Hola chicas! y chicos, aunque hay pocos por aquí, siempre hay, mara muestra un botón jaja. Me llamo Irianna y pues este fick es el que más tiempo me ha llevado comenzar, un día Ramses me dijo que quería escribir un Dramione con otra persona y pues como ven, aquí estamos!. Y les digo que me llevó mucho tiempo a mi en particular porque nunca había tardado tanto planeado algo y lo peor es que nunca comenzabamos jaja. ¿Y saben por qué? ni se lo imaginan, todo el atraso se debe mayormente a un accidente automovilistico, dos secuetros de extraterrestres extraordinarios y unas fresas con crema, ¿qué les parece? A que no se lo imaginaban eh!! jaja pues si!!! eso es cierto!! XD . Y bueno, espero de verdad que disfruten la historia, la escribimos con mucho cariño para ustedes!. Por favor, necesitamos sus opiniones!!! amamos los reviews jeje
Bueno antes que nada me presento Me llamo Ramses y por razones desconocidas cai en los Dramiones (Y soy hombre ok, y no soy gay ni nada por el estilo tengo como comprobarlo, se que muchas de uds estarán sorprendidas pero así es jaja), es mi primer Fick y quiero aclarar que no lo hago solo, si no en compañía de Irianna (alias: Terriblemente Predecible) so Aniway ... el fick es para ustedes disfrútenlo. Se acepta de todo, es decir, criticas puntos de opinión o como quieran (Recuerden: la Retroalimentación es la base de la buena comunicación... Reviews por favor jajaja).
Dedicado a: Este fick está dedicado a los millones de usuarios que han comprendido y vivido una comunicación emocional por el avance tecnológico... y sobre todo para ti que has tratado de crear tu mundo Kripton aquí en la Tierra...
Disclaimer: Todos los personajes y escenarios de esta historia pertenecen unica y exclusivamente a Rowling, nosotros nos quedamos con la trama (=
Y pues mis amigas y amigos, como les decía estamos felices de presentarles despues de un accidente automovilistico, dos secuestros de extraterrestres extraordinarios y unas sabrosisimas fresas con crema el primer capitulo de esta historia titulada La Magia On-Line. ^.^
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Capitulo uno: La Sonrisa de Monalisa
AVISO EXTRA OFICIAL DEL MINISTERIO DE MAGIA
"Se le informa a toda la comunidad mágica que la comunicación por medio de lechuzas será por el momento limitada solo a el uso exclusivo del Ministerio de Magia debido a la presente epidemia que ha puesto en peligro de extinción a estas fundamentales y preciadas aves" fueron las palabras del Ministro de Magia.
Por otra parte el ministro muggle con una cara que pareciera como si estuviera esperando una inyección de algún medicamento ilícito por parte de un empleado de San Mungo dijo lo siguiente "Me alegra que quieran contribuir con la conservación de esta especie, ¡gracias!" Nuestra pregunta es ¿ A qué se refirió con eso ?
Así que lectores ahora ya lo saben, aparatos muggles de comunicación como los son "celulares, equipo de computo portátiles o fijos" serán oficialmente utilizados dentro del mundo mágico, claro, no todo es tan sencillo, sólo podrán obtener estos equipos siempre y cuando se cuente con la previa autorización del Ministerio de Magia y sobre todo que ustedes queridos lectores lleven a cabo el curso de capacitación previamente establecido por el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, directamente desde la Oficina contra el uso indebido de objetos muggles.
Como ya mencionamos antes, se tiene que saber sobre el debido uso de estos aparatos muggles con los cuales podrán tener acceso a mensajes de texto y llamadas que llegan al instante a su destinatario, también podrán acceder a la red de comunicación más grande del mundo muggle el Internet. Se les informa a aquellos magos descendientes de muggles que como por obvias razones ustedes ya saben cómo manejar estos aparatos, simplemente tendrán que acercarse hasta el Ministerio de Magia para recibir su autorización.
"No cabe duda que el mundo mágico está cambiando, conforme a la nueva era se implementa mejor la convivencia entre los magos y los no magos, la armonía, la paz y sobre todo la cooperación mutua está de nuestro lado." La gran funcionaria del ministerio Hermione Granger pronunció lo que acaban de leer, cabe mencionar que ella será una de la capacitadoras. En conclusión el mundo mágico cambia desde que el que no debía ser nombrado o mejor dicho el inepto de Voldemort desapareció.
***
Desde hace días siempre era lo mismo... ¿Coraje? ¿Enojo? ¿Molestia? ¿Todo? primero trabajar en el Ministerio de Magia para pulir de nuevo la larga y tan aburrida imagen que su linaje había construido, ¿Es que acaso en su vocabulario no existía la palabra "Derrota"? Sus ojos hechos piedra leían y leían y volvían a leer.
-Hitch…- pronunció mientras le daba un sorbo a su jugo de calabaza.
