Para empezar…

.me gustaría aclarar mi situación actual. Hace poco mas de una semana, y debido a que me sobra tiempo (se acabaron los días de escuela para mi, y el trabajo es ligero) me di a la tarea de buscar algo que hacer y matar ese sobrante. Soy fan de la lectura, he leído ya bastantes libros y sigo aumentando mas a la lista, así que decidí releer algo que en su tiempo, debo admitir, me pareció algo "retorcido" y que hoy en este 2015 es un "no me importa"

Antes de que se hagan una idea errónea sobre lo que hablo, déjenme explicar el porque. He estado en este mundo de idolatrías desde el 2008, he visto tantos cambios de los cuales me he quejado y he terminado por aceptar que ya perdí la cuenta.

Me referiré al TWC (Twincest) como un término que he visto desde esa fecha y que particularmente no es mi favorito.

Sin embargo, cuando releí Muñeco (lo habré leído por primera vez en el 2008 o 2009, ya ni recuerdo) mi percepción cambió. No es algo que afirme que exista, creo en el amor de hermanos mas no me llama la atención el que se lleve hasta el incesto, o al menos…jamás lo haría yo.

Es una buena historia, tal vez un poco mal ejecutada en cuanto a ortografía y edición. Tiene una trama bastante interesante y es muy descriptiva, no de la manera sexual, si no en las situaciones que se desarrollan dentro. El malo y bueno, la manera en la que uno a uno los personajes aceptan la realidad que viven y los conflictos que se les presentan, sin embargo y cruelmente…..es una historia cuyo final no se desarrollo por razones que desconozco y no sabré, no se si la escritora (Sarae) intentó seguir o simplemente logró su objetivo de olvidarlo…

Ayer en la noche terminé por segunda ocasión con ese "resumen" y llegue a la parte en la que habían pasado 7 años, y me di cuenta que en realidad estamos apunto de llegar a esa fecha (si mis cálculos no fallan, van 6) y pensé…necesita una continuación.

No soy escritora, ni me dedico a nada de eso, mi carrera es totalmente opuesta a estar en un escritorio y redactar una historia profesional, esto es un solo un pasatiempo para mi.

Dejaré en claro que la historia original tiene un final abierto, si te gusta la manera en la que terminó olvídate de este texto y sigue con el. Pero para las personas que quieren saber una versión de lo que pasó, les presento el mío. Tendrá cambios ortográficos (no soy de España) pero espero su contenido sea entendible para todos así los como cambios situacionales que haré, será actual, retomando toques del pasado…así que no me maten por favor.

Sin mas que decir, empezare con un capitulo, iniciando exactamente donde terminó…ojalá mi mente me permita llegar a un final concreto, tal vez feliz o triste, pero concreto.

Ghost.

MUÑECO LIBERADO.

Capitulo 1.Boomerang.

By Derek/Derk/Sparky

La dichosa carta…aun no dejo de pensar en eso, tengo curiosidad, mucha.

Solo de verle la cara a Bill, la reacción tan extrema, sus gestos… no me dijo absolutamente nada, solo que me fuera.

Yo estuve ahí 7años, luchando por sacarlo de esa porquería, las idas al hospital, la rehabilitación física, el psicólogo… todo. Y ahora una jodida hoja lo ha cambiado todo.

No hemos hablado desde entonces. ¿Cuánto ha pasado? Ya hasta perdí la cuenta. Supe que se fue a Nueva York, lo último que supe -gracias a Georg y Gustav- fue que estaba entrado en ese rollito de la moda.

¿Y ahora que hacia? No podía desaparecer y rehacer mi vida con alguien mas, mi cuerpo me lo impedía, mi corazón…no puedo, simplemente no.

-Vaya, vaya… pero si es el mismísimo Derek… cuánto tiempo sin verte. –La voz era familiar, irritantemente familiar, no me detuve a voltear a verlo.

-Ah, hola Frank… –Sin importarme ni un poco, solo tenia cabeza para la cerveza helada que tenía enfrente.

-¿Qué haces aquí? Pensé que ya no volvías a los barrios… comunes, con eso de que hace años que te olvidaste de todos… –Dijo él, su asquerosa ironía me tocó el nervio sensible.

-No estoy de humor para chistes malos, deja de joder –Le advertí rechinando los dientes.

-¡Uy, pero si solo ha sido un chiste! Y a todo esto, ¿dónde está tu novia, eh? – Soltó una ruidosa, muy exagerada carcajada.- ¿Regreso con su hermano a Stuttgart? ¿O simplemente anda en sus días y no quiere saber de ti?

-Dije que te alejaras. No estoy de humor. –Advertí. Maldita sea, habían pasado años y el imbécil seguía con lo mismo.

