Hola, pues hace tiempo que no escribía un fic hetaliano, y mucho menos uno PruAus. La historia está llena de flashbacks, espero no se confundan. He tratado de hacer que se entienda. Por otra parte; me siento bien al volver a escribir un fic de mi OTP favorito. No hay mucho material de ellos, es por eso que me alegra tanto compartir algo que se trate de ellos. De alguna forma ganar adeptos a esta pareja, aunque seamos sinceros: Cuando ya eres un fan de hueso de colorado de Hetalia, obviamente ya tienes tus ships muy sólidas. Pero nada pierdo con intentarlo. *Risas*

Pasando al fic, notarán –algunos-que el tema del fic se les hace familiar. Y no es para menos, tomé mis inspiración de la canción de Bruno Mars, "Talking to the moon". Me da un ataque cardiaco cada vez que escucho esa rola, it really breaks my heart.

Pienso que es una canción perfecta para ellos, sobre todo para Roderich. También debo agregar que en mi perfil no encontrarán otros fics PruAus a pesar de que mencioné que hace tiempo que no escribía uno. Pero la verdad es que olvidé por completo la contraseña de mi anterior cuenta. Lo siento.


Hablándole a la luna

Una suave melodía resonaba entre las paredes, era desconocida, quizá la habían creado recientemente. No obstante, a pesar de su belleza, era triste.

En una noche de verano, en la casa de Roderich Edelstein. La luna llena era el único astro que iluminaba la ventana del salón en donde practicaba con el piano, y permanecía la mayor parte del tiempo tal sujeto. Tan solo le acompañaba una copa de vino sobre la tapadera del instrumento.

"Aria". Susurró el austriaco mientras escribía la partitura. De vez en cuando se detenía a pensar en los viejos tiempos. Aria era el tema de la canción. La palabra significaba dos cosas distintas: melodía y blanco. Dos palabras que envolvían sus recuerdos. La pieza que componía evocaban las memorias sobre aquel sujeto que tanto amó. Desde pequeño había compuesto algunos temas para el prusiano. Recordó la noche de la primera nevada donde lo conoció.

-¿Oye, es que acaso no tienes frío?-cuestionó el pequeño austriaco. Había perdido el camino en dirección a casa. Después de las clases, una tormenta de nieve lo había atrapado. Camino hacia su hogar, fue que vio otro niño de misma estatura, pero con cabello blanco, lo cual le resultó raro, y eso despertó su curiosidad. El albino estaba de pie, como si estuviera esperando a alguien en medio del camino.

-¿Acaso eres la persona de la que mis superiores me han hablado? –contestó con una pregunta. Parecía que no aguantaba el frío, pero aún así seguía erguido, enfrente del otro.

-¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¿Superiores? No sé de lo que hablas, pero sí sé que te enfermarás si sigues allí.

-Entonces aún no sabes… -murmuró.

-¿El qué no sé? No te entiendo. ¿Por qué tu cabello es blanco? Es igual a la nieve –cambió de tema Roderich. No quería rebuscarse por saber lo que el prusiano decía.

-Algún día seré más grande que tú, y me darás el reconocimiento que merezco –insistió con seguir el tema.

-¿Más grande? Pero yo también creceré, no sabes si serás más grande que yo –replicó. Por otra parte, pensó "reconocimiento". Creyó que el albino estaba delirando por el frío.

-Pero lo seré, es mi destino.

-Lo que digas, pero, ¿piensas quedarte aquí? No me has respondido aún, ¿no tienes frío?

-Vine a conocerte, lo que quiere decir que ya no tengo que quedarme aquí. Por otra parte; no tengo frío –dijo tiritando.

-¿Eh? ¿A conocerme? ¿Acaso quieres ser mi amigo?

-¿Estás bromeando? No, no quiero ser tu amigo. Quiero ser más grande que tú.

-Definitivamente eres raro. Yo pienso que tenemos la misma estatura. Además, sí que eres mal educado, si no quieres ser mi amigo, al menos hubieras dicho otra cosa menos ofensiva.

-Pero no te he ofendido. Sólo respondí a tu pregunta.

El austriaco frunció el entrecejo por lo altanero que era el otro niño. Nunca en su corta vida había conocido a alguien así. Sin embargo, no quería irse. Ver al otro era fascinante. Aquellos ojos rojos grandes brillaban como dos rubíes; y el cabello parecía fusionarse con la nieve. Era demasiado hermoso y hasta lo inquietaba.