-Dígame señor- el miedo era algo sin lugar a dudas que estaba en su voz pero el hecho de notar la seriedad y tranquilidad en su amo era algo peor aun que la condena.
- ¿Qué tan humillante y repugnante es ser un elfo doméstico? ¿Es peor acaso que ser un sangresucia o se asimila al hecho?- Draco llevó el primer pedazo de torta a sus labios.
- ¡Ohhhh! ¡Ooohh! me temo señor que mi estupidez no me permite contestarle eso ¡ohhh! Discúlpeme – dijo llorando y empezando a rasguñarse sus propias manos, Hitch trataba de calmar su impotencia.
De pronto Draco tomó su copa de jugo de calabaza y hechó el liquido de una manera agresiva y sutil contra el elfo, a éste le dió de lleno en la cara y a lo que se le podía llamar ropa (para Hitch solamente). La criatura solo se torturó más aun y el llanto resonaba y hacía eco en el comedor de la mansión Malfoy. Draco estaba simplemente partiendo la torta que tenía por desayuno sin embargo no comía nada de esta, el silencio predominó en la estancia. Hitch el cual estaba escurriéndose aun el jugo de calabaza optó por controlar su impotencia y estar a la expectativa.
- Agua- mencionó Draco. Milésimas de segundos y una copa de agua estaba en la mesa. Acto seguido se pone de pié y camina de un lado para otro observando a través de un enorme ventanal que había al fondo de la habitación, se podía distinguir uno de los tantos jardines de la mansión, el cielo se veía nublado y se escuchaba el susurro silbante del viento.
Volvió para el comedor tomó la copa entre sus manos y empezó a hacer un giro clásico de aquellos que toman en copa.
-Hitch siéntate en mi lugar
- Pero señor.. !! ¡Ohh No!! ¡Oohh Noo! - El elfo golpeaba su cabeza contra el piso –Señor… Yo no puedo, no debo…
-¡ES UNA ORDEN!- Gritó.
Hitch parecía un terremoto de tanto temblar sobre su mismo equilibrio el cual ya no existía, y tal como su amo lo pidió ocupó su lugar en la silla en donde hace unos segundos la mano de Draco reposaba sobre el apoyabrazos.
-¿Qué es lo que tienes en frente de ti Hitch?- preguntó Draco disfrutando de la tortura que le hacía probar al elfo.
- Un-n un plato de tor-r-ta y cubiertos señor- respondió tartamudeando del miedo
- ¿Sólo eso?- Interrogó.
- Si si-i señor- Insistió el elfo.
- Entiendo que seas inepto por naturaleza pero ¿Es que acaso no vez lo que está por detrás del plato?- Draco volvió a mirar de manera perdida sobre el ventanal.
- Un ejemplar del profeta señor, pero creí que no era de importancia, usted siempre dice que los papeles no tiene valor- Pronunció esto tratando de sentirse orgulloso por su comentario.
- Come de mi torta- Ordenó Draco con una tranquilidad sorprendente para tratarse de una conversación con un sirviente.
Era sin lugar a dudas una forma de tortura con clase, el elfo solo se limitaba a llorar, a maltratarse a sí mismo. Jamás en sus dieciocho años de servicio Hitch había sido invitado a sentarse en la mesa de los Malfoy y sobre todo a mantener la orden directa de comer dada por su amo. Privilegio u oportunidad para una criatura como los elfos, no existe la diferencia entre los mismos, ya que estos simples conceptos no tienen cabida en la vida de estos.
- ¡COME!- otro grito más por parte de la garganta del unigénito de los Malfoy. El débil e indefenso elfo dió el primer mordisco a la torta que con mucho esfuerzo logró tragar.
-Traga de nuevo- Le mandó Draco y se puso detrás del respaldo de la silla.El elfo volvió a llevarse un pedazo de aquella torta que reposaba en la mesa.
-¡UNA VEZ MÁS! ¡COME, COME!- el rostro del rubio se transformó por completo, ahora era de burla, de éxtasis al ver como poco a poco el elfo se atragantaba. Hitch nunca en su vida había tenido tanta comida en su boca no podía pasar todo; de pronto Draco tomó el periódico y lo puso a escasos centímetros de él.
-¿QUÉ DICE AQUÍ ELFO DE MIERDA? ¿ QUÉ DIABLOS DICE? ¡LEELO! ¡ ANDA RATA ASQUEROSA! ¡ES UNA ORDEN! ¡LEE LO QUE DICE AQUÍ! - la ira ya era demasiada para describir a Draco Malfoy mientras señalaba el periódico.
Para Hitch las ordenes que le pedía su amo a la vez de comer y leer era lo más complicado que hasta el momento había experimentado en su vida.
- Señor-r … - se confundía con esfuerzos vanos de hablar y tratar de entender.