Era obvio que, con el paso del tiempo, el escándalo se fue apagando, pero siempre había gilipollas como Frank que lo recordaban cada que podían. Claro, la ciudad era tan aburrida que no había nada más que hacer que desenterrar el pasado.

-Venga, calma, somos amigos ¿no? Mejor dime, ¿Dónde está tu novia? –Y me pasó un brazo por los hombros.

Ante su contacto me levanté sacándome su brazo de encima de un sencillo aventón, encarándolo, seguía siendo más fuerte y alto que él, así que sería bastante fácil…

-Te estás buscando que te parta la cara ¿no? ¿Te digo algo? Hoy estás de suerte. –Me reí en su cara con toda la ironía que pude, mi rostro se desencajó de la sonrisa tan maldita que mi gesto pudo esbozar.

-Claro que no, solo quiero saber que fue de Billa…–No lo deje hablar más, el impacto de mi puño sobre su mandíbula resonó a buenos metros de nosotros, le partí la boca de un solo golpe que lo hizo caer de inmediato al suelo.

Todos en el bar voltearon, estaba rabiando. Me le fui encima, sujetándolo del cuello con una mano y con la otra golpeándolo una y otra vez, descargando toda mi furia en él. Sentía toda la rabia desatada por mi cuerpo, liberándose en puños fuertes que chocaban contra su rostro sin clemencia alguna.

No se cuanto pasó, pero sentí que unos brazos firmes que me levantaban, y me alejaban de la escena.

-¡Calma, calma! –No reconocí su voz, pero poco menos y me arrastraba lejos de un inconsciente Frank sangrando en el suelo.

-¡Suéltame! –Forcejeé pero fue inútil.

-¡Derek! ¡Calma! ¡Joder, hombre! –Me aventó y al chocar mi cuerpo contra la pared de la entrada del bar pude tomar un segundo aire, jadeaba.

Y entonces lo reconocí, era Georg.

-Lo mataré te lo juro, le hizo la vida imposible a Bill y ahora quiere hacer lo mismo conmigo. ¡No lo dejare! –Di unos pasos, dispuesto a entrar de nuevo, pero él me detuvo.

-¡No ganas nada con eso! ¡Cálmate o te partiré la cara yo mismo! Vamos a caminar, anda. –Jalándome de la playera, otro de sus brazos sujetó el mío y sin dirigirle la mirada directamente terminé asintiendo, accediendo a su petición.

No hablé en varios minutos, trataba de controlarme, de respirar…

-Lamento que vieras todo eso Georg… –Rompí el silencio.

-Tienes suerte de que estuviera ahí, de lo contrario estarías en una patrulla ahora mismo, ¿Qué ha pasado? Cuéntame... –Lo observe, era definitivamente otro, maduro, con familia y todo; hasta el corte de cabello lo había cambiado, lo llevaba corto y bien peinado.

-Bueno… he estado ahí bebiendo algo y llegó, me empezó a preguntar cosas y... Estallé. –Murmuré, qué mejor resumen que ese, mi voz apenas y era audible.

-¿Sobre Bill? –Enarcó una ceja, volteando a verme de reojo.

Yo sólo asentí.

-Sé que terminaron de mala manera, y aun no entiendo porque Bill cambio muchísimo desde que regresó, lo admito, pero no entiendo porque de la noche a la mañana te mando a la mierda… –Su tono de voz lo delataba, voltee a verlo y ahí estaba, pensando en lo mismo, en esa persona que tanto odiaba ya, la misma que había hecho que el niño dulce del que me enamoré -y admito que también jodí por mucho tiempo- cambiara por completo.– ¿Me contarás? Tal vez pueda ayudarte.

Suspiré.

-Le ha mandado una carta, una respuesta, después de 7 jodidos años… estábamos juntos cuando llegó… Hombre, le hubieras visto la cara, se le iluminó por completo –Mi frustración era palpable, la tensión en el aire de pronto se sentía tanto que seguro ni con tijeras podría ser cortada.

Georg enarcó ambas cejas, sus ojos se abrieron enormemente y me miraba como si no me hubiese entendido bien, pero estaba seguro que tanto él como yo sabíamos de quién se trataba.

-¿Una carta? ¿De… –No lo dejé terminar, asentí una vez más.

-Sí, de él.

Él pareció impresionarse demasiado, su rostro no mentía. La verdad era que habían pasado tantas cosas y tantos cambios que el pasado había quedado muy oculto entre la rutina diaria, aquel fantasma que tanto odiaba parecía haber quedado enterrado en el pasado.

-¿Qué decía? –Me preguntó tranquilamente; Georg, Gustav y yo fuimos quienes trajimos al viejo Bill de vuelta, lo hicimos olvidar todo lo malo que había pasado, todo el dolor, el sufrimiento…

Y todo eso había comenzado de nuevo, estaba renaciendo, pero esta vez, no sabía qué pasaría.

