Queridas lectoras,

Muchas gracias a quienes continúan con la segunda parte de Alma de Caballero, que ahora se llamará "Solsticio de Invierno". La verdad, quiero dejar en claro que esta historia será muy distinta a la primera, habrá más fantasía, con un contexto muy diferente, más bien, todo girará en torno a la poderosa familia Vulturi y en cómo los Cullen intentarán rescatar a Bella.

Espero contar con ustedes una vez más!!!

Por supuesto los personajes no me pertenecen, ya que son obra magistral de Stephenie Meyer.

Cariños,

Karen

Solsticio de Invierno

La puerta de acero se cerró a mis espaldas, dejándome completamente ciega a pesar de mis sentidos extra sensoriales adquiridos como vampiro. Me trajeron a este lado del mundo: Volterra, Italia, como una prisionera. Edward no pudo rescatarme, porque el séquito de guardias, especialmente Jane, lo inmovilizó por completo, hasta que estuve a bastantes kilómetros alejada de él.

Demetri me seguía muy de cerca, al igual que la muchacha menuda, Jane y su hermano, Alec. Me arrastraron por la selva hasta llegar a Brasil, allí parecían tener fieles contactos, o mejor dicho, aterrados voluntarios para ayudarlos. Llegamos a un aeropuerto "improvisado", en medio de una espesa mata de árboles, con suelo de enredadas raíces de troncos enormes, cruzando pantanos y viendo tal cantidad de fauna, que en circunstancias humanas se hubiesen dado un gran festín con nosotros, sin embargo, cada animal, por bestial apariencia que tuviera, huía como un ciervo asustado ante nuestra presencia, con excepción de las serpientes, que parecían tener especial admiración por nuestra raza.

Se acercaban por decenas, culebreando a nuestro paso como si fuesen un par de guardias más. Aro parecía entretenido ante este espectáculo. Con su elegancia sobre valorada se detuvo frente a una de ellas, de colores rojos con anillos amarillos y negros, y el bicho se quedó quieto como un corderito. Estiró su mano derecha con dirección hacia el suelo y el reptante, ascendió sobre su brazo en círculos, daba la impresión de estar acariciándolo con sus movimientos en forma de "s".

–Creo que nos vendría bien una segunda mascota –indicó con una perversa sonrisa en los labios, mientras clavaba sus ojos irónicos en mí.

Sulpicia se acercó en volandas hacia su marido y sonrió, asintiendo. Aro cogió al animal por el nacimiento de la cabeza y con un movimiento fugaz, le aprisionó la garganta, desnucándolo.

–Son demasiado débiles para tenerlas, no son dignas de nuestra hospitalidad –volvió a mirarme y su color carmesí atravesó mis entrañas, que ya creía muertas. Me estremecí.

Seguimos rápido hasta encontrar el avión. El séquito de guardias del siglo pasado esperó a que estuviéramos a bordo para seguirnos. Con una amabilidad ironizada me sentaron en medio del charter con una ventanilla hacia el exterior. Tenía el corazón comprimido, sabía que Edward me buscaría hasta encontrarme y eso significaría un gran riesgo para su integridad. Estos vampiros eran escalofriantemente peligrosos y perversos. Clavé mis ojos en el horizonte brumoso. Atrás quedó ese gran pulmón verde, y mi novio, entre él.

Llegamos de noche a Italia, sólo distinguí las luces de una ciudad encantada. Una caravana de Mercedes de lujo, con vidrios polarizados, nos esperaban en el aeropuerto. Marchamos hacia Volterra, un antiguo pueblo, cargado de historia y misticidad.

Una fortaleza imponente, en la punta de la colina se asomaba desafiante a través de las calles de adoquines, vacías. Nos introdujimos por un túnel oscuro, hasta descender en medio de un patio enorme. Más de diez encapuchados esperaban por los automóviles, quietos como estatuas de mármol. A mi lado continuaba Jane.

Un hombre especialmente algo y fortachón, parecido a Emmett, pero más fornido todavía, nos esperaba con una expresión seria, misteriosa y aterradora. En cuanto entré me cogió por el brazo, fuertemente.

–Lleva a nuestra "invitada" a sus aposentos, Félix –ordenó Aro, siempre con esa sonrisa afilada. El hombre asintió sin chistar.

Pasé a través de varios pasillos, finísimamente decorado, con suelo y paredes de mármol, maravillosos cuadros y esculturas ¡Si esto parecía un museo más sofisticado que el Louvre!

Me dejaron en cuarto, con una cama innecesaria, pero con un blindaje especial en la puerta y muros, incluso a prueba de vampiros comunes. Sentí frustración.

Las imágenes de Edward, Alice, Emmett, mis padres y los suyos, se vinieron a mi mente como una rápida película de acción, donde yo era nada más que un mero espectador. Quise advertirles del peligro, pero era imposible, yo era su peculiar prisionera y parecía no tener ninguna opción de escapar de las manos de mis poderosos carceleros.