-¡ERES TAN MISERABLE Y ESTÚPIDO COMO LOS SANGRE SUCIAS Y TODO LO QUE LOS RODEA! - fue el grito más alto de esa mañana sobre la mansión. Draco le pegó el periódico sobre la cara a Hicth haciendo que éste casi se ahogara, disfrutaba tanto tratando de hacerlo ahogar, hasta que le quitó el periódico de encima y lo empujo de la silla haciendo que Hitch cayera al piso y vomitando todo al instante.
Era inaudito, ya era la quinta mañana de la semana que comenzaba de mala gana, todos los días se lamentaba por lo mismo, "La recuperación del prestigio, el surgimiento de la nueva imagen", trabajar en el Ministerio no era totalmente su complejo de triunfo, después de soportar a todos aquellos que alguna vez llegaron a sentir temor por el simple hecho de que un Malfoy estuviera cerca, y que ahora se dedicaban a ser hipócritas, falsos, detestables, seguir ese lema de "Las cosas cambian para el bien" *Que se pudran las palabras* se decía a sí mismo. Y ahora lo nuevo, lo actual, lo que se le podía decir: ¿Qué hay para el día de hoy? el uso de aparatos muggles para la comunicación.
¿Por Merlín acaso Voldemort era bueno y angelical?, ¿Acaso las varitas mágicas se utilizaban para jugar a las espadas?, ¿Era posible que las mandrágoras se tomaran como una especie de mascota?, ¿Qué faltaba ahora?. La última pregunta era difícil de creer pero sin lugar a dudas fácil de responder…
-¡Retírate! ¡Largo de mi vista!- ordenó con voz firme y venenosa a Hitch que no podía llorar de la impresión.
De pronto suena algo… como una canción, Draco sorprendido voltea hacia todas partes tratando en encontrar la fuente de aquel extraño sonido, y fija su vista en el elfo que estaba haciendo un movimiento extraño, parecía electrocutado, sus ojos se pusieron más saltones de lo normal, casi podría decirse que estaban a punto de salirse de sus orbitas.
-Pero ¿Qué demonios?...- Hitch se percató de que Draco lo miraba e intentó escabullirse, pero Draco fue tras de él y le dio un puntapié que hizo que el pequeño elfo cayera al piso, luego se acercó hasta el pobre desgraciado.
-¿Qué demonios tienes ahí? ¡Te ordeno que me lo muestres de inmediato!- el pequeño elfo temblando rebuscó entre sus harapos y sacó un pequeño artefacto que Draco desconocía, era plateado y de una forma extraña, sonaba y vibraba. El rubio estaba totalmente desconcertado.
-¿Qué demonios es eso?- le preguntó. Pero Hitch no respondió, tan solo lo miraba con miedo.
-DIME ¡¿QUÉ DIABLOS ES ESO?! – Gritó a todo pulmón.
-Aaa-a-amo-o, esto… es-s un celular-r-r…
-¿Y qué mierda es un celular? ¿De dónde lo sacaste?
-Es un artefacto...- tenía tanto terror de completar aquella frase, pero aún así una orden era una orden, y lo hizo…- muggle. -Era así de sencillo y fácil, una varita, un movimiento y el mismísimo Draco como maestro de la ceremonia hizo que el "Celular" explotara.
-Hitch pobre Hitch - el rubio pronunciaba como si fuera una canción de cuna.
- ¡Canta conmigo! Hitch pobre Hitch…- Hitch cantaba junto a su amo, a su ritmo, por muy cruel, por muy sínico, sería algo similar al infierno pensaba la criatura que lloraba y lloraba.
Draco, la varita, el movimiento y solo faltaba la primera nota para hacer de la "exterminación" una canción perfecta.
-¡Buen día!- de una simple melodía creada, en segundos la voz de Narcissa Malfoy paso a ser una ópera entera en aquel salón. Se le llamaba Imponer, o tal vez Potencia, incluso Seguridad en sí misma. Su caminata hacia el lugar de la escena presentada por su amado hijo y por un mediocre elfo más a sus servicios, era desesperante para todos pero para ella necesario. Vestía una túnica de dormir blanca que le llegaba hasta los pies, su postura erguida denotaba fuerza y elegancia, su cabello platino estaba recogido en una cola de caballo que le llegaba a los hombros, su rostro siempre impecable dejaba en claro su altivez.
- ¡Buen día!, Madre- Draco hizo una leve reverencia, el respeto y la admiración que sentía por su madre era comparable con la infinitud del espacio.
-Y bien, ¿Qué sucede aquí?- quiso saber.
-¿Has leído el profeta del día de hoy? ¿Te has enterado...- Draco no pudo terminar su comentario.
-Hijo mío, cuando tu padre te dio tu primera espada de regalo lo primero que hiciste fue correr hacia a mí y llorar como Hitch en este momento lo hace- Narcissa Malfoy con una tranquilidad y elegancia increíble se sentaba en el comedor.
- Mamá perdóname, pero no logro entender tu comentario- preguntó a su progenitora confundido.