-No lo sé y eso me tiene muy cabreado –Le daba vueltas y vueltas en mi cabeza, y la frustración se notaba en mi voz.

-Pero dijiste que estabas ahí… –Insistió, queriendo que destacara lo evidente seguramente.

-Sí, si lo estaba, y recuerdo su cara. Lo hubieras visto, de una sonrisa resplandeciente paso a una palidez extrema. Le pregunté, no quiso decirme, me gritó que me fuera, que despareciera… así de simple –Encogí mis hombros brevemente, suspirando por lo bajo antes de bufar ruidosamente

-¿Bill? ¿Seguro? –Georg estaba tan sacado de onda como yo. Asentí de nuevo.

–Es frustrante, ¿sabes? No me dio explicación alguna, no hablamos. Al día siguiente me llamó su madre diciéndome que se había ido a Nueva York, así, sin más. –Dejé caer mis manos a los lados, sintiendo el cuerpo pesado.

Georg suspiró.

-Sólo puede haber dos razones por las que se puso así –Esperó unos segundos para continuar- o por fin le dijo que lo olvidara por completo, que no había esperanzas y que mejor siguiera su vida; –El tono de voz de Georg se ensombreció al terminar la oración– O está muerto.

-¿Muerto? –Me quedé pensativo, podría ser…– No. No, se sabría, él tiene familia…

-¿Cuál? –Georg se sobresaltó de repente, en su voz sentí el enojo brotando de las palabras– ¿La de Bill? ¿La que le dio todo? ¿O la de Stuttgart? Tom es… o era, un tipo bastante extraño y lo sabes. Cuando se fue no dijo a donde, pudo ser algún viejo enemigo o, ¡qué sé yo! Un suicidio.

Palidecí, lo cierto era que la reacción que Bill había tenido no fue ni un poco de buena, aun así no quiso decirme qué pasaba y me mando a la mierda.

-No sé Georg, no lo sé y eso me tiene muy mal. No puedo perderlo de nuevo, no quiero, ha pasado mucho –Mi parloteo se interrumpió cuando él recuperó la serenidad y suspiró asintiendo.

-Entonces no lo pierdas.

By Bill.

¡AH, NUEVA YORK!

Amo esta ciudad, ya había venido antes y recuerdo que la primera vez era como un niño en Disneylandia. Los rascacielos, las luces, la contaminación… ¡qué bella es! Aunque la razón por la que vine la primera vez no fue del todo divertida.

Pasé aproximadamente 5 horas sentado frente a una corte defendiendo a una victima de violación para que al final la maldita justicia norteamericana dejara libre al agresor. Qué porquería.

En fin, después de tanto lio con mi vida -que era un jodido desastre- decidí que la mejor cura para un mal rato es tener algo que hacer, así que me dije: ¡Bill! Es hora de que te dejes de estupideces y a comenzar de nuevo.

Como soy un poco -muy- hiperactivo y no lograba decidirme por una sola cosa… ¡termine haciendo todas! Si, soy abogado lo cual me da para una vida de lujos y una reputación que va creciendo -gracias mamá-; soy diseñador de modas ¿por qué no? Y un intento fracasado de compositor -Había estado escribiendo de nuevo poco después de regresar a Hamburgo, fue una buena terapia pero las letras no llegaron más allá del papel-.

En pocas palabras, me volví multifuncional.

Como las máquinas, a veces en el día podía hacer mil cosas distintas como, por ejemplo, atender el teléfono con uno de mis clientes mientras hago garabatos de la nueva colección de Invierno de Lagerfeld -Karl es mi ídolo- al mismo tiempo que espero mi comida del microondas… ya saben, la hermosa rutina.

Tenia a mis amigos para ayudarme, a Georg cuya mujer e hijos lo tenían casi en la bancarrota –en realidad, gana bastante bien en su trabajo de psicólogo-, a Gustav que va a casarse y a Derek… mi Sparky.

Me pasé de la raya la última vez que lo vi, ahora me arrepiento pero sigo siendo un cobarde para las disculpas… además aun no termino de asimilar lo que ha pasado.

Joder, y pensar en todo lo que he hecho, todo lo que ha pasado y de repente… pum. Se me derrumba el mundo.

Para mí, esta vez Nueva York significa relajación, no vengo a trabajar, solo a pensar, pensar en todo de nuevo, deshacerme por completo de él.

No se hace cuanto esa carta fue escrita, pero se nota que tiene bastante tiempo pues el sobre y la hoja están de un color amarillezco.