Mientras Roderich divagaba en su cabeza, el albino se dio la media vuelta para retirarse. En ese momento se dio cuenta de que no sabía el nombre del otro niño. Así que se apresuró a preguntarle.

-N-no te vayas aún, no me has dicho tu nombre. Yo soy Roderich Edelstein.

El prusiano se detuvo, pero no se dio la vuelta. Tan sólo movió su cabeza para verlo. –Yo sé quién eres, y mi nombres es Gilbert Beilschmidt del pequeño Reino que hace algunos años nació, El Reino de Prusia –fue entonces que el albino salió corriendo. Despareció entre la nevisca.

El austriaco se había quedado sin habla, ¿cómo fue que no se dio cuenta de quien se trataba? Lamentablemente no se había fijado en las vestimentas del otro para darse la idea. Su padre le había comentado que un Rey llamado Guillermo había subido al trono en un país que antes sólo vivía aborígenes, todos ellos politeístas hasta que los caballeros teutónicos arribaron a ese país.

Sin embargo, ¿qué tenía que ver el tal Gilbert? pensó. Además, le asustaba la idea de que él si lo conociera desde antes.

Roderich sonreía mientras escribía, tales recuerdos con el prusiano eran dolorosos, pero hasta cierto punto, divertido. "Gilbert solía ser tan egocéntrico" se dijo a sí mismo. Dejó de escribir por un instante, pero aún veía la partitura, como si al fondo de ella pasase aquellas escenas de cuando era niño.

El invierno transcurría, y aún permanecía en la memoria del austriaco el niño albino. Los días posteriores al primer día que se conocieron, fueron muy duros. Las tormentas de nieve habían azotado fuerte al país. Pero ese panorama, estaba cambiando. La nieve estaba cayendo con normalidad. Lo malo de eso era que la pasaba aburrido. Sus padres habían aprovechado las tormentas para que el austriaco estudiara más de lo normal; y por eso mismo, cuando las tormentas se detuvieron, ya no tenía mucho que hacer.

Sólo pensaba en aquellos ojos rojos mientras contemplaba la nieve desde el balcón de su ventana. Se preguntaba cuándo volvería a verle.

"Me pregunto si su cabello tendrá sabor a nieve o si sus lágrimas son rojas cuando llora" se cuestionaba para distraerse. "Además, si es cierto que será más grande que yo, entonces llegará a medir más de dos metros de estatura o si le gusta estar parado todo el día esperando a gente extraña" pregunta tras pregunta, y sin respuestas. Pero era muy divertido imaginarse todas las cosas que decía.

Pasó toda la mañana imaginando un sin fin de cosas, después de todo tenía el tiempo para hacerlo. Pero cuando llegó la tarde, quiso salir a jugar. Levó su abrigo consigo, y pidió el permiso correspondiente antes de salir. Tenía planeado ir un lugar cercano de su casa, un lugar que era de sus favoritos en la temporada invernal. Había un pequeño lago que siempre se congelaba para esa época, rodeado de abetos altos congelados.

Al estar finalmente enfrente al lago, sonrió ampliamente. Se sentía como en un cuento de hadas. Ni el frío podía perturbar su tiempo a solas con el lago.

-Parece una hermosa joya –musitó.

-Sí, eso parece –dijo alguien por las espaldas del austriaco.

Inmediatamente se le puso la piel de gallina, ¿acaso el lago o los pinos hablaban o quizá se trataba de fantasmas? Volteó a ver, y cuando miró de quien se trataba quedó con la boca abierta, tratando de articular alguna palabra.

-¿Acaso te comió la lengua el ratón? –cuestionó de forma burlona el prusiano.

-¡E-eres tú, Gilbert! –exclamó dando la media vuelta.

-No, de hecho soy el hada del bosque… jajaja. Pues que esperabas, ¿hay alguien más estupendo por aquí además de mí?

-Muy gracioso –dijo entre dientes el moreno.

-Ven –dijo el albino tomando la mano del austriaco. Lo llevó corriendo hasta en medio del lago.

-¡Oye, suelta! –objetó el otro, pero por alguna razón no pudo soltar la mano ajena.

-La vista desde aquí es más bella que cuando la ves desde la orilla del lago. Se siente como si el universo fuera tuyo, como si te tragase. Los abetos no susurran en esta época como en otoño, pero parecen largas y afiladas espadas apuntando hacia el cielo.

-S-sí. Es muy hermoso. Nunca me había atrevido a venir en medio del lago, sólo a sus alrededores. No sabía de lo que me perdía… ¿Pero cómo conoces este lugar? Esta es mi casa, bueno no aquí, pero pertenece a mi familia, sólo nosotros conocemos este lugar. Nunca te vi por aquí antes –comentó aturdido.