- ¿Es que llorarás porque ahora tienes que utilizar un aparato muggle para decir ¡Hola qué tal!? ¡Ja! Draco ¡Por Merlin! eres un Malfoy y sin embargo me das risa- dijo riéndose a carcajadas.
Eso dolió, definitivamente ese comentario fue algo desgarrador para Draco, su mismísima madre le había hecho sentir como si un balde de agua helada le cayera encima y acto seguido hubiera recibido una cachetada. ¿Y qué podía hacer él? ¡Ja! La respuesta era muy obvia: NADA.
-Hitch mi desayuno- pidió Narcissa, el elfo chasqueó los dedos y luego desapareció.
La señora Malfoy degustaba su desayuno de una manera admirable. Draco se había quedado ahí estático por el comentario de su madre.
- ¿A qué hora marcharas al Ministerio?- preguntó tan serena
- En unos instantes más - Draco vacilo un poco, no sabía si lo que quería decir era apropiado. Y aún así, lo dijo.
- Es repugnante y humillante para nosotros ¿Cómo diablos piensa el ministerio que nos vamos a comunicar por medio de esas cosas?- Draco volteó a donde estaban los restos del celular.
-No pienso humillarme utilizando eso- Estaba algo exaltado. Narcissa que seguía deleitando su desayuno cesó después de que Draco hizo el comentario, se levantó del comedor y de igual forma que su hijo se puso a observar el jardín por el ventanal.
- Creo que tendré que cancelar mi visita a madame Hopkins por las condiciones del clima- dijo despistadamente.
-¡MAMA!- alzó la voz.
La mujer, comenzó a caminar a paso firme y lento, sus pies cubiertos por unas zapatillas blancas hacían juego con el ondear de los pliegues de su túnica, daba la impresión de estar flotando sobre el piso a medida que avanzaba, parecía sobrenatural. Llegó hasta su hijo luego lo miró al rostro.
-Con toda la pena del mundo, pero, eres un funcionario del Ministerio y por lo tanto tendrás que utilizarlos- dijo dando por cerrado el asunto.
- ¡PERO MAMA!... -
La fina y ligera mano de la madre de Draco terminó recorriendo la mejilla de su hijo en su totalidad. Fué tan fuerte la bofetada, como si la luna viajara en tan solo milésimas de segundo a tierra firme. Los tiempos habían cambiado, las creencias, los mitos, las reglas, todo y la bofetada que le dió su madre lo había hecho comprender. Eso era lo que Draco necesitaba entender, necesitaba pisar "Tierra firme", necesitaba caer en la realidad. El rubio se apretó con una mano lo que ahora era una mejilla color carmesí, por la sangre que la bofetada había hecho concentrar ahí.
-Tu merecido has tenido por levantarme la voz Draco- seriamente le reprochó Narcissa
-Desde que saliste de Hogwarts hay algo que no comprendes y que tu padre y yo lo hemos discutido un sin fin de veces, ¿Cuándo vas a madurar? ¿Cuándo piensas aceptar que tu destino es recuperar el honor y el reconocimiento de la familia Malfoy por el medio que sea?
- ¿CUANDO PODRÁS DEJAR DE SER UN HIJO MIMADO DE SANGRE LIMPIA PARA CONVERTIRTE EN UN GRAN MAGO DRACO MALFOY? ¿CUANDO?-Narcissa tuvo que controlarse para no perder la compostura. Draco solo estaba ahí sintiendo lo mismo que Hitch había sentido hace unos momentos pero de una manera diferente. Estaba sorprendido, anonadado… simplemente estaba en shock. Su madre jamás le había abofeteado, de los castigos el encargado era su padre, su madre nunca lo había insultado, de hecho nunca le había levantado la voz siquiera y todo esto lo hiso darse contra el suelo como nunca antes, ahora comprendía eso que decían de que "mientras más alto vuelas, más fuerte te darás contra el suelo". Narcissa tomó un sorbo de jugo de calabaza que había dejado en su copa, y respiró profundo.
- Lo dicho, dicho está, lo hecho es el presente y el futuro tu lo decides pues tu pasado te lo pedirá... Draco el señor oscuro se ha ido, nuestra familia está por hundirse, fuiste feliz siendo el Malfoy que eras en Hogwarts, ahora sé un buen hijo, es todo lo que te puedo pedir.- Narcissa estaba a punto de romper en llanto cuando se retiró como un rayo del comedor. Enojo, coraje, molestia, ira, tortura, humillación y tristeza la forma de sentir de un Malfoy.