Y aquí estoy, leyéndola, una, y otra… y otra vez. Las líneas cada vez se hacían más largas y las palabras mucho más frías, pero me quemaban por dentro.

Se acabó, así de simple. En mi interior algo revive con cada oración que pasa, por fin la respuesta que siempre esperé, aunque no era lo que yo hubiera querido.

Sonó mi celular -de última generación claro, no me conformaba con menos- sacándome de mi depresión neoyorkina, lo desbloqueé y ahí estaba el nombre de una de las personas que habían cambiado mi mundo radicalmente: Helem.

-Ya había pensado que me habías abandonado princesa… –Con una sonrisa en los labios contesté.

-¡Claro que no Billy!, he estado ocupada… –Su tierna vocecilla me provocó un cómodo calorcito interno.

-¿Ocupada? ¿Qué puede hacer una enana de 7 años? ¿Ver Barney? –Solté la risa. Si, Helem era mi hermana pequeña de 7 años. El día que ya saben quién me dejó en la puerta y desapareció de mi vida, otra persona entró en ella.

Mamá estaba embarazada y eso, sin duda, fue una gran sorpresa para mí.

-¡No te rías! ¡Te enviaré lo que hice! –Chilló, era tan caprichosa como yo, definitivamente.

-Vale, envíamelo –Tomé mi tableta electrónica y recibí la imagen, una hoja de papel con unos garabatos que muy difícilmente tomaban forma y que solo yo podía descifrar… vestidos. – ¡Waw! ¡Son increíbles, Helem! –Claro que le mentí, tampoco iba a romperle el corazón a mi propia hermana con una brillante y honesta opinión– Hermosos.

-Mamá dijo lo mismo, ¡y le dije que los pondrías en tu colección! –Su carcajada resonó desde el otro lado de la línea, estaba emocionada.

-Claro que sí, ya sabes, eres mi diseñadora personal… ¿ya hiciste tu tarea? –Le pregunté, de repente me había hecho responsable y el hecho de que yo hiciera alguna que otra tontería no significaba que dejaría que Helem corriera el mismo camino, no señor.

-Ehhh… sí –Me reí, la chiquilla me mintió.

-Anda ve a hacerla o mamá se enojará, gracias por los diseños preciosa –Sonreí como idiota.

-¡Te extraño, Billy! Mis amigas dicen que te extrañan. –Ah sí, las amigas de Helem, un par de enanas que estaban viviendo su "primer amor" conmigo.

-¿Sí? Yo también. –Mentí, eran jodidamente enfadosas, no me dejaban solo ni un segundo y siempre tenían que joder algo. O la laptop, o el teléfono, o preguntarme sobre las cosas más estúpidas… pero en fin, no podía hacer mucho, ¡les llevaba 20 años! Maldita sea… ¡estoy anciano!– Te quiero hermosa, ya lo sabes.

-Yo también, mucho, ¡mucho! –Contestó mi pequeño angelito personal.

-Salúdame a mama ¿ok? Dile que hablaré con ella en un rato, te quiero.

-¡Sí, Billy! ¡Yo también!-

Colgué. Me dejé caer en la cama del hotel y vi al techo. Me puse a recordar todo, a sentirlo todo… todo de nuevo, cada corte, cada cicatriz… No podía creer que hubiera pasado tanto tiempo… ¿Qué habría pasado con él?

¿Por qué demonios al leer esa maldita carta el dolor había vuelto?

Los psicólogos me dieron el alta, todo lo había olvidado. O quizá sólo lo había escondido en la parte más lejana de mi memoria bajo llave y no lo dejaría regresar de nuevo. Y aquí estoy, suspirando, jodiéndome de nuevo, en una ciudad donde no soy nadie, tratando de controlar mis emociones… No lo haría de nuevo, no… jamás, aquí soy libre. Soy libre.

Solo tienes que aceptarlo, Bill… acéptalo, se fue.

Mi celular sonó de nuevo y regresé de mi doloroso letargo de fantasmas y recuerdos.

-¡Argh! –Lo tomé– ¿Diga?

-Hey, viejo… ¿Cómo estás?- Alex, mi amigo neoyorkino, nos habíamos conocido en el tribunal.

-Ya llegué, estoy en el Ritz, ¿nos vemos hoy? Necesito beber algo o moriré –Amenacé, probablemente dramatizando demasiado mi estrés.

-Claro, paso por ti a las 9 ¿ok?

-Te espero –Sin más, colgué. Necesitaba aclarar mi mente, saber cual iba a ser mi próxima jugada.

Tenía dos opciones, la primera: beber hasta olvidarme del asunto; y la segunda pedirle a Alex un gran favor, uno que me condenaría a seguir con lo mismo hasta encontrar una solución y acabar por completo con el fantasma de mi pasado.