-Fácil. Estuve aquí el mismo día que te conocí. ¿Acaso no te dije que venía a conocerte? Sin embargo, no estabas en casa. Así que anduve divagando por todos los alrededores, y me topé con este magnífico lugar. Soy grandioso, ¿verdad?

-No, no lo eres. Yo lo conocía antes que tú, no es que lo hayas descubierto.

-Pues claro que lo descubrí. ¿No acabas de decir que ya lo conocías? Y como yo no… es como si lo hubiera encontrado. No discutas. Mejor mira el cielo. Apenas está despejado, más tarde nevará.

-Sí, muy pronto. Pero fue peligroso que anduvieras por aquí muy noche esa vez.

-Lo mismo se puede decir de ti. Me dijeron que estabas en clases, pero que el lugar no quedaba muy lejos. Aún así pienso que aquella nevisca pudo haberte atrapado.

-Entonces también pudo haber ocurrido lo mismo contigo.

-Qué importa ya. ¿Quieres hacer algo divertido? –propuso el prusiano.

-¿Cómo qué? No se puede hacer mucho por aquí. Podríamos resbalar y lastimarnos. Mejor no.

-No pongas objeción. Verás que es divertido. Nos deslizaremos sobre el hielo.

-¿Para qué? Eso no suena divertido, más bien doloroso porque creo que terminaremos cayendo.

-No importa si caes, trataré de que caigas encima de mí si es que no quieres lastimarte, señorito.

-Tsk, ni que fuera niña. No tengo miedo. Hagámoslo.

Ambos entrelazaron sus manos, y lentamente comenzaron a dar vueltas en círculos. Otra vez el pequeño austriaco era cautivado por la mirada del otro, a pesar del frío, las manos del albino eran tibias aunque no suaves. Dejó de mirarlo por un momento, se sentía apenado por ser tan directo al verlo a los ojos. Casi soltaba las manos cuando desvió la vista, pero el prusiano lo sujetó con más fuerza.

-Bueno, te soltaré de una mano, vamos a deslizarnos –indicó el albino.

-Está bien –asintió el moreno.

El austriaco se dejaba llevar por el empuje que ejercía Gilbert. No podía evitar gritar de vez en cuando, y es que el otro era muy impulsivo. Más de alguna vez sintió que caería.

-T-ten cuidado, si vas muy deprisa nos resbalaremos –dijo tiritando el austriaco, ya empezaba a nevar y el hielo estaba más resbaladizo.

-No que no eras niña. Está bien, señorito –se detuvo finalmente el albino. No porque sintiera la responsabilidad de cuidar al austriaco, sino porque su instinto le dijo que si caerían por lo resbaloso que se tornaba el hielo.

-Uf, eso estuvo divertido –expresó Roderich cayendo sobre el hielo. Realmente se cansó.

-Te lo dije, yo sé lo que es divertido –escupió el albino haciendo lo mismo que el austriaco.

-No te creas mucho, por cierto aún no te pregunto. ¿Qué haces aquí? ¿Otra vez habías pasado a verme? T-tú dijiste que… no querías ser mi amigo.

-Simplemente me gustó este lugar, y quise volver a visitarlo. Además, déjame decirte que un objetivo no puede ser tu amigo. No te hagas ilusiones.

-¿A qué te refieres con objetivo? –preguntó refunfuñando el austriaco. Se sintió ofendido de nuevo.

-Algún día lo sabrás, de hecho, ni yo estoy tan seguro. ¡Qué importa! Ahora siento que mi trasero se congela.

-No sólo tú, también el mío. Supongo que mejor me marcho. Después de todo no soy tu amigo –expresó con lágrimas en los ojos. Se puso de pie, tratando de contener esas lágrimas, no querían que rodaran en sus mejillas enfrente del mezquino prusiano.

-O-oye, yo… no… espera –dijo el albino poniéndose de pie. Cuando menos lo pensó, el austriaco iba corriendo rumbo a casa.

"Sí, no sólo egocéntrico, también carecía de tacto. Sin embargo, hasta que crecí lo entendí" se dijo otra vez el austriaco. Aún no podía continuar escribiendo porque esos recuerdos fluían en esa noche especial.


Esta es la primera parte, tengo pensado hacer 5 flashbacks, sin embargo podría llegar a aumentar dependiendo de mi isnpiración y del apoyo que le den a la historia. Espero que se animen a escuchar 'Talking to the moon'; en serio, la recomiendo mucho. ;)