******
Sonó el despertador con forma de gato puesto en la mesa de noche que estaba al lado izquierdo de su cama. Seguía sonando, hasta que por fin una mano que parecía salida de la nada lo desactivo. Sobre la cama solo se veía una silueta cubierta por una cobija lila de rayas de la punta de la nariz a la punta de los pies. La silueta se movió de un lado a otro y daba la impresión de estar observando a un gusano en un charco de agua lila. De un segundo a otro la cobija voló hasta el final de la cama y una chica de cabello castaño y alborotado dio un brinco y se puso de pie. Estiró el cuerpo de tal manera que parecía más un gato que una chica de veinticinco años. Se hizo una cola de caballo y se puso a tender la cama, y hasta que las rayas de la cobija lila no coincidieron paralelamente con la de las sabanas no se separó de ella. Cuando abrió la puerta del cuarto de baño salió con paso pesado una bola de pelos ámbar estirando los huesos justo como lo había hecho la chica momentos antes.
-¡Crooshanks! ¿Qué hacías allí pequeño? Huy te dejé encerrado otra vez- ya le había pasado antes, cerraba la puerta del baño y no recordaba que el gato dormía en ocasiones debajo del lavamanos. Alzó al peludo felino y lo besó y abrazó en un intento de disculparse.- Me arreglo y comemos, así que espérame aquí- le dijo casi pidiendo su aprobación. Lo dejó en el piso y cruzó el umbral del baño sin mirarse siquiera en el espejo. Un largo bucle caía a un lado de su rostro, lo puso detrás de la oreja y siguió su camino hasta la ducha. No le tomó mucho tiempo estar lista, en estas cuestiones era rápida. Así que Crooshanks no había esperado mucho para cuando la castaña salió del baño.
Tomo unos jeans, un suéter blanco tejido, un sobretodo negro y un par de botas también negras, un atuendo cálido y sobrio a la vez, tal como ella. Cuando estuvo lista se hecho un perfume dulzón, se calzo las botas y bajó con el gato en brazos hasta la cocina. Le preparó un tazón con hígado y para ella un sándwich con una taza de café. Comió, se soltó la melena, besó al gato, tomo sus cosas y se desapareció.
En un instante llegó al Ministerio de Magia, hoy tenía muchísimo trabajo por hacer, responder memorándums, dar conferencias, instruir a sus asignados uno a uno, supervisar los casos del Departamento de Protección de los Derechos Obreros, entrevistar a aquellos empleados que como a ella habían cambiado de cargo, a ella le tocaban los del Departamento de Regulación Mágica… Tantas cosas que hacer y como siempre una sola persona capaz de hacerlas todas perfectamente, quién más que Hermione Granger.
Caminó hasta su oficina devolviendo saludos aquí y allá. Entró a su oficina y allí sentado estaba Arthur Weasley.
- ¡Hermione!- saludó con efusividad.
- Señor Weasley, ¿Cómo está?- preguntó sonriendo. Caminó hasta su escritorio y dejó sus cosas, se quitó el sobretodo y lo puso en el respaldo del asiento.
- ¡Muy bien! Mejor que nunca, con esta crisis de mensajeras por fin tendré la oportunidad de saber cómo funcionan los celulares y la computadoras ¿no te parece genial?- exclamó poniéndose en pie de un brinco y sonriendo de oreja a oreja. Hermione lo observó y no pudo evitar que su cariño por aquel hombre pelirrojo y casi calvo creciera. Le sonrió.
- Si, es genial señor Weasley, es necesario que integremos al mundo muggle con el mágico lo mejor posible sin evidenciarnos. Hay muchos artefactos que nos serian de mucha utilidad en caso de emergencia, y me alegra que esta vez el Ministerio haya decidido concentrarse en restablecer la población de lechuzas que como todos sabemos son totalmente eficientes e insuperables como mensajeras, pero si no hacíamos algo con respecto a esa enfermedad que las afecta ya no tendremos lechuzas en dos años, así que por ahora podrá satisfacer toda su curiosidad con respecto a las formas de comunicación de mi mundo, y aunque no son como las lechuzas le aseguro que son bastantes efectivas.
-Lo sé Hermione, por eso estoy aquí, quisiera saber si me podrías instruir en el mundo cibernético. ¿Lo harás?
- ¡Señor Weasley! Si usted pudiera ofenderme lo haría preguntándome eso- lo miró con severidad- claro que lo enseño, solo tiene que decirme cuándo puede y allí estaré- le concedió y se sentó.
-¡Gracias hija! Sabía que contaba contigo- agradeció algo conmovido y sonriendo se oreja a oreja salió de la oficina.
