la dio por error —añade— No la probare ahora ni en un millón de años —ella no contesta, solo sigue mirándolo— ¡Hey! ¿Aun tienes dudas?
Ella no podía hablar. Zack no soportando su desconfianza, se agacho para estar a su altura y tomándola con fuerza de sus hombros, la atrae hacia él y une sus labios con los fríos de ella.
El contacto dura unos segundos, donde la boca se abre y se saborean entre sí.
—Mi boca no tiene sabor alcohol —objeta al separarse, quedando a centímetros de su rostro— Y... —abrazándola protectoramente contra su pecho. Añade— No huelo a alcohol.
Estando bastante tiempo así, rodeándola con sus brazos, teniendo la intención de permanecer allí de esa manera. Hasta que Ray deje de temblar y Zack pueda dejar de sentir ese miedo que se instaló en su pecho, cuando la vio retroceder. Si, él temía que ella pudiera dejarlo.