El lugar estaba plagado con mesas llenas de pergaminos, todos perfectamente ordenados. Habían cuadros en las paredes, unos cuantos mágicos, los cuales se movían de aquí para allá, en uno había una mujer con un vestido largo bailando sola y un tocadiscos de fondo; en otro un par de hombres con cachuchas jugaban al ajedrez mágico. Otros tantos eran de reconocidos pintores muggles, un Picasso, Dalí con su obsesión por el tiempo; había otro que retrataba a una mujer desnuda de larga cabellera negra, la mujer estaba sentada en el suelo de perfil, sus piernas apuntaban a su derecha, y su rostro cetrino de perfil miraba hacia los astros reyes, el sol y la luna, y en su mano derecha sostenía a Júpiter, una escena, extraña, fascinante y hermosa. A su lado y no menos intrigante se encontraba la imagen de una mujer tan hermosa que no sabría decir si en realidad lo era, sus ojos penetrantes te observan directamente desde donde la mires, casi parecía mágica, sus labios se curvaban tan solo un poco para formar una sonrisa perfecta, la sonrisa de Monalisa. Algunos la llaman Gioconda, pero ¿qué más da? Su sonrisa siempre será única e inigualable. El resto de la estancia tenía adornos y objetos tanto muggles como mágicos, era como un rompecabezas, donde el contraste de dos mundos distintos encajaban a la perfección. Nuevamente solo ella podía lograr tal efecto.
Hermione se recostó al enorme respaldo acolchado de su asiento y cerró los ojos por un instante repasando todo lo que haría en las próximas horas…
Ya se hacía hora del almuerzo para cuando llamaron a su puerta, Hermione dio la aprobación de que pasaran con un "Adelante". El lugar casi pareció iluminarse con el centelleo de aquellos azulejos y enigmáticos ojos enmarcados por unas cejas rubias y una piel cetrina. Luna Lovegood que antes resaltaba por su aire soñador y algo demente, ahora lo hacía por su imponente presencia similar a una esfinge, más todos los que la conocían sabían que seguía siendo la misma chiquilla que creía en los Snorkack's de Asta Arrugada, solo que mucho más madura y sabia. Su cabello ahora por los hombros seguía dando la impresión de atrapar los rayos del sol.
- ¡Luna! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te ha ido? ¿Cuándo llegaste? – la castaña dio un salto para ponerse de pie y fue corriendo a abrazar a la rubia sin esperar respuesta a sus preguntas. Luna había estado fuera por un año buscando nuevas especies de animales mágicos. Esta saludó a Hermione con la misma efusividad.
- Llegue ayer Herms, me instalé en casa y vine a verte lo antes posible. ¡Me muero por ver a los chicos!- le confesó Luna con aquella vocecilla soñadora que la caracterizaba.
- Vaya, me alegra demasiado que estés aquí, tenemos mucho de qué hablar y tú me tienes que contar todo lo que has hecho en este tiempo. – dijo y volvió a abrazar feliz a la chica.
- Si, de hecho toma tus cosas que nos vamos.
-¿Nos vamos? ¿A dónde? – pregunto Hermione curiosa.
- Ya verás, los invité a todos a almorzar a mi casa, y a parte les tengo una sorpresa, también invité a Hagrid, se va a morir.
Habían asistido todos, Harry, Ron, George, Ginny, Neville y Hagrid. Hermione estaba tan feliz de volver a ver a Luna y de estar con todos sus amigos que podría saltar como loca por todo el Ministerio y no le importaría. Luna estaba de aquí para allá entre feliz y nerviosa.
-Chicos, presten atención por favor- todos fijaron sus pupilas en Luna – Recuerdan que me fui en busca de nuevas especies y que duré poco más de un año sin volver – todos sonrieron – No les había dado ninguna explicación de esta larga ausencia porque quería sorprenderlos, y es que quiero compartir con ustedes a un ser sumamente especial que encontré en los Andes de América del Sur- Hizo una pausa para respirar, todos estaban a la expectativa de lo que Luna les enseñaría.
- Chicos… les presento a Ted – abrió con su varita una puerta que tenía a su izquierda y por ella salió…
- ¡Es un Dragón! – exclamó Hagrid al instante con los ojos como platos, se levantó torpemente del sofá el cual había sido dispuesto todo para él. Se acercó al pequeño Dragón. Era de un azul violáceo, tenía unos pequeños y puntiagudos cuernos negros, las alas recogidas eran de un violeta más intenso en su base y en las puntas casi azul, la cola culminaba con una pequeña garra triangular y era del tamaño de un Gran Danés.
- Es un Dragón enano, único en su especie, creo que afectó a la madre colacuerno, posiblemente algún hechizo, y por ello su color y tamaño reducido. Lo encontré en una cueva, lo estuve observando por días y el pequeño seguía allí, solo y hambriento porque la madre nunca apareció. Así que empecé a alimentarlo, todo este tiempo estuve allí en un campamento, y cuando quise dejarlo se vino detrás de mí, y pues me lo traje, estoy muy emocionada por tenerlo aquí, es una maravilla y es la cosa más amigable del planeta.
- Oh, Oh, Oh increíble Luna!, ¡no lo puedo creer! Es perfecto ¡Perfecto! – exclamaba Hagrid temblando de emoción.
- Es hermoso Luna – dijo Ginny sonriente.
-¡Oooooh si! Definitivamente – dijo George con un silbido, el gemelo ahora sonaba distinto sin el eco que le agregaba Fred a su voz.
- ¡Es genial! – dijo Neville y se acercó al pequeño Dragón que los miraba con curiosidad.
Ron por su parte no dijo nada, solo se limitó a observarlos a todos sonriente, más los años en Hogwarts le habían enseñado a estar a una distancia prudencial de cualquier criatura mágica más grande que un puff. Harry que estaba sentado al lado de Ron observó su expresión y le dio un codazo.
-Es adorable ¿verdad? – le preguntó al pelirrojo con una mueca de burla.
- Jah, si claro… tan adorable como un puff…- Le respondió sin una pisca de gracia en el rostro. Hermione se había quedado observando al dragón sin decir palabra alguna, luego del revuelco que había causado todo aquello, se acercó a Luna.
- Oye Luna, ¿No crees que pueda ser peligroso? – preguntó Hermione algo escéptica a que un Dragón fuese dócil.
- Uhmm la verdad no, como te dije he estado con él por un año, él me hace compañía y yo lo alimento. Nunca ha mostrado ningún signo de agresividad.
- Pero Luna ¡Es un Dragón!
- Lo sé Hermione, pero no pasa nada, Ted es especial – le susurró a Hermione guiñándole un ojo, como diciéndole un secreto. Más la prudencia de Hermione le hacía dudar que un dragón fuese "Especial", pero ella no podría hacer nada, era Luna Lovegood y siempre lo sería, al igual que sus gustos siempre serían excéntricos, hay cosas que nunca cambian, solo esperaba que no le sucediera nada malo.
Hermione miró su reloj de pulsera y se alarmó por lo tarde que era, su tiempo de almuerzo era de hora y media y ella se había tomado tres, así que más rápido que una saeta de fuego tomó sus cosas se despidió y se desapareció. Apareció directamente en su oficina y para su sorpresa encontró allí a la Sra. Harriet, era una mujer de unos cincuenta años, delgada, de cabello negro y recogido en un moño. Llevaba en sus manos un pergamino. La señora no se inmutó cuando Hermione apareció en el medio de la oficina.
- ¡Señora Harriet! – exclamó Hermione algo avergonzada, seguro estaba allí para reclamar su ausencia.
- Señorita Granger, espero esté bien – saludo cordialmente- venía a traerle la lista de las personas a las que impartirá el curso de informática durante este mes.
- Ah, gracias señora Harriet – dijo la chica algo desconcertada, no esperaba la lista para hoy. Tomó el pergamino.
- De nada señorita Granger, me voy, tengo cosas que hacer, solo venía a traerle eso. – Y con un apresurado "Adiós" se fue de inmediato.
Hermione desplegó el pergamino y con el índice iba señalando los nombres a medida que los leía. Primero buscó por orden alfabético la "G" y donde decía "Granger, Hermione" había una pequeña lista de cuatro personas, Ángela Wevieth, Thomas Dannw, Peter Purcell, Draco Malfoy… su dedo se detuvo en ese nombre. Cuando tienes amigos como Harry Potter y cuando rompes las reglas en Hogwarts, siempre pero siempre sabes detectar la presencia maligna en tu entorno y su corazón se detuvo de la sorpresa y el disgusto.
¿Cuántas veces la humillo? No se sabe,¿ Cuántas veces la avergonzó? Más que las páginas de todos los libros que ella leyó. Pero por favor un Malfoy que apareció en segundos sobre la habitación y que en un solo giro sus ojos estuvieran observando a la Monalisa ¡Jah! ¿Ridículo? ¿Curioso? ¿Penoso? decepcionante y humillante pensó Hermione
-¡Malfoy! ¡¿Qué rayos haces aquí?!!- preguntó con el rostro desencajado por el disgusto. Draco lucía igual que siempre, solo que sus rasgos habían perdido ya definitivamente cualquier rasgo de su adolescencia, pero su altivez, su ego y la frialdad de su alma traslucían detrás de ese rostro inexpresivo y de su mirada cenicienta.
-Granger… es un gusto verte de nuevo también para mí. – dijo con sarcasmo.
- Por favor Malfoy, no estoy para perder mi tiempo y mucho menos contigo, tengo trabajo qué hacer, así que dime qué diablos haces aquí frente a MI escritorio – puntualizó la pregunta poniéndose de pie y con las manos apoyadas en el escritorio.
- Tranquilízate Granger, ya sé que este escritorio te pertenece, no pretendo quitarte a tu amante lo juro – dijo con voz suave y acompaño su juramento alzando la mano derecha. La castaña respiró profundo y se cruzó de brazos, no caería en sus provocaciones, ya las conocía bastante.
- A ver Malfoy… por si no lo has notado estas en mi oficina, y estás interrumpiendo mi trabajo, así que o te vas, o hago que te saquen, mi tiempo no se hizo para perderlo, y mucho menos contigo.
- A ver Granger… eres tú la que me está haciendo perder el tiempo a mí, porque yo vine a una entrevista y es lo menos que estamos haciendo, que decepción, pensé que eras una empleada ejemplar – concluyó con una mueca de burla. Hermione abrió la boca para hablar, más la sorpresa no se lo permitió, en vez de eso, se sentó nuevamente.
- ¿Una entrevista?, para ello tendrías que haber pedido una cita, además de eso tendrían que haberte anunciado primero – musitó tajantemente.
- Granger, Granger… la cita no la necesito, eso ya estaba arreglado, me dijeron que viniera una entrevista a las tres de la tarde y aquí estoy – exclamó con desganas alzando las manos – Y con respecto a la anunciación – se detuvo por un momento e hizo un gesto pensativo – No dejé que la hicieran, es que me moría por verte. – terminó con una sonrisa socarrona.
- Pues ya me viste, así que ya te puedes morir y todos seremos felices ¿no te parece? – agregó imitando el tono del rubio.
- No te voy a dar esa satisfacción, así que olvídate de esa idea Granger. Y vine aquí si mal no recuerdo a una "entrevista", así que si no me vas a entrevistar me avisas, porque yo tampoco estoy para perder mi tiempo, o muy bien me puedes dar la aprobación para mi cambio de cargo y todos seremos felices ¿no te parece?- Hermione lo miró con ganas de matarlo, más se contuvo, por poco.
- Ni lo sueñes… - y prosiguió a hacerle la entrevista, que iba desde su edad (veinticinco años), hasta sus especialidades mágicas (defensa contra las artes oscuras, como sinónimo de artes oscuras), su estado civil, si había tenido problemas con la justicia y sus aspiraciones como empleado del Ministerio, entre otras cosas. Ni un solo error, todo perfecto. Aunque Hermione sabía muy bien lo que Draco había hecho dentro de Hogwarts, la justicia lo veía como un "ciudadano inocente" porque no habían encontrado ninguna prueba en su contra, al contrario de lo que había pasado con su padre, que fue el que absorbió toda la responsabilidad de los delitos de su familia. El hecho de que fuera tan apto como ella para ocupar un cargo en el Departamento de Regulación Mágica la molestaba, y no porque ella fuera una egocentrista empedernida, sino porque Malfoy no debería estar en el Ministerio después de todo lo que hizo, mas eso era algo que no había terminado de entender, lo que Malfoy había hecho iba más allá de lo perdonable y no se merecía estar allí, al menos ella lo consideraba así.
- Ves Granger, te habrías ahorrado todo esto si me hubieras dado la aprobación de una vez.- musitó con altivez.
- Eso no viene al caso Malfoy, aquí eres como cualquier otra persona y tienes que pasar por todos los procesos regulares, esto no es Hogwarts, ten eso muy en cuenta – Le aguijoneó sin perder oportunidad
– Y si, pasaste la entrevista, ahora tienes que ir con la Sra. Alice para que te ubique y te de todas las instrucciones.
-Muy bien Granger, fue un placer, te dejo a solas para que la pases en grande con tu "amante"- agregó mirando al escritorio, se puso en pie y salió con paso elegante del lugar. Hermione simplemente se limitó a observarlo.
- Uggrrrr sigue siendo el mismo imbécil de siempre…- susurró para sí. Estaba molesta, el hurón le había arruinado el día, tenía la esperanza de no volver a tropezarse con su anatomía por lo menos así de cerca nunca más después de su salida de Hogwarts, pero ¡no!, Draco trabajaba en el mismo lugar que ella y se había tropezado con él varias veces pero siempre había algo que evitaba pasar más allá de una distancia prudencial y no solo se había tropezado con él, sino que para colmo de males le tuvo que hacer una entrevista y como si fuera poco, sería su tutora. Las barreras de la distancia se rompen, tal como el cristal al chocar contra algo solido.
Tendría que organizarse nuevamente, porque el mal trago la había desconcentrado por completo. Hizo que pasaran al resto de las personas que debía entrevistar, lo cual le tomó un par de horas.
Dio la hora de salida, con el trabajo ya terminado y entonces como acto de inercia Hermione se estiro al igual que un gato pero esta vez lo hizo como si estuviera haciéndolo para una persona
Pero… ¿Para quién? sería una buena pregunta…
Tomó sus cosas y salió de la oficina.
La Gioconda seguía ahí observando, siendo la única persona en esa habitación... ¿Qué cambio tan grande pudo haber provocado? ¿Qué implicó para que fuese considerada una pintura digna de estar en esa oficina?
Si bien las eras cambian, las cosas se actualizan y vuelven a innovarse, la magia también lo hace. Da Vinci proyectó su magia, su cambio, su innovación, su ingenio, su alma… ¿Cuántas veces hemos sido atraídos e impactados por su sonrisa? Esa sonrisa intrigante y misteriosa, como quien oculta algo valioso y es el único sabedor de ello. Una sonrisa perfecta, alucinante y mágica, esa sonrisa… la sonrisa de la Monalisa
